lunes, 28 de agosto de 2017

Alto tráfico blusero en Cosquín

Quevedo-Camaño-Bini = Crosstown Traffic 2017

EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

La Cueva del Che es una especie de peña rockera itinerante que intervino en diferentes espacios de la ciudad de Cosquín. Hoy ocupa un centro cultural sobre la calle posterior de la tradicional plaza del folklore y fue visitada recientemente por la Crosstown Traffic, banda de rock y blues de Córdoba con un cuarto de siglo de trayectoria, encabezada por el cantante y zurdo guitarrista Miguel “Mick” Camaño, un histórico del género que cuando era un preadolescente integró Los Violentos en el amanecer del rock en Córdoba (chequear el documental Radio Roquen Roll -parte 1- de Martín Carrizo). Ellos son los creadores del Córdoba Blues, una especie de raid al estilo Route 66 pero que en este caso recorre barriadas cordobesas, como para que no queden dudas de que más allá del ritmo foráneo el instinto de pertenencia siempre está.
La Crosstown pisó suelo coscoíno para entregar un puñado de sus mejores canciones a un público atento que los esperó pacientemente mientras aplaudía covers de Arde Troya y Los Nietos de Branca, bandas locales que le hicieron el aguante a Mick y los suyos. Estos a su turno repasarían números propios como Suena un blues, un clásico de su aclamado disco debut y Papá compró un viejo camión, un boogie que en vivo funciona muy bien. De su devoción por Pappo Napolitano surgieron versiones como Blues local con la sorpresiva aparición de Martín, un parroquiano que se coló en el escenario y demostró tocar bastante bien la armónica. Del catálogo Beatle hacen propia Come together, en una particular versión castellana. Camaño es sin dudas un cantante que no se parece a ninguno de los acá, su pronunciación forzada hace de su estilo algo característico. Por ejemplo: en “Sunny, Sunny, llámame por favor”, pronunciará “iámame”, en lugar de “yamame” ¿a quién se le hubiera ocurrido algo así?
En la actual formación tiene en el inquieto Facundo Quevedo (piano y órgano) a un ladero ideal para solear desde las teclas, más una base sólida y eficiente a cargo de Carlos Bini en el bajo y David Caro en la batería. Así fue que llenaron de blues la noche de un sábado repasando más números de su extenso repertorio, de los que llegué a anotar: Nada es para siempre, Arañando la noche, Sensual blues, Esta noche no y Blues N° 9, entre otros.  
Hay que reconocer que Cosquín, reconocida como la capital nacional del folklore, también tiene un público fuertemente rockero que no duda un instante en llenar cada lugar donde se toque rock y pagar una entrada si el show así lo amerita. Tal vez esto sea porque la ciudad fue cuna de uno de los festivales del género más importantes del país que hoy pasea la marca “Cosquín” por distintas plazas, incluso internacionales. O tal vez este público del palo haya surgido por generación espontánea. Vaya uno a saber. 

Venue: La Cueva del Che (Cosquín)
Fecha: Sábado, 26/08/17
Programa: Crosstown Traffic, Diceros, Nietos de Branca y Arde Troya

lunes, 14 de agosto de 2017

Rubén Rada: “El tango es la mejor música del mundo”

El talentoso músico uruguayo, que prestigió la cartelera de La Falda Tango 34°, mantiene una fecunda relación con esta ciudad a la que visitó en períodos irregulares en los años 1981, 1989, 2014 y 2017.

Por Néstor Pousa

El Festival Nacional de Tango de La Falda ha desarrollado un sub género denominado “extra-tango”, más que un estilo musical un eufemismo para encasillar y/o justificar en un festival tan tradicional como este, la inevitable convocatoria de figuras que no son del riñón tanguero. Una apertura estética profana para algunos, pero muy saludable para muchos otros. En la edición 2017 la figura descollante en este sentido fue Rubén Rada que se despachó con un concierto lo más cercano al tango que sus convicciones le permiten. Fue un verdadero lujo y una mirada distinta de una música centenaria. Culminado ese show, que quedará en la historia grande del auditorio faldense, el uruguayo se brindó sin restricciones al diálogo con la prensa.
Situación: culmina la ronda de preguntas y Rada asume con excelente disposición el requerimiento de fotos de parte de los periodistas que,  si el artista amerita, también podemos mostrar nuestro lado cholulo. Es la parte de fan que un profesional jamás pierde. Entre una foto y otra me cuenta que le escribió una canción a Spinetta,  “Aunque el Flaco me era infiel con Hugo Fattoruso, él lo prefería a Hugo”, se lamenta. Un poco en broma y un poco en serio, Rubén daba cuenta de la idolatría que Luis tenía por la banda uruguaya Los Shakers liderada por los hermanos Fattoruso (¿se acuerdan de “Rompan Todo”?) a los que consideraba los verdaderos iniciadores del rock en la Argentina.

La Falda ‘81. “En la época del Festival de Rock de La Falda vine a tocar con Dino Saluzzi y Astarita, me acuerdo que volaba todo. Esa vez toqué unas percusiones con Almendra también, pero mucho no me acuerdo, me apabulló todo lo que pasó después del show”, confiesa el Negro que asegura: “Almendra fue una gloria, un grupo tan maravilloso, tanto como Sui Generis y Seru Giran”.
Sobre el Tango: “El Tango es la mejor música del mundo, para mí está el tango, la música clásica y el jazz que son las músicas más comprometidas. El rock & roll es una música para bailar, pero no tiene nada que ver Tutti Frutti con Queen” (y para ejemplificar emula tanto a Little Richard como a Freddy Mercury). “Es muy difícil en este mundo acomodarse a un estilo, porque, ¿qué es el rock & roll? ¿qué es el pop? ¿qué es el tango? El tango tiene una definición, es una música completa, llena, en el tango están las mejores letras del mundo, yo de chiquito cantaba en los carnavales y en las fiestas: “Arrésteme sargento y póngame cadenas, si soy un delincuente que me perdone Dios” (canta), tenía 12 años y me encantaba, pero después pasaron los Fattoruso (Hugo y Osvaldo), Ricardo Nolé, Eduardo Mateo por mi cabeza y arranqué para el lado del candombe beat, después para el rock & roll y entré a robar para todos lados, y entonces me di cuenta que yo era un músico de fusión, entonces no puedo grabar un disco netamente de tango, de candombe o de jazz”.

La Falda Tango 2017. “Hoy pensando en Ardit y en Raúl Lavié y los demás cantantes que escuché en la prueba de sonido, me temblaba un poco todo, viste, porque pensaba ¿qué estoy haciendo acá con estos cantores? entonces me di cuenta que lo que estoy haciendo es un show, estoy mostrando la historia del tango que trajeron los negros, dicho por Borges y otros escritores, luego, bueno apareció Magaldi, Gardel, Rufino, D’Arienzo, Canaro, unos músicos increíbles y armaron esta música maravillosa”.
“Hay música para todo, hay música para la cabeza, música para el corazón y música para la mente, así que todo aquel que haga música, bienvenido sea. En este momento estamos pasando por un momento cumbiero que tenemos que dejar que pase un poco, viste. Yo ahora estoy grabando un disco doble y uno de latin jazz que es el segundo Confidence (nota: álbum instrumental lanzado en 2011). Lo que yo quiero es grabar obras, si fuera por por mí quisiera que el disco no muriera nunca, ahora lo que se hace es grabar una canción, grabar un video y ponerlo en Spotify, que todo el mundo te vea y con esa canción sola salís a ganar plata, y tenés que cantar la canción veinte veces porque el disco después tenés que tirarlo.

  -¿Te sentís a contrapelo del rumbo que tomó la industria de la música hoy, de la supremacía de la reproducción vía streaming en detrimento del formato físico?  “No. Siento que es así. Cuando yo escuchaba a Los Beatles mi vieja me decía: “¿M’hijo ¿por qué no escucha otra música? estos tipos no hablan en cristiano”, al único que quería era a Ray Charles. Siempre pasó esto, esta ráfaga de música ayuda a todos los que estamos con ganas de tocar otro tipo de música, ni mejor, ni peor, a que nos pongamos las pilas. Lo que hago yo cuando aparece una banda nueva de cumbia es grabar diez canciones, porque supongo que “cuando yo me muera” (canta) quiero dejarle material a mis fans y a mis amigos que me ayudaron a comer toda la vida comprando mis discos”.

  -Con el “Tocá, che Negro Rada” fuiste un precursor en 1982 de la autorreferencia en las letras algo que es tendencia actual  “Claro… eso fue porque iba a los conciertos a tocar en Obras, a veces con Nito Mestre o con Spinetta, y también con Ricardo Lew, Ricardo Nolé y Osvaldo Fattoruso que hicimos “Rada en Obras” y pusimos unos carteles en la calle que decían: “El 8 de abril la cosa se pone negra” por todo Buenos Aires, ¿te acordás? y la gente preguntaba ¿qué es eso? ¿qué está pasando? Y al mes pusimos otro cartel que decía “Rada en Obras” (año 1982). Fue un exitazo y fue la única vez que llené un teatro grande, después no llené uno más, fue increíble. Otra persona que me ayudó, que me quiere mucho, fue León Gieco, una vez tenía que tocar en La Rural antes que él, pero me dijo que tocará después, me presentó y me regaló su público, eran 15.000 personas cantando el Rock de la calle, y ahí me pude quedar en Argentina. Yo había venido en la época de Los Shakers, tocaba la batería con ellos y cantaba que era un demonio, pero estaba un tipo que se llamaba Rota y dijo “el negrito no va, no da beat, no tiene flequillo y no da el color”, porque Los Shakers decían que imitaban a Los Beatles”.  

  -Pero tenés la misma edad de Moris, podrías haber fundado el Rock Argentino  “¡Ojalá! -exclama- pero estuve ahí.... el primero que cantó rock & roll acá fue Billy Cafaro con Pity Pity, después vino Litto Nebbia, que muchas veces los critican, pero ¿qué hubiera sido si no hubiera estado Litto?, él fue el creador. Litto iba a la casa de Los Shakers a buscar las botitas tipo Beatle para tocar con Los Gatos. Después, cuando estábamos solos en la casa de Los Shakers, nos tirábamos en los sillones y veíamos todas las películas de Gardel en Súper 8. ¡Lo amábamos a Gardel! Un Dios, aparte el mejor actor que vi en mi vida”.   

  -Viniste en distintos momentos a La Falda, por ejemplo en 1989 al ciclo “El Cantautor” en el Cine Teatro Rex  “Siii, claro, esa vez vine con Ricardo Nolé”
 
  -¿Te gustaría volver a este escenario? “Quiero venir a tocar los nuevos temas de Confidence”       

Fotos: Gabriel Hamie (Cubo Media)

Jairo-Baglietto: un valle y un volcán

En un tiempo de vacas flacas para los espectáculos en vivo, Jairo y Baglietto proponen un formato de show de altísimo nivel artístico y fuerte impacto en las boleterías. Aquí la crónica de su segunda presentación, por localidades agotadas, en el Quality de Córdoba.  

RECITALES

Por Néstor Pousa

En este dúo que formaron el cordobés Jairo (anotado como Mario Rubén González) y el rosarino Juan Carlos Baglietto no hay chamuyo, es un dúo de verdad. Porque bien podrían haberse juntado para un show a medias en donde cada uno muestre su repertorio por separado y luego compartan algunas canciones para justificar la unión transitoria. Pero en Historias con voz, tal el acertadísimo título de la puesta, ambos comparten escenario y canciones durante las dos horas que dura el concierto, a excepción de dos canciones, que ya apuntaremos, en las que se lucen cada uno en modo solista.
“No sé si se dieron cuenta que nosotros formamos un dúo”, interpela Baglietto a la platea cuando el recital había avanzado lo suficiente como para convertir en retórica la pregunta. Un dúo en cual comparten todo, una lista de canciones que alterna grandes clásicos que el rosarino versionó e hizo propias, aún sin ser el autor de las mismas; y las que escribió y popularizo Jairo a lo largo de una extensa carrera que incluso tuvo su desarrollo fuera del país. Lo notable de esta juntada de músicos de distinto palo es lo bien que le queda a cada uno las canciones del otro y viceversa. Tan simbiótico resulta este dúo que si hubiera en la sala alguien no informado sobre las trayectorias de ambos (algo poco probable a juzgar por la respuesta de público) no sabría identificar a quien pertenecen unas y otras.
El guion del concierto tal como está diseñado, ya que no son un puñado de canciones elegidas caprichosamente, sigue un hilo conductor que tiene que ver con las historias en común de los protagonistas y que exige de ellos una gran concentración ya que nada queda librado al azar. Así, al mejor estilo Serrat-Sabina, se gastan bromas y chicanean por la trillada rivalidad rosarino-cordobesa. “Por unas horas al menos, venimos a echar por tierra con esa rivalidad -asegura Juan, pero aclara -siempre y cuando reconozcan que…” Lo que continúa con las menciones de nombres entrañables como el Negro Fontanarrosa y la revista Hortensia, para defender cada uno su postura. Ese segmento se transforma en uno de los más festejados de la noche.

A esta altura el show que inicia en penumbras con Baglietto recitando un texto de Eduardo Galeano (Mar de fueguitos) ya había entregado los clásicos: Cuando (de Fandermole) y dos de Jairo, La balada del Corto Maltese y Carpintería José; una más de Jorge Fandermole (autor preferido de Baglietto) y Mienten, una vieja canción de Roque Narvaja con letra fatalmente actual (“Y no me puedo enderezar y estoy parado, nací para trabajar y no hay trabajo”).
Baglietto, algunos años menor que Jairo, recuerda su camino adolescente hacia la escuela secundaria tarareando El Valle y el volcán, un temprano hit del cruzdelejeño que es interpretado en honor a la memoria emotiva del rosarino con nuevas chanzas en torno a la diferencia generacional.
Aparecerá luego la figura del poeta y periodista Daniel Salzano con quien Jairo compuso muchas de sus grandes creaciones. Con Cristina, la mujer de Daniel, en la sala se produce uno de los momentos más conmovedores cuando Jairo entona en solitario Los enamorados luego de contar la anécdota de cuando le puso música a ese poema de Salzano. Y vuelve Juan para refrendar el homenaje al poeta cordobés con Salzanitos. Había que salir de ese torbellino de emociones y para eso apelaron a uno de los estrenos de esta gira, Los poetas no se rinden jamás, otra colaboración Salzano-Jairo, mientras que la otra novedad es el reggae El retrato de mamá.
Este dúo verdadero también se da el gusto de homenajear a otros dúos célebres con quienes se sienten identificados. De uno de acá, Sui Generis, repasan Rasguña las piedras, tal vez una referencia obvia, aunque el clásico de fogón por excelencia funciona a la perfección. Pero cuando llega el turno de un dúo “de allá” tal vez nadie esperaba escuchar la versión castellana de El Boxeador, de los neoyorkinos Simón & Garfunkel. De cómo una canción inesperada se transforma en uno de los momentos más altos de la noche es uno de los misterios de la música. Aunque es reconocida la notable capacidad de Baglietto para recrear inspiradamente canciones de otros, algo que también ocurrió con Para la libertad (Serrat / Miguel Hernández).                 

Un dato clave para el suceso de este espectáculo que nació (casi) por casualidad durante un programa de televisión y se prolongará al menos hasta diciembre con fechas por todo el país incluido este regreso a Córdoba por localidades agotadas, es la banda de acompañamiento. Jairo y Baglietto que habitualmente tocan respaldados por muchos instrumentistas, en este caso aciertan una vez más con la elección de un combo reducido y ultra efectivo. Un trio excepcional formado por Adrián Charras en piano, teclados y acordeón, Yaco González (hijo de Jairo) en percusión y Leonardo Introini en bajo y contrabajo; además de las guitarras que aportan Baglietto (guitarra líder) y Jairo (guitarra rítmica), una dupla que parece que llevaran una vida tocando juntos. “El show es precioso y el equipo en general está muy  bueno, técnicos, asistentes, todo. Es un placer esta gira”, aseguran entusiasmados desde la producción.

Otras canciones que integran la lista: Milonga del trovador, Tonada de un viejo amor, Piedra y camino, Ángel y demonio, El ferroviario, El témpano y Antiguo dueño de las flechas (a.k.a. Indio toba)

Prensa QUALITY: Fátima Siri
Manager Baglietto: Alicia Céboli

miércoles, 26 de julio de 2017

Un candombe para La Falda Tango

Elena Roger & Escalandrum
La reciente edición del Festival Nacional de Tango produjo reuniones lujosas, intensas y emotivas como las de Osvaldo Piro con Lavié, Elena Roger & Escalandrum y Daniel Simmons y Contramano Trío. El regreso de Ariel Ardit.   

Texto: Néstor Pousa 
Fotos: Gabriel Hamie

Los festivales populares de cualquier género en la Argentina cargan con el karma de estimular la insatisfacción de quienes nunca están del todo conformes con la grilla planteada, pero también desarrollan la potestad de formalizar uniones artísticas formales o transitorias de gran jerarquía que no son fáciles de encontrar bajo otras circunstancias. Y vaya que si eso fue lo que sucedió en la edición que recién culmina del Festival Nacional del Tango de La Falda (a.k.a. La Falda Tango).  

Osvaldo Piro Orquesta y Lavié
En esos duetos estuvo buena parte de lo más destacable de esta 34ª. edición del padre de los festivales faldenses. Fue cuando el Maestro Osvaldo Piro al frente de su orquesta de músicos cordobeses decidió convocar como cantor invitado a Raúl Lavié, y el negro (próximo a cumplir en agosto increíbles 80 años) se mandó con dos clásicos como El último café y Desencuentro. Tal vez en esos dos momentos se justificó la perenne convocatoria de este cantante imprescindible, tal como lo definiera el maestro de ceremonias Silvio Soldán.
Del trabajo de Osvaldo Piro solo se puede ser redundante en adjetivos como brillante y exquisito, tanto instrumentalmente como con sus otros dos cantantes: Marcelo Santos (estable) y Alberto Bianco (el otro invitado).

Lo de Elena Roger & Escalandrum puede catalogarse como el número lujoso de esta edición. El sexteto interpreta en formato jazzero el inconmensurable repertorio de Astor Piazzolla y encontraron casi por casualidad en la estremecedora voz de Elena Roger a la intérprete ideal para ese repertorio. Claro, no es un dato menor que en la batería esté Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del Astor eterno. Pero lo cierto es que no se puede creer que con esa diminuta figura de mirada penetrante y registro de soprano provoquen un ensamble tan perfecto. Eligieron versiones de Los pájaros perdidos, Chiquilín de Bachín, La bicicleta blanca, Balada para mi muerte, Preludio para el año 3001 y Balada para un loco, todos pertenecientes al disco 3001 Proyecto Piazzolla. Se fueron ovacionados por un público afín.   

Simmons + Contramano + Torres
Daniel Simmons con Contramano trío parecen una marca registrada. El cantor nacido en La Falda y radicado en Carlos Paz tuvo algunos años en stand-by su carrera profesional que ahora retomó con renovado impulso. El también faldense trío integrado por Mauricio Martínez (guitarra), Rodrigo Della Vedova (piano) y Jeremías Cassi (bajo eléctrico) se adaptan con notable facilidad a la distinta gama de solistas que como grupo estable les toca acompañar, pero con Simmons parece que juegan de memoria. La personalidad y la emoción es lo que más se destaca en el cantor cuando hace propio El último round de Chico Novarro e interpreta a su amigo Rubén Juárez con Desencuentro junto a Damián Torres como invitado en bandoneón.

Hay estándares de calidad en algunos rubros que esta versión actualizada de La Falda Tango no negocia. Está claro que la organización se hace fuerte en la logística que cada año incorpora más recursos humanos a favor de una maquinaria de producción cada vez más monolítica, afinada y autosuficiente. La grilla artística alcanzó un nivel incuestionable y el antiguo anfiteatro convertido en una coqueta y confortable sala de conciertos cada año luce mejor. Una sala que con entradas agotadas resultó demasiado chica el sábado, la gran noche de Lavié/Piquín, pero que lució inexplicablemente grande el viernes de Rada-Ardit.
En los rubros técnicos se observó un notable avance en la parte visual. Las pantallas de leds, el circuito cerrado de tv, la luminotecnia y la escenografía ofrecieron su show aparte.
Este contexto permitió el lucimiento de una plantilla de artistas muy ecléctica y de notable nivel. A los ya destacados más arriba, es necesario apuntar actuaciones como la de Lisette la joven surgida en La Falda que a los 11 años nos asombraba por su forma de abordar letras fatales, hoy con 17 sorprende escribiendo como un adulto, para muestra basta con repasar el texto de Inútil objeción, un tango de su autoría que estrenó para la ocasión. “¿No es muy retorcida?” consultaba en sala de prensa la joven que insinúa cierta veta discepoliana al escribir.

Rubén Rada: tango, candombe y milonga
La presencia de Rubén Rada que desconcertó a algunos especialistas fue otro de los lujos de esta edición. Ok, al uruguayo es difícil encasillarlo y esa tal vez sea su mejor virtud. Planteó un show de tango, candombe y milonga pero con un perfil didáctico en el que explica los orígenes del género, una especie de paso de comedia que a algunos no les cerró. Sus influencias tangueras son casi exclusivamente gardelianas, de ahí que alguna vez compuso su Candombe para Gardel que junto con Ayer te vi fue lo más festejado de su repertorio esa noche. Hizo bailar a una platea que, aunque muy escuchadora, en general se mantiene estática, pero para eso tuvo que pedirlo “por favor”. Finalmente se retiró airoso de un compromiso que asumió con mucho respeto. Ojalá regrese.
Contramano Trío, como ya se dijo, cubrió el rol de grupo estable acompañando con solvencia a los solistas Alberto Bianco, Leandro Ponte, Rodolfo Tulián y Daniel Simmons. Pero lo más destacable fue su set solista. No fueron pocos los que subrayaban la evolución evidenciada por el trío que se ganó por derecho propio un lugar en el horario central y estar entreverados con los números fuertes de la primera noche. Contramano es otro de los hallazgos de este festival que siempre tuvo la virtud de promocionar nuevos valores.
Otro número que avanzó varios casilleros en la grilla fue la Orquesta Provincial de Música Ciudadana de Córdoba dirigida por Damián Torres. Ellos, que históricamente abrían el festival para los que llegaban temprano, merecían se programados en el prime time. Es que La Provincial suena como los dioses y tiene en Gustavo Visentin a uno de los mejores cantores que pisa este escenario, a la vez que un verdadero docente en la materia Historia del Tango.
Adriana Varela como cierre de festival ya es un clásico que pinta a convertirse en inamovible. En una docena de clásicos, algunos pedidos por el público como si se tratase de un menú a la carta, sorprendió con la inclusión de La Gata Varela. “Más que una radiografía, una tomografía computada que me escribió Cacho Castaña”, proclamaría luego del show. No fue un gesto ególatra o autorreferencial, más bien habría que interpretarlo como un guiño de generosidad para con su colega y amigo.-            

Ariel Ardit, el regreso
Ardit cantó "Volver". En el 2014 Ariel Ardit había cumplido una actuación sobresaliente haciendo maravillas con su voz y su aplomo, pero abusó en exceso de su tiempo de escenario y para cuando llegó el momento de Sur le corrieron el telón haciendo invisible la orquesta a sus espaldas que igual siguió tocando. Fue una decisión excesivamente drástica del jefe de escenario que provocó un momento de tensión. Después, la polémica, el cantor cordobés expresó su enojo ante los periodistas y desde la organización la réplica no se hizo esperar. La cuestión es que Ardit no fue contratado los dos años subsiguientes, aunque nunca se quiso reconocer que la medida significaba un correctivo. Este año, con el regreso del artista a La Falda, fue él mismo quien se encargó de blanquearlo, desde el escenario primero y en conferencia de prensa después: “Para mí fue una gran pena ese encontronazo hace tres años, viste cuando pasa el tiempo y uno ve las cosas distintas, uno es más grande y la vida no pasa solamente arriba de un escenario, la vida te va dando otros encontronazos y uno reflexiona un poco más. En aquel momento a mí me dolió mucho el hecho de haberme pasado unos minutos y que la orquesta allá quedado con un telón, seguramente la persona que estaba haciendo su trabajo pensó que era lo mejor, y no lo estaba haciendo en contra mío sino en función de su trabajo. Pero para mí fue terrible porque venir a Córdoba es la única oportunidad que tengo algunos años, no siempre, de venir a cantar al lugar donde nací, entonces uno acá quiere venir a dar lo mejor. En ese momento me sorprendió y me hizo sentir mal, pero pasaron tres años y hoy me siento dichoso de haber vuelto, seguramente ese episodio está olvidado, en ese momento yo dije que a este festival no iba a venir más, porque sentí una cosa como de invasión, bueno, hoy en día te digo que quiero volver el año que viene, que uno crece y que son episodios menores. Yo estoy contento de haber entendido esa situación, que el festival me haya convocado nuevamente y agradezco haber recapacitado de esa bronca inicial que tuve”. 

No fue Ariel Ardit el único que experimentó un final abrupto, el año pasado Rodolfo Mederos y este año Amelita Baltar con Esteban Morgado, entre otros, también conocieron el rigor y la inflexibilidad del cronómetro del jefe de escenario faldense.  

sábado, 1 de julio de 2017

Alejandro Ros: el chico de las tapas

"Soy un músico frustrado" (Ale Ros)
El diseñador estrella del rock argentino nos cuenta de qué se trata “Ros Sin Receta”, la muestra que trajo hasta Córdoba y que se puede recorrer hasta el 23 de julio en “220 Cultura Contemporánea” (Costanera esq. Mendoza)

Por Néstor Pousa

“Está planteado como un resumen de toda mi obra gráfica y un par de performances que hice también de arte”, explica Alejandro Ros sobre la muestra titulada Ros Sin Receta de diseño gráfico para música y editorial que se puede visitar en Córdoba todos los días hasta el 23 de julio en “220 CC”, subsuelo Plaza de la Música (Costanera esq. Mendoza), además de incluir la instalación audio-olfativa Perfumancia que realizó  junto al periodista y escritor Pablo Schanton para la Feria Arco Madrid 2017.
Sin embargo Ros, el diseñador que es referente indiscutido del rock argentino de los últimos 25 años, reconoce que la mayor trascendencia la logró a través de la música, con sus colaboraciones para Soda Stereo, Spinetta, Cerati, Divididos, Fito Páez y Babasónicos, entre muchos otros, y explica por que: “Los discos son como más populares, a los discos los ve todo el mundo, en cambio los diarios solo los ven los que lo compran, también se pueden ver por internet, pero la relación que tiene la gente con la música es muy fuerte, como muy emocional, entonces ese vínculo es más fuerte”, evalúa.
 
"Rex Mix" (Soda, 1991)
  -¿Cómo fue tu ingreso al mundo de la música y cuál tu primer trabajo en este sentido?   
“Una vez que fui a ver a la Mona Jiménez en Cemento (nota: mítica sala de conciertos fundada por Omar Chabán, plataforma del mejor rock de los años 80/90) y el disc-jockey de ahí, Dani Nijensohn, me presentó a Daniel Melero, músico que por entonces producía a Soda Stereo”. 
De esta forma Ros debutó diseñando para el trío de Cerati, Bosio y Alberti la tapa de Rex Mix, EP publicado en 1991. Fue poner en modo inicio la faceta más importante de su trabajo profesional, la que le dio, según él concede, el mayor reconocimiento.

Puede pasar, y de hecho muchas veces sucedió, que una tapa cobre una trascendencia inusitada cuando el disco que contiene se convierte en una obra maestra. En estos casos el diseñador ¿consigue alguna regalía extra? “¡Para nada! -se apura en contestar- yo cobro por el diseño y ya está. Se puede transformar en un afiche o en una remera, ahí ya no tengo nada que ver, ese es el pueblo, pero me encanta que la gente se apropie de las imágenes”, enfatiza.
Para alguien que llegó a prestar servicios para los más grandes de la música, ¿cómo será trabajar con ellos? “Yo me llevó re bien porque soy como un músico frustrado -revela- y tengo el mismo lenguaje de ellos, la música es mi sangre, hablamos el mismo lenguaje, entonces es como mi forma de hacer música”

  -¿Los músicos son muy demandantes o te dan vía libre para trabajar?  “Depende del músico”, hace una pausa y luego completa con una sonrisa cómplice: “… no me hagas dar nombres”.

Ya que no podemos hablar de músicos, hablemos de algunas tapas, no por ser las mejores, ni las más exitosas, hablemos de las más significativas para vos. Empezamos a caminar por la muestra y algunos de sus trabajos más emblemáticos (casi todos lo son) empiezan a aparecer ante nuestra mirada en la forma de gigantografías traslúcidas, “Para Moda y pueblo -recuerda- fuimos con Fito Páez al camarín de Susana (Giménez) a pedirle permiso para usar una foto de ella de los años 80, y nos dijo: “Ay, sí, me encanta que me usen de tapa pero me tenés que retocar la nariz porque ahora tengo otra nariz”, entonces le tuvimos que hacer la nariz actual”.
Seguimos caminando y aparece la de Baldíos lunares disco de Juanse que nos muestra en primer plano unas nalgas, “No es Juanse” -dice sonriendo- se trata de una amiga del líder de Ratones Paranoicos. La siguiente es la portada de un disco de Juana Molina, trabajada sobre una foto tomada con una cámara analógica”, repasa.

"Damas Gratis" (2009)
Estamos en el día de la inauguración y Alejandro se ocupa de todos los detalles, desde la música ambiental hasta los amigos que aparecen a saludar, en general gente del arte gráfico, la música y los medios, todo muy cool. Y en el medio de esa vorágine que implica una inauguración se recompone para continuar respondiendo la entrevista lo más concentrado posible.  De repente le observo que si la idea era que eligiera algunos de sus trabajos más significativos, en realidad estamos viendo los que van apareciendo en modo random según nos vamos moviendo por el lugar. Entonces le propongo que me hable de alguna, aunque no esté a la vista. Sin dudar elije la de Damas Gratis, tal vez para demostrar que su trabajo no se aísla en el nicho del rock. “Una vez vino Pablo (Lescano, líder del grupo de cumbia villera) a mi casa y me empezó a contar de todas sus locuras y sus cosas, entonces le dije: ‘bueno a ver, mostrame tus tatuajes’, entonces se sacó la remera y le saqué la foto que ilustra la tapa de En vivo en el Luna”. Me lleva a verlo, para lo cual cruzamos toda la sala central plagada de esas enormes imágenes transparentes y llegamos a uno de los pasillos laterales tipo catacumba que para la ocasión se ambientó con luz extremadamente tenue, y aparecen por ahí unas vitrinas con discos físicos reales en donde, entre muchas otras portadas reposa el disco del cual hablábamos.
                                                                                                                                                               
Spinetta y las BE (2010)
Nuestra recorrida culmina a los pies de la gran imagen de Spinetta y Las Bandas Eternas, documento que resguarda en audio, imagen y testimonios de lo ocurrido durante el mega-concierto homónimo en el cual el Flaco repasó de forma excepcional toda su vida musical. Hablamos de esa portada. “Dylan Martí, fotógrafo y uno de los mejores amigos de Luis, sacó esa foto durante uno de los ensayos del show”. La imagen, que ya es un ícono, es deliberadamente difusa y Ale nos explica que fue tomada en uno de los pasillos del complejo donde ensayaban para el concierto. “Muchas veces las fotos las tomo yo -aclara- como en el caso que vimos de Juana Molina, porque nos juntamos en su casa y trabajamos tipo un juego; pero si no yo las dirijo, le digo al fotógrafo como es el maquillaje, como es el fondo, los colores, tipo de luz a usar, dirijo la foto”. Luego Alejandro escucha la música y lee todas las letras del disco en cuestión, esa es la mayor fuente de inspiración del diseñador que se transformó en un gurú para los músicos, así desarrolló cubiertas de discos que no casualmente fueron varias veces premiadas en las diferentes entregas de los Premios Gardel a la Música. Sin embargo prefiere restar importancia al asunto. “Son premios de la industria -sentencia- tengo ocho y nunca los voy a recibir. Una vez mandé a una drag-queen a recibirlo por mí. El de Un mañana (Spinetta) se lo quedó Luis, con Luis la relación era de locura, inasible sería la palabra. La única vez que fui en persona a recibir un premio tenía puesta una remera de Coto y fui para mostrarla” (sic).

   -Podría especularse que Córdoba tuvo algo que ver en tu faceta de diseñador de tapas de discos, ya que esta empezó una noche durante un show de la Mona en Cemento.  “Ponele (se ríe). Ese fue el catalizador”.

domingo, 4 de junio de 2017

Pablo Dacal: “Unos ganan, otros pierden, otros cantan”

El músico nacido en Buenos Aires que el próximo 9 de junio se presenta por primera vez en La Falda, explica por qué se considera un trovador y no un cantautor, y asegura que girar es un concepto en sí mismo. Aquí la entrevista previa al show.  

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

La carrera de Pablo Dacal (Buenos Aires, 1976) es tan amplia que sorprende. Como solista publicó cuatro discos entre 2011 y 2016: El Progreso, El corazón es el lugar, Baila sobre fuego y Una década cantada (grabado en vivo en el teatro Margarita Xirgu), además de una serie de discos cortos en forma doméstica e independiente.
Fue guitarrista de la emblemática banda rosarina Coki and The Killer Burritos, entre 1998 y 2001, participando en muchos de sus conciertos y grabando el disco Un millón de dólares
Junto al violoncellista Manuloop fundaron en 2003 la Orquesta de Salón con formación acústica y popular. Se presentaron en gran cantidad de bares y teatros del país durante cinco años y editaron 13 Grandes Éxitos (2005) y La Era del Sonido (2008-2009, España).
Su hoja de servicios es muy extensa y acumula proyectos junto a otros músicos y participaciones en festivales internacionales. Como si esto fuera poco, trabajó como actor y en conducción de programas de radio para Nacional Rock y FM La Tribu.
Antes de su primera presentación faldense, la que forma parte de la gira denominada Un otoño cordobés, nos responde un cuestionario para conocer un poco más de su obra y su historia.

  -¿Cuál es el concepto de esta gira con la cual tenés programado recorrer diez ciudades y localidades de la provincia?
“Es el tercer año en que la realizo y los puntos de encuentro se van expandiendo. Algunas ciudades las visito desde hace muchos años y a otras voy ahora por primera vez. Tengo una larga relación con estas tierras, desde la infancia, muchos amigos, conozco su música y su clima, he pasado aquí largas y preciosas temporadas, compuse y escribí junto a estas sierras en variadas ocasiones. Mi visita en cada región implica un encuentro con todo esto, y aquí mucho más que en otras provincias, por el tiempo y sus afectos. Girar es un concepto en sí mismo, salir a las rutas argentinas. Son momentos muy especiales del año para mí andar trovador. Voy por allí mirando y escucho mientras entro al país, esta Argentina siempre misteriosa. Luego cuento lo que veo, suelto la imaginación y algo se enciende, tarde o temprano.

  -¿La lista de canciones de cada show es calcada, o tenés previstos cambios de acuerdo al lugar y la circunstancia?
“Nunca toco la misma lista en los conciertos solitarios. Es más, no tengo una lista de temas definida. Preparo un repertorio amplio que luego voy recordando en cada encuentro, mientras voy contando las canciones y aventuras. Depende de los espacios, la noche, el espíritu colectivo”.

  -¿Qué nos podés adelantar específicamente sobre el show en La Falda?
“Será la primera vez que cante en La Falda, ciudad que conozco desde niño. Entonces calculo que me presentaré ante ustedes, les contaré de dónde vengo y algunas cosas que encontré en el camino. Ya veremos hacia dónde vamos luego. Llevo una guitarra eléctrica y una máquina del futuro”.

"Tráfico canciones, ideas, fantasías, de aquí para allá"


  -Tu curriculum es muy amplio en todo sentido, tenés una carrera solista que arrojó cuatro discos, formaste parte de distintos proyectos con otros músicos con los cuales también grabaste, seguiste el camino de la actuación y condujiste programas de radio. ¿Cuál es tu límite a la hora de encarar o aceptar un nuevo trabajo?
“No establezco límites claros ni un rumbo fijo: voy escribiendo la canción”.

  -Tu más reciente disco solista lleva por nombre Una década cantada, ¿al título hay que buscarle alguna connotación política o simplemente te gustó el juego de palabras?
“Todo texto es político, mucho más en los tiempos actuales. Esas son algunas de mis canciones desde el 2001 hasta la fecha, y estoy preparando una edición completa en libro. Unos ganan, otros pierden, otros cantan. ¿No es así?”

  -¿Te llevás bien con el término “cantautor” o te resulta más adecuado -como se enuncia en tu biografía- el de “cantor, músico y trovador”? 
“El cantautor remite a un historial que ha dado mayor importancia a los textos y su capacidad de comunión. La verdad es que esa no es mi historia, ya que he realizado mucha música sin palabra y he cantado mucho verso ajeno. Eso, entre otras cosas, es trovar: del acontecimiento hacer canción y de la información conocimiento. Yo trafico canciones de aquí para allá, ideas, observaciones y fantasías”.

  -¿Con qué otros músicos del medio te sentís más identificado estéticamente?
“Con muchísimos, los viejos y los muy jóvenes, y a veces con ninguno”.

  -¿Cómo seducirías al público faldense para que te vaya a ver el viernes 9?
“¿No vendría Ud. a ver a su primo cantar las canciones que lo han hecho feliz?”

El Show. Pablo Dacal se presenta en La Falda el viernes 9 de junio en “Tempo Bar” (Av. España 384 - RN38). Desde las 22 hs. 
La entrada es libre, gratuita y NO se cobra derecho de espectáculo. 
Invita: Biblioteca Popular Sarmiento - La Falda.

domingo, 21 de mayo de 2017

David Lebón, un encuentro tan supremo

imagen de archivo
Considerado por muchos como el mejor guitarrista de rock y blues de Argentina, el Ruso Lebón llegó a Córdoba a presentar su flamante disco con nominación al Premio Gardel 2017.  

RECITALES

Por Néstor Pousa

El hecho ocurrió una noche de principios de primavera del 2002. Situación: décima edición del Festival de Rock de La Falda. David Lebón se encontraba cenando con su manager en un restó del centro de la ciudad cuando sorpresivamente se le acercó Luis Alberto Spinetta, lo abrazó y se expidió: “Vos sos el mejor guitarrista de Argentina”. Suscribo totalmente lo dicho por el Flaco, pero supongamos por un momento que esto sea una apreciación personal y subjetiva, como todo aquello destinado a relevar lo mejor de cada disciplina. Lo cierto es que el Ruso indudablemente pertenece a esa célebre elite de los más notables intérpretes de la guitarra eléctrica del rock en castellano (complete el lector el podio como mejor prefiera).
Lebón es de esa clase de guitarristas que asegura escribir canciones como pretexto para meter un solo de viola. Y no parece ser una humorada, aunque como autor su repertorio contiene páginas que fueron mucho más que un simple contexto, meramente funcional a sus inspirados punteos.
Sobre finales del año pasado, con el respaldo de la multinacional Sony Music, lanzó el flamante Encuentro supremo (recientemente nominado a los Premios Gardel como Mejor álbum artista masculino de rock), un disco muy rockero, directo, sin artificios, en donde predominan las bases de la batería del Negro Daniel Colombres, uno de sus bateristas históricos; las contundentes líneas de bajo de Roberto Seitz, los teclados de Leandro Bulacio, quien además ofició de productor artístico adjunto en tándem con Lebón; y los aportes de Dhani Ferrón (voz y guitarra rítmica) y Gustavo Lozano (guitarra).
En este nuevo trabajo que recupera la línea de discos fundamentales como El tiempo es veloz (1982) y Siempre estaré (1983), se conjugan momentos de alto voltaje como Dr. Rock, casi una continuación, 40 años después, del clásico Suéltate Rock & Roll (Polifemo), en donde el autor se manifiesta frente a su propia desesperanza. Pero también está el Lebón sensible entregado a una balada de Almendra como Laura va, en una delicada versión orquestal arreglada por un especialista en el rubro como Oscar Cardozo Ocampo.

Con este antecedente inmediato fue que el Ruso apareció por Córdoba para renovar su “encuentro supremo” con la ciudad. Nueve años nos separaban de su última visita a la capital provincial, aunque en el medio hubo un par de fugaces apariciones en Cosquín Rock y fue figura excluyente en el escenario temático 50 años de Rock Nacional en la edición 2017 del mismo ciclo. Pero propiamente en la ciudad su última presentación databa del 2008.
Esta vez fueron las modernas instalaciones del Quality Espacio el marco para una nueva visita del músico que integró buena parte de las bandas más emblemáticas del género. Muy pocos músicos de la escena, o ninguno como él, pueden presentar credenciales de miembro de grupos como Pappo’s Blues, La Pesada, Pescado Rabioso, Color Humano, Polifemo, Seleste, Seru Giran, evidentemente un currículum imposible de igualar.
Su show del pasado jueves 18 de mayo ante una sala en formato auditorio que se colmó, comenzó con algunas dificultades técnicas (zumbidos y acoples demasiado rebeldes) que desconcentraron y hasta casi sacan de eje a nuestro héroe de la guitarra. Pero una vez que el técnico de sonido acomodó las perillas la banda levantó vuelo a velocidad crucero con picos de intensidad en versiones claves. La lista incluyó buena parte de las nuevas canciones: Juntos (con Ferrón en segunda voz), Último viaje, Encuentro supremo, Te amo a pesar de todo, Perro negro y Latin rumba, cumplen con la máxima de su autor, ya que en cada una de ellas se despacha con uno de esos solos de viola inigualables. En tanto repasaba Hola dulce viento -su primera canción para Pescado-, a su material solista le agregaba números históricos como El tiempo es veloz, Casas de arañas (descollante Bulacio en improvisación de teclados y scat), En una hora y una versión demoledora de Copado por el diablo, en donde la banda no se guardó nada de su indudable nivel.
Pero el Ruso siempre reserva un lugar especial para las canciones de Seru, la súper banda que integró junto a Charly, Aznar y Moro. La primera de esas canciones con el sello de su voz y su personal dicción fue Esperando nacer, entregada casi como una ofrenda que hizo estremecer a la platea. Parado en el medio de la vida y San Francisco y el lobo (notesé, todos clásicos inobjetables) fueron parte de un intermedio en formato de trío junto a Leandro Bulacio y Dhani Ferrón, que aporta a la banda una imprescindible guitarra rítmica.
El Ruso a sus 64, el mismo los declara desde el escenario, parece estar de vuelta de todo y sin embargo a ciclos regulares viene a ocupar su lugar dentro del firmamento rockero argentino. Tal cual es su personalidad, lo hace sin histerias y rehuyendo a los convencionalismos. Como dato: no presentó a los músicos formalmente, asegura que son una banda de barrio y destaca lo agradecido que está de tocar junto a ellos. En su cruzada contra los formalismos propone evitar los histéricos bises, en donde los músicos simulan irse y el público asume la parodia y pide una más. Entonces tocará la lista de corrido antes de que “Todos nos vayamos a descansar”, propone.  Con Noche de perros, Mundo agradable, Sueltate Rock & Roll y Seminare, se despedirá hasta una próxima vez de la ciudad que siempre fue testigo de sus momentos más gloriosos.

Golo, el amigo de Lebón

Alejandro “el Golo” Cavoti al frente de Golosinas Peligrosas fue el encargado de abrir la noche en la que se presentaba su amigo David Lebón.
Golo, cordobés de nacimiento, antes de pasar buena parte de su vida en Los Ángeles, California, fue un activo integrante de bandas de la segunda etapa del nacimiento del rock en castellano en nuestro país. Junto a su hermano, su primo y un amigo formó Primera Resurrección. Luego pasó por Bubú (Miguel Zavaleta), Polifemo, Seleste, La Máquina de Hacer Pájaros, además de compartir zapadas con Pappo y participar en El Festival del Amor, organizado por Charly García.
Hace unos 10 años regresó para volver a afincarse en su tierra natal y así retomar su historia de música y rock. En la actualidad alterna presentaciones solistas con actuaciones junto a su trío Golosinas Peligrosas. Con ellos abrió el escenario temático 50 años de Rock Argentino en el reciente Cosquín Rock. Con la invitación de David para tocar en el Quality, el Golo pudo demostrar una vez más sus dotes intactas de muy buen violero en versiones propias de Boletos, pases y abonos (La Máquina…) y Dos edificios dorados (Lebón), y mostró algunos temas de su propio repertorio como el Golo´s Blues y otra canción con aires de funk.  El Golo se dio el gusto de tocar para su gran amigo y el Ruso lo agradeció antes de empezar su set.   

lunes, 8 de mayo de 2017

Amigos de lo eterno, Spinetta reprise

Ilustración: Pablo Lobato
En el libro “El concierto del aire”, de reciente edición y firmado por la dupla Lucas Fernández - Miguel Ángel Dente, se revelan detalles hasta ahora desconocidos del mega-show en el cual Spinetta repaso su prolífica carrera musical.

LIBROS

Por Néstor Pousa

El 4 de diciembre de 2009 Luis Alberto Spinetta decidió hacer una revisión exhaustiva de sus obras completas en un concierto en el estadio de Vélez Sarsfield ante una multitud estimada en 40.000 personas. El acontecimiento quedó registrado como un hito histórico por varias razones. Nadie hasta entonces esperaba que el Flaco, siempre reacio a revisar su extenso catálogo, concretara algo que sus fans le venían reclamando largamente. Nunca se sabrá a ciencia cierta si fue convencido, o solo, en su intimidad tomó la decisión, o ambas cosas obraron. Lo concreto es que lo que en principio iba a ser la reunión de sus tres primeras bandas fundamentales: Almendra, Pescado Rabioso e Invisible, terminó siendo una reunión antológica con muchos de los músicos y todas las formaciones que encabezó, incluida su etapa solista. Fue una especie de doble celebración por sus 40 años de carrera y los 60 de vida que cumpliría en enero del año siguiente. El show con un setlist alucinante de más de 50 canciones le demandó un esfuerzo sobrehumano de 5 horas 15 minutos de concierto en donde el flaco nunca abandonó el escenario mientras se sucedían las presentaciones de músicos de la talla de Charly García, Gustavo Cerati, David, Lebón, Fito Páez, Ricardo Mollo, Juanse, Diego Rapoport, Mono Fontana y una larguísima lista. El concierto en cuestión no podía tener un mejor nombre que Spinetta y Las Bandas Eternas, que exactamente un año después era editado en formato de box set conteniendo 3 cds, 3 dvds (concierto completo y backstage) y 2 libros con fotografías y textos.
Los ensayos demandaron jornadas agotadoras de hasta 10 horas en una enorme sala de ensayo con domicilio desconocido y hubo una especie de pacto de silencio previo en donde todos los involucrados en el proyecto jamás soltaron palabra. La fecha que se convirtió, por sus características, en uno de los conciertos más relevantes de la música popular de sudamericana y por qué no mundial, se cocinó en el más absoluto de los misterios. Con el diario del lunes supimos que Luis nos había dejado un último legado magistral a la altura de su obra y de su trayectoria profesional y personal.

Lucas Fernández (*)
En las semanas anteriores a ese memorable 4 de diciembre, Lucas Fernández, conductor, periodista y productor, junto a Germán Hidalgo y Lucio Carnicer, de Mama Rock (envío que cumplió 15 años en la onda de Radio Nacional Córdoba) intentaba convencerme por todos los medios que lo acompañara a un show que se presumía irrepetible, pero un par de compromisos familiares impostergables me impedían hacerlo. Lucas no faltó, y con su inseparable Zoom H2, un grabador digital portátil de alto alcance y fidelidad, registró la totalidad de la maratónica faena.
Los parlamentos del Flaco entre tema y tema para presentar a cada artista invitado, los cuales quedaron afuera de la edición oficial, y las entrevistas que Lucas realizara para su programa semanal fueron el punto de partida para la edición del El Concierto del aire (Tícher de luz reprise) primer libro firmado por Lucas Fernández en sociedad con Miguel Ángel Dente quien ya acredita en su haber el lanzamiento de guías biográficas sobre Spinetta (Tícher de luz), Charly García, Pedro Aznar, Gustavo Cerati, Fito Páez, Litto Nebbia y 50 años de Rock, todos a través del sello Ediciones Disconario.
Este nuevo material de reciente aparición nos permite reconstruir la génesis y los días previos al gran concierto, conocer los detalles de cómo y quienes lo idearon, escuchar en primera persona las opiniones de coprotagonistas del evento que hasta ahora no habían sido puesto en foco y que vieron la luz gracias a la inquietud periodística y amplia generosidad profesional de Lucas Fernández. Así, fueron entrevistados personajes como Juanjo Carmona (periodista y productor), Aníbal “La Vieja” Barrios (histórico asistente personal de Spinetta, casi su sombra), Dhani Ferrón (músico y productor, pero además, amigo e insospechado chofer de Luis durante todos esos días), Guillermo Vadalá (bajo y guitarra), una especie de muleto de Spinetta que se sabía todas las canciones de la lista del show. “Guille Vadalá fue la clave del concierto _reconocía el Flaco_ porque sacó todos los temas míos que tocamos, más otros que no tocamos. Para mí era muy importante saber que contaba con un guitarrista que si yo me rompía el codo subiendo una escalera podía hacer todo lo que tenía que hacer Spinetta en la canción”.
Otros que ofrecieron sus testimonios exclusivos fueron: Baltasar Comotto (guitarra solista), Sergio Verdinelli (batería), Claudio Cardone (teclados), Fito Páez, Juanse, Black Amaya, Gustavo Spinetta, Dylan Martí (fotógrafo), Bocón Frascino, los tecladistas de Spinetta Jade: Juan del Barrio, Mono Fontana y Leo Sujatovich. Y muchos más.
En todas las entrevistas desgrabadas y condensadas en el libro, queda claro que para la realización de este mega-recital todos los músicos convocados tuvieron que reducir sus egos artísticos a nivel cero subordinándose a las necesidades del momento, algo que solo podía lograr Luis Alberto por el respeto y admiración incondicional que provocaba en sus colegas. En devolución, en cada una de las presentaciones Luis se prodigaba en adjetivos elogiosos y con su habitual amorosidad hacia todos ellos, llegando en algunos casos al límite de la exageración.
Este novedoso trabajo de la dupla Fernández-Dente viene a cerrar un circulo virtuoso que arrancó con el concierto y siguió con la edición de ese material en audio y video. Si había quedado pendiente algún detalle, en las páginas de El Concierto del aire están a buen resguardo.

(*) Lucas Fernández en la Presentación Oficial en Córdoba de "El Concierto del aire" en Cocina de Culturas, 04 de mayo de 2017.