martes, 29 de septiembre de 2020

Orfeo Superdomo: réquiem para un gigante


Por Néstor Pousa

Estos primeros seis meses de cuarentena y aislamiento social por la pandemia, empezaron a hacer sentir sus efectos adversos y sus consecuencias nefastas en la economía y especialmente en algunos rubros, gremios y actividades. 

Sobre finales del mes pasado se conoció la nada feliz noticia del cierre, aparentemente definitivo e irreversible, del Orfeo Superdomo de Córdoba, una de las arenas (pistas de espectáculos artísticos y deportivos) más grandes e importantes de Latino América.

La drástica determinación fue informada a los medios el empresario cordobés Euclides Bugliotti, titular del Grupo Dinosaurio al cual pertenece el gigante ubicado en Cardeñosa y Rodríguez del Busto en el Barrio Alto Verde de la capital cordobesa.

Los factores de su cierre, según la palabra del empresario, son estrictamente económicos, agravado por la incertidumbre de no saber cuándo se podrán reactivar, al menos en un cincuenta por ciento de su aforo, los espectáculos en vivo y con presencia de público.

Para entender el problema es necesario saber que el costo de mantenimiento del Orfeo con sus puertas cerradas, según lo informado, es de 1.7 millones de pesos por mes. Para tener una idea, tan sólo el puente peatonal que une el estacionamiento con las instalaciones del mismo, cuesta $ 70.000 de impuestos mensuales. Es inviable, según palabras de Bugliotti, mantenerlo en estas condiciones.

Por sus características y desde su inauguración (el 6 de septiembre de 2002) el Orfeo Superdomo fue una pieza estratégicamente clave para instalar a Córdoba como la segunda plaza del país en la realización de espectáculos artísticos y deportivos, nacionales e internacionales de gran envergadura.  Su fácil accesibilidad, sus amplias dimensiones, el confort exterior e interior, las condiciones técnicas, sanitarias y de seguridad, su amplio parking, hicieron del inmenso domo, en sus 18 años de vida, un lugar único en el país. Con una capacidad máxima aproximada de 10.000 espectadores para espectáculos artísticos (que puede ascender a 14.000 si se trata de eventos deportivos), el Orfeo fue una de las piezas decisivas para que Córdoba y todo el centro del país hayan podido acceder a una cartelera espectáculos de primer nivel y sin precedentes, que hoy a causa de un virus se encuentra en modo pausa y en vías de extinción.

                             


                            

Los años dorados. En sus casi dos décadas el Orfeo Superdomo programó con producción propia o por gestión de empresarios privados, una larga lista de espectáculos musicales que convirtieron a Córdoba en un polo de atracción sin competencia en el interior del país. Un menú artístico que, en la mayoría de los casos, no hubiera sido posible de no contar con un espacio de sus características.  Muchos recordarán las célebres presencias de Bob Dylan en 2008, o la seguidilla de presentaciones del grupo Les Luthiers, ellos fueron uno de los números más programados junto a Luis Miguel. Pero hay un lapso de tiempo que podemos destacar como “los años dorados”, y es el período que va desde el 2010 hasta el 2012. Repasando los archivos, recordamos conciertos como el de Divididos en 2010, presentando su disco Amapola del 66; o la indescriptible sensación de ver a Metallica (2010) en un poco habitual formato indoor, en la cima de los mejores conciertos vistos en esa sala en toda su historia. También al año 2010 corresponden los conciertos de: (la banda inglesa) Yes, Skay Beilinson, Luis Alberto Spinetta (su último show en la ciudad de Córdoba fue en Orfeo), Charly García en su regreso a los escenarios cordobeses (performances que luego repetiría en 2011, 2012 y 2013) y los californianos Stone Temple Pilots.

En el 2011 sería el año de Deep Purple, Alan Parsons, Calle 13, Roxette y Guns & Roses.

Y en el 2012 la lista se engrosaría con: Megadeth, La Renga, Fito Páez, Noel Gallagher (ex Oasis), Joe Cocker (en mi lista figura como uno de los mejores shows), Robert Plant (ex Led Zeppelin) y Roger Hodgson (ex Supertramp).

Metallica en la cima del Orfeo (2010) - foto: lavoz.com.ar


Tras esto, y por desastroso advenimiento del dólar blue y sus nefastas consecuencias devaluatorias (algo que podríamos denominar como la pandemia sin fin), la cartelera de conciertos internacionales se vio seriamente disminuida, pero igualmente el Orfeo seguiría proponiendo espectáculos de alta calidad y convocatoria por algún tiempo más, como el realizado por: el beatle Ringo Starr.

Cada uno tendrá su momento para recordar en el Orfeo y hasta podrá armar su propio podio personal. Muchos elegirán alguno de los conciertos de Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs o Abel Pintos; figuras de la talla de Joan Manual Serrat, Joaquín Sabina o Silvio Rodríguez; bandas y solistas internacionales como Black Sabbath, Bryan Adams, Arctic Monkeys, Muse, Queen + Adam Lambert y un largo, larguísimo, etcétera.

Para la anécdota con sabor amargo quedará el último show al que asistí como cronista, Andrés Calamaro (19/10/2019), o el último show antes de que el telón baje definitivamente, Ricky Martín (25/02/2020) y el primero de una larga lista de suspendidos por la pandemia, el de Chayanne, inicialmente programado para el jueves 19 de marzo de 2020, aquel fatídico día en que el mundo cambió.

Parece una irrealidad que hoy toda esa rica historia vaya a esfumarse así como así. Que no haya un plan B para su subsistencia. Alguna estrategia de salvataje para un lugar que además de su importancia como epicentro de la cultura, el deporte y el entretenimiento, fue generador de fuentes de trabajo en los diversos rubros afines.

Como epílogo, cuando esta nueva realidad pase, tal vez el célebre Orfeo Superdomo y su colosal estructura, ya formen parte de la historia y sobre su despojos se llenen los cimientos para nuevo emprendimiento inmobiliario.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Tuti Ruggiero: canciones de pospandemia

ENTREVISTAS

Por Néstor Pousa

Nueva normalidad. Conciertos vía streaming. Reuniones por Zoom. Hay todo un nuevo glosario que impuso este año 2020. Los músicos, los artistas en general, fueron los primeros en bajar el telón a causa de la pandemia y, según se especula, serán los últimos en reactivarse. Una delicada situación para este gremio y sus afines, que además pone en modo espera la actividad del cronista musical.

¿Si un músico reconoce lo difícil que es realizar un show en vivo sin público presente? ¿Cómo se supone que se pueda escribir una reseña de eso?

La última crónica que escribí para este blog-semanario data de principios de marzo de este año. Un par de semanas antes de la invasión del virus a escala mundial. Un hecho, para todos nosotros, sin precedentes y que nos obligó a reconfigurar todas las actividades conocidas. Por ejemplo: la de escribir una columna cada siete o diez días.

Ahora, con la prolongación (¿por tiempo indeterminado?) de la cuarentena/aislamiento, algunas cosas empiezan a reacomodarse e intentan reactivarse. Y surge así esta primera nota en la pospandemia.

Tuti Ruggiero es el protagonista de este re-estreno de la sección en modo crónica-reseña-entrevista.

El músico, compositor, productor, cantante, nacido en Buenos Aires, pero radicado en las Sierras de Córdoba desde hace seis años, tiene novedades para contar. Y ameritaba entrevistarlo en modo virtual, en aislamiento social y respetando el protocolo.

Lo primero que queríamos saber es como venía sobrellevando este tiempo de aislamiento obligatorio, y esto nos respondió: “En este periodo de cuarentena, que me alejó de los escenarios (cosa que extraño mucho), aproveché para terminar de producir las nuevas canciones que hace tiempo venía trabajando. Además, con muchas noches de desvelo y sin dejar pasar los momentos de inspiración, seguí componiendo otras nuevas, de las cuales elegí un par para el nuevo álbum. Si bien, siempre trato de estar activo en las redes, ahora, en aislamiento, es la manera más cercana que tengo de mantener y seguir en contacto permanente con la gente que me apoya y me sigue mediante mi música.

En definitiva, trato de llevar de la mejor manera este período, como puedo y me dejan, adaptándome a la circunstancias y siempre haciendo música que es lo que me mantiene vivo”.

 -De qué se trata Así como me ves, el nuevo single que vas a presentar en las redes el próximo 9 de septiembre (en todas las plataformas digitales).   

"Así como me ves es una canción que nace partiendo de vivencias propias, resumiendo en pocos minutos que lo que realmente importa es ser uno mismo, sin tener que excusarse por eso, al fin y al cabo es imposible poder agradarle a todos. Es una canción optimista que desde la letra deja en claro que me planto ante la vida, persiguiendo sueños, siempre manteniendo la dirección del rumbo al que quiero ir”, resume Tuti, desde su casa en Villa Giardino

 -Teniendo en cuenta todos los condicionamientos actuales, ¿cómo fue el proceso de grabación?

“Esta canción, que es la que da nombre al nuevo material, fue grabada en su totalidad durante esta cuarentena, de manera poco convencional, parte en mi estudio y parte en Eclectic Music de Buenos Aires, a la distancia. Realmente estoy muy contento con el resultado final y más aún de poder llegar al punto de poder presentarlo en sociedad”.

 -¿Qué fue lo que te motivó a radicarte en las Sierras de Córdoba?

“Fue un cambio radical de vida. Siempre me gustó la idea de vivir en un lugar más campestre, que tenga montañas y arroyos... y lo encontré en Córdoba. En el 2012 estaba promocionando mi primer disco (Sin ser quien soy) y estuve en radios de Merlo (San Luis) y Villa Carlos Paz (Córdoba). Aproveche para pasar unos días en Villa Giardino, así la conocí y me encantó. A los dos años ya estaba plantando bandera donde hoy es mi hogar, mi lugar en el mundo”.

 -¿Fue complicado para vos resetear tu actividad musical desde aquí?

“Mirá, para ser sincero me mudé a las sierras justo cuando estaba saliendo mi segundo álbum (Mil Preguntas) y se me complicó un poco, por el hecho de que era el momento de promoción y de presentarlo en Buenos Aires. Viajar seguido y tratar de acomodarme en el nuevo lugar, justo al mismo tiempo, fue raro.  Una vez instalado en Giardino, comencé a conocer músicos de la zona para el armado de la banda que me acompaña y a golpear muchas puertas, al principio, sin ser escuchado. Costó mucho, pero soy un ‘testa dura’ (sic)... y si bien viajaba a tocar a otros lugares del país, por estos lares tuve que insistir mucho para ser tomado en cuenta, hasta que llegó el día que pude pisar las tablas mostrando mi arte. Doy gracias por la oportunidad. De ahí en más tuve muchísimos shows”.

 -¿Cómo te imaginás que será la vuelta a los conciertos con presencia de público?   

“Creo que en un principio va a ser de manera más íntima y va a ir normalizándose gradualmente en lugares chicos y cerrados. En cuanto a escenarios grandes y al aire libre, tomando las medidas correspondientes y respetando el distanciamiento del público, se puede hacer. De hecho en varios países del mundo ya lo están realizando. Quiero imaginar que la vuelta va a ser de la mejor manera. Necesitamos volver a disfrutar los shows, tanto el espectador como los artistas”.

 -¿Con qué herramientas cuenta un músico para sobrevivir, de prolongarse esta situación?

“Hay muchas maneras, en mi caso me dedico a la composición y producción de canciones para cantantes y músicos, como también jingles para radios o publicidades que me lo requieran. Otros se dedican a dar clases del instrumento que ejecutan, entre otras cosas. No voy a negar que se hace cuesta arriba ya que de cierta manera me impiden trabajar con normalidad y no recibo ningún tipo de ayuda. Es mi medio de vida y trato siempre de generar, cualquiera sea la situación en la que estemos viviendo. Hoy por hoy se dificulta más, por no poder tocar en vivo”.

 

martes, 25 de febrero de 2020

Cosquín Rock: un aguante de 20 años

Ricardo Mollo (Divididos)
Con el muy esperado regreso de Divididos y la ausencia de último momento de Charly García que obligó a un reemplazo de emergencia, transcurrió la edición #20 del festival más longevo del rock nacional. Aquí nuestra reseña con fotos.

FESTIVALES

Texto: Néstor Pousa
Fotos: Facundo Pousa

Pasado reciente y futuro inminente se conjugaron en el reciente Cosquín Rock para celebrar las 20 ediciones de un festival transcendente. Conscientes de lo que implicaba este aniversario, los productores del ciclo desde su inicio en 2001, con José Palazzo a la cabeza, unidos bajo la denominación comercial de En Vivo Producciones (que antes fue Nueva Tribu, y antes de antes, Perro Producciones) estaban decididos a tirar la casa por la ventana para festejar el acontecimiento de las veinte temporadas ininterrumpidas, casi nada, en un contexto como el nuestro. Así, diseñaron una programación superlativa con la guardia vieja, la nueva guardia y los clásicos obbligatos que (casi) nunca faltan en la grilla, tales como: Las Pastillas del Abuelo, Skay, Guasones, La Vela Puerca, Ciro, Las Pelotas, y que en esta ocasión sumaba a Los Decadentes, Ratones Paranoicos y Los Caballeros de la Quema, debutantes en este encuentro, y muchos más.
Una grilla que presentada en un evento especial, allá por noviembre del año pasado, anunciaba como números centrales de la convocatoria a Divididos (15 años sin presencias en #CR) y a Charly García, un poco menor su ausencia, pero también un número muy esperado. Después, el plan radicaba en mostrar un amplio paneo de lo que escucha en la actualidad, con referentes de la escena Indie y con muchos de los integrantes de la actual movida trap y la música urbana (WOS, Duki, Cazzu, Neo Pistea, YSY A, entre otros) tal vez lo más criticado previamente fue su inclusión en un festival que para muchos debe ser “de rock” y nada más, una polémica tan pasada de moda que ya aburre.
Dos grandes escenarios: el norte, que todavía no resignó su condición de “principal”, con los artistas clásicos de mayor convocatoria;  y el sur (ex temático) con lo más novedoso y atractivo para las nuevas generaciones. Y en ese extenso “Cosquín del medio”, entre ambos extremos cardinales, aparecían los demás proscenios: La Casita del Blues, para los amantes del género; el escenario Córdoba X, dedicado exclusivamente a las bandas cordobesas con más el agregado de algunos referentes nacionales; el escenario “acústico” ubicado en una carpa que en las dos jornadas presentó “El desconecte” de los mexicanos Molotov; el escenario “Urbano”, la segunda carpa de circo con muy buenas propuestas musicales; y la novedad del BNP stage, ubicado en un espacio lateral al escenario norte, que se inauguró esta temporada, y que durante toda la jornada, durante los dos días, programó una interesante grilla de DJ’s para los seguidores de la música electrónica.

Mon Laferte
En los hangares, desactivados como espacios para música en vivo, se podía visitar la muestra de los 20 años del festival, con fotografías en blanco y negro y a color de todas las ediciones y una colección de objetos y memorabilia para que los fans del ciclo se deleiten.
Se observaron modificaciones en el armado del predio, tendientes a mejorar la cuestión logística tan complicada cuando de grandes concentraciones humanas se trata, no olvidemos que por el predio circularon diariamente cerca de 60.000 asistentes. Por eso, cuestiones como las sanitarias, de desplazamiento, de zonas de descanso, sectores gastronómicos y un largo etc., suelen colapsar en las horas pico del día. Aspecto que año tras año se intenta mejorar, tanto en las inmediaciones como en el interior del predio.
A propósito del predio, así como se alcanzaron las 20 ediciones del ciclo en general, también fue la décima consecutiva en Santa María de Punilla (las 6 anteriores en la Comuna de San Roque y las 4 primeras en la Próspero Molina de Cosquín) es decir que el aeródromo es sin lugar a dudas el lugar en el mundo para la sede central de un Cosquín Rock que además ya salió a pasear su fama por buena parte del planeta, y que tendrá una edición, con carácter de especial y única, en Buenos Aires, los días 10 y 11  de octubre próximo.

Ca7riel
Musicalmente, como ya dijimos, entregó un menú muy variado y extenso, con jornadas de más de 12 horas de duración en 7 escenarios funcionando en simultáneo. Es una obviedad decir que con este concepto es mucho más lo que el espectador medio se pierde, de lo que puede disfrutar. Hay que elegir, y así en horas de la segunda siesta vimos a Airbag pisando por primera vez el escenario norte, luciendo su estilo sobrecargado e híper distorsionado, sonando muy potentes. Las referencias a Jimi Hendrix fueron muy obvias con una extensa versión instrumental de Pequeña ala y el Himno Nacional Argentino en versión completa, al mejor estilo de aquel gigante de la guitarra eléctrica.
Cumpliendo con un virtual cupo femenino se pudo ver a Deborah Dixon & Patán Vidal (en La Casita); los cordobeses de Fly Fly Caroline, Julieta Rada, Rosario Ortega, Sara Hebe, Nathy Peluso y a la muy esperada chilena Mon Laferte, todos en el tablado sur, mismo escenario que transitarían Bandalos Chinos, Ca7riel y Paco Amoroso, El Mató a un Policía Motorizado y Louta, entre muchos más.
La expectativa era enorme en el norte del campo por ver el regreso de Divididos, la banda que comandan Ricardo Mollo y Diego Arnedo que se mandaron con un show largo, empezando en horario vespertino, que arrancó con Cajita musical y nos paseó por buena parte de sus discos.  No ofrecieron novedades pero el público festejó. Un párrafo aparte para ese notable baterista que es Catriel Ciavarella a quien ya conocemos sobradamente pero que no deja de sorprender.

Dante Spinetta
Banda Spinetta. Mientras tanto en el escenario urbano habían hecho su debut los Flu Os (también conocidos como los nietos de Spinetta) los hemanos Ángelo y Benicio Mutti Spinetta, presentando sus primeros temas en la onda del trap y el rap, siguiendo los pasos del tío Dante que algunas horas después detonaría ese mismo espacio con su proyecto solista. “Una banda asesina” (sic) lo respalda, en la que se destacan Matías Rada en guitarra, Carlos Salas en la percusión y Axel Introíni en teclados (“El tecladista del festival”, lo bautizaría Dante). Ofrecieron un set arrollador que empezó con Mi vida, siguiendo con el trap Verano hater. Más tarde invitó a la notable Julieta Rada para poner las voces en Olvídalo. Con la banda a pleno repasarían el funk Jaguar house (hit de los Kuryaki) y una versión rockera e incendiaria de En la mía. Fue una performance para unos pocos, en el escenario norte hubiera sido consagratoria.

El público de #CR20
Este es el Aguante. A la producción se le había presentado un problema de difícil solución, a tan solo una semana del inicio del festival, ¿cómo suplantar a Charly García? Una de las figuras de la edición #20.  Tal como trascendió en las redes sociales primero y en los medios después, el bigote bicolor tuvo un accidente doméstico que lo alejará de las canchas (los escenarios) por un mes o más, y había que salir con la urgencia del caso a buscarle reemplazo. La opinión pública rockera especuló y hasta reclamó la convocatoria de algún nombre de peso para cubrir el bache. Sin embargo los responsables del ciclo con buena cintura decidieron convocar a la banda de Charly, los músicos chilenos que a las órdenes del Zorrito Von Quintiero ya se encontraban ensayando en Buenos Aires, e inspirado en el formato del inminente “regreso” de Soda Stereo, convocaron a destacados artistas para que canten las canciones de García. A este experimento se lo llamó El Aguante and The Prostitution. Así Nito Mestre junto a Rosario Ortega se hicieron cargo de Instituciones y El día que apagaron la luz; Fer Ruiz Díaz con Cerca de la revolución; la sorpresa de Andrés Ciro para Demoliendo hoteles; Celeste Carballo hizo suya Rezo por vos, mientras que Hilda Lizarazu, como en su casa, junto a Pato Sardelli de Airbag repasaron Fanky. La nueva generación estuvo muy bien representada por Bandalos Chinos (el look de Goyo Degano, su cantante, sin pretenderlo nos recordó a Charly) a cargo de Asesíname; Nathy Peluso y su extraordinaria versión de Promesas en el bidet, y Louta entonando con precisión Me siento mucho mejor. Si bien por momentos la banda sonó desajustada y faltos de ensayo con los ocasionales vocalistas, la emoción y la entrega dispuesta logró disimular los momentos de desconcierto con la ayuda de un público fervoroso y cómplice en la circunstancia. La épica final la aportó León Gieco, fue muy bueno volver a ver al santafecino sobre un escenario, quien se encargó de aclarar que: “Esto no es un homenaje, es una suplencia”, intentando restarle formalidad al encuentro. Sus dos atinadas elecciones fueron: Los Salieris de Charly y El fantasma de Canterville, para luego invitar a todo el selecto staff a corear juntos Inconsciente colectivo. De esta forma la vigésima edición del festival de rock más longevo de Argentina demostró que el ciclo puede ser clásico, moderno, ecléctico, emotivo, entretenedor y nostálgico, todo a la vez y al mismo tiempo.  

viernes, 7 de febrero de 2020

La Falda cumple 40 años de rock

Folleto primera edición
La ciudad celebra en forma oficial los cuarenta años del Primer Festival Argentino de Música Contemporánea que de la mano de su creador, Mario Luna, marcó la agenda rockera nacional en la década del 80.

EFEMÉRIDES

Por Néstor Pousa

Hace exactamente cuarenta años la ciudad de La Falda pateaba el tablero de puntín en el rubro de espectáculos musicales con el anuncio y realización del Primer Festival Argentino de Música Contemporánea, que luego por los usos y costumbres mutaría en su denominación a la de “Festival de Rock de La Falda”, por ser de esa corriente la mayoría de las expresiones artísticas que engrosaban su cartelera. El ideólogo y productor fue Mario Luna, salteño radicado en la ciudad de Córdoba y locutor profesional con una dilatada carrera en medios radiales, que desde su programa Alternativa difundía por entonces al naciente rock nacional, y partir de allí se convertiría en espontáneo productor de recitales de cuanto referente de ese género pisara suelo cordobés.
La historia de cómo llegó a La Falda tiene que ver con Luis Alberto Spinetta y su deseo de presentar en el Festival Nacional de Folklore de Cosquín el material de su disco Durazno sangrando, lanzado con la banda Invisible en 1975. El Flaco se lo manifiesta a Mario quien rápidamente lo convence de que era una locura llevar a Cosquín una música que no formara parte del cancionero del folklore argentino tradicional. Sin embargo este empezó a concebir la idea de realizar un festival propio que abarcase el amplio espectro de la música contemporánea argentina.
El primer lugar elegido fue precisamente el escenario de la Próspero Molina en Cosquín, en una sola jornada, el 20 de febrero de 1976, a poco más de un mes del golpe de estado en Argentina. El balance de ese encuentro musical no pudo ser peor, boicoteado por los comerciantes y con amenaza de suspensión por parte de la policía local, a Luna no le quedaron ganas de reincidir en la capital del folklore.

LA FALDA '83 - Foto: Lucía Seguí
Pasaron cuatro largos años hasta que al intrépido y pertinaz productor le “soplaron” que en La Falda había un lugar apto para su festival, nada menos que el Anfiteatro Municipal originariamente pensado y construido para la realización del Festival Nacional del Tango desde 1965, pero que en ese 1980 se encontraba atravesando un prolongado impase. Evidentemente a Luna nada lo intimidaba, y se mandó. Con la única plataforma de difusión de su histórico programa radial Alternativa, que se emitía por la frecuencia modulada de Radio Universidad Nacional de Córdoba, el locutor desembarcó con su proyecto el fin de semana del 9 y 10 de febrero de 1980. Formaron parte de aquella variada primera grilla, nombres de la jerarquía de: León Gieco, Vox Dei, Seru Giran, Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre, Raúl Porchetto y Raíces (revelación de ese año); junto a artistas de Córdoba y de otras provincias, como: Transmutación, Henry, Quetral, Redd, Fauno, Moby Dick, Mousse, Julio Zanella, Dibujos Animados, Fernando Goin y Pléyades. Un staff de reconocidos profesionales avalaba la tarea fundadora de Mario Luna (producción artística y dirección general). Ellos eran: Héctor Starc y Toro Martínez (sonido), Santiago Quaranta (luces), Tito Acevedo (coordinación artística local), Daniel Grinbank (coordinación artística en Buenos Aires), Aldo Lagarto Guizzardi (director de escenario) y el faldense Alejandro Colombo (asistente de dirección), entre otros miembros del equipo de producción.

Con muchos inconvenientes y obstáculos internos, sumados a dificultades organizativas y de logística, el festival avanzó bajo la atenta mirada de Mario Luna durante cinco ediciones consecutivas desde 1980 a 1984, lo que se conoce como la etapa de oro de un ciclo que desde el interior del país marcó la agenda rockera nacional en la primera mitad de los años 80. Eran tiempos de gobierno de facto, conflicto bélico por Malvinas y transición democrática. Nada más, nada menos.
Estos fueron algunos de los argumentos principales para convertir a un festival que paradójicamente acumula más años de vida que ediciones realizadas (solamente 12 en 40 años) en una auténtica leyenda contemporánea. Uno de los dos festivales de música rock más importantes que existen en el país.

Celebración por los 40 años. El próximo domingo 9 de febrero desde las 11 horas en el ingreso del Auditorio Municipal Carlos Gardel de La Falda, se celebrará el 40º aniversario de la edición inaugural con el descubrimiento de una plaqueta recordatoria. Con la presencia de invitados especiales y autoridades municipales se escuchará música en vivo con versiones inéditas de temas de aquella época, interpretadas por el dúo de Mauricio Martínez (guitarra eléctrica y voz) y Lisette Grosso (bandoneón y voz). Evento libre y gratuito para todo público.       

viernes, 24 de enero de 2020

Doña Jovita y el Dr. Presman: remedio infalible

José Luis Serrano, encarnando a su entrañable personaje, trajo a La Falda una nueva saga sobre la vida de la picara abuela serrana. El Dr. Carlos Presman es su desopilante partenaire en este nuevo espectáculo.

TEATRO EN LA FALDA
 
Por Néstor Pousa

Durante el saludo final que los actores realizan cada vez que finaliza una obra de teatro, José Luis Serrano, ya sin la “máscara”, de pie ante el público agradece y repasa con buena memoria que hace 34 años que viene con su Doña Jovita a La Falda, “En la época de Los Busso”, detalla. Corrían mejores tiempos para el teatro y para el arte en general. Las obras tenían su parada ineludible en el Cine Teatro Gran Rex, propiedad de la familia que citó Serrano, quienes gerenciaban esa sala de características insuperables para la zona, que estuvo activa hasta hace unos diez años, momento en que ocurrió su desguace definitivo.
También eran tiempos de las primeras radios de FM locales, en donde entrevistábamos a las figuras que venían a hacer temporada o escala de sus giras estivales, y Doña Jovita ya era un personaje muy popular.
La realidad nos devuelve al 2020 y el espacio que hoy recibe a las compañías que hacen temporada en el valle es el Teatro Edén, una nueva construcción emplazada en el parque del mítico monumento histórico. Una sala funcional para 400 personas que el 22 de enero pasado recibió a Doña Jovita y el Dr. Presman, presentando: Entre la peperina y el clonazepam, simbólico título que remite al choque de dos culturas contradictorias, tan alejadas y a la vez complementarias. Los químicos de la industria farmacéutica o el fruto de la pachamama, esa es la cuestión aún no resuelta por la ciencia. Esa virtual colisión en manos de Doña Jovita, el entrañable personaje diseñado por el notable actor cordobés José Luis Serrano, es reaseguro de una hora cuarenta minutos de carcajadas que también te dejarán un saldo para seguir pensando.

Fundado sobre un guion de alta factura, de los que no abundan en los espectáculos de verano, Serrano (o Jovita) dispara con certeza sobre tópicos trascendentes, que van desde el pecado original, la religión, la política hasta su relación con las redes sociales y la medicina en la tercera edad. Entre muchos otros temas de actualidad.
En este punto habría que decir que el autor podría abusar de la impronta que su pícara viejita serrana impuso en el público y recurrir únicamente a sus tics sin un buen libreto, con eso solo podría armar un entretenimiento pasatista en complicidad con el buen ánimo que impera en vacaciones. Pero la vara siempre estuvo muy alta en los libretos, y los que propone en esta nueva entrega cumplen con creces con esa pretensión.
En tanto el Dr. Carlos Presman cumple con creces su rol de partenaire. No actor, pero sí médico de profesión, deja en manos de su ocasional paciente los remates hilarantes de cada situación, pero se revela desde una seriedad que impone su profesión, como muy hábil entregando cada pie. Es desopilante el desarrollo de la primera parte en donde Doña Jovita confunde al galeno con un sacerdote, y este que formalmente se dirige hacia ella como “María Jova”, en rigor, su nombre de pila de donde se desprende el famoso diminutivo.
Sabido es que el secreto del éxito del personaje se basa fundamentalmente en el contraste de una mujer octogenaria (tal vez, ya que se resiste a decir su edad) nacida y criada en Traslasierra, enfrentada a los dislates de la vida moderna, sumado a la asombrosa capacidad de adaptación de la abuela. En este caso lo más brillante de los textos se lo lleva su relación con las redes sociales y con la medicina alópata.

José Luis Serrano ofrendó toda su carrera profesional a formatear y actualizar este personaje, pero sin dudas que atrás de las ropas de Jovita se esconde un actor de notables condiciones, capaz de improvisar (morcillear, en la jerga actoral) introduciendo bocadillos relativos a cada ciudad que visita. No es spoilear si les cuento el mejor chiste local: ocurrió cuando Jovita se encuentra con Presman y este para convencerla que no es un sacerdote católico le aclara sobre su ascendencia judía, a lo que la viejita sorprendida exclama: “¿Judío… y qué hace en el Eden Hotel entonces?”. La sala explotó en una sola carcajada.  

martes, 31 de diciembre de 2019

“Alma Mater”, homenaje al rock de Córdoba

La banda cordobesa Sullivan, proyecto que comanda Carlos Sada, publicó un disco de canciones en homenaje al rock de Córdoba, grabado con la colaboración de una larga lista de músicos invitados.

NOVEDADES DISCOGRÁFICAS
 
Por Néstor Pousa

Sobre finales de año, en una fecha muy significativa para la música: el 22 de noviembre, la banda Sullivan lanzó Alma Mater, un disco con once canciones que homenajean al rock facturado en Córdoba.
En la línea de discos como Acné, aquel álbum de Juan Carlos Baglietto que en 1986 hizo la punta en eso de reversionar el repertorio de rock nacional, Carlos Sada, al frente de su alter ego musical conocido como Sullivan, pergeñó y produjo a lo largo de los últimos años este trabajo de nuevas versiones del cancionero cordobés. En algunos casos son temas emblemáticos de bandas históricas, otros en tanto corresponden a grupos más actuales. En cualquier caso la selección respondió al criterio y a las motivaciones de Sada como productor e intérprete, y así se fue armando una lista de canciones sin pretensiones enciclopédicas, sino más bien proponiendo un viaje personal y subjetivo.
De esta manera nació Alma Mater, sucesor de Continental (2016) disco que a nivel nacional fuera ternado para los Premios Gardel y que cosechara adhesiones en la reciente encuesta sobre los discos de la década realizada por Gamba FM. Era un verdadero desafío entregar un nuevo material que continuara con la estela de buen gusto y hermosas canciones de Continental.  Para eso Sada, con la colaboración de una larga lista de músicos invitados, fue dándole forma a estas nuevas versiones bajo la premisa de no limitarse a las originales, sino otorgarles un nuevo carácter. Y en todos los casos el objetivo se cumplió con creces.
Quien mejor que Carlos Sada para que nos resuma en pocas palabras algunas de las pistas de su nuevo disco, tercero en la discografía Sullivan, ya disponible en plataformas digitales, en físico con una edición limitada en cassette (producida por Martin Carrizo para Discos en CBA) y un próximo lanzamiento en formato de vinilo.

Sada: bajista zurdo y con Höfner,
más beatle no se consigue
El álbum da inicio con Que corran, versión en inglés de uno de los más recientes hits de Los Caligaris, dice Sada: “Esa canción en particular me gustó porque tiene un parecido a melodías de los años 60 y automáticamente empecé a pensar una versión en inglés instrumentada con sonidos de esa época”.
En el track dos aparece La fiesta de los Buzos de Daniel Giraudo, original del grupo Tamboor, uno de los más imponentes rescates de este disco: “Siempre me gustó la melodía por su frescura pop. Sólo había que adaptarla al formato de dos minutos y medio, característico de Sullivan. Pensé en un ritmo acorde a nuestro estilo y arreglos que respetasen a rajatabla la melodía original”.
En el tres está Tope (The Tristes): “Siempre pensé que alguna canción de The Tristes tenía que haber y no dudé en hacer mi propia versión de ésta, a la que siempre le vi un aire macarniano. Hay también un claro tributo a If I needed someone (The Beatles)  ¡Pero es ex profeso!”.
Le sigue en orden de aparición Cecilia no (Proceso a Ricutti): “Proceso a Ricutti eran como ‘ídolos’ que estaban al alcance de la mano. Al Hueso Horsmann siempre lo vi como una especie de Charly cordobés, un genio. Me decidí por Cecilia no porque tuve la idea de fusionarla con una canción de Simon & Garfunkel, llamada ‘Cecilia’. En cuanto a la letra, hablé con su autor, Dirty Ortiz, y le pedí si podía modificar algunos versos que me parecían un poco fuertes para estos tiempos. Finalmente me hizo una letra nueva, así que será un estreno que sorprenderá a los mismísimos Ricutti!!!”.
Monoplaza (Mersey Mustard) “Un amigo mexicano me dijo: ‘Carlitos, tienes que incluir una cumbia en ese disco y deberías invitar a Los Caligaris para que te ayuden’. ¡Eso hice! Inmediatamente pensé en esta canción de Los Mersey Mustards, sólo para ver qué cara pondrían sus integrantes que son tan puristas de la música de los 60” (risas). “Este disco también tiene esa cosa de ruptura, de alejarme completamente de las canciones originales y actuar con total libertad a la hora de crear las versiones. Pero con todo respeto”, completa Sada.

Otro de los grandes hallazgos de Alma Mater es Aguas de la Cañada, un himno indiscutido de la Docta, que reúne la composición de Francisco Heredia con la interpretación del dúo Posdata (Horacio Sosa y Pancho Alvarellos). Sullivan hace aquí una verdadera recreación, arrojando como resultado uno de esos momentos memorables. Sada explica: “Terminé decidiéndome por Aguas cuando se me ocurrió la idea de dividirla en dos partes con un fragmento central al estilo A day in the life (The Beatles). Hay una cita ex profeso a The Strokes y a The Tristes en la primera parte, por eso invité a Germán Arrascaeta para cantarla. En el medio se arma el quilombo con ruidos de ambiente grabados en plena peatonal San Martín con voces de vendedores ambulantes y de allí surge una segunda parte, más bucólica y hippie, cantada por Nahuel Barbero, para recordar a la versión original. Hay una particularidad en esta versión, los invitados se encargan de cantar toda la canción. Yo solo hice coros”, refiere Carlos.
El álbum, que ya se puede disfrutar en Spotify, se completa con: Lo que digo (Rayos Láser), Aprendiste mal (Hipnótica), Por esta pasión (Sueño Valvular), Bsides (Hyperstatic) y No desayunes sola (Enhola).

lunes, 23 de diciembre de 2019

Contramano & Lisette despidieron el año

Foto: Silvia Olmedo (BPS)
El trío que integran Martínez-Della Vedova-Cassi, ya definitivamente fusionados en un proyecto en común con la solista Lisette Grosso Schmid, cerraron su año en la Biblioteca Sarmiento de La Falda. Fueron los únicos protagonistas de una noche con tangos y algunas sorpresas.

EN CONCIERTO
 
Por Néstor Pousa

El sábado 21 de diciembre pasado en la sala teatro “Meirovich” de la Biblioteca Popular Sarmiento de La Falda, Contramano Trío & Lisette invitaron a despedir el 2019 con un show de características especiales. Por una parte era la primera vez que se presentaban con este nuevo formato en un espectáculo en el que fueron los únicos protagonistas.
Por otra parte fue la confirmación de este proyecto, una alianza de estilos que no está fundamentada en el cumplimiento de la fría letra de una ley de cupo, sino en principios estrictamente musicales de dos artistas de tango surgidos desde esta ciudad y emergentes del festival nacional con mayor arraigo en el país.
Fue un año de profundos cambios personales y en las respectivas carreras de Contramano Trío, que es decir: Mauricio Martínez (guitarra eléctrica y arreglos), Rodrigo Della Vedova (piano) y Jeremías Cassi (bajo eléctrico); y de Lisette Grosso Schmid (bandoneón, canto, composición). Ensamble que va a cumplir su primer año de existencia y que, luego de debutar en La Falda, empezaron a hacer girar por lugares posibles del país, a la vez que la propuesta va ganando músculo.
Hoy se los ve firmes y enfocados. Tanto es así que ya están buscando un nuevo nombre que los identifique en esta nueva etapa (para lo cual hasta lanzaron una encuesta en las redes sociales), y si bien ese nombre aún no apareció, el nuevo grupo de cuatro integrantes ya tiene entidad propia. Al escucharlos en vivo no se logra descifrar si la solista potenció al grupo preexistente, o si estos obraron como la contención ideal para el desarrollo de las virtudes de la solista. Y es lo que mejor les puede pasar en esta búsqueda artística. Que no haya divismos que contaminen la convivencia, tanto arriba como abajo del escenario.
Eso es lo que pudo observarse el sábado en cuestión, ante una sala prácticamente llena, con entrada paga (hecho bastante inusual en estos tiempos), con producción independiente y auto-gestionada, que contó con el apoyo de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad local.

"No tiene pretensión, no quiere ser procaz, 
se llama tango y nada más" (Una emoción)

En un set que nos tenía reservadas algunas sorpresas, empezaron con Recuerdo (Pugliese), un clásico de sus presentaciones en vivo; para continuar con Mi refugio, un tema con alto valor simbólico para el trío, ya que fue el primero ensayado en forma de dúo por Mauricio y Rodrigo, cuando la actual carrera como intérpretes de tango estaba en fase embrionaria. 
Una emoción fue el primer tango cantado de la noche, destacando a Lisette en ese rol, abordando un texto impactante. Milonga de mis amores sonó con aires renovados, con brillantes fraseos y una admirable digitación, es uno de los momentos más significativos de los vivos del grupo.
En una lista de temas que no hace concesiones con un repertorio puramente tradicional, le siguieron Catarsis, un instrumental compuesto por Lisette; el vals Gota de lluvia (segundo número cantado) y A fuego lento, otro de los emblemas de Contramano Trío, ahora adaptado a cuarteto.
En la segunda parte del show vendrían las sorpresas con un regreso a las fuentes folklóricas del trío y comprobar la ductilidad para abordar cualquier tipo de repertorio de los cuatro.
El buen gusto fue lo que siguió prevaleciendo y así aparecieron versiones buenas de Bajo este sauce solo (la poesía incólume de Manuel J. Castilla); o la Zamba del negro alegre, de espíritu más festivalero; y Oración del remanso, una canción perfecta de Jorge Fandermole que ya es parte del patrimonio de la música popular argentina. Esta última, con Lisette en primera voz y Mauricio Martínez en coros (estrenando en vivo una faceta que le desconocíamos) fue una de las mejores sorpresas de la velada. Y quedaba un plus: Desafinado, el clásico de la música del Brasil del enorme Antonio Carlos Jobim, en este caso con originales arreglos de guitarra y voz; y piano y bajo eléctrico, alternadamente.
En la tercera parte y sin intervalos a la vista, como era obvio regresarían al tango, con Plenilunio, un instrumental inédito del Maestro Osvaldo Piro que, presente en la sala, pudo observar como su legado y su estilo tiene asegurada la continuidad en las nuevas generaciones. El Maestro luego destacaría el notable trabajo en los arreglos para reducir a cuatro instrumentos una obra que él escribió para una orquesta de 46 atriles, La Juan de Dios Filiberto de Buenos Aires.
Siguieron hasta el final con versiones cantadas de Para no llorar tu amor (casi un hallazgo en el repertorio) y Desencuentro; y cerraron con Quejas de bandoneón y La muerte del ángel, dos instrumentales que ya son marca registrada de este renovado trío ampliado a cuarteto.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Cosquín Rock: homenaje en la plaza

Las Pelotas defiende su récord
El trascendente ciclo rockero vuelve por una noche a la Plaza Próspero Molina que lo vio nacer para homenajear la edición inaugural del 2001. Será el sábado 30 de noviembre, con algunos artistas que estuvieron en aquella lejana primera edición.

FESTIVALES

Por Néstor Pousa

En el balance de la pasada edición del Cosquín Rock José Palazzo aseguraba que las relaciones con las autoridades de la ciudad de Cosquín, lugar donde nació el festival y de la cual porta su nombre, eran de mucha cordialidad. No pasó demasiado tiempo para poder corroborar que esta afirmación es una realidad. Hace exactamente un mes se reunieron el intendente municipal de Cosquín Gabriel Musso, el titular de EN VIVO Producciones José Palazzo e integrantes de la Comisión del Folklore, para establecer un acuerdo de hermandad entre ambos ciclos, del cual surgió como primera acción, homenajear el nacimiento del Cosquín Rock.
“Volvemos al lugar que nos vio nacer -aseguraron desde la producción del evento rockero- , acompañados por algunas bandas de aquella primera edición”. Aquella primera edición es la que se celebró los días 10 y 11 de febrero de 2001 en la Plaza Próspero Molina de Cosquín, espacio folklórico por excelencia.  Las entradas para este evento tendrán un precio casi simbólico de $300 y lo recaudado será a beneficio del Hospital Armando Cima y la Dirección de Desarrollo Social de Cosquín.
¿Quiénes serán esas bandas que invocarán los espíritus musicales de comienzos de centuria? Pues bien, estarán allí, en una única jornada celebratoria: Las Pelotas (ostentan el record de ser la única banda que participó de todas las ediciones), Kapanga y Palo Pandolfo; Fernando Ruiz Díaz revisitando el repertorio de Catupecu Machu; mientras que por Córdoba dirán presente: Armando Flores, Juan Terrenal y Los Navarros.

Un festival sin techo  

¿Quién podía imaginarse a principios del 2001 que un festival de rock tenía chances de germinar en la mismísima plaza del folklore de Cosquín? Veinticinco años atrás de ese día, un 20 de febrero de 1976, el mismísimo Mario Luna lo había intentado siendo poco menos que expulsado del lugar por su osadía de “profanar” lo que para el folklorista ortodoxo es poco menos que tierra santa. Como resultado de esa frustrada experiencia Luna fundaría casi un lustro después el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, un ciclo que se consolidaría en la década del 80 estimulando en el imaginario popular su merecido rango de leyenda.
Haciendo caso omiso de los resultados conseguidos por el locutor y proto-productor de espectáculos rockeros en Córdoba, fue que el binomio conformado por José Palazzo y Héctor Perro Emaides se embarcó en el proyecto de realizar un festival de similares características, aunque aggiornado a la nueva era, para febrero de 2001 en ese mismo espacio. El dato insólito: el que entusiasmó a Palazzo había sido el mismísimo Julio Márbiz, controvertido mecenas del Festival Nacional del Folklore durante buena parte de su historia más sobresaliente.
Con cero de presupuesto para publicidad, una mínima logística y sin el imperio de las redes sociales, Palazzo y el Perro se mandaron en un acto casi inconsciente, sino suicida, a programar en dos días consecutivos a las bandas más relevantes del momento, en un contexto por entonces confuso para el rock argentino y nada prometedor en cuanto a convocatoria. El evento que, con todo este diagnóstico previo, estaba condenado a ser debut y despedida, explotó desde el minuto cero congregando ante la mirada incrédula de sus propios productores la cantidad de diez mil personas por noche.
La historia del festival se afianzó en una mística propia, debió atravesar la crisis híper inflacionaria de fines de 2001, cuando el ciclo era apenas un brote. Luego le tocó sortear el síndrome pos tragedia de Cromañon en diciembre de 2004. Ninguna de esas estocadas mortales pudo con la tenacidad de un encuentro destinado al perpetuo crecimiento.
Luego de la última y escandalosa edición realizada en la Próspero Molina, las autoridades municipales de entonces harían caer el contrato con los fundadores del festival para dejarlo en manos de otra producción con el recordado Jorge Guinzburg a la cabeza, a la postre una fallida experiencia.
Palazzo daría su golpe de gracia llevándose consigo la marca “Cosquín Rock” a una nueva sede en la Comuna de San Roque y posteriormente en la actual de Santa María de Punilla.
Desde 2017, gracias a una inquebrantable vocación expansiva, internacionalizaron la marca sacándola de paseo en un extenso derrotero por Latino América, plantando bandera en sedes como: México, Perú, Colombia, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay; para luego intentar extender sus tentáculos hasta España y Nueva York. Increíble, pero cierto.
A lo largo de las 19 ediciones que lleva realizadas, en febrero 2020 se celebrará la número 20 oficial, el ciclo fue sumando una innumerable cantidad de hitos artísticos que lo consolidan como el festival de rock argentino en actividad con mayor trayectoria. Un festival que parece no tener techo.

José Palazzo entusiasmado con la grilla del CR'20
Presentaron la grilla del 
Cosquín Rock 2020
El martes 12 de noviembre, en las instalaciones de la Plaza de la Música de Córdoba, fue presentada ante la prensa la grilla de la edición “20 aniversario” de Cosquín Rock a realizarse los días 8 y 9 de febrero de 2020. Con la conducción de su principal responsable, José Palazzo, se conocieron los nombres de los más de 150 artistas que desfilaran por ocho escenarios montados en el enorme predio del Aeródromo de Santa María de Punilla. Entre los nombres principales figuran el regreso al festival de Charly García y Divididos; Ciro y Los Persas, Skay, Los Auténticos Decadentes, Ratones Paranoicos, Babasónicos, la chilena Mon Laferte, La Vela Puerca, Las Pastillas del Abuelo, los mexicanos Molotov, Guasones, Air Bag, Los Caballeros de la Quema, Las Pelotas, La Mississippi y Dante Spinetta; además de los representantes de las nuevas tendencias urbanas del rap y del trap nacional, como: Wos, Duki, Cazzu, Nathy Peluso, Ca7riel, Paco Amoroso, Ysy A, Neo Pistéa y Sara Hebe. Los programadores acusaron recibo del tan reclamado cupo femenino con la contratación de artistas femeninas ascendentes y de primer nivel.