miércoles, 28 de diciembre de 2016

Antihéroe: canciones medicinales

“Antihéroe” es el título del debut solista de Juanjo Ceccón, músico cordobés nacido en Arroyito. Una lista de canciones con vocación de hit y claras referencias al rock argentino.   

ESCUCHANDO DISCOS

Por Néstor Pousa

Hello hippie! es la frase con la que Juanjo Ceccón rompe el silencio en Antihéroe, su álbum debut de carácter solista lanzado durante 2016.
Juanjo nació en Arroyito, pero actualmente vive junto a su mujer Noé y sus hijos Francisco y Malena en Rafaela, Santa Fe, y desde allí defiende y impulsa Antihéroe, un puñado de canciones con claras referencias al rock & pop rosarino de los 90’s, a Fito Páez y a los cordobeses de Proceso a Ricutti, entre otras influencias.
Ceccón siente debilidad por la emblemática banda cordobesa que lideraban el Hueso Horsmann y Tincho Siboldi, y como testimonio escribió la canción Mamá está en la cocina que, además de su provocador título con doble sentido, se despacha con frases para nada complacientes, como: “Nos duele la derrota en clave de rocanrol, lo que pasa es que ya estamos hartos que nos pongan cuarteto”, con un estilo que remite directamente a Danza Mogo de los Ricutti, un disco fundamental del rock de Córdoba. Y Ceccón no oculta esa influencia, sino que por el contario la expone cuando revela que: “Danza Mogo es uno de mis discos de cabecera”.

Varios estilos atraviesan la placa. Ritmos latinos en Los lunes, una canción que bien podría haber compuesto Santana. La versión piano-man, a la manera de Elton John, Charly García, Lerner o el Miguel Mateos de “Rockas Vivas”, se destacan en Kamino y Cuando el invierno llegue.
Ciegos en la terraza es una canción que se banca dos versiones en las antípodas, una de aires folklóricos con el tucumano Sergio Facundo Quiroga en segunda voz; y la otra definitivamente rockera.
Entre los más destacados está La camilla, un rock and roll que devela la fobia que experimenta su autor por los hospitales (“Tengo pánico a los hospitales, por eso traté de tomármelo con humor”, confiesa). Y eso se refleja en varias de las letras, aunque en ninguna como en la enunciada. Y aparecen más temas con vocación de hits como Telegrama y La marcha nupcial. En todos queda claro el énfasis que este músico de 32 años le pone a los textos, aquí documentado en un puñado de canciones escritas durante los últimos catorce años y que recién ahora, luego de girar como miembro de diferentes bandas, se animó a recopilar y mostrar en rol solista.

Antihéroe, la que con aires Beatles titula el disco, es una canción dedicada. “Empecé a tocar la batería a los doce años gracias a mi tío Pato Ceccón, un entrañable ser humano que bien podría haber formado parte de algún guion de Woody Allen”, refiere. “En su dormitorio lleno de libros, música y películas, armamos su bata y a fuerza de voluntad y discos de lo más variopintos -cita- Piano Bar, Peperina, Canción Animal, Sinchronicity, The Wall, comencé a dar mis primeros pasos”.
Es por eso que Juanjo le dedicó todo el disco, pero principalmente esta canción a su tío Ricardo que murió hace ocho años. ''Nadie se pierde del todo, nadie se va porque sí'', escribió como forma de despedida y duelo.
Al rock actual le están haciendo falta letras inteligentes e irónicas como las que aporta Juanjo Ceccón, aunque sin descuidar, ni renegar de la melodía, ni temerle a la canción pop con destino radial o televisivo.
Con Antihéroe pueden pasar dos cosas: que sea reconocido en tiempo real como uno de los mejores discos del año, o que en un futuro mediato sea reivindicado por algún ensayo revisionista. De las dos opciones la que le haría más justicia, sin dudas, es la primera.-  


domingo, 11 de diciembre de 2016

Polen: siguiendo los pasos del maestro

Una auténtica veta spinetteana florece en “Polen”, el tercer disco de 4° espacio, banda que lideran Daniel Ferrón y Matías Camisani. Aquí una aproximación a ese trabajo  

ESCUCHANDO DISCOS

Por Néstor Pousa

Daniel Ferrón fue, hasta los últimos días de Luis Alberto, un compañero inseparable, un amigo con quien cenar, escuchar música, mirar películas y charlar sobre literatura. Espontáneamente cubrió el rol de chofer personal en los ajetreados días de ensayo y realización de ese monumental y maratónico concierto de Las Bandas Eternas, en el que Spinetta recorrió y celebró toda su trayectoria musical y discografía.
No resultó extraño que cuando hubo que reemplazar al ex Almendra Emilio del Guercio (bajo) en un grupo alternativo que tenía Luis con su otro amigo y ex Almendra Rodolfo García (batería), pensará en Dani para cubrir el lugar del bajista.
Esa banda que se llamó Los Amigo -nombre surgido de una ocurrencia de la Vieja Aníbal Barrios, asistente y otro de los hombres inseparables del autor Muchacha- tenía los miércoles como día de ensayo, y de esas sesiones surgió la obra póstuma Spinetta - Los Amigo, que se llevó el último Premio Gardel y nominación para la reciente entrega de los Grammy Latinos.

“Cuando me buscaron para tocar con ellos pensé que se habían terminado todos los bajistas del mundo”, manifestaba con humor Daniel para graficar la sensación de incredulidad que le produjo el hecho de ser convocado a tocar al lado de su principal referente musical de toda la vida. Esto me confiaba en octubre pasado, durante su última visita a La Falda como miembro estable de la banda de Jairo, músico al que acompaña desde hace nada menos que 23 años. Pero Daniel, quien recientemente se sumó como guitarrista rítmico a la banda de David Lebón, también encabeza su propio proyecto musical con 4° espacio, banda en la cual comparte liderazgo con Matías Camisani.
Con 4° espacio acaban de editar su tercer disco titulado Polen, grabado íntegramente en el estudio de Camisani, los dos anteriores fueron concebidos en La Diosa Salvaje, la casa-estudio de Spinetta. Con todo el historial citado no sorprende que Polen remita directamente a un sonido de corte marcadamente spinetteano, condición que indudablemente corre por la sangre de la dupla Ferrón-Camisani.
Las letras, los timbres vocales, los sonidos y los guiños a Pescado Rabioso, Spinetta Jade o alguna de las tantas encarnaciones solistas de Luis conforman una paleta de influencias que llegan a intervenir, sin invadir, un sonido que es propio y personal de la banda.

4° espacio lookeados by Rayosan
Tampoco entonces sorprenderá el buen gusto y la exquisitez que se manifiesta en cada pista de Polen. “Es rock argentino”, según definía escuetamente Ferrón en su reciente visita, para explicar por dónde iban las canciones, entre las que se destacan -y algunas hasta piden pista en la carrera de hits-  Fue, una bella balada de guitarra acústica y slide. Una guitarra distorsionada domina la acción en Fuego de ayer; mientras que en Pronóstico aparece como invitado un ex Jade como Juan del Barrio en teclados y sintetizadores. Otoño es otro de los momentos a mencionar, y casi cerrando el trabajo Rojo eléctrico y Solo la canción aportan buenos arreglos y pulsión rockera, respectivamente, y no está mal para un disco que no admite puntos flojos.
Acompañan a Daniel Ferrón (voz, bajo, guitarra acústica y eléctrica) y Matías Camisani (guitarra eléctrica, acústica, slide y tambura), Gustavo Horche en batería y, aunque no grabó en el disco, Gabriel Améndola en guitarra completa la banda. Pero además hay una larga lista de músicos invitados.

Alguna vez lo escuché a Spinetta refunfuñar sobre la tan mentada influencia que ejerció en las nuevas generaciones de músicos de rock argentino. “Yo escucho algunas bandas que, la verdad, no veo que las haya influenciado demasiado”, aseveraba frunciendo el ceño. No obstante si hubiera escuchado Polen el Flaco se sentiría satisfecho y reconfortado. 

lunes, 28 de noviembre de 2016

Black Sabbath: el principio del fin

Fotos: Juan José Coronell
La banda de Birmingham ofreció un concierto histórico en Córdoba con el que están cerrando una larga carrera de casi 50 años. Fueron pioneros del rock pesado junto a Led Zeppelin y Deep Purple.  

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa

El concierto que ofreció la banda inglesa Black Sabbath en el Orfeo de Córdoba el miércoles 23 de noviembre pasado admite la etiqueta de histórico por varios motivos. Fue la primera actuación en tierras cordobesas de la banda que lidera el legendario vocalista Ozzy Osbourne. Se completó con su llegada, al menos parcialmente, la asistencia de las tres bandas que dieron origen mundial al rock pesado, antecedente directo del heavy metal. Ya habían pasado por esta plaza Deep Purple, la que acredita mayor cantidad de presencias aquí, y, a falta de Led Zeppelin, su cantante Robert Plant ofreció un concierto inolvidable en la misma arena que ahora lo hizo Sabbath, completándose así la trilogía soñada.
En los tres oportunidades pudo verse en acción, en algunos casos con cierta disminución de las notables condiciones vocales que supieron exhibir en otras épocas, a sus tres cantantes fundamentales: Ozzy (Sabbath), Ian Gilan (Purple) y Plant (Zeppelin).
A favor de la fecha reciente, solamente Black Sabbath aún conserva en sus filas a su guitarrista fundador, el mítico y notable Tony Iomi (Ozzy nos desburró al pronunciarlo “Aiomi”, como corresponde a la fonética inglesa).
Como si todo esto fuera poco, la gira que los depositó aquí por primera vez será también la última, no es por una cuestión apocalíptica que se llama The End Tour, cerrando una larga carrera de casi 50 años en donde sentaron las bases del mundialmente reconocido rock pesado que tuvo su correlato en Argentina a partir de los años 80’s con bandas como Riff y V8.

Sabbath encara esta gira con la mayoría de sus miembros fundadores. A los ya nombrados Ozzy y Iomi hay que sumar a Geezer Butler, un tremendo bajista con sus condiciones intactas tal como se pudo apreciar. De los cuatro miembros originales, solamente Bill Ward decidió bajarse de esta parte de la historia de la banda, debiendo ser reemplazado por el estadounidense Tommy Clufetos, una bestia a bordo de su batería de doble bombo, la exacta combinación de potencia, control y sutilezas a la altura de la leyenda que acompaña. Adam Wakeman, uno de los hijos del célebre Rick Wakeman (Yes), es el quinto integrante a cargo de los teclados y guitarra rítmica.
Se puede entender entonces la excitación que en las horas previas manifestaba la fanaticada cordobesa, una franja etaria atravesada por varias generaciones a los que hay que sumar adeptos a la música rock que sin ser avezados conocedores del género pesado entendieron de que iba la cosa y dijeron presente en un concierto único e irrepetible. Es decir: estábamos todos. O casi.

Lo de la puntualidad inglesa no es un mito y luego de que los cordobeses de Hammer y los californianos Rival Sons cumplieran a la perfección en su rol de bandas invitadas a la fiesta, casi con la exactitud anunciada, en la enorme pantalla de video dio comienzo la función con la proyección de imágenes de alto impacto en una simbiosis pocas veces vista con los sistemas de luces de escenario. Un mundo en deflagración y el alumbramiento amenazante de una criatura alienígena fue el preámbulo que contrastó con la entrada al paso y con calma de los protagonistas principales que acometieron con los acordes sombríos del tema epónimo e inaugural titulado Black Sabbath, con Ozzy entonando y balanceándose como un poseso de ojos híper delineados.

Sabíamos a esa altura que la lista de temas estaba enfocada en la época iniciática de la banda, un poco más de un lustro inaugural (1970-1976) que dejaría un legado admirado por varias generaciones. Luego de esos primeros compases vendría una descarga fulminante: Into the void, Snow blind, War pigs, Behind the wall of sleep, Iron man, Dirty women, entre otras, con la banda sonando visceral y desde las entrañas como si recién empezarán una historia que en realidad está bajando el telón. Párrafo aparte para Clufetos, percusionista como pocos, protagonista de un alevoso solo de batería de más de 10 minutos como hace mucho no se escuchaba en vivo. Podrá endilgársele que es extemporáneo o innecesario, pero al género le viene bien por momentos volver a las fuentes.
No tenían pensado ofrecer ninguna canción de 13, de ese excepcional último disco de estudio que lanzaron en 2013 sólo se escuchó Zeitgeist, reproducido en playback por los altavoces acompañando la salida del público cuando una hora y media después todo había terminado.

Aún con precios de tickets prohibitivos para el bolsillo-medio-argentino (había que desembolsar casi $3000 por un lugar en el campo) los fans cordobeses dijeron presente en buena medida al concierto final de una banda fundamental que de antemano sabíamos no volveríamos a ver en vivo. Los últimos acordes de Paranoid, único bis en la lista, nos hicieron caer en esa indiscutible realidad.

Fotos: Juan José Coronell
Fecha: Miércoles 23/11/2016
Lugar: Orfeo Superdomo Córdoba
Asistencia: 6000 personas

martes, 15 de noviembre de 2016

Pastillas para la felicidad

La banda que lidera el cantante Piti Fernández llegó por primera vez a La Falda para presentar “Paradojas”, su disco más logrado. Unos 2000 seguidores convocó el show que aquí reseñamos. Balance positivo para la producción.  

LPDA EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

Piti (voz y armónica)
Ver un show completo de Las Pastillas del Abuelo (LPDA) era algo a lo que muchas veces me había desafiado Fernando Stanic, fan y amigo de la banda. A mí, que sólo los había visto de forma incompleta en sus varias participaciones en festivales.
Entonces LPDA un día llegaron a La Falda, y como sentenció Santiago Ramos en facebook el día en que publiqué la primicia del show: cuando una banda toca en tu pueblo, te guste su música o no, es religión ir. Y este axioma de ocasión debería derribar cualquier fundamentalismo estético personal. Pero había un valor agregado al interés que estimulaba la localía, y era la presentación en La Falda de Paradojas, disco al que bien puede considerarse como el más logrado de la banda, desde que promediando la década pasada irrumpió en el firmamento del rock vernáculo.
Paradojas es el octavo disco de LPDA y el de más reciente aparición, contiene canciones que de inmediato se hicieron hits y la gente reconoce al primer acorde. Grabado bajo la supervisión del reconocidísimo productor artístico Ale Vázquez, este disco muestra un estado de evolución de la banda que ya se había insinuado con Desafíos (2011).
Pues bien, la noche del viernes 11 de noviembre LPDA fueron al hueso con el nuevo material, irrumpieron a las 00,40, ya del sábado, un horario desusado para el anfiteatro faldense. Los habían sucedido como teloneros 4 al hilo y Los Uds, bandas cordobesas encargadas de calentar los motores de un público que desde las 21 hs fue ganando mansamente su espacio dentro del domo, entrando casi a cuenta gotas, sabiendo que no había apuro y que la espera valía la pena. Sólo los más jóvenes, la banda tiene una franja de seguidores casi en la pre-adolescencia, demostraron ansiedad haciendo fila desde más temprano y con las puertas aún clausuradas.

Inercia fue la canción elegida para romper esa ansiedad, uno de los temas insignia del nuevo material que sabiamente fueron mezclando con anteriores hits como Me juego el corazón y Viejo karma. Pero el concierto se merecía un recorrido extenso por Paradojas, era su presentación oficial en La Falda y la reacción de la gente ante cada una de sus canciones demostraba que era lo que habían ido a buscar. Lo que tenga que ser, La creatividad, Absolutismos y ese reggae atípico que no te cansas de escuchar que es Rompecabezas de amor, demostraron que la inspiración de la banda está en su cenit. 
Sin descuidar anteriores etapas, el otro disco más revisado fue el ya citado Desafíos con Fuerza, locura y libertad, Ojos de dragón y esa canción sin fecha de vencimiento que es Gobiernos Procaces. Y otras tantas de Crisis, el disco en el que todos sus títulos están encerrados en signos de interrogación. ¿Qué es Dios?, otra muestra de la sinergia entre Maradona y el rock; y ¿Qué hago esperando un puto as?, con guiño al final a Rezo por vos de Spinetta/García, se escucharon de aquel.  
Si alguna vez te descubrís filosofando sobre que es la felicidad, tal vez la felicidad sea y este contenida en ese espacio de tiempo de casi dos horas que va desde la primera canción hasta el último bis en un recital de tu banda favorita.

“El balance es positivo” (Marcos Vannini, productor)

Fotos: Gabriel Hamie
“Sí, estuvo bien, esperaba un poco más de gente, fueron 2000 personas, que está muy bien para un pueblo. El balance es positivo, la gente se copó. Pero un detalle no menor es que de las sierras fueron mil personas y mil viajaron de Córdoba capital”, responde Marcos Vannini, productor del show de LPDA en La Falda. Y para ampliar sobre su último párrafo, agrega: “Son muchos pueblos juntos en Punilla, está Carlos Paz cerca”, quejándose por la escases de convocatoria.
Vannini es nacido y criado en La Falda. Veinte años vivió en esta ciudad y lleva otro tanto radicado en la capital cordobesa a la que emigró para vestirse de productor de espectáculos de rock, actividad que desarrolla desde 2001. Cuando le pregunto a qué atribuye que el público no acompañó masivamente esta fecha, si es que hay alguna autocrítica por hacer o fue un factor externo, no duda en responder: “Mi pensamiento es el mismo que para la ciudad de Córdoba, en toda la zona predomina el cuarteto, somos una provincia cuartetera donde el 70% es cuarteto y el otro 30% se divide entre chetos, punk, metal, pop, rock, etc. Por eso Ulises (Bueno) va y mete 4500 personas en el anfiteatro y si va al otro mes mete también 4500, o sea es una ecuación matemática. No hay más público para el rock, es lo mismo que pasa en Córdoba con las bandas under. Por eso nunca salió una banda de rock de Córdoba que meta dos mil personas, ni mil tampoco. Un ejemplo son los Eruca Sativa, triunfan porque se fueron a vivir a Buenos Aires, acá en Córdoba metían 300 personas y no prosperaban. Ojalá me equivoque y algún día salga una banda de Córdoba que meta mucha gente”.

Marcos igual no se desanima y ya tiene en carpeta para La Falda dos shows con artistas de primera línea que por ahora me pide que mantenga off the record. “Es mi pueblo natal, es el pueblo que amo y que dejé para progresar, por eso me gusta llevar shows que la gente no puede ver o tiene que venirse a Córdoba para verlos”, concluye.

Fotos: Gabriel Hamie - Cubo Media
Fecha: 11/11/2016
Lugar: Anfiteatro Municipal "Carlos Gardel" (La Falda)
Asistencia: 2000 personas

martes, 1 de noviembre de 2016

Andrés Calamaro con licencia de trovador

"Activo y boyante" (sic AC)
Andrés Calamaro ofreció un concierto fascinante ante un Orfeo repleto y rendido. Fue la primera parada de “Licencia para cantar”, gira acústica en la que recrea el repertorio popular argentino. Tras el show el cantante respondió las preguntas del cronista.  

EN CONCIERTO + ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

Sobrio, puntual, inevitablemente engafado, de impecable ambo gris que permitía ver una camisa estampada en tonos oscuros, Andrés Calamaro pisaba el mismo escenario que hace poco más de ocho años atrás transitaba su adorado Bob.
No era la primera vez en esa arena para Andrés, pero algo de inédito había. Era la primera parada de la gira Licencia para cantar, formato acústico en el cual Calamaro asume el rol de cantante para recrear en directo las canciones contenidas en su disco de versiones titulado Romaphonic Sessions Grabaciones Encontradas Volumen 3, publicado a principios de año, acompañado por el piano de Germán Wiedemer.
En la noche del Orfeo, a Wiedemer (piano y director musical) se le suman Antonio “Tonio” Miguel, natural de Zaragoza, en el contrabajo y el cordobés Martín Bruhn en batería y percusión. Juntos revisaron clásicos de la talla de Garúa (Troilo-Cadícamo), Milonga del trovador (Piazzolla-Ferrer), en un repertorio extensivo que también trajo piezas no pertenecientes a la recopilación citada: El día que me quieras, Piedra y camino, Que te vaya bonito, congeniaron con heterogeneidad con los innumerables éxitos del Andrés de todos los tiempos. Casi ninguno fue omitido. Y así La libertad, Bohemio, 7 segundos, Ansia en Plaza Francia, Carnaval de Brasil, Los aviones, Tuyo siempre, Para no olvidar, Estadio Azteca, Flaca, Paloma, la sorpresiva Himno de mi corazón (Los Abuelos de la Nada), Nueva zamba para mi tierra (Litto Nebbia), Mi enfermedad, Media Verónica y Crímenes perfectos, no desentonaron en un repertorio muy ecléctico de música popular argentina. Y es que las canciones de Andrés ya pertenecen a esa categoría.
Un Orfeo totalmente colmado en su capacidad habilitada, pasó por diferentes estados ánimo ante cada interpretación: euforia, gozo, ensimismamiento, otra vez euforia. Absolutamente rendidos ante el fraseo calmo de un Calamaro muy seguro en su exclusivo rol de vocalista (sólo en breves pasajes tocó armónica o melódica), respaldado por una formación en trío de corte jazzero, interpretando  el tango y el folklore, rozando los límites del bolero. De muy buen talante y humor, se movió con aplomo en un terreno que está explorando, insinuó pasitos flamencos y saludó como torero a una platea hasta las manos. Córdoba se rindió una vez más ante cualquier formato que el Salmón proponga.


“No quiero convencer a nadie” 

Calamaro y un Orfeo desbordado (foto: La Voz del Interior)
Un par de días después del show, con la adrenalina en niveles óptimos, Calamaro respondió las preguntas (vía mail) de este cronista en un dialogo corto y al pie. Un ping pong frenético similar a una partida de ajedrez con el reloj a 5 minutos, que arrojó algunas consideraciones sustanciosas.

-El público cordobés te dio un aval categórico al acústico. Vos sobre el final del concierto lo destacaste y agradeciste, ¿tuviste ansiedad en la previa por la devolución que pudiera venir de esta plaza?
AC: “Digamos que había una cierta expectación por saber de la reacción del respetable público cordobés frente a esta clase de concierto”.
  
-El título Licencia para cantar ¿es solamente un juego de palabras o una estocada para los que te cuestionan que versiones con amplitud el repertorio de música popular argentina?
AC: “Sinceramente… es un juego de palabras… ¡no quiero convencer a nadie de nada!”.
  
-Despojar de electricidad y distorsión a tus propias canciones permite re-significar las letras, tomar conciencia de cada palabra o frase… ¿Estás de acuerdo?
AC: “Eso me han dicho, que los versos llegan de otra forma… es interesante la relación entre el caudal sonoro y la impronta del texto”.
  
-Sabiendo de tu apego al mate, sorprendió verte bebiendo a sorbos de una taza de té, ¿fue la sobriedad de este formato que te forzó al cambio de infusión?
AC: “Tomamos mate todo el día, pero en los conciertos me acompaño por un té de jengibre para acomodar la garganta”.
  
-La reciente reunión con Los Abuelos, tanto como cantar Himno de mi corazón con el trío acústico, ¿guarda algún costado nostálgico o es simplemente celebratorio?
AC: “Cantar juntos (con Los Abuelos) en Buenos Aires fue una cuestión de amistad fraternal… ahora cantamos Himno de mi Corazón. Quisimos cantarla, nomás… una idea”.
  
-Puede ser que estés atravesando por tu mejor momento profesional. No es una afirmación, sino una pregunta.
AC: “Es muy posible… estoy atravesando un muy buen balance personal y musical…  no es una época de transición, ¡ni mucho menos un momento malo!”.
  
-¿Cuándo y cómo nació tu afición literaria? El placer por escribir letras de canciones y textos…
AC: “No soy un gran aficionado literario, ahora trato de estar leyendo -un libro- todo el tiempo… escribo pero creo que es más importante leer”.
  
-¿Te ves en el espejo como el solista argentino que tomó la posta de los que encabezaron el movimiento en los años 80 y 90? ¿Hay presión en eso o lo asumís con naturalidad?
AC: “Hay grupos que tienen mucho éxito y mucho público… pero supongo que entre mis contemporáneos soy uno de los que está más activo y boyante”.
  
-Estás pronto a presentar un disco de nuevas canciones. ¿Ya tiene título? ¿Qué pistas podés dar para intentar descifrar con qué nos vamos a encontrar?
AC: “Si, se llama Volumen 11… es un disco más orientado al rock eléctrico, con letras como barricadas de la incorrección política… textos vampiros y distorsiones”.

Agradecimiento: Martín Rea - Prensa AC

martes, 18 de octubre de 2016

Daniel Ferrón: el amigo de Spinetta

Dhani Ferrón, tal su firma en facebook, es el bajista de “Spinetta Los Amigo”, juntada informal que se transformó en obra póstuma del Flaco. Un encuentro en La Falda con el músico sirvió para conocer detalles de un disco que ya es un clásico.

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

El encuentro se produjo hace una semana cuando Daniel Ferrón vino a La Falda formando parte del staff de Jairo para tocar en la XIX Fiesta del Nacional Alfajor. Daniel integra la banda delcélebre cruzdelejeño desde hace nada menos que 23 años, pero también alguna vez, en el verano del 2004, tocó en La Falda con Pos Porteño (junto a Rodolfo García y Alejandro del Prado), y tiene su propia banda: 4° espacio, con la que recientemente editó Polen. Su extensa foja de servicios revela que formó parte de ese trío-banda-proyecto alternativo con el cual Luis Alberto Spinetta grabó por última vez. Corría marzo de 2011. Ese material tras la partida de Luis se editaría como obra póstuma en 2015 bajo el nombre de Spinetta Los Amigo para luego alzarse con el Gardel de Oro 2016. Y continuando con la racha de reconocimientos, acaba de ser nominado para los Grammy Latinos en la categoría mejor disco de rock.
Conocer de propia fuente como fuela cocina de ese trabajo es un verdadero placer para el cronista, en un diálogo café de por medio en el Hotel Tomaso al que tanto entrevistado como entrevistador arriban puntualmente. Pero cero formalismos. Nos juntamos como dos amigos a conversar sobre ese disco y luego ampliar a tópicos que abarcan a todo el rock argentino. Ferrón es un tipo extremadamente abierto y respetuoso, característica que según él adquirió del Flaco, al que en todo momento cita como “el maestro”.
Tampoco éramos dos desconocidos. Nuestras actividades y gustos afines, sumado al efecto facebook, hicieron que una relación de amistad virtual y virtuosa naciera antes de poder estar frente a frente. Así Daniel (o Dhani) me empezó a contar cosas de este álbum hecho con un criterio estético absolutamente “setentista”, desde su duración de disco vinilo, su carácter de obra que roza una perfección inconclusa, su tratamiento indefectiblemente artesanal, de la forma en que Luis encaraba todos y cada uno de sus proyectos.

“Luis tenía esas canciones para lo que iba a ser la reunión de Almendra (primera banda de Spinetta) en Comodoro Rivadavia, en donde iban a utilizar la energía eólica del lugar. A eso refiere la letra de Canción del lugar que finalmente pasó a este disco”, comienza diciendo Ferrón que para ilustrar entona parte de la letra: “Oye, pídele al viento que cante la canción del lugar”. Como muchos, sigue al Flaco desde su adolescencia, un fan más, pero como músico pudo trabar amistad desde un concierto de Spinetta y Los Socios del Desiertoen el quecompartían cartel con Charly García y Turf. Esto ocurrió en Córdoba, en el actual Estadio Kempes. Allí se conocieron personalmente, cenaron juntos y pegaron onda. Luego Daniel se convertiría sucesivamente en: infaltable en cada concierto, chofer personal durante los ensayos y realización del concierto de Las Bandas Eternas (2009), y desde ahí bastaba un solo paso hasta tocar el bajo en Los Amigo, haciendo la base con Rodolfo García (batería), amigo de Luis desde la pre-adolescencia y co-fundador de Almendra.
“Cuando me buscaron para tocar con ellos pensé que se habían terminado todos los bajistas del mundo”, manifiesta con humor Daniel para graficar la sensación de incredulidad que le produjo el hecho de ser convocado a tocar al ladode su principal referente musical de toda la vida y por quien nunca, ni aun perteneciendo al círculo más íntimo, dejó de sentir esa profunda admiración.
“Una vez, durante el último show que dio en el Teatro Don Bosco, no quise pasar al camarín a saludar porque estaba lleno de gente y no quería romper las pelotas”, refiere. Al otro día, en una de sus habituales visitas a la casa-estudio de la calle Ibera en pleno barrio de Villa Urquiza (Villurca, en la jerga de Dante Spinetta), al enterarse Luis que Daniel se había retirado del teatro sin pasar a saludar se lo reprocho amablemente: “Pero… vos sos de la familia, vos tenés que venir al camarín”, le dijo, rubricando una relación de estrecha confianza.

Ferrón y García: "Los Amigo" de Luis
“Cuando Rodolfo me convoca para el proyecto del trío, para reemplazar a otro Almendra, Emilio del Guercio, que estaba ocupado produciendo su programa Cómo hice, Luis me cita a su casa y mientras me preparaba un té me cuenta que el proyecto no quería interrumpirlo por respeto a Rodolfo. No se merece que lo suspendamos, insistía”. Así se siguieron juntando con pasión juvenil, regularmente una vez por semana, primero en el estudio del baterista, para luego pasar a La Diosa Salvaje, el estudio de Luis. Allí las sesiones se intensificaron, pero siempre con la idea lúdica de tocar por puro placer. Igual, algo se estaba gestando, quizás inconscientemente.
“Luis quería grabar ese material y también tocarlo en vivo pero sin presión, ni generando expectativas, por eso lo íbamos a hacer como banda soporte en una fecha de Amel, grupo formado por Gustavo Spinetta y Gonzalo Pallas” (hermano y sobrino, respectivamente).
En la charla surgen datos reveladores sobre los últimos días del gran ícono de la música argentina de todos los tiempos. En esa relación de estrecha amistad que le tocó experimentar, tal vez el momento más difícil fue el del último cumpleaños de Luis, el 23 de marzo de 2012, casi dos semanas antes de su partida ocurrida la tarde del 8 de febrero. Dani me cuenta que cinco días antes del suceso, el Flaco se sentó frente a la consola de su estudio junto a Gus, su hermano, y escuchó en forma definitiva y a un volumen sideral el disco completo. “Estaba feliz con el resultado, sé que él quería que estas canciones vieran la luz. Y cuando tiempo después sus hijos decidieron publicarlo, no nos apartamos ni un milímetro de cómo él hubiera querido hacerlo. Desde los arreglos de cuerdas de Claudio Cardone a los teclados del Mono Fontana, que se agregaron, como productor dejó consignas muy claras y expresas. Fue increíble, es algo que uno ahora repiensa todo el tiempo. Spinetta Los Amigo está hecho como Luis hubiera querido”.

Gardel y Grammy. Tras conseguir el oro en la reciente edición de los Premios Gardel, máximo galardón de la música de nuestro país, Spinetta Los Amigo medirá fuerzas en la próxima entrega de los Grammy Latinos en la categoría mejor disco de rock en una lista plagada de artistas argentinos: Fabulosos Cadillacs, Massacre, Andrea Álvarez y  Marilina Bertoldi. La gala será en Las Vegas el próximo 17 de noviembre.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Litto Nebbia: "a su aire" en San Marcos

RECITALES

Por Néstor Pousa

Una sala de teatro off sumergida en pleno paraíso serrano. Un espacio cultural ubicado en “pleno centro” del pueblo, justo frente a la plaza de San Marcos Sierras, uno de esos últimos bastiones hippies del siglo XXI que se resisten a desaparecer, y mantener esa condición en la era dominada por el exhibicionismo selfie y las híper comunicaciones inteligentes, no es poca cosa.
Alguna especie de contracultura aún sobrevive allí pero no en forma de hippismo rancio, hay rasgos de posmodernidad como signo de los tiempos, una avanzada letal contra un estilo de vida empecinado en no claudicar. No es raro que hasta allí haya llevado sus músicas Litto Nebbia. Sus músicas, sinónimo por canciones que usa a menudo quien es considerado el padre del rock de castellano, o rock de autor, o como prefieran. A esta altura, ni a él, ni a nadie le importan los rótulos y encasillamientos. Pero el dato a relevar es que era la primera vez, el debut absoluto del autor de La Balsa en ese lugar idílico que es sinónimo de anhelado desenchufe.

La salita no podía entonces tener un nombre normal, sus responsables la bautizaron Galaxia T.A.F. Para aquel que no pueda controlar la curiosidad de preguntar el significado de la sigla, explican: es un doble sentido entre una humorada (Todos Aman a Facundo, uno de los integrantes del grupo de teatro que allí se hace fuerte), y un dato oculto descriptivo de la ubicación del espacio (Teatro Al Fondo).  No hay luces de neón en la marquesina, solamente una simple pizarra en la vereda que con letra de molde tallada a tiza anuncia la prestigiosa presencia entre las luces tenues de un domingo a la noche.
El formato de show que llevó Litto hasta ese lugar, previo paso un día antes por la ciudad de Córdoba, es el que él mismo denominó A su aire, una de las tantas formas que tiene el ex líder de Los Gatos de mantenerse “en dedos”. Y tiene algunas características, a saber: le permite movilizarse con pocos elementos, un par teclados, un guitarrón Taylor y su inseparable carpeta con canciones, de las tantas que escribió y muchas que grabó. Entre ellas, el humor del momento decidirá cuales van a emerger esa noche. Nadie lo sabe, ni siquiera él. Y allí, ante una platea muda y casi a oscuras empieza a recorrer partituras que solo están en su cabeza, apoyado por algún machete ayuda-memoria que no necesita consultar demasiado. La intensidad del concierto solista de Nebbia no merece tachaduras. El recorrido, avisa, es al azar (a su aire), pero tranquiliza diciendo que cuatro o cinco clásicos impostergables, los va a tocar. ¿Y cuáles serían esos temas obligados? Viento dile a la lluvia, El rey lloró, Sólo se trata de vivir, Quien quiera oír que oiga y por supuesto La balsa, el primer gran hit del rock criollo que se transformó en éxito y luego, durante muchos años, su autor se negó a tocar, hoy es casi el tema de cierre en sus presentaciones.

Litto no reniega de sus convicciones y regala piezas no tan transitadas, Está en tus manos, El mundo necesita un amigo, Dónde está esa promesa (hit oculto de Los Gatos), El compositor no se detiene (del álbum que le produjo a Andrés Calamaro), El gran imaginador (inédito), Tu alma te acompañará (compuesto hace una semana), el tango Como dos extraños, al estilo Nebbia, y Los chivos emisarios, entre otros, y siempre Nebbia al frente de sus teclados, haciendo las armonías, los bajos, los adornos, disparando la percusión pre-seteada.
Hubo un intermedio con guitarra, una segunda parte del show que él denomina “el guitarrazo”, que esta vez se prolongó más allá de lo acostumbrado. Entonces aparecieron con un ligero estilo folk acústico y como si estuviéramos a la luz de un fogón, Memento morí (de aquella colaboración con la poeta Mirta Defilpo), Canción del horizonte, Madre escúchame, Canción para los inocentes (inédita, modelo 1970), Nueva zamba para mi tierra y Coplas del musiquero.
No se guardó nada Litto. Habló, bromeó, apostilló cada canción. Es al fin y al cabo la vida que eligió, vivir las 24 horas del día, todos los días, por y para la música.








Mama Rock: Oficiaron de presentadores Lucas Fernández y Germán Hidalgo de Mama Rock (Radio Nacional Córdoba), programa que luego de 14 años en el aire oficializó en la ocasión a Nebbia como padrino del envío.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Woodstock: manifiesto de paz y amor

Se cumplen 47 años del legendario Festival de Woodstock, evento que con una asistencia multitudinaria se convirtió en el mayor emblema de una generación que se oponía a la guerra.

FESTIVALES HISTÓRICOS

Por Néstor Pousa

¿Dónde y cuándo nació el concepto de “festival de rock multitudinario” tal como lo conocemos hoy?, un formato que tanto éxito consigue y que en algunos casos alcanza ribetes épicos. Los festivales de rock reconocen como antepasado directo al Festival de Woodstock, evento que durante los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969 reunió a los mayores exponentes de la música rock del momento. Por estos días se cumplen exactamente 47 años de aquel fin de semana en que profetas musicales como Jimi Hendrix, John Sebastian, Richie Havens, The Who, Janis Joplin, Joan Baez, Ten Tears After y Crosby, Stills, Nash & Young, entre muchos más; compartían cartel y escenario con las nuevas expresiones, ilustres desconocidos como Carlos Santana o Joe Cocker que se convertirían en estrellas en un abrir y cerrar de ojos.
Para su concreción cuatro jóvenes de nombre John Roberts, Joel Rosenman, Michael Lang y Artie Kornfeld, alquilaron una extensión de terreno próximo a una pequeña ciudad llamada Bethel, cercana a Nueva York, en rigor una granja propiedad de Max Yasgur con posibilidades para albergar en el mejor de los casos a unas 100.000 personas. Por un error de cálculo el predio se vio desbordado con las 400.000 almas que hasta allí llegaron, haciendo colapsar una logística prácticamente inexistente, pero a la vez convirtiendo al hoy legendario festival en un mito y en el más emblemático de toda la historia.

 -Sugiero echar un vistazo a "Woodstock: 3 Days of Peace & Music", película dirigida por Michael Wadleigh (Oscar de la Academia de Hollywood en 1970 como mejor documental)

Curiosamente, si bien por este hecho y por lo que ocurrió tanto arriba como abajo del escenario, a Woodstock se lo reconoce como el génesis, tampoco fue el primero. Ese honor le corresponde al Monterey Pop Festival realizado en California entre el 16 y el 18 de junio de 1967. De este ciclo verdaderamente iniciático fue que los creadores de Woodstock tomaron la fórmula magistral, y aunque a ambos se los reconoce como el punto de encuentro de la floreciente cultura hippie de aquellos años, sólo Woodstock alcanzó la inmortalidad como el portador incansable de los estandartes de paz, amor y no violencia de todos los tiempos, con fondo de música rock. Un poco más de cuatro décadas y media después aquel rechazo a la guerra está más vigente que nunca ante un mundo que, está a la vista, parece no haber acusado recibo del mensaje.

Woodstock a la criolla. En nuestro país a finales de los años ’60 el rock empezó a germinar con fuerza gracias a la constancia de los primeros pioneros que comenzaron a advertir que algo estaba ocurriendo fronteras afuera. Referentes como: Litto Nebbia y Los Gatos, Manal, Moris, Miguel Abuelo, Luis A. Spinetta y Almendra y Vox Dei, fueron los responsables de reinventarlo en castellano, naciendo una Nueva Cultura Joven en nuestro país, que exportaría el fenómeno a toda Latinoamérica y España, lugares donde parecía absurdo que una música de raíz anglosajona pudiera interpretársela en la lengua de Cervantes sin perder autenticidad e identificación.
Era de cajón que en el rubro festivales tendría su correlato emulando lo que estaba sucediendo en el mundo. Así, en noviembre de 1970 en el Velódromo de Buenos Aires se inauguraba el Festival BARock (Buenos Aires Rock), auspiciado por la revista Pelo, una de las primeras en la difusión de la cultura rock en nuestro país. Los 30.000 asistentes a esa primera edición pudieron chequear qué era lo que estaba ocurriendo con las primeras expresiones de lo que por entonces se conocía como Música Progresiva. BARock tuvo su continuidad en los años 1971 y 1972; y un efímero regreso en 1982 por el impulso de difusión que tuvo el género una vez instalada la Guerra de Malvinas.
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La primera mitad de la década siguiente estuvo dominada por el Festival de Rock de La Falda, cuyo nombre original fue Festival Argentino de Música Contemporánea. Por aquello de los rótulos y las etiquetas, lo que antes fue progresivo pasaba a denominarse contemporáneo. La  hegemonía de este prestigioso ciclo faldense (que tuvo como antecedente una fecha realizada en la Plaza Próspero Molina de Cosquín en 1976) se extendió durante 10 ediciones, con interrupciones, desde el verano de 1980 hasta el 2002. Su creador y organizador, Mario Luna, desvinculado de La Falda luego de 1984, fundaría al año siguiente en la capital cordobesa el Chateau Rock (con sede en el estadio mundialista hoy conocido como Mario Alberto Kempes) otro importante bastión provinciano del rock en el interior del país.





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Las primeras luces del nuevo milenio vieron nacer a un nuevo festival: Cosquín Rock, otra vez en tierras hostiles para el género, al cual le cupo la virtud de desempolvar y reinventar el modelo “festival de rock” y desatar una fiebre de la cual muchos se contagiaron. Este evento considerado en la actualidad el mayor ciclo de rock del país, y cuyos creadores son José Palazzo (continúa al frente) y Perro Emaides (desvinculado en 2005), cumplió 16 ediciones ininterrumpidas en febrero pasado, todo un record histórico de permanencia. Y va por más, la próxima meta para 2017 es abrir franquicias en otros países.-

lunes, 8 de agosto de 2016

Fito Páez celebró 30 años de "Giros" en Córdoba

Foto: Pedro Castillo / www.lavoz.com.ar
Ante una Plaza de la Música absolutamente colmada, el rosarino renovó votos de confianza con el público cordobés repasando de principio a fin uno de los discos consagratorios de su carrera. 

RECITALES

Por Néstor Pousa

Hace tres décadas Fito Páez agitaba las disquerías y nuestros sentidos con la aparición del que conceptualmente sea tal vez el disco mejor logrado de toda su carrera. Giros se titula la placa y fue la síntesis perfecta de un género que se venía concibiendo, lo que alguien bautizó como música contemporánea argentina, devenida de la sinergia entre el rock, el tango y el folklore, en proporciones a gusto según cada caso. Giros comienza con el tema epónimo, una especie de tango moderno en donde suena un bandoneón emulado que no es Troilo, ni Piazzolla, pero parece. Hay un rock and roll hipertenso (Taquicardia); un rock lento que se esfuma en aires latinos (Alguna vez voy a ser libre); y hasta una electro-baguala de misterioso título (DLG). Nada es descartable, ni de relleno en Giros, allí conviven con alta autoestima Narciso y Quasimodo, Cable a tierra y Decisiones apresuradas; y un par que son “primas hermanas” (sic de Fito) de sus más grandes éxitos: 11 y 6  y -especialmente- Yo vengo a ofrecer mi corazón.
El recurso aniversario es una opción más que válida para salir a la ruta y el rosarino aprovechó el pretexto para traer a Córdoba la gira conmemorativa de los 30 años del referido disco. Para ser más precisos treinta y uno, ya que la placa fue lanzada en 1985 y la presente gira comenzó el año pasado y se prolongó en la actualidad.
Páez con su actual banda en el comienzo del show ofrecido el viernes pasado ante una Plaza de la Música absolutamente colmada, repasó de principio a fin el programa de Giros con sus nueve pistas, poco más de 30 minutos de música, lo que en la “antigüedad” permitía almacenar el vinilo, formato de la edición original del que fuera el segundo disco de un Fito lanzado a máxima velocidad y que lo confirmaba como la nueva cosa que había que escuchar en el firmamento del rock argento. Un joven prodigio y letrista lúcido que alternaba sus primeros trabajos solistas con colaboraciones para Charly García y duetos con Spinetta. Casi nada.
A las 21.45, sobre una intro de Yira-Yira reproducida por los altavoces, apareció Páez luciendo un saco mil rayitas y rigurosas gafas para sol. Se despacharon con una precisa versión de Giros (la canción) y desde allí no pararon. Siguieron en estricto orden, llegaron hasta 11 y 6 y Yo vengo a ofrecer mi corazón que merecieron una trato preferencial de parte del autor-intérprete que se mostraba con un buen humor que no siempre lo acompaña y abundando en referencias sobre su romance con Córdoba. En Decisiones apresuradas se tomó el tiempo de explicar: “Esta es la canción de un general que tomaba cocaína, tomaba mucho whisky y mandó a muchos soldaditos nuestros a  la guerra”. La aclaración era necesaria teniendo en cuenta el asombroso bajo promedio de edad de la mayoría de los asistentes.

Tras el último tema del disco el repaso llegó a su fin y sin solución de continuidad dio lugar a la segunda parte del show con Yo te amo y una nueva dedicatoria para la Docta. La banda que destaca a Mariano Otero (bajo y coros) y Carlos Vandera (guitarras y coros), sonó más ajustada y contundente en un popurrí pensado para gustar y no fallar, con obbligatos como La rueda mágica, A rodar mi vida y Mariposa Tecknicolor. Aunque hubo rescates más profundos de un repertorio que se sabe extenso e irreprochable, plagado de gemas poco frecuentadas como la épica Lejos en Berlín y la muy rítmica A las piedras de Belén. Esta última perteneciente al disco que sucedió a Giros: Ciudad de pobres corazones (¡atenti! el año que viene cumple 30 años).

¿Y qué del Fito animal político? No hubo una bajada de línea expresa como hubiera podido esperarse. Sí algunos guiños. Como el silencio seguido de gesto exagerado de duda, cuando entonó: “No creas que perdió sentido todo…” (en Cable a tierra). Todo muy sutil por cierto. Páez no come vidrio, sabe que a los afectos de sus manifestaciones políticas venir a esta ciudad es como pisar territorio comanche.-
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Ofrecer su corazón en La Falda. El álbum “Giros” editado durante 1985 tuvo su presentación oficial en La Falda al año siguiente en el Festival del Siglo. Con los últimos rayos de sol de una cálida jornada de verano, Fito Páez fue el responsable de uno de los conciertos más deslumbrantes de todo el ciclo. Era el viernes 10 de enero y Fito de apenas 22 años saltó al escenario seguido por una banda de jóvenes talentos: Tweety González (teclados), Fabián Gallardo (guitarra y coros), Daniel Wirzt (batería), Paul Dourge (bajo) y Fabiana Cantilo (coros y pareja de Páez). El sonido de ese combo era tan orgánico como digital, hacía base en la potencia de la  batería del “Tuerto” Wirzt e incorporaba teclados y sintetizadores explotados al máximo de sus posibilidades. Tocaron las nuevas canciones 11 y 6 y Yo vengo a ofrecer mi corazón, que ya tenían destino de clásicos; mientras la sangre rockera fluía en números como Taquicardia o Narciso y Quasimodo. Los que fueron testigos saben que lo entregado por Fito y sus músicos esa tarde-noche fue una performance inolvidable que quedó en el cuadro de honor de los mejores momentos del legendario Festival de Rock de La Falda.
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