La Fiesta Nacional
de Tango de La Falda acreditaba dos exitosas ediciones cuando ocurrió lo
inesperado: un violento tornado arrancó de cuajo todo el tinglado del nuevo
auditorio.
El día que se voló el techo
Por Néstor
Pousa
Luego de dos primeras ediciones coronadas con un notable suceso, con la
presencia de los artistas consagrados del género, la Fiesta Nacional del
Tango en La Falda marchaba inexorablemente a convertirse en una de las
citas obligadas con la música ciudadana en las Sierras de Córdoba.
La segunda edición, realizada del 8 al 16 de enero de 1966, había
repetido el éxito de convocatoria de la edición inaugural, con una cartelera
magistral en la que resaltaban los nombres de: Mariano Mores, Aníbal Troilo, Astor
Piazzolla, Héctor Varela, el debut de la orquesta de Osvaldo Piro, Jorge Arduh,
Roberto Goyeneche, Alberto Castillo, Armando Pontier, Osvaldo Pugliese, Alba
Solís, Jorge Sobral, Blanca Mooney, Héctor Maure, Ruth Durante, Enrique Dumas,
Alfredo de Angelis, Edmundo Rivero, Tito Lusiardo, Horacio Deval, Jorge Durán,
Nito Mores, Quinteto Real, Alberto Marco, Carlos Maidana, Héctor Pacheco, Tita
Merello, Gloria y Eduardo, Mayoral y Elena, Juan Duval, Los Siete del Tango,
Caldara-Lezica, El Alemancito, las intervenciones humorísticas de Coco Martínez
y la animación de Aníbal Cufré y Lidia Sánchez.
La Comisión Municipal de Cultura y Fomento al Turismo,
organizadora del ciclo, había tenido todo un año para terminar la obra del
enorme auditorio que para el segundo capítulo se le habían realizado las mejoras
necesarias para un mayor confort de las 10.000 personas que, según las reseñas
periodísticas de la época, asistían en cada jornada con localidades numeradas
cuyos valores oscilaban entre los 110, 210 y 310 pesos.
Esta segunda fiesta contó con la presencia de un equipo de filmación a
las órdenes del reconocido director Homero Cárpena, para el registro de cada
una de las veladas tangueras, con miras a la realización de un largometraje que
documente el nuevo fenómeno que ofrecía La Falda en verano en conjunción con
sus bellezas naturales.
El Tornado. Pero un mes y medio después de
finalizada aquella segunda edición ocurrió un hecho sin precedentes para la
ciudad del cual por estos días se cumplieron 55 años.
Fue el viernes 4 de marzo de 1966, en horas de la siesta cordobesa, que
se desencadenaría un violento y devastador tornado que en su camino de
destrucción levantaría por los aires la enorme estructura del flamante
Auditorio Municipal del Tango.
Una Tromba Azotó a La Falda, titulaba “La Voz del Interior” en su
edición del sábado 5 de marzo de 1966. Y en la bajada de la nota expresaba:
“Causó daños por una cifra superior a los 25 millones de pesos. El escenario de
los últimos festivales de tango fue totalmente destruido. Los ventanales de una
estación de servicio fueron arrancados de cuajo. Volaron techos sembrando el
pánico en la populosa ciudad veraniega. La depredación del fenómeno atmosférico
dejó un saldo de desolación en cuatro manzanas”.
En tanto que “Los Principios” titulaba con grandes letras de molde LA
FALDA: VIOLENTO TORNADO. “Abarcó una Amplia Zona y Causó Millonarios Daños.
Nada Quedó del Auditorio Municipal”.
De acuerdo a una tesis realizada en 1988 para la Universidad de Buenos Aires, la
misma arroja resultados técnicamente más precisos. En dicho estudio se
clasifica al tornado acaecido en La Falda, CBA, 4-mar-66, como uno de los más
importantes ocurridos en el país en el período 1930 a 1987, impactando en un
área de 1 km de largo por 50 metros de ancho, con ráfagas de hasta 180 km por
hora (Escala Fujita-Pearson) y una dirección de desplazamiento SO a NE.
Como si fueran
papeles. “El
tornado fue como a las dos y media de la tarde, yo venía de mi casa por el
boulevard rumbo al taller”, nos cuenta Chiche Grosso, propietario de un taller
mecánico y casa de repuestos justo enfrente del auditorio, negocio que mantiene
desde 1962. “Abro la puerta del taller con los empleados y empezó el viento
fuerte -reconstruye Grosso- era un
viento enorme, cada vez más fuerte y entre todos tiramos de la puertita para
poder cerrarla. Después nos vinimos a sostener los vidrios del negocio porque
se nos hundían. Entonces vi como el techo del anfiteatro se levantó como los
gatos cuando están enojados, se volvió a bajar de golpe... y voló”, y refuerza
la descripción con ademanes de sus manos. “Empezaron a volar las chapas como si
fueran papeles. Había chapas arriba de El Cuadrado, arriba de la iglesia. Quedó
todo destruido, daba pena verlo”, completa.
Chiche asegura que nunca en su vida había visto un viento semejante,
inédito: “Como habrá sido la presión del aire que a la Estación de Servicio Shell
(distante a doscientos metros del auditorio) le sacó la caja fuerte, la rompió y
veíamos pasar los billetes volando por la ruta”.
La desazón fue tremenda en todo el pueblo. Muchos vecinos habían sido
testigos visuales de todo ese chaperío de aluminio planeando por el cielo
faldense sin rumbo fijo y no terminaban de entender que ese auditorio, que
tanto esfuerzo había demandado su construcción, quedara reducido a escombros en
cuestión de minutos. Un fenómeno de destrucción selectiva que había dejado
intactas (afortunadamente) a las viviendas vecinas.
Un contratiempo inesperado que ponía en jaque al festival y a su comisión
organizadora, que tendría que ponerse una vez más a trabajar contrarreloj para
reconstruir lo que por efecto de la naturaleza había quedado convertido en un
baldío de hierros retorcidos.
Cuatro meses después del tornado en La Falda otro cataclismo azotaba,
esta vez al país: el 28 de junio de 1966
el Presidente Arturo Umberto Illia era derrocado por un golpe de estado instaurando
un nuevo gobierno de facto en Argentina.
Agradecimiento: Prof. Rubén Rubio por los recortes periodísticos de la Hemeroteca de la Legislatura de la Provincia de Córdoba.