lunes, 28 de marzo de 2016

Divididos: la era de la lucidez

Foto: Flor Piai Fotografía
El power trío que lideran Ricardo Mollo y Diego Arnedo regresó a La Falda a 24 años de su debut en esta ciudad. Mollo también recordó la vez que Sumo no pudo tocar, la noche en que se derrumbó el festival.

RECITALES

Por Néstor Pousa 
cobertura especial

“Después de 26 años volvemos a La Falda”, fue el saludo de Ricardo Mollo a las más de tres mil personas no bien pisó el escenario. Aún con el margen de error (probablemente inducido) el dato consignaba que este no iba a ser un show más. Recalculando: Divididos tocó por primera vez en La Falda en el verano de 1992 (hace casi exactamente 24 años), fue para el último Festival de Rock que organizó Mario Luna, y se convirtieron en la consagración de esa edición con Acariciando lo áspero, su segundo disco. Lo que siguió después ya casi todos lo saben.
La noche del sábado 26 de marzo Ricardo entró cargando una mochilita en su espalda, como si el recorrido previo hubiera sido exclusivo hotel spa-combi-escenario, sin escalas en camarines, de la misma forma en que dos horas y veinte después abandonarían raudamente el lugar. No notas. No conferencia de prensa. Hermetismo total. Pero el show fue distendido, con un Mollo muy comunicativo que incluso haría referencia a 1987, el año del caos, la era de la boludez, misma ciudad, mismo festival, pero con otros organizadores. La vez que Sumo no pudo tocar por suspensión, la noche en que el festival se derrumbó. “Tenemos una asignatura pendiente”, lanzó, y era la noche ideal para resarcirse. Pero eso sería más adelante, primero vendría una seguidilla de temas con el carácter de este power trío con justicia apodado la aplanadora del rock. Una primera parte con: Elefantes en Europa, Libre el jabalí, Haciendo cosas raras, Tanto anteojo, Cabeza de maceta, El perro funk (un mash-up con el bolero Inolvidable), Salir a asustar y Sábado, que desataría el primer gran mosh de la noche. Resguardados por una escenografía deliberadamente austera (largos telones rojos, juego de luces, ausencia de pantalla de video, sonido óptimo), una medianera de equipos al palo y la batería ocupando el centro de la escena, el trío se embarcaría en el momento psico-stoner que tan bien le sienta, con notables interpretaciones de Senderos y Jujuy, ambos de Amapola del 66, su último disco hasta el momento, fechado en 2010.

Foto: Flor Piai Fotografía
Sin llegar al unplugged, pero con Mollo y Arnedo acomodados en sendas banquetas, habría un intermedio con Dame un limón, Brillo triste de un canchero y las esperadas baladas Spaghetti del rock y Par mil. Un respiro en atención a aquello que dice “no es poesía ver la carne transpirar” (Dame un limón), pero duraría lo que un suspiro porque enseguida y tras un solo de batería de Catriel Ciavarella establecerían que si no fueron ellos los que inventaron la fusión folklore-rock, son los que mejor la decodifican y su versión de El arriero (de Yupanqui) es el gran electro-himno de ese subgénero mestizo. Amapola del 66 (el tema) fue otro de los altos momentos de la noche, aunque la ausencia de La flor azul, tal como lo documentaron en el disco de estudio, lo deja trunco. A continuación el otro gran momento de la función, con Mollo repasando lo que había sucedido en aquella lejana y agitada jornada de 1987 (“No creo que ninguno de Uds. haya estado esa noche”, arriesgó) e invitando a su ex-compañero “Superman” Troglio a que ocupe la batería para una versión casi sin ensayo de Crua-Chan con la mitad de Sumo sobre el escenario. “Saldada casi la deuda”, se reconfortaba el guitarrista.

Foto: Flor Piai Fotografía
Si hay dos discos que certifican el alias de aplanadora del rock ellos son el precitado Acariciando lo áspero (1991) y La era de la boludez (1993), ambos concebidos con la participación de Federico Gil Solá, segundo baterista que alistó el trío. Y Divididos con Ciavarella (previo paso de Jorge Araujo) recuperó ese mismo toque animal. Por eso los nombrados son dos de los álbumes más revisitados en los vivos, con clásicos como Paraguay, Paisano de Hurlingham, Rasputín, Ala delta y El 38, con su intro de hi hat que arma el segundo pogo más grande del mundo, redondearon una larga lista de 26 canciones. La imagen final es Ricardo Mollo y su colección de guitarras vintage; es Catriel Ciavarella y su show aparte y es Diego Arnedo, un bajista por momentos imperturbable, despidiéndose con un enigmático “No se dejen engañar” sobre un acorde interminable de guitarra distorsionada.

lunes, 21 de marzo de 2016

Eminem en Lollapalooza 2016: Los reyes nunca mueren

INFORME ESPECIAL

Por Néstor Pousa

El rapero estadounidense Eminem fue la estrella central en la tercera edición del Lollapalooza Argentina, festival nacido en Chicago (EE.UU.) que está a punto de celebrar 25 años de existencia y con franquicias en: Alemania, Colombia, Brasil, Chile y Argentina. En nuestro país va por la tercera edición consecutiva desde 2014 a la fecha, siempre con sede en el imponente predio del Hipódromo de San Isidro en Buenos Aires.
Lollapalooza históricamente integra su cartelera con bandas y solistas de géneros musicales como rock alternativo, indie pop, rap, nü-metal, punk, house y dj’s sets, los que cuentan con un escenario exclusivo. Para la edición 2016, en su versión Argentina realizada los días viernes 18 y sábado 19 de marzo pasado, se destacaron los nombres del ex-Oasis Noel Gallagher, los australianos y exitosos Tame Impala, la inglesa Florence + The Machine, el californiano-argentino Albert Hammond Jr, los notables Alabama Shakes, los islandeses Of Monsters and Men (con una cantante físicamente muy parecida a Bjork), quienes compartieron cartel con los créditos argentinos: Babasónicos, IKV, Boom Boom Kid, Carajo y los cordobeses Eruca Sativa y Juan Ingaramo.
Pero el más esperado, sin dudas, era Marshall Bruce Mathers III, mejor conocido como Eminem, la estrella blanca del rap y hip hop mundial que llegaba aquí por primera vez en la historia, caso curioso para un artista como él, con tanto predicamento en el firmamento del pop ecuménico. La imponente convocatoria de 170.000 personas (cerca de 85.000 en cada una de las dos jornadas), seguramente las más importante en Argentina para un festival con entrada paga, daban cuenta de la extraordinaria expectativa que generaba la presencia del autor de Stan.

La performance de Eminem fue abrumadora, respaldado por una banda de músicos negros que suenan tremendos y secundado por su ladero de siempre, Mr Porter. La escenografía contextual estaba dominada por un telón de fondo representando un enorme radiograbador (de esos que portan los rappers urbanos) cuyos vúmetros y parlantes reaccionaban a las exclamaciones del público, y luego mutaba en una factoría siderúrgica (en alusión a Detroit, ciudad de la que es originario el músico), un cielo oscuro con tormenta eléctrica o una casa embrujada.
Eminem hizo su aparición puntualmente a las 22.00 enfundado en unas bermudas camufladas y riguroso buzo con capucha que ocultaba una gorra de combate. Al instante empatízó con la multitud que aguardaba su debut local a 20 años de la publicación de su primer disco. Rescatado de los problemas que afectaron su vida personal y de los cuales diera cuenta en sus canciones, se pudo observar a un artista compenetrado y a la altura de su leyenda pero con la capacidad de generar un insospechado feeling con sus seguidores, haciéndolos participar durante la hora y media que duró su show y con permanentes alusiones a “Aryentina”, mientras descerrajaba sus provocadoras rimas a una velocidad sin concesiones. La lista de temas dejó conforme hasta al fan más escéptico, que suponía que algunos números ya no los cantaría en los vivos. Alucinaron con una perfecta combinación de clásicos junto con sus nuevas producciones: Mosh (en el que alude a Bush), Kings never die, The way i am, Sing for the moment, Like toy soldiers, My name is, The real Slim Shady, Without me y la muy coreada Stan, hicieron de este un recital para guardarlo en la carpeta de eventos históricos. Si hasta aceptó posar para la típica selfie final con el público de fondo.

A favor: más que un festival musical. Lollapalooza es una experiencia que comienza al mediodía y se prolonga durante poco más de 12 horas. Propone varias actividades (charlas, clases, talleres y espacios de gastronomía típica y exótica) y cuenta con varios aspectos para destacar e imitar. Los rubros técnicos son de altísimo nivel, el sonido alcanza una calidad asombrosa, al igual que las luces y la parte visual de los escenarios. Los horarios de los shows, previamente publicados, se respetan con una precisión rigurosa. Los artistas de los Main Stage 1 y 2 (escenarios principales) nunca se superponen, lo que no obliga a tener que elegir o descartar entre uno u otro. El escenario Alternativo cuenta con las mismas características técnicas de los anteriores y aunque el predio es enorme no es necesario desplazarse demasiado para acceder allí. Hay 2 escenarios más: uno para las performances de DJ’s y otro con programación exclusiva para los más chicos. Por más que llovió copiosamente durante la madrugada del primer día, el terreno no se vio demasiado afectado y estaba en muy buenas condiciones. Tanto el público como cualquier otra persona que concurría a cumplir alguna función, todos son tratados por el personal de seguridad con total respeto y cortesía. La programación artística, como ya se observó, fue muy atractiva y en muchos casos permite descubrir en directo a las nuevas bandas del panorama internacional.

En contra: desconcentrarse o perecer. La salida una vez finalizado el recital puede llegar a ser un verdadero caos. Las miles de personas que intentan desconcentrarse se encuentran con la desagradable sorpresa que los trenes del Ferrocarril Mitre dejan de funcionar a la medianoche, que conseguir un taxi puede convertirse en una verdadera odisea y tomar un colectivo obliga a una fila interminable, con la desventaja para los que asistimos desde otras provincias que si no tenés la tarjeta SUBE, no subís. Si la opción es volverse en remis la lista de espera puede superar las 3 horas. En tanto que ir en vehículo particular, salvo que con la entrada hayas podido adquirir tu estacionamiento, también tiene sus bemoles. En definitiva, un aspecto sobre el que deberían trabajar en conjunto la productora local del evento y las autoridades del Partido de San Isidro.    

martes, 15 de marzo de 2016

Iron Maiden: santificado sea tu nombre

Dickinson acechado por Eddie
La banda británica que pilotea Bruce Dickinson ofreció por primera vez su monumental show en Córdoba. Fue ante unas 20.000 personas en un Estadio Kempes conmovido y estuvimos allí para contártelo.

RECITALES

Por Néstor Pousa 
Cobertura especial

En los días previos al arribo de la banda británica Iron Maiden, por primera vez en suelo cordobés, el principal protagonismo se lo llevaba el medio de transporte de los músicos, un gigantesco Boeing 747 capaz de transportar no sólo al personal de gira sino también el equipamiento técnico de la misma. Y otro dato: quien lo pilotea no es otro que Bruce Dickinson, líder y cantante de la banda. Pero la mole alada sufrió en tierra, en su escala trasandina, un accidente demasiado insólito para los niveles de control que debería tener, y dejó a todo el staff de Iron Maiden de a pie. Casi no hubo tiempo de sobresaltarse por la suerte que correría la fecha cordobesa porque rápidamente a través de su página oficial la banda ratificó que los conciertos de Córdoba (Estadio Kempes, 13 de marzo) y Buenos Aires (Estadio  de Velez Sarsfield, dos días después) no se cancelaban. El accidente desilusionó a los miles de fanáticos que ya estaban sacando cálculos de la posible hora de arribo de la aeronave para buscar la mejor ubicación de este lado del alambrado del Aeropuerto Ambrosio Taravella. En definitiva un dato de color, aunque justo es reconocer que la ficha técnica de la descomunal máquina identificada con el logo del grupo verdaderamente asombra.
Esto permitió poner en foco lo que realmente cuenta, que es la actuación por primera vez en Córdoba (definitivamente consolidada como la segunda plaza en importancia del país) de esta banda emblema del heavy metal a escala mundial. Iron Maiden con su larga historia a cuestas ya está en condiciones de disfrutar los beneficios que la industria del espectáculo les reserva a las leyendas, no obstante reniegan de esa cómoda posición y salen de gira con disco nuevo, el flamante The book of souls, motivo de esta gira. El nuevo disco no es una excusa para refritar sin culpas los viejos clásicos. Nada de eso. El estremecedor diseño del escenario dispuesto en el Kempes (orientado esta vez en sentido contrario al habitual) permitía adivinar las ruinas de una ciudad perdida, la antigua civilización maya representada por una iconografía al tono, con un fondo de tapices intercambiándose permanentemente tras cada canción. Desde el tema número uno y durante la primera mitad del concierto los estrenos gozan de una lugar de privilegio. Desde el inicio con If eternity should fail con un enigmático Dickinson desde lo alto de la gran ciudad imaginaria introduciéndonos en la historia al tiempo que producía la primer descarga de luces, fuego y sonido atronador. Antes las enormes pantallas de alta definición reprodujeron un paradójico clip de la Ed Force One (nombre del precitado avión) atascado en la frondosidad de una selva fantástica, rescatado y puesto en vuelo por una mano monstruosa. Una paradoja de lo que en realidad había sucedido.

La lista siguió con Speed of light, primer corte del nuevo disco, y tras un repaso por Children of the damned, continuaron los temas nuevos: Tears of a Clown y The Red and the Black. Hay que decir que el nuevo material suena muy convincente y es bien recibido por la multitud que hasta ya corea algunas letras, pero la expectativa en la primera visita de una gran banda a un lugar son los clásicos, y estos no faltaron. The Trooper, Powerslave y Death or Glory, fue la primera descarga de clásicos. Como es habitual en el primero de ellos, Dickinson luciendo una chaqueta de infantería hace flamear una gran bandera británica, y aunque los músicos se encargaron suficientemente de aclarar que no hay connotaciones políticas en ese acto, igual genera un sentimiento contradictorio en los incondicionales fans: algunos silban, al tiempo que otros contrarrestan coreando un  “Argentina, Argentina”.  
                                                                                                                                                
En The book of souls, la canción que titula el nuevo disco, el cantante se toma unos minutos para explicar (en inglés y sin apelar a un castellano por fonética) el concepto que encierran esos temas, una puesta en escena con un protagonista central, Bruce Dickinson, forzando su voz hasta límites sobre humanos y un desgaste aeróbico de similares dimensiones. Es en esta parte donde se trenza en lucha con una versión maya de Eddie, el omnipresente fetiche de la banda, hasta arrancarle el corazón, sumergirlo en una pócima en ebullición y ofrendarlo a la platea. Toda esa secuencia es épica y exacerba el concepto de ópera rock que tiene el concierto. El desempeño de la banda, heroicos sesentones o casi, también es notable. Adrián Smith y Dave Murray, dos guitarras líderes que se alternan en solos de alta precisión; la base descomunal de bajo y batería de Steve Harris (festejaba sus 60 en la ocasión) y Nicko McBrain; y Janick Gers, un guitarra rítmica con vocación de saltimbanqui. 
La segunda salva de clásicos no iba a dar respiro: Hallowed be thy name (transcripto al español como Santificado sea tu nombre), la tenebrosa Fear of the dark, la epónima Iron Maiden, The number of the beast, Wasted years, y una que no es un clásico pero rindió como tal: Blood brothers, vencieron la resistencia del más pintado. El caso de un grupo de robustos cincuentones, de rigurosa indumentaria negra y vaso de cerveza en mano, a los que vi flaquear su resistencia, tomarse la cabeza con los ojos en lágrimas cantando como en trance. Sobre el final Dickinson pagaría con un equívoco (luego se corregiría) el precio de tantos escenarios y ciudades que recorre la gira, cuando agradeció a: “Buenos Aires”. Desde el campo alguien no tardó en corregirlo al modo local: “¡Tamo en Córdoba, culiao!”.

Mini festival metálico. A las 6 de la tarde y con un clima templado dio comienzo la jornada con los cordobeses de Pésame quienes aprovecharon muy bien sus 20 minutos (3 temas) y los 5 metros cuadrados de escenario que les permitieron utilizar. The Raven Age, banda del hijo del bajista Steve Harris, llamado George Harris (casi homónimo de mi Beatle favorito) ofrecieron un contundente set de nü metal, prometen. Mientras que el número de semifondo, Anthrax, curtió su trash-metal sólo para entendidos.
Desde lejos no se ve. Desagradable sorpresa se llevaron los tenedores de las entradas más caras ($1380) cuando al llegar a su ubicación notaron que un enorme mangrullo de sonido les impedía la vista del escenario en forma completa, debiendo ser reubicadas 320 personas. “El plano que mandó el manager de Iron Maiden tenía dos mangrullos bajos, lo cambiaron y no avisaron”, se excusaron desde la producción local, y agregaron: “económicamente fue peor que con Dylan”.

Set list / Córdoba, domingo 13/03/16    
Intro: Doctor, Doctor (UFO)
01. If Eternity Should Fail
02. Speed of Light
03. Children of the Damned
04. Tears of a Clown
05. The Red and the Black
06. The Trooper
07. Powerslave
08. Death or Glory
09. The Book of Souls
10. Hallowed Be Thy Name
11. Fear of the Dark
12. Iron Maiden
Bises:
13. The Number of the Beast
14. Blood Brothers
15. Wasted Years
Finale: Always Look on the Bright Side of Life (Monty Python song)

Fotos: Iron Maiden - Official Web


martes, 9 de febrero de 2016

El Cosquín de los milagros

Brancciari (NTVG), frontman distante.
En medio de un alerta meteorológico se realizó la 16va. edición del Cosquín Rock. Ciro, La Beriso, Don Osvaldo, sin mostrar novedades, fueron los más convocantes. El cierre fue para No Te Va Gustar y una larga lista de invitados.

Por Néstor Pousa 
Cobertura Especial

La reciente edición del Cosquín Rock que acaba de finalizar, número 16 consecutiva en el record histórico del ciclo, comenzó a escribirse en las páginas de informes meteorológicos antes que en las secciones de espectáculos. Tan sólo 24 horas antes de su inicio, la mañana del viernes 5 de febrero, el cielo parecía desplomarse con una de esas tormentas de verano que ocurren cada tanto. Las caras empezaban a mostrar gestos de preocupación, sin embargo para José Palazzo, organizador y productor general del evento, una cosa estaba clara: el festival se iba a realizar a como dé lugar y así lo ratificaba rotundamente en cada nota periodística que le hacían en los medios de prensa que mostraban preocupación por la suerte del festival. Decía Palazzo con su clásico humor irónico, pero muy en serio, que: “Va a ser una fiesta con un poco de barro en los pies”. No estaba dispuesto a asumir otra vez el monumental trajín logístico y costo económico que el año pasado le insumió a su producción trasladar completa la grilla del domingo al martes por los efectos de un diluvio tanto o más impetuoso que el que ahora amenazaba. Aquel que produjo estragos en las Sierras Chicas y puso fuera servicio por 6 meses el nuevo Camino del Cuadrado.
No es inapropiado entonces empezar trazando un mapa pluvial de lo que fue ese fin de semana largo en el Aeródromo de Santa María de Punilla, locación donde se realiza el ciclo desde hace seis años, en donde el sábado amaneció con un sol que cuarteaba la tierra y convertía en un verdadero sauna al predio, estado que cambió gracias a una leve lluvia que llegaría cerca de la medianoche cuando hacían su aparición en escena los nuevos niños mimados del festival, La Beriso, banda de Avellaneda que acredita un estilo con indisimulables influencias de Callejeros. Hasta ahí todo aparentaba normal y hasta parecía que Palazzo había conseguido el celular de San Pedro. Pero había que ser cautos por los pronósticos que mantenían el alerta meteorológico, fue entonces que durante la segunda jornada, en el multitudinario show ofrecido por Don Osvaldo (sustituto de Callejeros que comanda Pato Fontanet) comenzó una lluvia de proporciones que no cesó hasta el otro día, poniendo a prueba tanto a la sólida infraestructura de este festival campestre, como a su fiel público. Y hay que decirlo, ambos soportaron estoicamente y a pie firme, casi con obstinación. El lunes amaneció inestable y con lloviznas aunque despejándose por la tarde con lo cual la jornada de cierre se pudo resolver con un clima ideal, ni lluvia, ni calor, ni frío, en definitiva un alivio ante tanta inclemencia. Aunque la profecía de los pies embarrados se cumplió a rajatabla.
   
Walas con Massacre, cátedra de buen rock
Modelo europeo. Si el festival se bancó inmutable tantos contratiempos, habría que agregar el tremendo caos vehicular en que se convierte la RN38 desde Córdoba hasta Cosquín, es por una impecable organización, la estructura y logística sin fisuras, un estándar de calidad que se afianza cada año, en donde se verifica cada detalle, se resuelve cada error y con ideas “importadas” de los principales festivales campestres de Europa, por ejemplo el Roskilde en Dinamarca y el de Glastonbury en Inglaterra. Basta con mencionar la disminución de generación de basura con la implementación de vasos reciclables y el no uso de volantes publicitarios de papel. El Cosquín Rock de Argentina del escenario para atrás es una empresa que funciona aceitada y en la que cada uno de sus integrantes cumple con su rol, siempre ante la atenta mirada del responsable principal que aunque delegue obligaciones, se encarga de supervisar todo y comunicarlo con vehemencia. En la faz artística la grilla apostó a lo seguro con los números que el público coscoíno conoce y espera. Ciro y Los Persas, La Beriso, Don Osvaldo, Las Pastillas del Abuelo y Las Pelotas (que mantiene su record de única banda con presencia en las 16 ediciones) no habrán mostrado novedades pero fueron los encargados de agitar la taquilla. Boleterías que fueron menos visitadas para el sábado de apertura (28.000 asistentes) y reventaron el domingo y lunes (cerca de 38.000 mil en ambas jornadas).
                                                                                                                                                       
Iorio (Almafuerte), argentinidad al palo
Peso argento. A Ricardo Iorio pudieron convencerlo de que asista a la sala de prensa, hacía mucho tiempo que no respondía las preguntas de los periodistas allí acreditados y aunque sus respuestas pueden resultar previsibles y aportan más notas de color que otra cosa, la carpa estaba repleta de reporteros. Claro, Almafuerte se había ganado el privilegio de mostrar lo suyo en el escenario principal en lugar del Temático Heavy, aunque el líder aclaró: “Heavy Metal no es lo mismo que Metal Pesado, El Metal Pesado en sus letras habla de la Patria”. Fue en el mismo día que en el Hangar se repasaba la actualidad del rock hecho en Córdoba con interesantes performances de: Trebolares, Nóstica, Los Monkys, Planeador V, Sir Hope, Segundo Nova, Cith, Los Cocaleros y Géminis, entre otros.
El sábado todo giró en torno a Don Osvaldo, si hasta se desplazaron los muy estrictos horarios de cada show para esperar que ingrese la totalidad del público afín a este nuevo proyecto del exCallejeros Patricio Santos Fontanet. Los cordobeses de Eruca Sativa (por fin en horario central), Guasones, los uruguayos de La Vela Puerca y Las Pastillas completaban la grilla de una noche en donde las cruces de sal no funcionaron para cortar la tormenta.
El lunes, luego de que Walas y Massacre volvían a dar cátedra de buen rock en el atardecer del tablado más grande, la actividad en la sala de prensa fue incesante con conferencias de Yamandú Cardozo (Agárrate Catalina), Adrián Dárgelos (Babasónicos), José Palazzo (organizador) y No Te Va Gustar. A la hora de los bifes los dirigidos por Yamandú fueron la consagración en el Escenario Alternativo ante un público híper politizado que matizó la espera con cánticos anti-Clarín. Ofrecieron una versión compacta de su nuevo espectáculo conceptual Un día de Julio que dos días antes habían mostrado en forma completa en el Auditorio Municipal de La Falda con el mismo rotundo suceso. Lo mismo para Catupecu Machu en el Espacio Geiser con su set acústico titulado Madera.Microchip, que si bien fue concebido para teatros o espacios cerrados, merecía ser mostrado a una mayor cantidad de público en el escenario principal.

La Catalina, talentosos y divertidos
Noche uruguaya. En una noche con mayoría de presencias charrúas, los NTVG hacían prevalecer su estrellato imponiendo algunas condiciones (no permitieron la transmisión en vivo de su show, entre otras cosas). Emiliano Brancciari (voz y guitarras) anticipaba un show largo e importante nómina de invitados especiales. Una extensa lista de hits junto a notables como la murga Agarráte Catalina (hermosa versión de Clara enganchada con La puerta de atrás) y Hugo Fattoruso, acordeón en Clara y solo de piano en Chau. Que una celebridad como Hugo Fattoruso, ex integrante de Los Shakers, Opa y de extensa carrera solista, haya pisado el Cosquín Rock es un dato para el cuadro de honor. Hubo convidados sorpresa como Daniel y Cóndor de la Bersuit (De música ligera y un medley de Verte reír y Un pacto), e inesperados como Joaquín y Leandro de Turf (compartieron Pasos al costado y Comodín).
No hay dudas de que Cosquín Rock es el festival de los milagros. Si hasta consiguió lo que nadie pudo, volver a reunir sobre un escenario a dos irreconciliables como el Indio y Skay. Está bien, sólo fue un entremés de marionetas, pero el público igual armó en el pogo más grande del mundo ¡con dos marionetas! Juro que no lo soñé.

domingo, 31 de enero de 2016

Los Cafres, encienden la llama


RECITALES DE VERANO

Por Néstor Pousa

La primera vez en La Falda para Los Cafres dejó algunos datos para destacar, a saber: el show empezó más tarde de lo acostumbrado; en compensación por la espera la banda entregó un show larga duración seguido por un público en su gran mayoría festivalero. Sin innecesarios juicios de valor, esto último fue muy notorio ya que habitualmente la gente que concurre a este ciclo se divide entre locales y turistas que en la mayoría de los casos no son seguidores de las bandas programadas. La presentación de Los Cafres en cambio contó con público adepto desde el minuto cero, Guillermo Bonetto, cantante y líder, desde el escenario constantemente repetía la palabra feed-back (retroalimentar), efecto que se logra por la reacción favorable del que escucha cuando conoce y es afín a la música que se propala, cosa que no ocurre con un público neutro.
En la faz técnica se estrenó un nuevo sistema de sonido con alta calidad de prestaciones, se utilizó por primera vez una cámara con grúa para lograr mejores planos de artistas y gente, sumadas a las vistas aéreas capturadas por un drone que ya se había estrenado con Caligaris.
Desde Sin semilla, primera canción de un concierto que empezó con la banda completa en escena calentando motores y Bonetto irrumpiendo desde el backstage, fueron casi dos horas de show con un mini intervalo promediando la función. Simbólico, porque Sin semilla fue nada menos que el tema que los impulsó, la pista uno de Frecuencia Cafre, álbum debut publicado en 1994. Pero la banda reconoce una trayectoria un poco más larga, con un primer período de actividad que va desde 1987 a 1989, un intervalo de tres años en el cual sus integrantes se dedicaron a viajar fuera del país y la posterior reunión en 1992 hasta nuestros días. Recién entonces es cuando se formaliza la carrera de Los Cafres con el disco antes mencionado. Pero nada fue tan fácil, ni inmediato. El mismo día del show, luego del almuerzo y antes de una incursión por la pileta del hotel que los recibe durante su estadía faldense, el mismo Guillermo Bonetto nos confiaba que hace 10 años que pueden vivir de la música, y llama la atención el dato por tratarse de una banda de tan extensa trayectoria. La fecha es casi coincidente con la publicación de ¿Quién da más? (2004), trabajo que atesora el hit Si el amor se cae, canción que los hizo populares y les abrió las puertas de la consagración definitiva.

Guillermo Bonetto es un frontman imprescindible para una banda que cultive música reggae. Sus bailoteos constantes y movimientos ondulantes a todo el ancho del escenario no se interrumpen en ningún momento del show. Dirige una numerosa banda que se conoce desde hace muchos años y suena corpulenta. El Roots Reggae es un estilo que puede parecer reiterativo para oídos no iniciados o que prefieran músicas de armonías más complejas, sin embargo Los Cafres saben traducirlo a la perfección y con incuestionable contundencia gracias a su sólida base rítmica de bajo, batería y percusión, dos teclados, dos guitarras y los bronces (saxo, trompeta, flauta traversa, en ocasiones trombón). Bonetto (quien reconoce entre sus influencias actuales al cantante de tangos cordobés Ariel Ardit) presenta la banda: el imprescindible Claudio Illobre en teclados y principal compositor, Gonzalo Albornoz en el bajo, Sebastián Paradisi en batería y sus compañeros, tuvieron instancias de lucimiento personal. Entre un número y otro el cantante chequea el estado de ánimo de la platea, arenga para que liberen gritos de euforia y bromea con los del “sector vip” (sic), la música rítmica se disfruta mejor de pie y bailando, sugiere a los que no abandonaron su silla en toda la noche. Se escucharon en la primera parte: Hace falta, Dale!, La música, Kaos, Imposible, Velas y sahumerios, Loco, Barrilete, Tilcara, entre otros. El segundo bloque fue demoledor por los hits: Aire, Bastará, Tus ojos (será que sos un ángel), Pelusa (dedicado a Diego Armando), Si el amor se cae, Casi que me pierdo y La receta le pusieron el moño a una de las mejores noches de un ciclo que de confirmarse esta tendencia (Los Pericos inauguraron esta nueva temporada del ciclo) puede convertir a La Falda en un nuevo bastión de la música que profesó Bob Marley.

Fotos: NP

domingo, 24 de enero de 2016

Todos locos con Los Caligaris

RECITALES DE VERANO

Por Néstor Pousa

Sábado 23 de enero: el día en que Cosquín Folklore inauguraba su edición 56, el mismo en que Luis Alberto hubiera cumplido 66 y por quien se celebra el Día Nacional de Músico. En ese fin de semana históricamente record en aluvión turístico en Punilla Los Caligaris llegaron para ratificar su condición de banda cordobesa con mayor convocatoria en las sierras.
Los oriundos de Residencial América deben ser una de las presencias más constantes en La Falda a lo largo de los últimos 15 años, y siempre hay una fiesta cada vez que vienen. Lo del sábado pasado no fue la excepción e incluso se potenció con la presentación, aunque no formal por cierto, de Circología, flamante disco con fecha de publicación en 2015 y que ya viene facturando algunos hits de amplia rotación.
Con Circología la banda de los hermanos Pampiglione vuelve a exponerse como un referente del cuarteto con pulso rockero, pero que curten el ska como muy pocos saben hacerlo.
Tan cordobeses como el fernet con coca y tan divertidos como un asado con tus mejores amigos, Los Caligaris saben cómo va la cosa y una vez cumplido el propósito de hacer reír, fin primario de los payasos de circo, luego asombran con el poderoso sonido de una banda de 12 integrantes que se conocen de memoria y se complementan a la perfección. Escenarios de Argentina, México y España pueden dar fe de esto.

El show actual siempre arranca con Todos locos hit súper poderoso que viene como pista número uno del nuevo disco, que acredita un riff y un estribillo que se cuela por todas las radios y se multiplica en cortinas televisivas. Arrancar tan arriba te da una idea de cómo seguirá la cosa durante la próxima hora y cuarto. Que corran es el segundo tema del disco y del show, marchoso pero con letra reflexiva: “Que corran todos los demás, nosotros vamos caminando”, canta sobre un coro Martín Pampiglione, uno de los tres cantantes de la banda. 
En lección básica de cómo sonarían Los Redondos de haber nacido en Córdoba arrancan con la intro de Ji ji ji, entonces el pogo más grande del mundo suena con un ritmo de cuarteto que haría estremecer al mismísimo Indio Solari. Pegadito y al pie la broma se transforma en Razón, de su propio repertorio.
El show toma su forma más delirante con la infaltable rutina que protagoniza Raúl Sencillez (alter ego de Diego Pampiglione, baterista y miembro fundador). Presentado con bombos y platillos, como corresponde a un circo, uno nunca sabe que puede pasar durante ese segmento. Como que, por ejemplo, hagan subir a la persona menos pensada del público para que luego de un improvisado sapucai se desate una Sobredosis de chamamé (desde el sábado a la noche que no se me despega la clásica tonadita de los Amboé). A mitad de concierto se filtra Mi si bemol, una balada de amor en la onda de Jorge Serrano (Auténticos Decadentes) escrita por Valentín Scagliola, tecladista, productor y compositor estrella de los cordobeses.
Los Caligaris llegaron con familia completa y público propio a su compromiso faldense, y especialmente para ellos va dedicado el último tema de la lista, Kilómetros, una oda perfecta a la relación simbiótica que resulta de una banda con mucho feeling y sus seguidores. En realidad fue el anteúltimo tema, quedaba Nadie es perfecto, el hit fundacional que los proyectó, interpretado con toda la galería de personajes del circo en escena, cañón de papelitos metalizados y espuma loca anticipando el carnaval.

Foto: Prensa y Difusión - Turismo y Cultura La Falda

domingo, 10 de enero de 2016

Los Pericos: La Falda Ciudad Reggae

RECITALES DE VERANO                               
Por Néstor Pousa

Juan Alfredo Baleirón baja a la entrevista con una remera que en el pecho dice: “Que buena nota”. Tal vez fue una casualidad o bien un gesto de bienvenida para el cronista que lo espera. Bromeamos sobre el detalle y enseguida con envidiable memoria me recuerda que la primera vez que vinieron Los Pericos a La Falda fue en el verano 2004 con un show también gratuito en el andén del ferrocarril, un predio que por entonces se había reconfigurado como un circuito de expo-aventura (?).
Pero Juanchi, apodo con el que todos lo conocen, conserva una relación con esta ciudad que va mucho más allá de su actividad profesional y tiene que ver con su adolescencia: “Yo venía en los veranos a La Falda a la casa de mi tía, uno de mis primos hermanos (nota: Enrique Rodríguez, Baleirón por parte de madre y mi amigo del colegio secundario) regenteaba el Restaurant Munich (que estaba ubicado al 150 de la Av. España) y por las noches íbamos a bailar a Bon Bai”, recuerda con precisión el cantante.
Volviendo al 2004, esa fue una gira serrana organizada por el productor cordobés José Palazzo que incluyó otras localidades como Capilla del Monte, pero fue precisamente en la ciudad de Las Varillas (al este de la provincia) donde Bahiano hizo su último show al frente de la banda, pocos meses antes de su repentina renuncia. Surge solo el tema de cuando Pericos se quedó sin el que fuera por 17 años su cantante y líder natural, y de cómo consiguieron seguir adelante sin él. “Ni siquiera fue una decisión, era lo más normal seguir, el tema era ver cómo… nuestro amor propio, la energía puesta en la banda. La crisis entonces se transformó en oportunidad para chequear la actitud”, asegura quien tuvo que tomar la posta al frente del grupo.

Para afuera, como les gusta diferenciar, nunca se aclararon los reales motivos de la renuncia del Bahiano para emprender una carrera solista, pero los que se quedaron insisten en que: “Siempre fuimos un equipo, el desafío era revertir la imagen. Y la gente se adaptó. Hubo un duelo, miedos e inseguridades pero a la distancia vemos que lo pusimos todo en la misma carpeta y vamos para adelante. Reaccionamos rápido porque si nos poníamos a pensar creo que se hubiera diluido la energía”, expresan casi en forma coral Juanchi junto a dos de sus compañeros: Diego “Chapa” Blanco (teclados y coros) y Ariel “Topo” Raiman (batería).
Se preocupan por remarcar que la decisión del excantante fue unilateral y que ellos siempre se consideraron como un equipo, cuando tal vez hacia afuera parecía otra cosa. ¿Cómo se decidió el reemplazo? Juanchi: “Yo hacía coros y cantaba en los ensayos, pero en algún momento pensamos en traer otro cantante como reemplazo, un venezolano o amigos nuestros. Pero empecé a cantar en la sala como catarsis y para ver qué pasaba, estábamos viviendo una transición tocando, y así se dio que pasé a cantar yo”.
“Si bien había una identificación de la gente con el Bahiano, nos acomodamos, pero fue muy natural, y bueno, ya llevamos 11 años”, agrega Raiman.

Cuando Los Pericos irrumpen en la escena nacional con el arrollador suceso de su primer disco El ritual de la banana (1987), el reggae para Argentina era un ritmo exótico y con un nombre que no sabíamos bien cómo pronunciar. Si bien era originario de Jamaica, los datos llegaban de la cultura anglosajona. La banda The Police tuvo mucho que ver con la difusión del reggae a escala global, pero por entonces aquí sólo algunos pocos iniciados sabían de  Bob Marley.
Ahora que el género se impuso y suma incondicionales seguidores a todo lo largo y ancho del país, que responsabilidad consideran Los Pericos que les cabe en esta historia: “Somos la banda que hizo más popular al reggae -aseguran sin dudarlo- si bien estaban Sumo, Los Abuelos de la Nada, Alphonso S’Entrega, y hasta Donald llegó a hacer reggae en su momento, cuando aparecimos nosotros apareció la palabra reggae. Los Pericos irrumpió y a la vez de hacer un género diferente éramos muy populares en el comienzo, el primer disco fue muy exitoso con el Ritual de la banana, Jamaica Reggae y Nada que perder) hicimos una difusión importante. Involuntaria, porque fue un éxito que explotó”, examinan.

Un par de horas después, y luego de que en el primer turno los locales Mil Nombres expusieran su rock de power trío, Los Pericos se subían al escenario de Edén y San Martín para poner en modo inicio una nueva temporada del ciclo La Falda bajo las Estrellas que aparte de ellos agenda para el sábado 30 de enero a Los Cafres, otra banda de enorme predicamento en el reggae argentino (chequear por google la grilla completa).
Los comandados por Baleirón ofrecieron un show sin fisuras, de menor a mayor y a la altura de una banda que acumula 28 años en la ruta. También el público fue concentrándose de a poco hasta transformarse en una muy buena convocatoria. Se escucharon en renovadas versiones los más grandes éxitos de la banda: Runaway, Complicado y aturdido, Pupilas lejanas, Waitin’, Mucha experiencia, Boulevard y Natural Mystic, cover de Bob Marley. Siguieron, el flamante Señales erróneas y otro clásico, Sin cadenas con Marcelo Fink como músico invitado en el bajo.
Fue una fiesta que explotó al final en un inesperado pogo, de la mano de un calificado maestro de ceremonias como es Juanchi que reservó para el cierre los más bailables Eu vi chegar, Parate y mira (con entonación cuasi bahiana), Home, Sweet Home y Casi nunca lo ves.
La noche parecía no tener fin, tanto que Juanchi apelando a su memoria emotiva se despidió con un: “¡Che, que abran Bon Con y Bon Bai!”.

Fotos: NP

lunes, 9 de noviembre de 2015

Patricia Perea (Peperina) en La Falda

Peperina dialoga con el autor de este blog
Lugar: Biblioteca Popular Sarmiento de La Falda Sábado 07/11/15. 16° Festival del Libro y la Creatividad 2015

CONFERENCIAS

Por Néstor Pousa                                                 
La escritora cordobesa Patricia Perea, quien fuera corresponsal en Córdoba de la revista alternativa Expreso Imaginario y destinataria de la canción Peperina (del álbum homónimo de Seru Giran y escrita por Charly García, circa 1980, en represalia por una reseña muy ácida que Patricia le dedicó), fue invitada por primera vez a La Falda para presentar sus libros publicados a la fecha. Según detalle: Peperina por Peperina (1995), en el cual la autora ensaya un minucioso alegato que contradice los dichos de Charly en su canción y, fundamentalmente, a la película del mismo nombre (Peperina, 1995) pergeñada por el realizador Raúl de la Torre y Andrea del Boca, que en su melodramático guión no deja bien parado al personaje protagónico. El segundo libro es Peperina II - Gourmet Lacaniano (lanzado a finales de 2014), una necesaria continuación biográfica en la que testimonia los severos problemas psicológicos que le acarreo toda esta trama.
  
Peperina por Peperina
Peperina II
Durante un diálogo muy sustancioso y ante buena asistencia de público, Perea no eludió responder ninguna pregunta que tuviera que ver con la desmesurada anécdota que modificó su existencia para siempre. “No fue fácil asimilar a mis 18 años que un músico como Charly me dedique una canción y un disco entero, en el cual dice sobre mí cosas como: duerme con los visitantes y juega con los locales. Mucho menos que hagan una película con mi vida, que distorsiona la realidad y en la cual me muero al final”, se sinceró Perea. Y entre jugosas anécdotas, enumeró los graves  trastornos psicológicos por los que tuvo que atravesar. También hicimos mención a su libro de poemas, Parapegmas (2000), firmado como Patricia Zaraik Perea (Zaraik: su apellido paterno).


Fue esta una célebre presencia en el 16º Festival del Libro y la Creatividad, que había inaugurado las actividades de esta nueva edición el viernes 6/11 en El Galpón de la Biblioteca Popular Babel (creadores y organizadores del evento) con la lectura de fragmentos de Eduardo Galeano: “Menos Freud y más Galeano” y un ensamble de tambores de El Bochinche y Samburucuyá Batucada.- 

Foto conferencia: Carlos Alberto Romero Pazos

martes, 3 de noviembre de 2015

“Quiero contarles una buena historia…

Portada del disco "Peperina"
… la de una chica que vivió la euforia de ser parte del rock, tomando té de peperina”. Patricia Perea, la destinataria de la canción que escribió Charly García, viene a La Falda a contarnos su versión de la historia. La cita: el sábado 7/11 en la Biblioteca Sarmiento. Entrada libre y gratuita.

CONFERENCIAS

Por Néstor Pousa

En agosto de 1981 Seru Giran publicaba el que finalmente sería su último disco de estudio antes de la separación. El álbum llevaba el nombre de la pista número uno, una curiosa canción que aludía a un personaje que para no nombrarlo lo llamaba misteriosamente: Peperina. Pronto se develaría que la Peperina de la historia no era otra que la periodista cordobesa Patricia Perea, por entonces, corresponsal en Córdoba de la célebre revista alternativa Expreso Imaginario (1976-1983). En sus páginas, cumpliendo con su función de reseñar todo lo que pasaba en materia de música rock en el ámbito de la provincia, Patricia se atrevió a firmar una reseña para nada elogiosa sobre un show que Charly García y su banda ofrecieron en la ciudad de Córdoba el 16 de noviembre de 1979. Al músico no le cayó nada bien la nota y no tardó demasiado en contestarle. Lo sorprendente, y hasta desmesurado, fue que lo hizo en forma de canción y bautizando con ese nombre al álbum que de algún modo cerraba la primera etapa de Seru Giran, una de las bandas más trascendentes que alumbró el Rock Argentino. Un súper grupo que además de Charly tenía en sus filas a una de las mejores guitarras de rock y blues del país, David Lebón; a un joven prodigio en el bajo y proyecto de gran músico que después se confirmaría, Pedro Aznar; y a uno de los más reconocidos bateristas e integrante de influyentes bandas pioneras del género, Oscar Moro.  

En la canción, Charly se refería a Patricia, casi despectivamente, con el nombre de la típica planta aromática que abunda en las Sierras de Córdoba; y en su letra la describía rebajándola a la categoría de groupie. La cosa no terminó allí. En 1992 se concreta la reunión de Seru Giran para grabar un disco con nuevas canciones y ofrecer una serie de recitales en Buenos Aires, Córdoba y Rosario. El show en el Estadio de River Plate fue filmado y sus imágenes utilizadas para la realización de una película cuasi documental dirigida por Raúl de la Torre y con Andrea del Boca en el rol de Patricia Perea. La película, de dudoso valor artístico tanto en su realización como en su interpretación, es un verdadero adefesio que distorsionó aún más la historia original. Fue demasiado.
En Córdoba, la verdadera Patricia no lo soporto y decidió contar su propia versión en el libro titulado Peperina por Peperina (edición de autor, 1995). “Cuando supe que Charly filmaría una película basada en mi historia, me broté. El dolor de ver que ya no había escrúpulos para lucrar, sea con la locura o con la miseria, me partió el cerebro en cuatro. Pensé, quiere llenarse de guita. Pensé, le hago juicio. Pensé, voy y lo mato. En lugar de eso escribí mi propia versión de los hechos”, escribió en el prólogo.

En 2015 Patricia Perea nos entrega Peperina II - Gourmet Lacaniano, una continuación tardía pero necesaria de aquel primer libro, en donde se encarga de dar testimonio en forma descarnada de todo el proceso evolutivo de su patología psicológica, culminando con lo que ella define como su recuperación definitiva. Ambos textos serán presentados y comentados por la autora, por primera vez en La Falda, en una conferencia a realizarse en la Biblioteca Popular Sarmiento. Evento que se adscribe a la cartelera del 16° Festival del Libro y la Creatividad 2015.-


Conferencia con Patricia Perea en La Falda.  
Lugar: Biblioteca Popular Sarmiento (25 de Mayo 433).
Fecha: Sábado 7 de noviembre.
Hora: 19.00 hs. 
La entrada es libre y gratuita.


domingo, 25 de octubre de 2015

Recitales: El año del Perro

Reseña del show de Tos de Perro en Barbol (viernes, 23/10/15) y presentación del videoclip oficial de "Ojos Bellos".

Por Néstor Pousa

Alineación de cinco integrantes mostraba Tos de Perro en lo que fue su segunda presentación del año en Barbol de La Falda. Había una razón. “Estoy con un problemita de salud, pero no queríamos perdernos esta fecha”, blanqueó Julio Molina desde el escenario ni bien comenzaba el show. Estaba a la vista: su mano izquierda en cabestrillo indicaba que esa noche no iba a poder tocar la guitarra, por lo que tuvieron que convocar a un guitarrista rítmico adicional. Tos de Perro tiene en su plantilla dos bajistas, pero no tocan en simultáneo, están disponibles por si alguno no puede asistir a la cita. La noche del pasado viernes ante la emergencia fueron convocados ambos, y así uno de ellos se hizo cargo de la segunda guitarra.
El impedimento del Negro Julio no disminuyó la performance de la banda, sino todo lo contrario, aún con la mano vendada su desempeño como frontman y cantante ganó en expresividad e intensidad al no tener que ocuparse de tocar ningún instrumento. Así, este nuevo Tos de Perro Quinteto quedó conformado en la zaga central por: Gonzalo Martín Pérez Herrera "The Boss" en el bajo, Martín “Chileno” Flores en la batería y Nahuel Gordillo en la guitarra rítmica; mientras que adelante se anotaban Fidel Vega en guitarra líder y el Negro en voz.

Aún con distintas formaciones e integrantes, Tos de Perro es una propuesta que en su ADN remite al rock y blues de los años 70’s, en la onda de los pioneros Manal. Pero sus líricas contestatarias confrontan con la más cruda actualidad. En la noche del viernes pasado, en rigor, inicio de la madrugada del sábado, comenzaron mostrando algunos números menos conocidos de su amplio y propio repertorio. Repasaron luego Ojos bellos, un tema con aires latinos (al que no le quedarían mal unas tumbadoras) del que recientemente estrenaron videoclip oficial y está disponible en YouTube.
Sin violar la veda electoral del fin de semana, atendieron en duros términos a la política global: “La mafia Bush ya está por aquí, amenaza con la paz de un iraquí, en todos lados quieren robar, cosecharán lo que han sembrado, son bien tarados, van a pagar”, proclaman en La mafia Bush, un tema con letra y música de Santiago Marrau.
Aunque uno de los que más pega tiene que ver con una problemática de alcance local. Como todo rockero pero a la vez padre de familia, Molina afila su eficaz pluma para hablar sobre el complejo futuro de los jóvenes: “No hay trabajo en ningún lugar, si estudias, no queda tiempo, si lo lográs, te dan dos pesos, adónde van a parar, chicos jóvenes de este lugar”, analiza en Chicos Jóvenes, un rock and roll que es uno de los más celebrados de la noche.

A esa altura el público coreaba, sin que lo arenguen, casi todo lo que le proponían y la banda se empezó a acostumbrar a esa devolución de parte de la gente y la incentivan. Los últimos minutos de esa primera entrada estaban reservados para uno de sus grandes clásicos. Ante los pedidos del público que reclamaba Sociedad, excusándose optaron por La carretera, un tema con aires funky en donde se percibió que los músicos habían calentado sus dedos suficientemente. Sonó tremendo porque los tres del fondo edificaban con precisión una base cada vez más sólida; mientras la guitarra solista de Fidel, agazapado entre las cajas de sonido, proveía de riffs y punteos con exuberancia, y el Negro Julio se olvidaba de su mano izquierda (los momentos de gozo suelen ser un buen antídoto contra los dolores) y parecía que entraba en trance. El final de esa canción que hace una épica de la experiencia de salir a la ruta, fue una expansiva y lisérgica jam instrumental. Lamentablemente el habitual entretiempo cortó la onda de esa primera vuelta, invitando a un balotaje algo tardío.

Tos de Perro es una banda que lleva mucho tiempo de transitar diferentes escenarios, pero tuve la sensación de que 2015 puede ser el año de su despegue. Ojalá lo logren.-