En la previa se suponía como un gran desafío para los organizadores la
realización de la edición número 38 del Festival Nacional del Tango de La
Falda que finalizó el pasado sábado 23 de julio.
Volver al formato presencial implicaba vencer la inercia de dos ediciones
inevitablemente suspendidas por la pandemia y tres años de distancia desde la
última. Era lógico entonces que todo fueran dudas. Dudas que se disiparon ante
el rotundo éxito de una edición que quedará guardada en la memoria.
Las emociones fuertes empezaron desde muy temprano el viernes 22 (primera
gala) en el Auditorio Municipal Carlos Gardel, con la presentación de la Orquesta Escuela Municipal de Tango de
La Falda, cuerpo estable oficial fundado por su director y arreglador Mauricio
Martínez. Con un repertorio muy pulido certificaron la primera ovación de la noche
en una actuación que debe calificarse, en términos festivaleros, de
consagratoria.
Fue la misma noche de Eduardo Impellizzieri, ganador de la Final de Voces
Masculinas representando a la Sub Sede Esperanza (Santa Fe). Alberto Guevara,
quien se adjudicara el mismo certamen en 2019. La expresiva Ana Fontán, en su
segunda visita a este festival. Esteban Morgado Cuarteto, un clásico esperado
en la grilla. Leandro Ponte, el brillante ganador del certamen en 2014, quien presentó
temas de su disco Historias de amor en
Tango, acompañado por el cuarteto estable del festival (Mauricio Martínez,
Lisette Grosso, Ana D’Ambrosio y Gabriel López Yehia) un desprendimiento de la
orquesta escuela. La actriz y cantante María José Demare regresaba tras algunos
años de ausencia con su personalísimo estilo,
acompañada por Morgado Cuarteto y el pianista Daniel García.
Raúl Lavié era uno de los más esperados de esa noche
y el Negro devolvió tanta expectativa con una de sus mejores performances de
los últimos diez años sobre ese mismo escenario. Para él es menester seguir
cantando los grandes clásicos y entregó versiones memorables de La última curda, La bicicleta blanca y Balada
para un loco, ante un público emocionado y aplaudiendo de pie.
El final de la primera noche llegaría con un debutante en el ciclo,
Cucuza Castiello, un renovador del tango en términos estéticos; y la dupla de
José Colángelo y Franco Luciani, piano y armónica para su proyecto en dúo
titulado Tango Improvisado.
Osvaldo Piro y
Tana Rinaldi: cumbre tanguera
El sábado 23 (segunda gala) no daría respiro. Gloria Guerra haciendo uso
de su tiempo de escenario por haberse adjudicado el Certamen de Voces Femeninas
(Sub Sede Amigos del Museo Carlos Gardel, CABA), mostró el aplomo de una
cantante profesional. La faldense Lourdes Galiano, de tan solo 13 años, desplegó
todo su dramatismo interpretativo en piezas como Canción Desesperada. El cordobés Marcelo Santos llevaba bien la
cuenta de sus ausencias como solista en esta fiesta, 7 años sin venir fueron
suficientes para volver con un espectáculo propio, de gran musicalidad y
estilísticamente variado. Fue uno de los pocos que llegó con invitados, fue
cuando convocó al folklorista cordobés Pablo Lozano para entonar juntos Una Carta de Daniel Toro.
La intensidad iba en aumento cuando apareció en escena el Contramano
Tango 4. Comandados por Mauricio Martínez (guitarra eléctrica y arreglos) y
Lisette Grosso (bandoneón y voz) y la mitad de su plantilla renovada tras las
incorporaciones de Andrés Sánchez en piano y Rodrigo Yáñez en bajo eléctrico.
Brindaron una actuación descollante con una respuesta, pocas veces vista, con
el público irrumpiendo con aplausos cerrados en medio de los temas. Notables
desempeños en los solos (Libertango)
como en las partes vocales (Gota de
lluvia, Desencuentro), y un
perfecto ensamble los convirtieron en uno de los puntos más altos de esta
edición.
A continuación uno de los grandes aciertos de la grilla de este año: Inés
Cuello y La Grela, dejaron concierto imposible de olvidar. Es la simbiosis perfecta
de una eximia solista con un quinteto que se las trae. Juntos concibieron la
obra titulada Gardel, disco nominado
a los Premios Gardel 2022, instancia que se definirá en agosto próximo. Su
repertorio para la ocasión fueron las canciones de ese trabajo que rinde
tributo al Zorzal.
Osvaldo Piro y la Tana Rinaldi, un tándem casi inédito, pisaba el
escenario de La Falda. Se sabe que grabaron un disco próximo a salir y que será
la primera vez que lo firmen como dúo. La Falda Tango no se podía dar el lujo
de perderse este show tantas veces aclamado en Buenos Aires. Tres temas del
Maestro Piro, Diagonal (un estreno dedicado
a La Falda), Milonga para Pichuco y Córdoba City, oficiaron como prólogo
para la entrada de la Tana que se entregó a la inmejorable selección de
clásicos arreglados por Piro y ejecutados por una orquesta de doce profesores. Patio mío (en soberbia versión), Sur, Fuimos,
Yuyo verde, Como dos extraños y Tinta
Roja, fueron precedidas por largas alocuciones de la calificada intérprete.
Una cumbre tanguera de antología que excede los límites propios de esta
edición.
Quedaba más, quedaba mucho más. El turno del Ballet José Hernández, un
cantor al estilo de Grandes Valores como Alberto Bianco, los experimentos y
fusiones de estilos de Tango Loco y el regreso luego de diez años de ausencia
del renombrado Sexteto Mayor, próximos a cumplir los 50 años de existencia. La jerarquía
de sus actuales integrantes, la exuberancia de sus arreglos que no caducan y un grand finale con Lluvia de estrellas, Muerte
del ángel y Canaro en Paris, son
marca registrada.
Final que no fue final porque faltaba la
milonga con música en vivo a cargo de la Orquesta Romántica Milonguera con el
auditorio convertido en una enorme pista de baile para más de mil bailarines.
Nadie quería que la fiesta se termine.-
miércoles, 27 de julio de 2022
La Falda Tango 2022: Por la vuelta
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