Por Néstor Pousa.
Estos primeros seis meses de cuarentena y aislamiento social por la pandemia, empezaron a hacer sentir sus efectos adversos y sus consecuencias nefastas en la economía y especialmente en algunos rubros, gremios y actividades.
Sobre finales del mes pasado se conoció la nada feliz noticia del cierre, aparentemente definitivo e irreversible, del Orfeo Superdomo de Córdoba, una de las arenas (pistas de espectáculos artísticos y deportivos) más grandes e importantes de Latino América.
La drástica determinación fue informada a los medios el empresario
cordobés Euclides Bugliotti, titular del Grupo Dinosaurio al cual
pertenece el gigante ubicado en Cardeñosa y Rodríguez del Busto en el Barrio
Alto Verde de la capital cordobesa.
Los factores de su cierre, según la palabra del empresario, son
estrictamente económicos, agravado por la incertidumbre de no saber cuándo se
podrán reactivar, al menos en un cincuenta por ciento de su aforo, los
espectáculos en vivo y con presencia de público.
Para entender el problema es necesario saber que el costo de
mantenimiento del Orfeo con sus puertas cerradas, según lo informado, es de 1.7
millones de pesos por mes. Para tener una idea, tan sólo el puente peatonal que
une el estacionamiento con las instalaciones del mismo, cuesta $ 70.000 de
impuestos mensuales. Es inviable, según palabras de Bugliotti, mantenerlo en
estas condiciones.
Por sus características y desde su inauguración (el 6 de septiembre de 2002) el Orfeo Superdomo fue una pieza estratégicamente clave para instalar a Córdoba como la segunda plaza del país en la realización de espectáculos artísticos y deportivos, nacionales e internacionales de gran envergadura. Su fácil accesibilidad, sus amplias dimensiones, el confort exterior e interior, las condiciones técnicas, sanitarias y de seguridad, su amplio parking, hicieron del inmenso domo, en sus 18 años de vida, un lugar único en el país. Con una capacidad máxima aproximada de 10.000 espectadores para espectáculos artísticos (que puede ascender a 14.000 si se trata de eventos deportivos), el Orfeo fue una de las piezas decisivas para que Córdoba y todo el centro del país hayan podido acceder a una cartelera espectáculos de primer nivel y sin precedentes, que hoy a causa de un virus se encuentra en modo pausa y en vías de extinción.
Los años dorados. En sus casi dos décadas el Orfeo Superdomo programó con producción propia o por gestión de empresarios privados, una larga lista de espectáculos musicales que convirtieron a Córdoba en un polo de atracción sin competencia en el interior del país. Un menú artístico que, en la mayoría de los casos, no hubiera sido posible de no contar con un espacio de sus características. Muchos recordarán las célebres presencias de Bob Dylan en 2008, o la seguidilla de presentaciones del grupo Les Luthiers, ellos fueron uno de los números más programados junto a Luis Miguel. Pero hay un lapso de tiempo que podemos destacar como “los años dorados”, y es el período que va desde el 2010 hasta el 2012. Repasando los archivos, recordamos conciertos como el de Divididos en 2010, presentando su disco Amapola del 66; o la indescriptible sensación de ver a Metallica (2010) en un poco habitual formato indoor, en la cima de los mejores conciertos vistos en esa sala en toda su historia. También al año 2010 corresponden los conciertos de: (la banda inglesa) Yes, Skay Beilinson, Luis Alberto Spinetta (su último show en la ciudad de Córdoba fue en Orfeo), Charly García en su regreso a los escenarios cordobeses (performances que luego repetiría en 2011, 2012 y 2013) y los californianos Stone Temple Pilots.
En el 2011 sería el año de Deep Purple, Alan Parsons, Calle 13, Roxette y
Guns & Roses.
Y en el 2012 la lista se engrosaría con: Megadeth, La Renga, Fito Páez,
Noel Gallagher (ex Oasis), Joe Cocker (en mi lista figura como uno de los mejores
shows), Robert Plant (ex Led Zeppelin) y Roger Hodgson (ex Supertramp).
Metallica en la cima del Orfeo (2010) - foto: lavoz.com.ar
Cada uno tendrá su momento para recordar en el Orfeo y hasta podrá armar
su propio podio personal. Muchos elegirán alguno de los conciertos de Gustavo
Cerati, Andrés Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs o Abel Pintos; figuras de la
talla de Joan Manual Serrat, Joaquín Sabina o Silvio Rodríguez; bandas y
solistas internacionales como Black Sabbath, Bryan Adams, Arctic Monkeys, Muse,
Queen + Adam Lambert y un largo, larguísimo, etcétera.
Para la anécdota con sabor amargo quedará el último show al que asistí
como cronista, Andrés Calamaro (19/10/2019), o el último show antes de que el
telón baje definitivamente, Ricky Martín (25/02/2020) y el primero de una larga
lista de suspendidos por la pandemia, el de Chayanne, inicialmente programado
para el jueves 19 de marzo de 2020, aquel fatídico día en que el mundo cambió.
Parece una irrealidad que hoy toda esa rica historia vaya a esfumarse así
como así. Que no haya un plan B para su subsistencia. Alguna estrategia de
salvataje para un lugar que además de su importancia como epicentro de la
cultura, el deporte y el entretenimiento, fue generador de fuentes de trabajo
en los diversos rubros afines.
Como epílogo, cuando esta nueva realidad pase, tal vez el célebre Orfeo
Superdomo y su colosal estructura, ya formen parte de la historia y sobre su despojos
se llenen los cimientos para nuevo emprendimiento inmobiliario.