jueves, 24 de mayo de 2018

Divididos: tres décadas al palo

Divididos en La Falda (Foto: Flor Piai)
La banda de Ricardo Mollo y Diego Arnedo está cumpliendo 30 años y en agosto lo celebran en La Falda, una de las plazas que los consagró. Aquí un repaso por su historia y su relación con esta ciudad.

GIRA 30 AÑOS

Por Néstor Pousa

Tras la muerte de Luca Prodan, ocurrida el 22 de diciembre de 1987, Sumo se quedó sin posibilidades de sobrevida. Si bien una banda es la suma de sus partes, el indudable liderazgo e influencia que Luca ejercía en el resto hicieron imposible la continuación del proyecto sin él.  Sus compañeros le rindieron homenaje tocando juntos por última vez en el Festival Chateau Rock de Córdoba en marzo de 1988, para luego dispersarse y seguir sus carreras en distintas direcciones. Ricardo Mollo y Diego Arnedo formarían Divididos; al tiempo que Germán Daffunchio y Alberto “Superman” Troglio junto a Alejandro Sokol, un ex Sumo de la primera formación, harían lo propio con Las Pelotas. Roberto Pettinato en tanto se radicaría en España para formar Pachuco Cadáver. 
La relación de los músicos con Córdoba se dio desde la mismísima génesis de Sumo. Siempre se señala a Nono, localidad de Traslasierra, como el bunker creativo y lugar en el mundo durante los primeros años.
Fueron memorables las presentaciones en el Chateau Rock en 1987 y el ya mencionado homenaje de 1988. Es por eso que no sorprende que las actuaciones consagratorias de Divididos y Las Pelotas, más significativo en el caso de los primeros, hayan ocurrido en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda. Esto pasaba durante el verano de 1992, cuando Mario Luna, creador del trascendental ciclo que luego mutaría su nombre por el de La Falda Rock, programaba en una misma cartelera a las dos bandas edificadas sobre los escombros de Sumo.
Divididos llegaba en ese año a La Falda precedido por una bien ganada fama de banda que te aplanaba con su sonido y presentaban como prueba irrefutable de ello su segundo disco titulado Acariciando lo áspero (1991). Habían debutado en junio de 1988 con Gustavo Collado en la batería con quien un año después lanzan 40 dibujos ahí en el piso, pero para el estreno faldense Collado ya había abandonado el trío dejando su lugar a Federico Gil Solá con quien Ricardo Mollo (guitarra y voz) y Diego Arnedo (bajo y voz) le darían el acabado final al sonido de power trío que proyectaban y que ante el público de La Falda pudieron documentar fehacientemente con una performance arrolladora y sorprendente. De esa forma se ganarían con justicia el mote de aplanadora del rock.

Así fueron edificando una carrera sin precedentes en la escena nacional, acumulando un repertorio tan sólido como su estilo y una seguidilla de discos fundamentales como: La era de la boludez (1993), Otroletravaladna (1995), Gol de mujer (1998), Narigón del siglo (2000) y Vengo del placard de otro (2002). Luego de este, deberíamos esperar ocho años para que viera la luz la que tal vez sea su obra más lograda: Amapola del 66, con el que obtendrían el Premio Gardel de Oro a la música. Tal vez para una banda exitosa ocho años entre un disco y otro sea demasiado tiempo, pero los Divididos habían alcanzado un estado de gracia tal que les permitía emprender cada acción desentendiéndose de la histeria propia de los intereses de la industria.
En ese camino también habían dejado como hitos un puñado de discos en vivo que exponen el terreno donde son más eficaces, el escenario.
En ese devenir se habían sucedido los sucesivos cambios de bateristas, Gil Solá dejó su lugar a Jorge Araujo (período 1995-2004), y este a Catriel Ciavarella (desde 2004 hasta el presente). Mientras que el inquebrantable doble liderazgo de Mollo-Arnedo persiste inamovible.
Con esta formación hace apenas dos años regresaron a La Falda, esa vez para un show propio (ya no es tan habitual ver su nombre en grillas de festivales) en el Anfiteatro Municipal, el 26 de marzo de 2016. Fue un regreso con algo de nostalgia y con cuentas pendientes por saldar, como la de la tristemente célebre edición La Falda Rock ’87, el año en que Sumo, entre otros, no pudo concretar su actuación por la suspensión del festival.
Pero el 2018 será un año de celebración para Divididos que está cumpliendo 30 años de trayectoria. La publicación en Facebook nos anotició, con algo de sorpresa, que La Falda está anotada como una de las escalas de la gira que conmemora esa efemérides de número redondo. La fecha será el sábado 25 de agosto. El lugar no puede ser otro que el Anfiteatro Municipal, un espacio de referencia cuando hablamos de los más importantes eventos musicales de La Falda y zona. La cita se presume impostergable.


La Falda Rock ¿sí o no?

Anfiteatro Municipal LF (Foto: Eze Giardelli)
A finales del año pasado nos desayunábamos con la novedad que el renovado Festival La Falda Rock movería su fecha de Semana Santa, polémica mediante, al fin de semana largo del 25 de Mayo. Un par de meses después, desde la secretaría de turismo y dirección de cultura faldense confirmaban un nuevo traslado de la fecha, a pedido del productor, al mes de agosto. Es por eso que sorprendió la programación de Divididos para el sábado 25 de ese mismo mes, primicia que se conoció a través de redes sociales.
Consultados por este medio, tanto desde la productora privada XL Abasto, como desde el ámbito municipal, la respuesta fue coincidente: no está descartada la realización de La Falda Rock en su edición 2018, se está evaluando hacerlo en una fecha posterior y muy cercana al show de Divididos. Desde ambos espacios, privado y público, está trabajando en ello, pero nada está definido por el momento.
Habrá que seguir esperando entonces para ver cuál será la suerte del ciclo en esta, su tercera reencarnación.

lunes, 30 de abril de 2018

Charly García y sus ángeles

“Los Ángeles de Charly” es una colección de fotografías que espían en la vida del músico argentino, realizadas por Andy Cherniavsky, Hilda Lizarazu y Nora Lezano. La muestra se pudo visitar en 220 Cultura Contemporánea de Córdoba.

Por Néstor Pousa

Charly García y sus ángeles mantienen una relación profesional y personal muy estrecha que se puede cuantificar en décadas. Con Andrea “Andy” Cherniavsky se conocieron a mediados de los años 70. Fueron casi familia, ya que ella fue la novia en la secundaria de Daniel García Moreno, hermano del astro.
A Hilda Lizarazu tomó contacto en el amanecer de los años 80. Ella, estaba recién llegada de Nueva York y empezaba a frecuentar el mundillo del rock como reportera gráfica en revistas de primera línea. Él, se le acercó en el medio de un evento de la noche porteña para elogiar su trabajo ante la sorpresa de la fotógrafa que lejos estaba de imaginar que en un futuro no tan lejano integraría una de las bandas más recordadas del García solista, Los Enfermeros. Tampoco sospechaba Hilda su posterior protagonismo en el firmamento de la música nacional, sea con su banda Man Ray (junto a Tito Losavio) o su presente solista.
Con Nora Lezano el vínculo empezó en 1997, durante la presentación a la prensa de Alta Fidelidad, aquel disco que germinó como fruto de la admiración incondicional entre Mercedes Sosa y Charly. Este tuvo como un flechazo con la joven fotógrafa que lo veneraba como un ídolo. Fue así que la empezó a convocar para sus producciones fotográficas.
Ellas tres documentaron en imágenes la mayor parte de lo que fue el rock argentino desde los convulsionados ochentas a la fecha. Aunque Hilda, como ya dijimos, en un momento cambió definitivamente la cámara por el micrófono.
Es por eso que no debería sorprender cuando fueron convocadas para una muestra en homenaje a quien es considerado como uno de los músicos más influyentes de la escena nacional. Una exposición de fotografías potenciada por el Ministerio de Cultura de la Nación en línea con los 50 Años de Rock Argentino, con la curaduría de Elio Kapszuk, y la idea y producción de Marcelo Panozzo, Marcelo Fernández Bitar y Juanjo Carmona. Una muestra que recopila cerca de 200 imágenes, en su mayoría inéditas, con autoría de Andrea Cherniavsky, Hilda Lizarazu y Nora Lezano, quienes abrieron sus archivos especialmente para este proyecto.  

Lezano, Cherniavsky & Lizarazu
De la muy cercana y casi celestial relación del músico con las tres fotógrafas surgió el título de la muestra: Los Ángeles de Charly, que fue inaugurada en julio/agosto del año pasado en el Palacio Nacional de las Artes de Buenos Aires.
En una segunda etapa y rompiendo con el clásico ombliguismo del puerto, la colección comenzó un derrotero itinerante por las principales ciudades del país. Viedma. Mendoza, Rosario y Córdoba (durante marzo y abril en 220 Cultura Contemporánea - Costanera y Mendoza) fueron las primeras plazas que la colección empezó a recorrer durante los pasados meses. Así el público de todo el país podrá espiar en la vida de uno de los máximos autores de la música contemporánea, su carrera, sus giras, sus conciertos, momentos de la vida cotidiana y doméstica retratados en imágenes de alta calidad artística. Exhibidas en una galería de imágenes que no respeta un orden cronológico, sino dispuestas en modo random (aleatorio) para sorprenderse con el mejor Charly de los años ochenta y el Charly desbordado y espectral de los 90. El que hizo de su vida un escenario perpetuo y de su casa, el ya célebre departamento en el 7º piso de Coronel Díaz y Santa Fe en el popular barrio de Palermo, su bunker preferido donde se gestaron algunas de sus obras más recordadas.
Charly tiene una enorme empatía con la lente de la cámara y eso bien supieron capitalizarlo, en distintos momentos de su vida, Hilda Lizarazu, Nora Lezano y Andy Cherniavsky. Al respecto, está ultima manifestó: Es esta cosa que creo que tenemos las tres, y que convive mucho en la muestra, de robarle fotos a una persona que tiene una energía desbordante y que todo lo que hace es fotografiable. Eso es maravilloso”.

Charly en el Edén. Hay algo que tal vez sorprenda al ocasional visitante que recorre la muestra y es una serie de imágenes del músico posando en distintos salones del Edén Hotel de La Falda.  La más imponente es una gigantografía transparente que lo muestra a Charly semi inclinado en el hall de entrada del centenario edificio. Hay otra, titulada Desarma y sangra, en la que se lo ve tocando un piano de cola desvencijado (según expresa el rótulo). En una tercera está solo contra un muro (Rasguña las piedras) y la cuarta asomado a una ventana, acompañado por Fito Páez y Fabiana Cantilo. Según la visión y memoria emotiva de Hilda Lizarazu, esta última foto refleja: “La hermosa unidad fraterna y musical de los tres, recorriendo diferentes salones abandonados de este hotel que era algo así como fantasmagórico en ese momento. Y yo como una ardilla los perseguía y les sacaba fotos”.
Si bien las cuatro tomas están fechadas en 1985 parece inexacto el dato. Charly no anduvo por La Falda en ese año, en cambio sí lo hizo en las temporadas 80, 82, 83, 86 y 87 (el año correcto de la sesión de fotos) dejando un saldo de conciertos memorables, algún que otro escándalo y una infinidad de anécdotas desopilantes.
Los créditos de esta serie, que bien podríamos denominar como Charly en el Edén, pertenecen a Hilda quien por esos años solía asistir como foto-reportera al legendario Festival de Rock que se realizó durante la década del 80, que fue un hito indiscutido de la música nacional y que dejó legados de la trascendencia de este que hoy nos ocupa.-



sábado, 21 de abril de 2018

Mersey Mustards: el mundo necesita canciones

Comentario de “Cinco días”, el nuevo trabajo discográfico de la banda cordobesa Mersey Mustards realizado con la colaboración directa de Litto Nebbia.

NOVEDADES

Por Néstor Pousa

Dentro de la inabarcable paleta de colores y texturas que habitan la escena musical cordobesa se encuentran Los Mersey Mustards, defensores del más puro estilo mersey beat, al que deben su nombre, el que se completa con la expresión inglesa mustard (mostaza) en un juego de palabras que alude al apellido de uno de sus integrantes y fundadores. Ellos terminan de editar Cinco días y es justamente Luis Mostaza, que de él se trata, quien nos cuenta de este nuevo disco y resume la historia del grupo: “La banda existe desde 1994 con el nombre Sorry for the Music, hasta que en julio de 2009, una noche en Agua de Oro, le entregamos un demo con tres canciones a Litto Nebbia, de quién somos fanáticos desde nuestra más tierna infancia -acepta Luis- a través de un amigo en común llamado Augusto Troncoso. Fue así que Litto me pide mi mail y promete escucharlo. Inmediatamente al otro día me escribe diciendo Me encantó, no suenan a ninguno de los referentes del rock argentino, me suena a rock inglés de los 60’s”.
“Luego de muchos mails y encuentros personales, Litto decidió producir el primer disco y desde entonces existe un vínculo permanente de idas y vueltas musicales que enriqueció definitivamente a la banda, a la que él mismo bautizó como Los Mersey Mustards”, revela Mostaza.
Los MM están compuestos por: Taufí Flores (batería), Andrés Bertona (bajo), Leonardo Cabo (voz principal) y Luis Mostaza (guitarra), y tienen un miembro “itinerante” (según define el guitarrista) que es Carlos Sada (guitarra y voces), quien además lidera su propia banda, Sullivan.
Registraron a la fecha cuatro discos: Paraíso (2010), el que contiene las tres canciones de aquel primer demo entregado a Nebbia: A Los que sufren por amor, Cuento de Hadas y Manfrey.
Le sucedieron: Nunca me dejes (2012), Un nuevo amanecer (2014) y un DVD: Todo Continuará (2013), todos producidos por Nebbia y editados bajo el sello Melopea.



Flores, Mostaza, Cabo & Bertona
Cinco días, publicado en 2017, es el continuador de la saga y para su concreción no modificaron la fórmula: “Nuestro método de trabajo es simple -confirma- nosotros componemos y grabamos permanentemente (la banda casi no toca en vivo) y le vamos mandando el material a Litto, que opina y decide como un integrante más, pero además como productor. Luego de seleccionar las canciones, grabamos las bases definitivas en nuestra sala de ensayo en Córdoba y él graba sus participaciones vocales, teclados y guitarras en Nuevo Mundo, su estudio porteño, con su ingeniero histórico Mario Sobrino al frente de la consola. La hoja de ruta culmina con el viaje de los MM a la factoría de Nebbia para grabar el resto. Esta última etapa se extendió durante “cinco días”, y fue eso lo que definió el nombre del disco.
Señales inaugura el flamante trabajo, una canción firmada por Leonardo Cabo (letra) y Luis Mostaza (música), un binomio compositivo que se repetirá muchas veces a lo largo del programa de ¡20 canciones! toda una marca para estos tiempos.
La lista de temas es muy pareja y abunda en reminiscencias del beat de los años 60’s (Beach Boys, Los Gatos, esa onda) con predominio de guitarras y teclados (Mellotrón, Hammond, Farfisa) en una muy cuidada estética vintage.
No obstante que en Ciego de fe (de Luis Mostaza) hay aires de la música country western, en el siguiente track, Salgo de ti, vuelven a la senda con una balada que recuerda a Los Beatles de Please, Please me.
Litto Nebbia aporta un tema de su firma, ¿Qué clase de amor tendrás?, un rescate de 1974 extraído del álbum Melopea.
La voz del padre del rock nacional aparece, inconfundible, en los coros de Puedo cantar, una bella canción con letra de Mostaza y música del propio Litto.
Promediando el disco aparece Tapar el sol con un riff de guitarra que lo identifica y un poco más adelante la bella Contar hasta diez sin respirar (de Leonardo Cabo).
Litto retoma su costumbre de ponerle letra a músicas de los hermanos Ingaramo. Aquí es el turno de Cuesta Blanca, un instrumental de Mingui Ingaramo de la época del Grupo Encuentro.
El estribillo de Isabel (pista 19) y su acorde final parecen el cierre ideal de un disco para volver a escuchar varias veces, pero aún nos queda el bis de Sube y baja.
Si el mundo necesita canciones, tal como sentencia el propio Nebbia a modo de prólogo en la lámina interna que acompaña el cd, los MM cumplen holgadamente con esa premisa: “Son 20 canciones... ¡y eso que él descartó otras 20!”, dispara Luis Mostaza con una carcajada.


jueves, 22 de marzo de 2018

The Pretenders: teloneros de lujo

La presencia de la banda liderada por Chrissie Hynde, como artista invitado, hizo que la visita de Phil Collins a Córdoba fuera doblemente irresistible. Enrico Barbizi, músico anfitrión.

Por Néstor Pousa

Cuando a finales del año pasado trascendía que esta nueva gira de Phil Collins prometía como teloneros a The Pretenders aventaba cualquier duda sobre si ir o no ir a presenciar el regreso a los escenarios del ex Genesis tras su obligado retiro por problemas de salud.
A priori cualquier conjetura se volvía innecesaria, porque era muy tentadora la oferta de ver a estos dos artistas fundamentales de la música pop a escala planetaria en un mismo escenario, el mismo día y por el mismo precio.
A poco de anunciada la gira, a la fecha en Buenos Aires se le sumó la escala cordobesa, confirmando a esta plaza como la segunda más importante del país. El estadio de Instituto, en el corazón del barrio de Alta Córdoba, sería la sede elegida ante la negativa, por capricho o impericia, de las autoridades municipales de no ceder el Kempes, sin dudas un lugar logísticamente más apto para este tipo de eventos macro.
Total, al fin y al cabo, el público igual sacará su ticket y se aprestará para ver a su banda favorita en las condiciones que le impongan las autoridades y/o productores de turno.
Y así llegó el día del concierto, precedido por los comentarios que llegaban desde las diferentes plazas que previamente recorría la gira: Brasil, México, Perú, Chile, Uruguay. Sabíamos que por sus achaques esta vez Collins no podía tocar la batería, ni el piano piano. Se decía que afrontaría todos los shows del tour sentado en una butaca. Pero lo más impactante fue verlo ingresar al escenario casi encorvado y valiéndose de un bastón.

La lista de temas no superaría los 90 minutos de duración y un solo bis para finalizar. Un programa demasiado escueto para los estándares internacionales, y más en este caso por tratarse de un artista tan prolífico tanto al frente de Genesis, como en su carrera en solitario. Pero seguramente era más de lo que su maltrecho físico podía ofrecer en esta instancia, y también a eso los fans se tendrían que adaptar.
Es ahí donde cierra la idea de The Pretenders como artista invitado (para algunos puede sonar despectiva la categoría “teloneros” o “banda soporte”). La banda fundada y liderada desde 1979 por Chrissie Hynde ofrecería un set de 60 minutos que haría más suculenta la función. Además agregaba un nuevo atractivo para asistir al show. Como resistirse a la tentación de ver en acción a otra de las bandas determinantes del rock y el pop de los '80.
A las 20 hs en punto apareció Chrissie Hynde en el escenario de inusual pelo rubio, chaqueta y remera alusiva a la banda, seguida por la actual formación: el miembro fundador Martin Chambers en la batería, James Walbourne en guitarra, Nick Wilkinson en bajo y Carwyn Ellis en teclados.
Alone fue el primer tema que sonó, y único que repasarían del disco homónimo publicado en 2016, lo más actual que entregaron. El resto sería una variada selección de singles de todas las épocas. KidMessage of love y My city was gone, le darían paso a la impresionante balada Hymn for her (con una especie de dedicatoria a Phil Collins) en la cual Chrissie luce su extraordinaria voz de tono profundo y seductor, atributos que la llevaron a convertirse en una de las vocalistas más personales del rock.
Rockearon con Night in my veins, pero la mayoría de los asistentes que esperaban por el número de fondo recién acusaron recibo con la seguidilla de hits del final. Corearon el estribillo de Don´t let me wrong, se mecieron con otra gran balada como I’ll stand by you y finalmente con Middle of the road terminaron de caer en la cuenta que una de las bandas insignes del pop mundial de las últimas tres décadas había pasado por la ciudad.

Un Barbizi auténtico

No obstante, los comandados por Hynde no fueron el único número soporte de la gran jornada cordobesa, en el primer turno Enrico Barbizi, oficiando de músico anfitrión, fue el encargado de abrir el show. Cantante y pianista de singular estilo, autor y compositor de prolífica trayectoria con siete discos editados y uno en camino (Cable Canal es su título), Enrico expresó su alegría en las redes anunciando la noticia tan sólo 48 hs antes y colgando al otro día del show la siguiente frase: “Nunca dejaré de sembrar, pero un olor a cosecha se asoma, y es un bello aroma”. Un Barbizi auténtico.


Lugar: Estadio Instituto Atlético Central Córdoba
Fecha: 19/03/2018
Asistencia: 25.000 personas

martes, 20 de marzo de 2018

Phil Collins: regreso con gloria


Con todas las limitaciones físicas que lo afectan, el ex Genesis ofreció un concierto inolvidable en Córdoba. Aquí la crónica.

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa


Foto: La Nación (edición digital)
Eran los primeros años de la década del ‘80 y una tarde como tantas me encontraba recorriendo disquerías de la ciudad en búsqueda del disco que contenía un tema de Phil Collins que había escuchado. No tenía demasiados datos de esa canción y del disco, en tiempos en que la internet todavía no había acudido en nuestra ayuda, y lo que hice fue canturrear el estribillo al dependiente de una de las tiendas de discos. “Ah! -exclamó el pibe, al tiempo en que se le iluminaba la cara- es el tema de las trompetas!”, agregó con la satisfacción de quien responde la pregunta del millón. La canción que buscaba se llama I cannot believe it’s true perteneciente a Hello, I must be going (1983), segundo álbum solista del líder accidental que tuvo Genesis
Por más que no fueras fanático del Genesis de la segunda etapa y no te hubiera maravillado su conversión a artista en solitario, no había forma de que alguna de las universales tonadas del viejo Phil no se te adhieran como chicle al zapato. Su gran virtud, imperdonable para muchos, pero celebrada por millones, fue transformar a una de las bandas icono del rock progresivo, Genesis, fundada por Peter Gabriel, en uno de los colosos de la música pop bailable y vendedora de discos con cifras record desde el segundo lustro de los ’70 y hasta buena parte de los ‘90.
No obstante, aquel joven baterista que tuvo que audicionar entre otros tantos para poder ingresar a Genesis cuando ya estaba formada y con dos discos editados, el mismo que luego de cinco años tuvo que reemplazar, sin pretenderlo, a Gabriel cuando este abandonó el proyecto, y no sólo en la voz sino en el rol de líder, se las compuso para mantener firme el timón de semejante nave y a la vez, desde 1981, inaugurar en paralelo una carrera solista tan o más exitosa que con la legendaria banda.
Así empezó a facturar hits por decenas. La historia es demasiado larga para condensarla en esta nota que intenta ser la crónica de un show, en realidad de un concierto de colección, el que ofreció Phil Collins en Córdoba, su debut en esta importante plaza.

Algunos años atrás no dábamos crédito a la noticia de que Phil Collins abandonaba los escenarios por serios problemas de salud. En su reciente autobiografía publicada en 2016 que lleva el sugerente título Not dead yet (Aún no estoy muerto) aclara con crudeza y algo del típico humor negro inglés los detalles de los problemas físicos irreversibles que lo afligen y de su adicción al alcohol que casi lo arrastra a una muerte temprana.
Tan sorprendente como aquella, aunque mucho más esperanzadora, fue la novedad que volvería a los escenarios en una nueva gira mundial que, abarcando Sudamérica, lo traería por segunda vez a Buenos Aires.
La gira que lleva el mismo nombre de la autobiografía incluyó una escala en Córdoba, el lunes 19 de marzo en el Estadio de Instituto en el barrio de Alta Córdoba (un evento que si no fuera por capricho de la Municipalidad de Córdoba debió realizarse en el Estadio Kempes) ante una multitud de fanáticos de un variado rango etario.
Puntualmente a las 21.30 Collins ingresó a escena acompañado por sus músicos y ayudándose con un inseparable bastón para ocupar una butaca en el centro del escenario de la que no se levantaría durante todo el show. Verlo en vivo y directo fue confirmar tanto la estatura de su leyenda y legado musical, como comprobar sus graves problemas de desplazamiento, tan evidentes que conmueven. Resulta obvia en este sentido la comparación con Charly García, pero a diferencia del ídolo argentino, el inglés conserva su particular timbre de voz casi intacto en las baladas que inauguraron las primeras ovaciones de la noche. El inicio con Against all odds y Another day in paradise explican porque en el auditorio hay mayoría de parejas que seguramente alguna vez bailaron esas melodías. Una imponente big band acompaña y contiene al ídolo con elocuente cariño. En ella se destacan músicos de probada experiencia como el bajista Leland Sklar y el primer guitarrista Daryl Stuermer, con muchos años respaldando al líder. En la batería aparece Nicholas Collins, que con tan solo 16 años reemplaza a su padre con solvencia. La banda suena increíble, por momentos exuda aires latinos gracias a la presencia de los vientos, la percusión y un set de coristas magistrales. 

Foto: La Nación (edición digital)
Llegará el momento de rendir un homenaje a su antigua banda, Follow you, follow me es la elegida junto a un collage retrospectivo de fotografías proyectadas en las pantallas del escenario. La canción es de 1978 y la más antigua del repertorio de esta gira, tal vez por eso el público parece no inmutarse ante su inmortal estribillo. Esa y dos más, Throwing it all away e Invisible touch, son las únicas que decide repasar de Genesis, el resto será puramente material solista, el que sí es aprobado con ganas, como todo lo producido desde el período ochentoso en adelante.
Dentro de una larga lista de grandes clásicos que incluye Separate lives, You can’t hurry love, Dance into the night y la infaltable Sussudio; se cortaron solos dos momentos insuperables: la gran versión de On the air tonight, aquel primer gran hit solista de 1981 escrito para lucimiento de la batería; y el que resultó del dueto con Philip Bailey titulado Easy lover, un éxito de discotecas. En esta oportunidad el cantante de Earth, Wind & Fire es reemplazado por una de las coristas quien logra que, a pesar de sus dolencias, Collins saque a pasear una vez más su veta histriónica.
Noventa minutos clavados son los que dura el concierto, su físico no parece resistir más que eso. Por lo tanto concede un solo bis (Take me home) que cantado a coro con el público le da un final de película a la noche y a un concierto que emociona de principio a fin.

Lugar: Estadio Instituto Atlético Central Córdoba
Fecha: Lunes 19/03/2018
Asistencia: 25.000 personas

miércoles, 24 de enero de 2018

Dread Mar I en el histórico escenario faldense

Foto: Nico Papa
RECITALES

Por Néstor Pousa

Todo lo que necesita un artista de música pop es imponer un hit, y Mariano Castro, conocido profesionalmente como Dread Mar I, encontró con Tú sin mí un exitazo de esos que te propulsan hacia otros niveles de popularidad. 
El solista de reggae fue la nueva apuesta que el productor privado Matías Cibin y su equipo de trabajo de XL Abasto, con auspicio de la municipalidad local, programó para esta temporada de verano en el Auditorio Municipal de La Falda. 
Fue la noche del 19 de enero, calurosa y con un alto porcentaje de humedad, que tras la actuación de Botánica Reggae, banda de la ciudad de Córdoba que ofició de soporte, pasadas las 23.30 aparecía por primera vez en el histórico escenario faldense el cantante y compositor de reggae más popular del momento, ante una aceptable cantidad de público. Luego de la introducción instrumental que entregaron Los Guerreros del Rey, banda de reggae roots que lo acompaña, apareció el solista luciendo remerón amarillo, nikes del mismo color y la clásica gorra de lana que al quitársela descubre sus larguísimas rastas. 
De esta forma, el artista que es reconocido en buena parte de Latino América, se dedicó durante casi una hora y media a repasar su extenso repertorio ante un público compenetrado que no paró de cantar y menearse con el flow cadencioso del ritmo originario de Jamaica. Fue un tema tras otro, sin solución de continuidad, ni tiempo para largos discursos, una brillante selección de canciones que se ajustan a una temática principalmente romántica, hasta rematar sobre el final con Tu sin mí, el one hit wonder que puso en foco a todo lo que lo precedió y lo que llegó después.  


martes, 23 de enero de 2018

Planeador de alto vuelo

TRIBUTO A SODA/CERATI

Por Néstor Pousa

Si hay una banda que impuso mucho más que un hit, esos fueron los Soda Stereo que tienen en los cordobeses de Planeador V a una de sus más eficaces bandas tributo, un proyecto que ya celebró un poco más de década de actuaciones.
Si bien es cierto que el repertorio de la banda que lideró Gustavo Cerati es incuestionable e inabarcable, tanto como la obra solista de este, no menos cierto es que provocar un regreso a los dorados 80/90 puede resultar resbaladizo si no se cuenta con los atributos necesarios. Lo de Planeador V es efectivo porque se basa en la solvencia de sus integrantes. Ellos, que humildemente se definen como “un grupo de fans que le rinden tributo al maestro”, tienen en Daniel Tapia a un cantante que no sobreactúa, ni abusa de un registro que por momentos recuerda al de Cerati, un bajista y un tecladista que con sobriedad no se desplazan de su metro cuadrado de escenario. Claro, las performances más destacadas hay que buscarlas por el lado de la guitarra que replica cada uno de los sonidos originales de los temas y en el baterista, de un rendimiento tan sobresaliente que es imposible que no acapare todas las miradas, se trata de Matías Sabagh, anoten ese nombre, es el mismo que vimos tras los tambores de The Greets.
Al margen de los clásicos de Soda, algunos “lados b” y un breve repaso por la etapa solista. de Gustavo, que la gente esperaba escuchar, es un placer extra chequear en vivo y directo las partes instrumentales en donde el cantante se refugia tras bambalinas para que brille la banda en toda su magnitud e intensidad, lo mejor en este sentido fue la versión de Lago en el cielo (Cerati solista).
Este fue el segundo año consecutivo que la Secretaría de Turismo de La Falda programó a Planeador V en La Falda bajo las Estrellas y a juzgar por la respuesta del público, la banda ya se convirtió en un clásico del ciclo veraniego con entrada libre y gratuita.


domingo, 14 de enero de 2018

Enrico Barbizi solo piano

Foto: Silvia Olmedo
EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

Con siete discos editados Enrico Barbizi es uno de los autores compositores más prolíficos de Córdoba, así como un intérprete muy personal, de una voz única (si me pongo vintage, por momentos me recuerda un toque a Raúl Porchetto).
La noche del jueves 11 de enero trajo sus canciones a La Nogalera de Villa Giardino en un formato poco habitual para él. Solo con su piano para entregar un repaso en modo random por su extenso repertorio. “No sé para qué hago lista de temas si después cambió todo” dispara, promediando un show intimo e interactivo para unos pocos afortunados espectadores que se enteraron que esa noche estaría allí.
Es interesante ver cómo funcionan solo al piano canciones como Un punto entre dos líneas que en su versión original, grabada para el disco Otropedia (2014), contó con un equipazo formado por: Lula Bertoldi, José Gómez, Palín Sosa, Juan Toch, Jorge Galizia y Juan Cruz Peñaloza como productor.
Y así con cada una de las canciones que repasó, todas .precedidas por su correspondiente apostilla para hacer más sabroso aún el menú musical en la cálida noche giardinense.

Hay que decir que la sala La Nogalera, un acogedor espacio con todo lo necesario para este formato de conciertos, que la Biblioteca Popular Leopoldo Lugones dispone en su sede de Villa Giardino, programa una muy interesante agenda durante todo el año, la que se pone más intensa durante los meses de verano. Es por eso que sugerimos consultar semanalmente en su perfil de Facebook (La Nogalera) para luego no tener que lamentar habérselo perdido a Enrico Barbizi.    

martes, 9 de enero de 2018

Tuti Ruggiero: debut bajo las estrellas

Foto: CUBO Media
El cantante y compositor nacido en Quilmes, Buenos Aires, y hoy radicado en Villa Giardino, tuvo un muy buen debut en el escenario de “La Falda Bajo las Estrellas”.

RECITALES

Por Néstor Pousa

Nació en Quilmes y vivió en Vicente López, pero desde hace cuatro años eligió Villa Giardino como su nuevo lugar en el mundo. Con una carrera como músico solista en marcha y dos discos editados como carta de presentación, empezó a buscar lugares donde poder mostrar su música y este verano, luego de insistir, por fin se le empezaron a abrir espacios de difusión. Hoy Tuti Ruggiero, de él se trata, tiene por delante una agenda de actuaciones que lo entusiasma, pero sin dudas que su debut en el inicio de una nueva edición de La Falda Bajo las Estrellas era uno de los compromisos más importantes que debía afrontar, por la importancia que acredita el ciclo y porque precedería en el escenario nada menos que a Javier Calamaro, uno de sus músicos favoritos y referente del estilo de música que él defiende.
Ruggiero tiene a favor un capital muy importante que son sus propias canciones, especialmente las de Mil preguntas, su segundo disco solista editado en 2013 y distribuido por Sony Music. Un trabajo que lo tuvo como productor artístico, tocando guitarras acústicas y cantando en las once canciones de su autoría. Además del aporte del reconocido Indio Márquez en la producción musical junto a Marcos Rodríguez.

Tuti asumió su estreno en  el escenario faldense con la responsabilidad que la ocasión merecía y dispuesto a hacer conocer sus más recientes composiciones que van por el camino del folk rock de guitarras slide y punteos prolijos. Canciones country (Deja estar contigo) un estilo poco frecuentado en el rock argentino; la balada (A mi lado), el rock (Aquí), la balada rock (Ida y vuelta), hits de melodías pegadizas (Princesa) y las referencias a su lugar de origen (Buenos Aires ¿dónde está?).
Como un auténtico hijo del rock nacional rinde tributo a sus mayores con una selección de covers que insertará entre sus propias creaciones. En honor al artista central de esa noche hará su propia versión de No me nombres. Demostrará las cualidades de su voz para cantar blues con un clasicazo de Pappo como es Desconfío. Y rockeará a placer con otra del Carpo, Sube a voiture. Y para redondear una lista perfecta repasará alguna de las pistas de Sin ser quien soy, su primer solista datado en 2009.

Respaldado por una banda completa y aún en formación, integrada completamente por músicos locales, Tuti Ruggiero aprobó su primer examen ante un público de locales y veraneantes reunidos en la intersección de Edén y San Martín. Si se lo perdieron, a no desesperar, porque además de los distintos lugares de Punilla que recorrerá en la actual temporada estival (pubs y escenarios abiertos de Huerta Grande, La Cumbre, Capilla del Monte y su ciudad adoptiva, Villa Giardino), seguramente la que pasó fue la primera de una serie de presentaciones faldenses que no tardarán en llegar.

domingo, 7 de enero de 2018

Juan Cruz Peñaloza: música para curar las heridas

Peñaloza, Ceballos & Dall'Amore
El Museo Ambato de La Falda estrenó su ciclo de conciertos 2018 con el notable pianista Juan Cruz Peñaloza. Sus organizadores prometen frecuencia semanal durante todos los sábados de enero y febrero, con grilla a confirmar.

EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

El pianista y compositor Juan Cruz Peñaloza tiene profundas raíces que lo vinculan con La Falda. Aquí vive su madre Nora, que además integra la Asociación Amigos del Museo Ambato, por lo tanto no sorprende cuando asegura: “El Ambato ya es como mi casa”.
Esa conexión de Juan Cruz con esta ciudad se prolonga desde que, siendo muy joven, vino a tocar con el Trío 4 de Luis Lewin en las recordadas veladas musicales del pub Tante Ida. O como cuando en el mismo espacio, que más tarde tomaría el nombre de Ugolino, aparecería una noche de hace unos cuantos años acompañando a Los Músicos del Centro en una de las últimas encarnaciones de esa agrupación imprescindible de la música producida desde Córdoba. Y entre tanto músico groso Juan Cruz aparecía como un niño prodigio con destino del pianista notable en que se convirtió en la actualidad.
Estas referencias biográficas cobran sentido porque fue con el mismo Peñaloza que los Amigos del Ambato estrenaron la versión 2018 del ciclo de conciertos en los jardines de la antigua casona-museo el pasado sábado 6 de enero, una propuesta musical alternativa que se suma a la vorágine de shows que la ciudad y la provincia ofrece al visitante durante las vacaciones de verano.

Juan Cruz Peñaloza se manifiesta conmovido ante la magnificencia del lugar y con esa inspiración elige un tema propio para iniciar su concierto, La Fuente, dedicado al gran Manolo Juárez, su maestro y amigo. Acompaña su exquisita interpretación al piano, Franco Dall’Amore en guitarra. Y juntos lograrán una dupla perfecta e inseparable durante todo el recital.  Juan Cruz añade que dicho tema está incluido en Alma de Resonancia, título del disco que grabó en Madrid en 2013, un trabajo que además de confirmarlo como un notable intérprete, revela su veta compositiva en la mayoría de los temas que conforman la placa, las que comparten lista con piezas de Raúl Carnota y Cuchi Leguizamón.

Pero a su concierto del sábado 6 de enero al que bautizó Cuando el arte ataque (más adelante verán por qué) está consagrado no a la obra propia sino a la de otros autores que, aunque no lo dijo, seguramente también fueron fuente de inspiración del pianista que se mueve como pez en el agua por el jazz, el jazz-rock, la bossa nova, el folklore, la canción popular y la música contemporánea (“No me pidan reggaetón”, aclaró jocosamente). Y así, como segundo tema apareció Samambaia, para luego invitar a la cantante del grupo Moira Ceballos en Soledad Jujuy 1941, una letra de Atahualpa Yupanqui musicalizada por Pedro Aznar.
Uno de los momentos más celebrados llegaría con DLG, la baguala de enigmático nombre compuesta por Fito Páez para Giros, su disco de 1985. “Yo no tenía que cantar, pero era un gusto que me quería dar”, se justificaba luego del show Juan Cruz, que animado por el buen ambiente que se había generado asumió la voz principal en ese segmento al que también se le sumó el cuarto invitado de la noche, Claudio Pacheco, en bombo legüero y cajón.

Alentados por el resultado fueron aparecieron nuevos momentos de elevada factura como Superhéroes en la cual Peñaloza se enfunda maravillosamente en los dedos de Charly García. Le seguirían: una milonga y El olvidao, la chacarera del Duende Guernica con un texto de efecto catártico que logró sacar algunas palmas de la ilustre platea. 

Solo restaba definir el sentido del título. Cuando el arte ataque es una canción compuesta Spinetta para La la la, disco surgido de la ocasional alianza protagonizada por el Flaco con Fito Páez, producto de la amistad y la mutua admiración. Cuando el arte ataque en la interpretación del cuarteto de Peñaloza-Dall’Amore-Ceballos-Pacheco funciona como el leitmotiv del encuentro y la invitación a sumarse a los coros, aunque más no fuera en los bises, junto a la siempre protectora energía de Luis Alberto dando vueltas como parte del aire.