lunes, 28 de agosto de 2017

Alto tráfico blusero en Cosquín

Quevedo-Camaño-Bini = Crosstown Traffic 2017

EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

La Cueva del Che es una especie de peña rockera itinerante que intervino en diferentes espacios de la ciudad de Cosquín. Hoy ocupa un centro cultural sobre la calle posterior de la tradicional plaza del folklore y fue visitada recientemente por la Crosstown Traffic, banda de rock y blues de Córdoba con un cuarto de siglo de trayectoria, encabezada por el cantante y zurdo guitarrista Miguel “Mick” Camaño, un histórico del género que cuando era un preadolescente integró Los Violentos en el amanecer del rock en Córdoba (chequear el documental Radio Roquen Roll -parte 1- de Martín Carrizo). Ellos son los creadores del Córdoba Blues, una especie de raid al estilo Route 66 pero que en este caso recorre barriadas cordobesas, como para que no queden dudas de que más allá del ritmo foráneo el instinto de pertenencia siempre está.
La Crosstown pisó suelo coscoíno para entregar un puñado de sus mejores canciones a un público atento que los esperó pacientemente mientras aplaudía covers de Arde Troya y Los Nietos de Branca, bandas locales que le hicieron el aguante a Mick y los suyos. Estos a su turno repasarían números propios como Suena un blues, un clásico de su aclamado disco debut y Papá compró un viejo camión, un boogie que en vivo funciona muy bien. De su devoción por Pappo Napolitano surgieron versiones como Blues local con la sorpresiva aparición de Martín, un parroquiano que se coló en el escenario y demostró tocar bastante bien la armónica. Del catálogo Beatle hacen propia Come together, en una particular versión castellana. Camaño es sin dudas un cantante que no se parece a ninguno de los acá, su pronunciación forzada hace de su estilo algo característico. Por ejemplo: en “Sunny, Sunny, llámame por favor”, pronunciará “iámame”, en lugar de “yamame” ¿a quién se le hubiera ocurrido algo así?
En la actual formación tiene en el inquieto Facundo Quevedo (piano y órgano) a un ladero ideal para solear desde las teclas, más una base sólida y eficiente a cargo de Carlos Bini en el bajo y David Caro en la batería. Así fue que llenaron de blues la noche de un sábado repasando más números de su extenso repertorio, de los que llegué a anotar: Nada es para siempre, Arañando la noche, Sensual blues, Esta noche no y Blues N° 9, entre otros.  
Hay que reconocer que Cosquín, reconocida como la capital nacional del folklore, también tiene un público fuertemente rockero que no duda un instante en llenar cada lugar donde se toque rock y pagar una entrada si el show así lo amerita. Tal vez esto sea porque la ciudad fue cuna de uno de los festivales del género más importantes del país que hoy pasea la marca “Cosquín” por distintas plazas, incluso internacionales. O tal vez este público del palo haya surgido por generación espontánea. Vaya uno a saber. 

Venue: La Cueva del Che (Cosquín)
Fecha: Sábado, 26/08/17
Programa: Crosstown Traffic, Diceros, Nietos de Branca y Arde Troya

lunes, 14 de agosto de 2017

Rubén Rada: “El tango es la mejor música del mundo”

El talentoso músico uruguayo, que prestigió la cartelera de La Falda Tango 34°, mantiene una fecunda relación con esta ciudad a la que visitó en períodos irregulares en los años 1981, 1989, 2014 y 2017.

Por Néstor Pousa

El Festival Nacional de Tango de La Falda ha desarrollado un sub género denominado “extra-tango”, más que un estilo musical un eufemismo para encasillar y/o justificar en un festival tan tradicional como este, la inevitable convocatoria de figuras que no son del riñón tanguero. Una apertura estética profana para algunos, pero muy saludable para muchos otros. En la edición 2017 la figura descollante en este sentido fue Rubén Rada que se despachó con un concierto lo más cercano al tango que sus convicciones le permiten. Fue un verdadero lujo y una mirada distinta de una música centenaria. Culminado ese show, que quedará en la historia grande del auditorio faldense, el uruguayo se brindó sin restricciones al diálogo con la prensa.
Situación: culmina la ronda de preguntas y Rada asume con excelente disposición el requerimiento de fotos de parte de los periodistas que,  si el artista amerita, también podemos mostrar nuestro lado cholulo. Es la parte de fan que un profesional jamás pierde. Entre una foto y otra me cuenta que le escribió una canción a Spinetta,  “Aunque el Flaco me era infiel con Hugo Fattoruso, él lo prefería a Hugo”, se lamenta. Un poco en broma y un poco en serio, Rubén daba cuenta de la idolatría que Luis tenía por la banda uruguaya Los Shakers liderada por los hermanos Fattoruso (¿se acuerdan de “Rompan Todo”?) a los que consideraba los verdaderos iniciadores del rock en la Argentina.

La Falda ‘81. “En la época del Festival de Rock de La Falda vine a tocar con Dino Saluzzi y Astarita, me acuerdo que volaba todo. Esa vez toqué unas percusiones con Almendra también, pero mucho no me acuerdo, me apabulló todo lo que pasó después del show”, confiesa el Negro que asegura: “Almendra fue una gloria, un grupo tan maravilloso, tanto como Sui Generis y Seru Giran”.
Sobre el Tango: “El Tango es la mejor música del mundo, para mí está el tango, la música clásica y el jazz que son las músicas más comprometidas. El rock & roll es una música para bailar, pero no tiene nada que ver Tutti Frutti con Queen” (y para ejemplificar emula tanto a Little Richard como a Freddy Mercury). “Es muy difícil en este mundo acomodarse a un estilo, porque, ¿qué es el rock & roll? ¿qué es el pop? ¿qué es el tango? El tango tiene una definición, es una música completa, llena, en el tango están las mejores letras del mundo, yo de chiquito cantaba en los carnavales y en las fiestas: “Arrésteme sargento y póngame cadenas, si soy un delincuente que me perdone Dios” (canta), tenía 12 años y me encantaba, pero después pasaron los Fattoruso (Hugo y Osvaldo), Ricardo Nolé, Eduardo Mateo por mi cabeza y arranqué para el lado del candombe beat, después para el rock & roll y entré a robar para todos lados, y entonces me di cuenta que yo era un músico de fusión, entonces no puedo grabar un disco netamente de tango, de candombe o de jazz”.

La Falda Tango 2017. “Hoy pensando en Ardit y en Raúl Lavié y los demás cantantes que escuché en la prueba de sonido, me temblaba un poco todo, viste, porque pensaba ¿qué estoy haciendo acá con estos cantores? entonces me di cuenta que lo que estoy haciendo es un show, estoy mostrando la historia del tango que trajeron los negros, dicho por Borges y otros escritores, luego, bueno apareció Magaldi, Gardel, Rufino, D’Arienzo, Canaro, unos músicos increíbles y armaron esta música maravillosa”.
“Hay música para todo, hay música para la cabeza, música para el corazón y música para la mente, así que todo aquel que haga música, bienvenido sea. En este momento estamos pasando por un momento cumbiero que tenemos que dejar que pase un poco, viste. Yo ahora estoy grabando un disco doble y uno de latin jazz que es el segundo Confidence (nota: álbum instrumental lanzado en 2011). Lo que yo quiero es grabar obras, si fuera por por mí quisiera que el disco no muriera nunca, ahora lo que se hace es grabar una canción, grabar un video y ponerlo en Spotify, que todo el mundo te vea y con esa canción sola salís a ganar plata, y tenés que cantar la canción veinte veces porque el disco después tenés que tirarlo.

  -¿Te sentís a contrapelo del rumbo que tomó la industria de la música hoy, de la supremacía de la reproducción vía streaming en detrimento del formato físico?  “No. Siento que es así. Cuando yo escuchaba a Los Beatles mi vieja me decía: “¿M’hijo ¿por qué no escucha otra música? estos tipos no hablan en cristiano”, al único que quería era a Ray Charles. Siempre pasó esto, esta ráfaga de música ayuda a todos los que estamos con ganas de tocar otro tipo de música, ni mejor, ni peor, a que nos pongamos las pilas. Lo que hago yo cuando aparece una banda nueva de cumbia es grabar diez canciones, porque supongo que “cuando yo me muera” (canta) quiero dejarle material a mis fans y a mis amigos que me ayudaron a comer toda la vida comprando mis discos”.

  -Con el “Tocá, che Negro Rada” fuiste un precursor en 1982 de la autorreferencia en las letras algo que es tendencia actual  “Claro… eso fue porque iba a los conciertos a tocar en Obras, a veces con Nito Mestre o con Spinetta, y también con Ricardo Lew, Ricardo Nolé y Osvaldo Fattoruso que hicimos “Rada en Obras” y pusimos unos carteles en la calle que decían: “El 8 de abril la cosa se pone negra” por todo Buenos Aires, ¿te acordás? y la gente preguntaba ¿qué es eso? ¿qué está pasando? Y al mes pusimos otro cartel que decía “Rada en Obras” (año 1982). Fue un exitazo y fue la única vez que llené un teatro grande, después no llené uno más, fue increíble. Otra persona que me ayudó, que me quiere mucho, fue León Gieco, una vez tenía que tocar en La Rural antes que él, pero me dijo que tocará después, me presentó y me regaló su público, eran 15.000 personas cantando el Rock de la calle, y ahí me pude quedar en Argentina. Yo había venido en la época de Los Shakers, tocaba la batería con ellos y cantaba que era un demonio, pero estaba un tipo que se llamaba Rota y dijo “el negrito no va, no da beat, no tiene flequillo y no da el color”, porque Los Shakers decían que imitaban a Los Beatles”.  

  -Pero tenés la misma edad de Moris, podrías haber fundado el Rock Argentino  “¡Ojalá! -exclama- pero estuve ahí.... el primero que cantó rock & roll acá fue Billy Cafaro con Pity Pity, después vino Litto Nebbia, que muchas veces los critican, pero ¿qué hubiera sido si no hubiera estado Litto?, él fue el creador. Litto iba a la casa de Los Shakers a buscar las botitas tipo Beatle para tocar con Los Gatos. Después, cuando estábamos solos en la casa de Los Shakers, nos tirábamos en los sillones y veíamos todas las películas de Gardel en Súper 8. ¡Lo amábamos a Gardel! Un Dios, aparte el mejor actor que vi en mi vida”.   

  -Viniste en distintos momentos a La Falda, por ejemplo en 1989 al ciclo “El Cantautor” en el Cine Teatro Rex  “Siii, claro, esa vez vine con Ricardo Nolé”
 
  -¿Te gustaría volver a este escenario? “Quiero venir a tocar los nuevos temas de Confidence”       

Fotos: Gabriel Hamie (Cubo Media)

Jairo-Baglietto: un valle y un volcán

En un tiempo de vacas flacas para los espectáculos en vivo, Jairo y Baglietto proponen un formato de show de altísimo nivel artístico y fuerte impacto en las boleterías. Aquí la crónica de su segunda presentación, por localidades agotadas, en el Quality de Córdoba.  

RECITALES

Por Néstor Pousa

En este dúo que formaron el cordobés Jairo (anotado como Mario Rubén González) y el rosarino Juan Carlos Baglietto no hay chamuyo, es un dúo de verdad. Porque bien podrían haberse juntado para un show a medias en donde cada uno muestre su repertorio por separado y luego compartan algunas canciones para justificar la unión transitoria. Pero en Historias con voz, tal el acertadísimo título de la puesta, ambos comparten escenario y canciones durante las dos horas que dura el concierto, a excepción de dos canciones, que ya apuntaremos, en las que se lucen cada uno en modo solista.
“No sé si se dieron cuenta que nosotros formamos un dúo”, interpela Baglietto a la platea cuando el recital había avanzado lo suficiente como para convertir en retórica la pregunta. Un dúo en cual comparten todo, una lista de canciones que alterna grandes clásicos que el rosarino versionó e hizo propias, aún sin ser el autor de las mismas; y las que escribió y popularizo Jairo a lo largo de una extensa carrera que incluso tuvo su desarrollo fuera del país. Lo notable de esta juntada de músicos de distinto palo es lo bien que le queda a cada uno las canciones del otro y viceversa. Tan simbiótico resulta este dúo que si hubiera en la sala alguien no informado sobre las trayectorias de ambos (algo poco probable a juzgar por la respuesta de público) no sabría identificar a quien pertenecen unas y otras.
El guion del concierto tal como está diseñado, ya que no son un puñado de canciones elegidas caprichosamente, sigue un hilo conductor que tiene que ver con las historias en común de los protagonistas y que exige de ellos una gran concentración ya que nada queda librado al azar. Así, al mejor estilo Serrat-Sabina, se gastan bromas y chicanean por la trillada rivalidad rosarino-cordobesa. “Por unas horas al menos, venimos a echar por tierra con esa rivalidad -asegura Juan, pero aclara -siempre y cuando reconozcan que…” Lo que continúa con las menciones de nombres entrañables como el Negro Fontanarrosa y la revista Hortensia, para defender cada uno su postura. Ese segmento se transforma en uno de los más festejados de la noche.

A esta altura el show que inicia en penumbras con Baglietto recitando un texto de Eduardo Galeano (Mar de fueguitos) ya había entregado los clásicos: Cuando (de Fandermole) y dos de Jairo, La balada del Corto Maltese y Carpintería José; una más de Jorge Fandermole (autor preferido de Baglietto) y Mienten, una vieja canción de Roque Narvaja con letra fatalmente actual (“Y no me puedo enderezar y estoy parado, nací para trabajar y no hay trabajo”).
Baglietto, algunos años menor que Jairo, recuerda su camino adolescente hacia la escuela secundaria tarareando El Valle y el volcán, un temprano hit del cruzdelejeño que es interpretado en honor a la memoria emotiva del rosarino con nuevas chanzas en torno a la diferencia generacional.
Aparecerá luego la figura del poeta y periodista Daniel Salzano con quien Jairo compuso muchas de sus grandes creaciones. Con Cristina, la mujer de Daniel, en la sala se produce uno de los momentos más conmovedores cuando Jairo entona en solitario Los enamorados luego de contar la anécdota de cuando le puso música a ese poema de Salzano. Y vuelve Juan para refrendar el homenaje al poeta cordobés con Salzanitos. Había que salir de ese torbellino de emociones y para eso apelaron a uno de los estrenos de esta gira, Los poetas no se rinden jamás, otra colaboración Salzano-Jairo, mientras que la otra novedad es el reggae El retrato de mamá.
Este dúo verdadero también se da el gusto de homenajear a otros dúos célebres con quienes se sienten identificados. De uno de acá, Sui Generis, repasan Rasguña las piedras, tal vez una referencia obvia, aunque el clásico de fogón por excelencia funciona a la perfección. Pero cuando llega el turno de un dúo “de allá” tal vez nadie esperaba escuchar la versión castellana de El Boxeador, de los neoyorkinos Simón & Garfunkel. De cómo una canción inesperada se transforma en uno de los momentos más altos de la noche es uno de los misterios de la música. Aunque es reconocida la notable capacidad de Baglietto para recrear inspiradamente canciones de otros, algo que también ocurrió con Para la libertad (Serrat / Miguel Hernández).                 

Un dato clave para el suceso de este espectáculo que nació (casi) por casualidad durante un programa de televisión y se prolongará al menos hasta diciembre con fechas por todo el país incluido este regreso a Córdoba por localidades agotadas, es la banda de acompañamiento. Jairo y Baglietto que habitualmente tocan respaldados por muchos instrumentistas, en este caso aciertan una vez más con la elección de un combo reducido y ultra efectivo. Un trio excepcional formado por Adrián Charras en piano, teclados y acordeón, Yaco González (hijo de Jairo) en percusión y Leonardo Introini en bajo y contrabajo; además de las guitarras que aportan Baglietto (guitarra líder) y Jairo (guitarra rítmica), una dupla que parece que llevaran una vida tocando juntos. “El show es precioso y el equipo en general está muy  bueno, técnicos, asistentes, todo. Es un placer esta gira”, aseguran entusiasmados desde la producción.

Otras canciones que integran la lista: Milonga del trovador, Tonada de un viejo amor, Piedra y camino, Ángel y demonio, El ferroviario, El témpano y Antiguo dueño de las flechas (a.k.a. Indio toba)

Prensa QUALITY: Fátima Siri
Manager Baglietto: Alicia Céboli