sábado, 28 de julio de 2018

José Ingaramo presenta Vol. 1

“Vol. 1” es el debut solista de José Francisco Ingaramo. Un disco con invitados especiales ilustres, como: Litto Nebbia, Hugo Fattoruso, Jota Morelli y Claudio Cardone. El jueves 2 de agosto lo presenta en Córdoba. 

NOVEDADES DISCOGRÁFICAS

Por Néstor Pousa

Dicen que lo que se hereda no se roba, sobre todo si de patrimonio intangible se trata. José Francisco Ingaramo traía configurada desde la cuna su pasión por la música. Nacido en el seno de una familia de melómanos, en donde su abuelo fue un pianista aficionado, y su padre Juan Carlos y su tío Mingui, siendo miembros fundadores de Los Músicos del Centro, se consolidaron como una de las agrupaciones más influyentes del jazz rock de principios de los años 80. Por tal motivo José pasó su infancia y adolescencia rodeado de instrumentos musicales, pianos, guitarras y una envidiable colección de vinilos atesorados con celo.
Era común para él ver desfilar por el living de su casa en prolongadas tertulias en donde se hablaba o se tocaba música, a personajes de la talla de Litto Nebbia, los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, Fito Páez y Pedro Aznar, entre muchos otros amigos de la familia.
No era difícil adivinar en José un futuro en la música, algo que también ocurriría con su primo hermano Juan Ingaramo, hijo de Mingui, quien acredita una sólida carrera en el pop indie nacional

Fue así que luego de hacer sus primeras incursiones como miembro de bandas dedicadas al rock, el blues y la música country, consiguió editar José Francisco Ingaramo - Vol. 1 un disco de reciente aparición, totalmente instrumental, con el cual pone en “modo on” su carrera solista y en el que expone algunas de sus influencias musicales, las que van desde Dr. John, León Russell, Ray Charles, Stevie Winwood, Billy Preston y Stevie Wonder a guitarristas como Larry Carlton, entre otros fundamentales del género.
Vol 1 es un disco de R&B, funk y soul que contiene doce composiciones originales del propio José, que fueran grabadas en Spector Studios de Buenos Aires con el acompañamiento de su banda y una lista de invitados especiales ilustres, lo que habla de un trabajo muy ambicioso en cuanto a producción.
Hay, de verdad, en todo el disco, un jugoso e inspirado dialogo entre las teclas de José y la guitarra de Julio Ponce en los temas Lado B, Buenos tiempos, Es un boogie y Jam in Spector.
Entre los invitados especiales encontramos a Litto Nebbia aportando un solo de guitarra eléctrica en la suite Postales de la gran ciudad (partes 1 y 2) y a Hugo Fattoruso con un solo de órgano Roland en la bellísima Canción para tu alma, que además contiene un solo de electric guitar synth de otro invitado de lujo, Claudio Cardone (ex Spinetta, Fito Páez, IKV, entre muchas de sus participaciones).
Jota Morelli, músico de impresionante curriculum, que aparece como baterista invitado en todos los temas, tiene una brillante performance en Swing Billy!, y forma una base efectiva con los dos bajistas que participaron de las grabaciones: Lautaro Bobbio y Hernán Segret, a la que debemos sumar la percusión de Nano Reartes. 

Con la banda que habitualmente acompaña a Ingaramo sobresalen los momentos titulados Películas, Euforia Groove, y dos de las joyitas del disco, Un beso de invierno y Mi hogar.
La ficha técnica acusa a un José Ingaramo hiperactivo que además de firmar todas las composiciones, arreglar y co-producir junto a su papá Juan Carlos; tocó piano acústico, órgano Hammond/Leslie, piano Rhodes, Wurlitzer, Clavinet y guitarras eléctricas rítmicas, leads y solos, excepto en los ya mencionados.
Mezcla y mastering de José Ingaramo y Esteban Cavoti para Studio 34 (Córdoba). Post producción de Jorge Sobrino para Melopea, Estudios del Nuevo Mundo (Buenos Aires).
En resumidas cuentas un disco que abre un horizonte muy promisorio para este nuevo representante musical de la dinastía Ingaramo.

Presentación en Córdoba. José Ingaramo presentará en Córdoba su primer disco solista José Francisco Ingaramo Vol. 1  el próximo jueves 2 de agosto desde las 20.30 hs. en la Sala Auditorium Luis Gagliano (Jujuy 27 - Córdoba). La entrada será libre y gratuita.

lunes, 23 de julio de 2018

Sinfónicos, de Gardel a Piazzolla

Osvaldo Piro y Omar Mollo
La edición 35 de la mayor fiesta tanguera del país será recordada por llevar a su máxima expresión la fusión en el tango. Además: Ardit y Habiague concretaron sendos proyectos sinfónicos. Aquí la crónica.

LA FALDA TANGO 2018

Por Néstor Pousa

La primera emoción fuerte de la reciente edición del Festival La Falda Tango que finalizó el pasado domingo, ocurrió a poco de comenzar la primera gala. Fue con el debut en el escenario Carlos Gardel de la Orquesta Escuela Municipal de Tango de La Falda, un proyecto impulsado por Mauricio Martínez en carácter de director y arreglador, y auspiciado por las áreas de Turismo y Cultura municipal. Martínez, quien además es guitarrista de Contramano Trío, abrió una convocatoria hace un año y medio a la que respondieron 19 músicos, no profesionales en su mayoría, los que hoy integran esta agrupación dedicada al rescate de los diferentes estilos del tango. “Hoy se plantó una semilla”, aseguraba a quien quisiera oír, Daniel Simmons, cantor invitado que se sumó a la orquesta para interpretar con su personal estilo el tango Uno. Pero había reservada una sorpresa, un homenaje a Osvaldo Piro (Martínez es copista de las partituras del maestro) de quién interpretaron su clásico Octubre. Al finalizar Piro (presente entre el público) y el joven director se fundieron en un abrazo sobre el escenario. Ese cierre y ese gesto pusieron muy alta la vara de la emoción y el compromiso con lo artístico en una edición a la que aún le faltaba mucho camino por recorrer.
Entre lo más destacado que dejó esa jornada habría que mencionar la participación de Marcelo Santos y su grupo. El cordobés fue también la cara visible y convocante de la primera peña oficial que tuvo el festival en los últimos tiempos, un emprendimiento ubicado en pleno centro de la ciudad.
Córdoba no se achica ante la supremacía tanguera que ejerce el puerto, y ahí está la Orquesta Provincial de Música Ciudadana para confirmarlo. Con la dirección de Damián Torres y sus renovados arreglos rindieron tributo a hitos centenarios del tango, composiciones escritas en 1918 y efemérides ocurridas en ese año.

Orquesta Escuela Municipal de Tango de La Falda
El cantor Jorge Vázquez logró lo que nadie, según el Maestro de Ceremonias inamovible Silvio Soldán, ganó un certamen en la televisión cantando un tango, género que, para Soldán, hoy está casi proscripto en la tv abierta. Desde entonces Vázquez inició una carrera que lo trajo por segunda vez a La Falda, esta vez integrando Tres en  Clave junto a Esteban Morgado en guitarra y Nicolás Perrone en bandoneón.
Rodrigo de la Serna fue la selfie más buscada de esta edición. El actor y cantante encabeza desde hace 15 años el grupo El Yotivenco, un cuarteto de tres guitarras y un guitarrón, especie de cruzados dispuestos a rescatar del olvido y la indiferencia de los medios los estilos criollos, haciendo base en la milonga surera o campera y en su versión ciudadana, forma que floreció en los conventillos (al vesre: yotivencos) de Buenos Aires a principios del siglo pasado. La propuesta es muy atractiva. Se inspira en las monumentales figuras de Edmundo Rivero y Alfredo Zitarrosa como máximos referentes de las dos orillas de la cultura rioplatense y todo un mundo simbólico representado por un arsenal de milongas épicas: De mis amores, Del conventillo, Pucherito de gallina, Milonga lunfarda, Pal que se va y Tirate un lance. No hay dudas que la performance cuenta con el plus del carisma de Rodrigo de la Serna que sobreactúa su personaje en escena, estimulado por una platea exultante que festeja hasta la exageración cada gesto del popular actor. Idéntico efecto que provocó a su paso por el back stage y sala de prensa.
Rodrigo de la Serna & El Yotivenco
Elena Roger, esta vez sin el amparo musical de Escalandrum pero con el acompañamiento del pianista de ese sexteto, Nicolás Guerschberg, realizó un recorrido efectivo por un repertorio que va de Gardel a Piazzolla más otros agregados. La cantante se mostró muy conmovida por la presentación que de ella hizo Silvio Soldán y su analogía con Edith Piaf.
A propósito de Soldán, como animador es indiscutido y sabe estirar con solvencia cada vez que los tiempos de escenario lo requieren, pero cometió pifies memorables (tal vez inducido por un guion erróneo) y sus permanentes flirteos con su compañera de rubro se tornaron incómodos por lo repetidos y previsibles.

Locos y corruptos. La función del sábado asomó con una tempranera aparición del Contramano Trío. La agrupación que integran: Mauricio Martínez en guitarra, Rodrigo Della Vedova en piano y Jeremías Cassi en bajo eléctrico, siempre propone novedades. Esta vez invitaron a su set a la primera violinista Valeria Martín (Osvaldo Piro y Orquesta Provincial) para sumarse a una intensa versión de A fuego lento de Horacio Salgan, un compositor que es máximo referente del trío.
La programación artística de esta edición alcanzaría el súmmum de la fusión del tango con otros ritmos, como para que la figura de Gardel que tutela el ingreso al auditorio salga corriendo con dirección desconocida ¿A quién se le ocurriría mezclar Billy Jean de Michael Jackson con El Choclo de Villoldo? A Tango Loco se le ocurrió y Daniel García, tecladista que comanda el quinteto, se atajaba argumentando que “La música es una sola”, y para redoblar la apuesta unía a Gloria Gaynor con Mariano Mores, con la voz invitada de Laura González.
Si al fanático de Pugliese le pareció desmesurada la propuesta rockera de Tango Loco es porque todavía no había escuchado Tango Corrupto. El concepto es similar: pasar a ritmo de 2x4 algunos hits añejos y de actualidad de La Mona Gimenez, Xuxa, Rafaella Carrá, Gilda, Ráfaga, Luis Fonzi, Maluma y Gaby, Fofó y Miliky. Hay que remarcar que detrás del éxito de taquilla que esta propuesta alcanzó, hay un productor de reconocida trayectoria en el medio como Gustavo Ferreri.
Con Un siglo en flor la cosa empezó a retomar los carriles tangueros. Nicolás Perrone tuvo la idea y convocó a Lito Vitale que junto a Julia Zenko y el Negro Falótico formaron un seleccionado de lujo para realzar la figura centenaria de Homero Expósito, autor del célebre Naranjo en flor, uno de los temas más interpretados en cualquier reunión tanguera que se precie.
Osvaldo Piro afirma haber encontrado en La Falda su lugar en el mundo (hace algunos años que está radicado en esta ciudad) y en el festival es figura histórica y sobresaliente. Bajo su batuta y a sus 81 años, lo que genera Piro y su orquesta de músicos cordobeses es el tango del futuro, una música atemporal y de alto vuelo. Como adelanto de su próximo disco estrenó el instrumental Plenilunio, “Las noches de luna llena me inspiran y dan suerte”, dijo.
Ricardo El Chiqui Pereyra regresó al festival, luego de 13 años de ausencias que lleva bien contabilizadas, para desparramar su estilo canchero de provinciano mudado a Buenos Aires. El rionegrino con su particular registro de barítono bajo, fue el único que se animó a cruzarse en un mano a mano dialéctico con Soldán, al cabo su descubridor hace 40 años. 
El cierre del sábado estuvo reservado para Carlos Habiague que por fin se dio el gusto de mostrar su formato sinfónico junto a la Camerata Académica de Córdoba. En un show larga duración repasó buena parte de su ecléctico repertorio, que no sólo incluye tango, y tuvo de invitados especiales a su hermana Alejandra y a la pequeña Luly Gale. Una característica fue que interactuó permanentemente con la platea bajando a cantar y bailar. El público mostró pulgares arriba a esta nueva incursión del faldense.

El fenómeno Mollo. El domingo, día de solistas, Rodolfo Tulián sostuvo su record de artista de la primera hora del ciclo. La Orquesta Típica Ciriaco con la voz de Gustavo Visentin ofrecieron un minucioso homenaje a Aníbal Pichuco Troilo. El bandoneonista Carlos Buono acompañó a Guillermo Galvé en su debut absoluto en el festival, una materia pendiente en su extensa carrera profesional. Para Lisette, en cambio, esta fue la octava vez desde que asombró con apenas 11 años. “Un día más, un año más”, entonó casi en forma alegórica con las primeras estrofas de Mimí Pinzón. Luego, en un necesario giro hacia un nuevo repertorio, sorprendió con una versión tanguera de La Balsa, el primer hit del rock nacional, y se paseó con gracia al ritmo de Amándote del uruguayo Jaime Roos. Y hasta presentó un nuevo tema propio, Paraíso al 900. Todo eso en escasos 30 minutos.     
Contramano Trío
En este formato de actuaciones compact, cortitas y al pie, se produjo el regreso a este escenario, tras algunos años de ausencia, de un viejo conocido del festival: Omar Mollo. Su actual residencia casi permanente en Amsterdam y sus giras por el viejo continente fueron, en parte, las que motivaron estos desencuentros que Omar supo saldar con creces la noche del domingo en el pre-cierre de esta edición. Su estilo avasallante no necesita de extensos parlamentos y así puede meter una decena de clásicos de todos los tiempos: Tarde, Garúa, Afiches, Bailarín, Melodía de arrabal (a dúo con la primera fila), Grisel. Además, nuevamente elegido por Osvaldo Piro como cantante invitado de su orquesta. El que no conocía a Mollo, ahora pudo saber de qué se trata el fenómeno.  

Para el final quedó Ariel Ardit con su homenaje sinfónico a Carlos Gardel junto a la Orquesta Académica Juvenil del Teatro del Libertador dirigida por Hadrián Ávila Arzuza, un modelo probado en grandes escenarios al que solo le faltaba La Falda. Un espectáculo suntuoso, pleno de matices, réplica del que fuera registrado en disco por el cantor cordobés junto a la Sinfónica de Medellín en concierto realizado en 2015 en el mismísimo Aeropuerto Olaya Herrera, escena del trágico accidente que se llevó la vida de Gardel. Un conmovedor homenaje a la obra gardeliana que el público de La Falda supo recibir en el más absoluto y respetuoso silencio.

Fotos: Gabriel Hamie - Cubo Media

martes, 12 de junio de 2018

Claudio Gabis: “El rock era una cosa maldita”

El ex guitarrista de Manal y La Pesada del Rock, pionero del blues y el rock en castellano, está celebrando 50 años de carrera con una gira nacional que lo depositó en Cosquín.

EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

Si alguien que no lo conoce se lo cruza por la calle, difícilmente pueda imaginar que ese hombre pertenece a la elite de músicos que hace 50 años fundaron rock en castellano en Argentina. Su aspecto de hombre común con ropa de calle, camisa a cuadros, campera de polar gris, haría difícil suponer para algún distraído, que se trata de Claudio Gabis, miembro fundador de Manal e integrante de La Pesada del Rock & Roll, y como guitarrista de blues, uno de los mejores rankeados de nuestro país.
Pero cualquier incógnita se despeja cuando se cuelga su inseparable Gibson 335, la viola que habitualmente usa, y le empieza extraer los sonidos del Blues de un corazón destrozado. Es la segunda fecha de su mini-gira cordobesa, la que forma parte de una gira más amplia y de carácter nacional para celebrar sus 50 años de carrera. Lo acompaña una banda de músicos formada ad hoc por Esteban Kabalin, mentor de esta y todas las recientes giras de Gabis por Córdoba y quien, además, se encargará de la parte vocal.
Es viernes a la noche en La Encrucijada, el pub de Cosquín al que se accede por el camino al Pan de Azúcar, y si no fuera por Fredy Mustafá, propietario del lugar y fan del rock, una fecha como esta no tendría lugar en Punilla. Mucho menos en junio. Por eso hay que reconocer el riesgo que toman los responsables del lugar en programar un show de estas características, pero por muchas razones imperdible.
Las características físicas del lugar permiten la cercanía con el músico que promete una noche de mucha música complementada con anécdotas y “algunos chismes” (sic) del rock nacional. Como ya sabemos se trata de uno de los pilares del rock, que en 1968 fundó Manal junto a Javier Martínez y Alejandro Medina, y sin dudas tiene mucho para contar.
Ese primer tema fue el único instrumental de la lista, antes que se sume Kabalin en la voz a la banda que completan Fernando Coco Yanello en batería (integrante de Pésame, al igual que el cantante), Gustavo Giannini en bajo y Maxi Cervetti en los teclados.
La lista sigue con Bajando a Buenos Aires, una composición propia, de 1973, de cuando ya se había mudado a Buzios, en Brasil. “Me fui porque en esa época el país andaba mal”, dice, haciendo un deliberado silencio que provoca las primeras risas y comentarios de la privilegiada platea. 

“Cuando empezamos a cantar rock y blues en castellano decían que era una cosa mersa, berreta". Y agrega: "El rock aquí era considerado una cosa maldita, no nos quería nadie”

Luego de la temprana separación de Manal y de su viaje a Brasil, Gabis se incorpora a La Pesada del Rock, esa experiencia musical de puertas abiertas que comandaba Billy Bond por donde pasaron la mayoría de los músicos de la primera fase del rock local. Con ellos Claudio grabó varias colaboraciones en discos fundamentales y dos álbumes propios, a ese momento pertenece el monumental Blues de un domingo lluvioso que repasó esa noche.
De su relación con Los Gatos de Litto Nebbia, banda iniciática del movimiento beat en Argentina, versionaron uno de sus temas más rockeros, Rock de la mujer perdida.
Y de su estrecha y temprana amistad con Norberto “Pappo” Napolitano recordaron Desconfío, un blues compuesto al piano por el Carpo al cual juntos le pusieron un título que nada tiene que ver con su letra.
“Con Pappo nos poníamos a tocar la guitarra en una piecita hasta que su mamá nos llamaba a tomar la leche. Quiero que sepan que el Nesquik fue la droga que estimuló el nacimiento del rock en Argentina”, revela, mientras bebe pequeños sorbos de whisky de un vaso que le custodian los músicos.
Gabis no para de narrar historias que nos introducen a cada nuevo tema, como la que inspiró una de las, opina, más bellas canciones escritas por Javier Martínez, Una casa con diez pinos. Luego contará que en 1985 regresó al país por un breve lapso de tiempo, hasta que en 1989 se mudó definitivamente a Madrid (“El país no andaba bien”, insiste) donde prosiguió su camino como músico y docente, lugar que es su actual residencia desde hace 29 años, aunque regularmente vuelva para tocar.  De esa época extraerá dos números: Malas condiciones, con fuerte lírica, y Mudanzas 1989, un gran tema que será el preludio de un final reservado exclusivamente a las composiciones de Manal que no necesitan presentación, No pibe (“Queríamos cambiar el mundo”), Avellaneda blues y Jugo de tomate.
Imposible terminar la noche sin dos bises calientes como Esto se acaba aquí y Boogie de Claudio en los cuales sacará a relucir una vez más sus dotes intactas de notable y versátil guitarrista.

Lugar: La Encrucijada del Supaj-Ñu ñu (Cosquín)
Fecha: 08/06/2018

martes, 5 de junio de 2018

Charly enciende la máquina

Cómo es “Random” el disco de Charly García que arrasó con seis categorías en la reciente entrega de los Premios Gardel. Es el primero en siete años y aparece luego de un largo período de recuperación. Aquí lo repasamos.

DISCOS

Por Néstor Pousa

“Decían que estaba acabado, que ya no podía componer más”, disparaba Charly García desde el escenario del Teatro Gran Rex en un momento de su show con entradas agotadas del pasado 30 de abril.
Un año atrás, el astro nos sorprendía con la aparición de Random, su nuevo disco de estudio publicado a siete años de su antecesor, el controvertido Kill Gil.
Random, que contiene diez nuevas canciones firmadas por el ídolo, acaba de arrasar con 6 de las 7 nominaciones en las que había sido ternado en la reciente entrega de Premios Gardel que todos los años asigna CAPIF, entre ellas la estatuilla de oro al álbum del año, nada menos, midiéndose con dos tanques de la industria como son Luciano Pereyra y Axel.
Para muchos Charly es como una usina a medio desmantelar, un alma transportada por un cuerpo material disminuido en sus posibilidades físicas y de desplazamiento. Sin embargo en Random las nuevas canciones demuestran destellos de su reconocida lucidez.
La nueva placa inicia con La máquina de ser feliz, una canción de apariencia inocente a la que nos introduce el Nocturno op. 9 no.2 de Federico Chopin. Este comienzo deliberadamente romanticista nos recuerda los inicios de pianista clásico de un Charly niño que aquí juega con la idea de un artefacto de felicidad digital. El tema fue el primer adelanto de este nuevo trabajo.
En Ella es tan Kubrick manifiesta su pasión cinematográfica en un rockanrolito que habla de un personaje real o imaginario con guiños a Fabi Cantilo.   
Primavera fantasea sobre la eterna juventud, su permanente renacer y aporta una estrofa categórica: Ahora que estoy rehabilitado / Saldré de gira y otra vez / Me encerrarán cuando se acabe / Y roben lo que yo gané.  Es el Charly irónico ser, en su máxima expresión, quien nos habla.

En Rivalidad se rebela contra sus vecinas de edificio. La letra contiene una de las tantas referencias a su obra previa en la que el compositor permanentemente se retro-alimenta. Otro es uno de los números más fuertes en música y letra (Yo quería ser fascista / Pero no me fue bien, asegura).
Lluvia es el segundo corte y video clip de difusión de este trabajo, y en ambas interpretaciones (audio y visual) cuenta con el apoyo de Rosario Ortega, hija de su amigo Palito y voz secundaria de su actual banda.
A Believe con letra totalmente en inglés le sucede Amigos de Dios, una mirada ácida sobre los predicadores “televangelistas” (Son brasileros o de otro país) y sus milagros inesperados (El cojo avanza,  el mudo tiene voz), en una letra desafiante en la que hasta Tinelli cae en la volteada.
En Random convergen todas las influencias de García, como Phil Spector en el tema homónimo (Spector). Así en Mundo B, un muy buen tema de cierre, una letra intrincada y oscura remata en títulos Beatles como I wanna hold your hand y She loves you, yeah, yeah, yeah. Y tras esto el final.
Para este, su decimotercer álbum solista de estudio, el ex Sui Generis estuvo acompañado por parte del personal que integra su banda, no obstante se hizo cargo de casi todos los instrumentos (pianos, teclados, guitarras eléctricas y acústicas, bajos, Ipads, batería electrónica, samplers, loops, programaciones y voces). Compuso la totalidad de los temas. Y se encargó de los dibujos, el arte y el diseño de tapa. Nada mal para alguien que según decían estaba acabado.

Charly es Gardel

Random se alzó con seis de las siete categorías en las que había sido nominado para la edición 2018 de los Premios Gardel que anualmente entrega CAPIF.
Durante toda la ceremonia Charly se mantuvo a resguardo y alejado de la mirada del público y de sus pares, esperando que llegara el momento indicado. Antes, los músicos de su banda habían alzado en su nombre las estatuillas plateadas por: Mejor álbum artista masculino de rock, Mejor video clip (Lluvia), Ingeniería de grabación, Mejor diseño de portada y Producción del año.
Faltaba el más importante, el Álbum del año, que es lo mismo que decir Gardel de Oro. Recién entonces el músico emergió de camarines en el elegante CCK acompañado de su incondicional amigo Palito Ortega para recibir y dedicar este nuevo premio, que ya había conseguido sucesivamente en 2002 y 2003, a la memoria de: Carlos Gardel, María Gabriela Epumer, el Flaco Spinetta, el Negro García López, Prince y Cerati. 

jueves, 24 de mayo de 2018

Divididos: tres décadas al palo

Divididos en La Falda (Foto: Flor Piai)
La banda de Ricardo Mollo y Diego Arnedo está cumpliendo 30 años y en agosto lo celebran en La Falda, una de las plazas que los consagró. Aquí un repaso por su historia y su relación con esta ciudad.

GIRA 30 AÑOS

Por Néstor Pousa

Tras la muerte de Luca Prodan, ocurrida el 22 de diciembre de 1987, Sumo se quedó sin posibilidades de sobrevida. Si bien una banda es la suma de sus partes, el indudable liderazgo e influencia que Luca ejercía en el resto hicieron imposible la continuación del proyecto sin él.  Sus compañeros le rindieron homenaje tocando juntos por última vez en el Festival Chateau Rock de Córdoba en marzo de 1988, para luego dispersarse y seguir sus carreras en distintas direcciones. Ricardo Mollo y Diego Arnedo formarían Divididos; al tiempo que Germán Daffunchio y Alberto “Superman” Troglio junto a Alejandro Sokol, un ex Sumo de la primera formación, harían lo propio con Las Pelotas. Roberto Pettinato en tanto se radicaría en España para formar Pachuco Cadáver. 
La relación de los músicos con Córdoba se dio desde la mismísima génesis de Sumo. Siempre se señala a Nono, localidad de Traslasierra, como el bunker creativo y lugar en el mundo durante los primeros años.
Fueron memorables las presentaciones en el Chateau Rock en 1987 y el ya mencionado homenaje de 1988. Es por eso que no sorprende que las actuaciones consagratorias de Divididos y Las Pelotas, más significativo en el caso de los primeros, hayan ocurrido en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda. Esto pasaba durante el verano de 1992, cuando Mario Luna, creador del trascendental ciclo que luego mutaría su nombre por el de La Falda Rock, programaba en una misma cartelera a las dos bandas edificadas sobre los escombros de Sumo.
Divididos llegaba en ese año a La Falda precedido por una bien ganada fama de banda que te aplanaba con su sonido y presentaban como prueba irrefutable de ello su segundo disco titulado Acariciando lo áspero (1991). Habían debutado en junio de 1988 con Gustavo Collado en la batería con quien un año después lanzan 40 dibujos ahí en el piso, pero para el estreno faldense Collado ya había abandonado el trío dejando su lugar a Federico Gil Solá con quien Ricardo Mollo (guitarra y voz) y Diego Arnedo (bajo y voz) le darían el acabado final al sonido de power trío que proyectaban y que ante el público de La Falda pudieron documentar fehacientemente con una performance arrolladora y sorprendente. De esa forma se ganarían con justicia el mote de aplanadora del rock.

Así fueron edificando una carrera sin precedentes en la escena nacional, acumulando un repertorio tan sólido como su estilo y una seguidilla de discos fundamentales como: La era de la boludez (1993), Otroletravaladna (1995), Gol de mujer (1998), Narigón del siglo (2000) y Vengo del placard de otro (2002). Luego de este, deberíamos esperar ocho años para que viera la luz la que tal vez sea su obra más lograda: Amapola del 66, con el que obtendrían el Premio Gardel de Oro a la música. Tal vez para una banda exitosa ocho años entre un disco y otro sea demasiado tiempo, pero los Divididos habían alcanzado un estado de gracia tal que les permitía emprender cada acción desentendiéndose de la histeria propia de los intereses de la industria.
En ese camino también habían dejado como hitos un puñado de discos en vivo que exponen el terreno donde son más eficaces, el escenario.
En ese devenir se habían sucedido los sucesivos cambios de bateristas, Gil Solá dejó su lugar a Jorge Araujo (período 1995-2004), y este a Catriel Ciavarella (desde 2004 hasta el presente). Mientras que el inquebrantable doble liderazgo de Mollo-Arnedo persiste inamovible.
Con esta formación hace apenas dos años regresaron a La Falda, esa vez para un show propio (ya no es tan habitual ver su nombre en grillas de festivales) en el Anfiteatro Municipal, el 26 de marzo de 2016. Fue un regreso con algo de nostalgia y con cuentas pendientes por saldar, como la de la tristemente célebre edición La Falda Rock ’87, el año en que Sumo, entre otros, no pudo concretar su actuación por la suspensión del festival.
Pero el 2018 será un año de celebración para Divididos que está cumpliendo 30 años de trayectoria. La publicación en Facebook nos anotició, con algo de sorpresa, que La Falda está anotada como una de las escalas de la gira que conmemora esa efemérides de número redondo. La fecha será el sábado 25 de agosto. El lugar no puede ser otro que el Anfiteatro Municipal, un espacio de referencia cuando hablamos de los más importantes eventos musicales de La Falda y zona. La cita se presume impostergable.


La Falda Rock ¿sí o no?

Anfiteatro Municipal LF (Foto: Eze Giardelli)
A finales del año pasado nos desayunábamos con la novedad que el renovado Festival La Falda Rock movería su fecha de Semana Santa, polémica mediante, al fin de semana largo del 25 de Mayo. Un par de meses después, desde la secretaría de turismo y dirección de cultura faldense confirmaban un nuevo traslado de la fecha, a pedido del productor, al mes de agosto. Es por eso que sorprendió la programación de Divididos para el sábado 25 de ese mismo mes, primicia que se conoció a través de redes sociales.
Consultados por este medio, tanto desde la productora privada XL Abasto, como desde el ámbito municipal, la respuesta fue coincidente: no está descartada la realización de La Falda Rock en su edición 2018, se está evaluando hacerlo en una fecha posterior y muy cercana al show de Divididos. Desde ambos espacios, privado y público, está trabajando en ello, pero nada está definido por el momento.
Habrá que seguir esperando entonces para ver cuál será la suerte del ciclo en esta, su tercera reencarnación.

lunes, 30 de abril de 2018

Charly García y sus ángeles

“Los Ángeles de Charly” es una colección de fotografías que espían en la vida del músico argentino, realizadas por Andy Cherniavsky, Hilda Lizarazu y Nora Lezano. La muestra se pudo visitar en 220 Cultura Contemporánea de Córdoba.

Por Néstor Pousa

Charly García y sus ángeles mantienen una relación profesional y personal muy estrecha que se puede cuantificar en décadas. Con Andrea “Andy” Cherniavsky se conocieron a mediados de los años 70. Fueron casi familia, ya que ella fue la novia en la secundaria de Daniel García Moreno, hermano del astro.
A Hilda Lizarazu tomó contacto en el amanecer de los años 80. Ella, estaba recién llegada de Nueva York y empezaba a frecuentar el mundillo del rock como reportera gráfica en revistas de primera línea. Él, se le acercó en el medio de un evento de la noche porteña para elogiar su trabajo ante la sorpresa de la fotógrafa que lejos estaba de imaginar que en un futuro no tan lejano integraría una de las bandas más recordadas del García solista, Los Enfermeros. Tampoco sospechaba Hilda su posterior protagonismo en el firmamento de la música nacional, sea con su banda Man Ray (junto a Tito Losavio) o su presente solista.
Con Nora Lezano el vínculo empezó en 1997, durante la presentación a la prensa de Alta Fidelidad, aquel disco que germinó como fruto de la admiración incondicional entre Mercedes Sosa y Charly. Este tuvo como un flechazo con la joven fotógrafa que lo veneraba como un ídolo. Fue así que la empezó a convocar para sus producciones fotográficas.
Ellas tres documentaron en imágenes la mayor parte de lo que fue el rock argentino desde los convulsionados ochentas a la fecha. Aunque Hilda, como ya dijimos, en un momento cambió definitivamente la cámara por el micrófono.
Es por eso que no debería sorprender cuando fueron convocadas para una muestra en homenaje a quien es considerado como uno de los músicos más influyentes de la escena nacional. Una exposición de fotografías potenciada por el Ministerio de Cultura de la Nación en línea con los 50 Años de Rock Argentino, con la curaduría de Elio Kapszuk, y la idea y producción de Marcelo Panozzo, Marcelo Fernández Bitar y Juanjo Carmona. Una muestra que recopila cerca de 200 imágenes, en su mayoría inéditas, con autoría de Andrea Cherniavsky, Hilda Lizarazu y Nora Lezano, quienes abrieron sus archivos especialmente para este proyecto.  

Lezano, Cherniavsky & Lizarazu
De la muy cercana y casi celestial relación del músico con las tres fotógrafas surgió el título de la muestra: Los Ángeles de Charly, que fue inaugurada en julio/agosto del año pasado en el Palacio Nacional de las Artes de Buenos Aires.
En una segunda etapa y rompiendo con el clásico ombliguismo del puerto, la colección comenzó un derrotero itinerante por las principales ciudades del país. Viedma. Mendoza, Rosario y Córdoba (durante marzo y abril en 220 Cultura Contemporánea - Costanera y Mendoza) fueron las primeras plazas que la colección empezó a recorrer durante los pasados meses. Así el público de todo el país podrá espiar en la vida de uno de los máximos autores de la música contemporánea, su carrera, sus giras, sus conciertos, momentos de la vida cotidiana y doméstica retratados en imágenes de alta calidad artística. Exhibidas en una galería de imágenes que no respeta un orden cronológico, sino dispuestas en modo random (aleatorio) para sorprenderse con el mejor Charly de los años ochenta y el Charly desbordado y espectral de los 90. El que hizo de su vida un escenario perpetuo y de su casa, el ya célebre departamento en el 7º piso de Coronel Díaz y Santa Fe en el popular barrio de Palermo, su bunker preferido donde se gestaron algunas de sus obras más recordadas.
Charly tiene una enorme empatía con la lente de la cámara y eso bien supieron capitalizarlo, en distintos momentos de su vida, Hilda Lizarazu, Nora Lezano y Andy Cherniavsky. Al respecto, está ultima manifestó: Es esta cosa que creo que tenemos las tres, y que convive mucho en la muestra, de robarle fotos a una persona que tiene una energía desbordante y que todo lo que hace es fotografiable. Eso es maravilloso”.

Charly en el Edén. Hay algo que tal vez sorprenda al ocasional visitante que recorre la muestra y es una serie de imágenes del músico posando en distintos salones del Edén Hotel de La Falda.  La más imponente es una gigantografía transparente que lo muestra a Charly semi inclinado en el hall de entrada del centenario edificio. Hay otra, titulada Desarma y sangra, en la que se lo ve tocando un piano de cola desvencijado (según expresa el rótulo). En una tercera está solo contra un muro (Rasguña las piedras) y la cuarta asomado a una ventana, acompañado por Fito Páez y Fabiana Cantilo. Según la visión y memoria emotiva de Hilda Lizarazu, esta última foto refleja: “La hermosa unidad fraterna y musical de los tres, recorriendo diferentes salones abandonados de este hotel que era algo así como fantasmagórico en ese momento. Y yo como una ardilla los perseguía y les sacaba fotos”.
Si bien las cuatro tomas están fechadas en 1985 parece inexacto el dato. Charly no anduvo por La Falda en ese año, en cambio sí lo hizo en las temporadas 80, 82, 83, 86 y 87 (el año correcto de la sesión de fotos) dejando un saldo de conciertos memorables, algún que otro escándalo y una infinidad de anécdotas desopilantes.
Los créditos de esta serie, que bien podríamos denominar como Charly en el Edén, pertenecen a Hilda quien por esos años solía asistir como foto-reportera al legendario Festival de Rock que se realizó durante la década del 80, que fue un hito indiscutido de la música nacional y que dejó legados de la trascendencia de este que hoy nos ocupa.-



sábado, 21 de abril de 2018

Mersey Mustards: el mundo necesita canciones

Comentario de “Cinco días”, el nuevo trabajo discográfico de la banda cordobesa Mersey Mustards realizado con la colaboración directa de Litto Nebbia.

NOVEDADES

Por Néstor Pousa

Dentro de la inabarcable paleta de colores y texturas que habitan la escena musical cordobesa se encuentran Los Mersey Mustards, defensores del más puro estilo mersey beat, al que deben su nombre, el que se completa con la expresión inglesa mustard (mostaza) en un juego de palabras que alude al apellido de uno de sus integrantes y fundadores. Ellos terminan de editar Cinco días y es justamente Luis Mostaza, que de él se trata, quien nos cuenta de este nuevo disco y resume la historia del grupo: “La banda existe desde 1994 con el nombre Sorry for the Music, hasta que en julio de 2009, una noche en Agua de Oro, le entregamos un demo con tres canciones a Litto Nebbia, de quién somos fanáticos desde nuestra más tierna infancia -acepta Luis- a través de un amigo en común llamado Augusto Troncoso. Fue así que Litto me pide mi mail y promete escucharlo. Inmediatamente al otro día me escribe diciendo Me encantó, no suenan a ninguno de los referentes del rock argentino, me suena a rock inglés de los 60’s”.
“Luego de muchos mails y encuentros personales, Litto decidió producir el primer disco y desde entonces existe un vínculo permanente de idas y vueltas musicales que enriqueció definitivamente a la banda, a la que él mismo bautizó como Los Mersey Mustards”, revela Mostaza.
Los MM están compuestos por: Taufí Flores (batería), Andrés Bertona (bajo), Leonardo Cabo (voz principal) y Luis Mostaza (guitarra), y tienen un miembro “itinerante” (según define el guitarrista) que es Carlos Sada (guitarra y voces), quien además lidera su propia banda, Sullivan.
Registraron a la fecha cuatro discos: Paraíso (2010), el que contiene las tres canciones de aquel primer demo entregado a Nebbia: A Los que sufren por amor, Cuento de Hadas y Manfrey.
Le sucedieron: Nunca me dejes (2012), Un nuevo amanecer (2014) y un DVD: Todo Continuará (2013), todos producidos por Nebbia y editados bajo el sello Melopea.



Flores, Mostaza, Cabo & Bertona
Cinco días, publicado en 2017, es el continuador de la saga y para su concreción no modificaron la fórmula: “Nuestro método de trabajo es simple -confirma- nosotros componemos y grabamos permanentemente (la banda casi no toca en vivo) y le vamos mandando el material a Litto, que opina y decide como un integrante más, pero además como productor. Luego de seleccionar las canciones, grabamos las bases definitivas en nuestra sala de ensayo en Córdoba y él graba sus participaciones vocales, teclados y guitarras en Nuevo Mundo, su estudio porteño, con su ingeniero histórico Mario Sobrino al frente de la consola. La hoja de ruta culmina con el viaje de los MM a la factoría de Nebbia para grabar el resto. Esta última etapa se extendió durante “cinco días”, y fue eso lo que definió el nombre del disco.
Señales inaugura el flamante trabajo, una canción firmada por Leonardo Cabo (letra) y Luis Mostaza (música), un binomio compositivo que se repetirá muchas veces a lo largo del programa de ¡20 canciones! toda una marca para estos tiempos.
La lista de temas es muy pareja y abunda en reminiscencias del beat de los años 60’s (Beach Boys, Los Gatos, esa onda) con predominio de guitarras y teclados (Mellotrón, Hammond, Farfisa) en una muy cuidada estética vintage.
No obstante que en Ciego de fe (de Luis Mostaza) hay aires de la música country western, en el siguiente track, Salgo de ti, vuelven a la senda con una balada que recuerda a Los Beatles de Please, Please me.
Litto Nebbia aporta un tema de su firma, ¿Qué clase de amor tendrás?, un rescate de 1974 extraído del álbum Melopea.
La voz del padre del rock nacional aparece, inconfundible, en los coros de Puedo cantar, una bella canción con letra de Mostaza y música del propio Litto.
Promediando el disco aparece Tapar el sol con un riff de guitarra que lo identifica y un poco más adelante la bella Contar hasta diez sin respirar (de Leonardo Cabo).
Litto retoma su costumbre de ponerle letra a músicas de los hermanos Ingaramo. Aquí es el turno de Cuesta Blanca, un instrumental de Mingui Ingaramo de la época del Grupo Encuentro.
El estribillo de Isabel (pista 19) y su acorde final parecen el cierre ideal de un disco para volver a escuchar varias veces, pero aún nos queda el bis de Sube y baja.
Si el mundo necesita canciones, tal como sentencia el propio Nebbia a modo de prólogo en la lámina interna que acompaña el cd, los MM cumplen holgadamente con esa premisa: “Son 20 canciones... ¡y eso que él descartó otras 20!”, dispara Luis Mostaza con una carcajada.