miércoles, 30 de octubre de 2013

Marcelo Moura: “Fue un gran desafío”

El cantante de Virus recuerda el momento en que tuvo que reemplazar a su hermano. Explica porque La Plata es cuna de artistas y pregunta por la calle Federico Moura.

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

Contratados para un show privado en un gran hotel, Virus, la influyente banda pop de los 80’s, se encuentra de incógnito en La Falda. Una llamada telefónica me pone en aviso y así consigo esta exclusiva con Marcelo Moura, cantante y vocero desde que el inolvidable Federico Moura falleciera en diciembre de 1988.
El encuentro con Marcelo es en las instalaciones remodeladas de la Posada del Edén Hotel (ex anexo) legendario lugar donde se alojaban los músicos en tiempos del Festival de Rock, y será el cantante quien rompa el hielo con un inesperado reclamo al cronista: “¿Está la calle Federico Moura en La Falda?”. Está el proyecto, le respondo. ¿Está frizado?, insiste. Ante su manifiesto interés prometo encargarme de reavivar la idea, a la vez que le digo que ahora, lamentablemente, también tenemos que homenajear a Spinetta. “Para el Flaco, una avenida”, observa Marcelo, quien más adelante confesará: “El Flaco es mi norte”.

Viaje al pasado. Luego de que Virus lanzara en 1981 su disco debut (Wadu-Wadu), estaban apuntados para venir a la tercera edición del Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, a realizarse en el verano de 1982, pero en aquellos primeros años no les era fácil a los grupos new-wave presentarse en este escenario. Nada fácil, porque los Virus fueron precursores de este estilo en el país y el público reclamaba rock and roll clásico más que ninguna otra cosa, por lo que en aquel 1982 prefirieron declinar la invitación. “Sí, me acuerdo absolutamente, aparte fue una constante durante muchos años que los festivales eran una situación muy difícil para nosotros porque todavía no éramos un grupo masivo, teníamos una propuesta absolutamente distinta y éramos el blanco ideal para cualquier tipo de agresión, así que preferíamos preservarnos de una situación que no nos convenía, y tocar solamente para gente que le gustaba lo que hacíamos. Había una cosa de supervivencia, porque la verdad es que es muy feo ir a tocar y ver que el 80% del público está esperando otro grupo que no tiene nada que ver con vos, y generalmente la respuesta era agredirte, así que, para qué vivir esa situación, no es necesario”, reflexiona.
-Pero cuatro años después, en La Falda ’86, la cosa cambió totalmente.
“Ya en el ’86 éramos un grupo muy popular y era completamente distinta la situación, el panorama era absolutamente distinto, era mucho más pop y el recuerdo que tengo de ese festival es hermoso, nos divertimos muchísimo, pero bueno, era otro contexto”.
-Todos recuerdan los encuentros de ping pong en el hotel.
“Sí, sí,  yo jugaba en pareja con Nito (Mestre), y Julio (Moura, su otro hermano y guitarrista) con el Flaco (Spinetta), y Charly era el umpire, un delirio absoluto (risas de ambos), fueron momentos que uno no olvidará nunca. Hace poco estuvimos en Buenos Aires haciendo un show y vino Charly a tocar y recordamos tantas cosas que vivimos juntos que son invalorables”.
-Precisamente en el cierre del show de Virus en La Falda ’86, Charly y Andrés Calamaro se subieron por sorpresa a tocar
“Andrés tenía una particularidad, adonde tocábamos se colaba, siempre se subía en (el tema) Carolina a tocar el piano. Recuerdo cuando falleció Federico que por primera vez yo estaba al frente, estaban de invitados Spinetta, Charly, Cerati; y no sé por qué dijimos: ‘Que Andrés no entre’, porque entraba como muy enloquecido, entonces hicimos todo un sistema de seguridad para que él no pudiera ingresar al escenario y cuando largó Carolina ahí estaba Andrés tocando el piano, ¡nunca supimos por donde pasó!”.

-¿Actualmente hay como una revalorización de la música de los 80’s?
“Sin dudas, son ciclos que siempre suceden en la historia, y sin ningún lugar a dudas los 80’s tuvieron a Soda, Sumo, Los Abuelos, Los Cadillacs, Los Pericos, Los Ratones. Aparte todavía no era un negocio el rock & roll, eran bandas de amigos que hacían arte, después se desvirtuó un poco con el negocio, las compañías vieron que había un negocio ahí y se crearon artículos más descartables. Y es por eso que hoy se ve con mucha claridad, que en los boliches bailables que vas pasan Los Abuelos, Virus y los pibes de 16 años están prendidos fuego con eso”.

-También fue una década riesgosa, lo digo por todos los que quedaron en el camino: Luca Prodan, Miguel Abuelo, Federico Moura.
“Bueno, la década del 70 tuvo el flagelo político de la dictadura que arrasó con 30.000 personas, entre ellas Jorge, nuestro hermano. La década del 80 tuvo el flagelo del HIV, con el cual se fueron Federico, Miguel y muchísima gente más. Cada época es como que tiene su marca, y también, viste, hay que tener mucho cuidado, porque es muy fácil irse a la mierda en esta profesión y ejemplos me sobran: vos lo ves a Charly, lo ves a Andrés, a Cerati, a Pity (de Viejas Locas), cuando das un paso mal dado te vas a la mierda”. Marcelo pone especial énfasis en el caso de Cerati: “Hay un hilo que divide irte a la mierda o no, el caso puntual de Gustavo, un talento maravilloso, un guitarrista y cantante excepcional, un compositor genial, un tipo culto, nunca lo veías ni mal vestido, ni en pedo, ni diciendo boludeces, pero al mismo tiempo yo creo que descuidó un aspecto en medio del pedo que te provoca a veces el éxito, no tomás conciencia de que sos un tipo de 53 años y que no podés tener el ritmo de un pibe de 20, entonces de un día para el otro se terminó algo que era maravilloso. Parte de la inteligencia de un artista también radica en eso, en no perder el cable a tierra, y es muy común la cosa de creerse distinto porque todo lo tenés servido para eso, y si vos entrás en ese ‘todo’, y no sos consciente de tus limitaciones te vas a la mierda con una facilidad total, viste”.

-¿Qué caldo se cocinaba en La Plata que salían bandas tan disimiles y fundamentales? Cito a Los Redondos y Virus, como ejemplos.
“Hay dos cosas que son muy importantes, una te va a parecer más volada que la otra: la principal es que es una ciudad fundamentalmente universitaria, motivo por lo cual está lleno de jóvenes de todos lados, de distintas culturas, lo cual hace a la diversidad musical y hay mucho movimiento artístico, como Rosario que es cuna de grandes artistas. Lo que te agrego y que puede parecer una pelotudez pero para mí no lo es, es que La Plata es una de las pocas ciudades diseñadas antes de que hubiera nada, y se diseñó con un trazado que está basado en el feng shui, vos la ves desde arriba y es una locura, y tiene una energía muy especial, por eso no me parece que sea casual que sea una usina de bandas”.

-En plena grabación del disco “Tierra del Fuego” en 1988, Federico ya muy enfermo te pasa la posta y te dice que tenés que cantar vos, ¿Recordás que sentiste en aquel momento? 
“En realidad él iba a cantarlo y no lo pudo hacer, entonces le dije que yo tenía todas las de perder, y él me dijo por supuesto que tenés todas las de perder y ese es el desafío. Y me encantó su respuesta porque siempre me entusiasmaron los desafíos, nunca me gustaron las cosas fáciles, y yo sabía que Virus podía seguir. Sabía que no iba a ser fácil, hubo una primera etapa en la que fui muy criticado, Virus bajó muchísimo y siento que fue absolutamente justo porque estaba pagando el precio de tener que aprender. Bueno, las cosas se fueron revirtiendo y hoy creo que Virus es un gran grupo. Soy el primero que quisiera que Federico estuviera  cantando y no yo, pero creo que es un gran grupo y estoy orgulloso de haber afrontado el desafío”.-

domingo, 13 de octubre de 2013

La Renga: detonador de plazas

Foto: www.lavoz.com.ar
RECITALES

Por Néstor Pousa

La noche del sábado 12 de octubre una verdadera multitud de fanáticos rengueros (17.000, oficial) pusieron a prueba los límites físicos de la Próspero Molina. El emblemático coliseo folklórico, históricamente esquivo al rock, debió bajar la guardia ante semejante embestida de La Renga y su gente que por primera vez copaba el tradicional escenario Atahualpa Yupanqui. Puntualmente a las 22 apareció Chizzo en escena, de barba y enfundado en un poncho blanco con guardas (obsequio de la Comisión de Folklore!). “Ellos no se animaron a ponérselo”, mandó al frente el guitarrista y cantante a sus compañeros Teté y Tanque. Una organización muy ajustada e impecable puesta en escena (pantallas y escenografía) tuvo esta fecha que fue pensada como contrafestejo y en reivindicación de los pueblos originarios. La presencia en la previa de Rubén Patagonia le daba consistencia a un reclamo al que los seguidores del trío de Mataderos parecieron sumarse sólo tangencialmente. La lista de temas como es costumbre fue demoledora y arremetió con: La furia de la bestia rock, Tripa corazón, Canibalismo galáctico, Las cosas que hace, El twist del pibe y Paja brava.
Los invitados de lujo, habituales en cada show de La Renga, dieron el presente: primero Nacho Smilari (ex La Barra de Chocolate y Vox Dei) puso su viola en Poder y Dioses de Terciopelo; y luego con Edelmiro Molinari (ex Almendra y Color Humano) versionaron Hace más de 2000 años, un clásico de Edelmiro. 
La capital del folklore tiene un frondoso prontuario de encontronazos con el rock. El que primero lo padeció fue Mario Luna con su protofestival en aquel lejano febrero de 1976. Siguió José Palazzo y el Perro Emaides con el inaugural Cosquín Rock en 2001 del que fueron desterrados en 2004. Al año siguiente el recordado Jorge Guinzburg, tentado por las autoridades coscoínas, se probó como productor de rock y derrapó. Luego de esta prolija y exitosa (también con producción de Palazzo) primera experiencia con la banda más convocante del rock local actual, folkloristas y rockeros ¿se animarán a firmar la paz? 

Fecha: sábado 12/10/13
Lugar: Plaza Próspero Molina (Cosquín)
Formato: anfiteatro sin butacas
Asistencia: 17.000 personas

viernes, 11 de octubre de 2013

Javier Malosetti: volando alto

Foto: En Vivo Producciones
El notable bajista presentó en sociedad su nuevo proyecto musical llamado JM4, con el que revisa su repertorio y algunos clásicos en clave de jazz.

RECITALES

Por Néstor Pousa

Javier Malosetti se encuentra en plena tarea de reformatear su propuesta musical, una vez desactivado Electrohope, su anterior formación, y su nueva banda ya tiene nombre: JM4. También hay una fecha aproximada (febrero 2014) para el lanzamiento del primer registro del cuarteto, pero esto empezará a materializarse una vez que los compromisos de la gira nacional en curso lo permitan. Gira que el pasado 9 de octubre hizo escala en Córdoba.
Vista previa. Javier sale a tocar como invitado con Swing dedos, un habilidoso dúo de guitarras cordobesas dedicado al jazz clásico instrumental que hizo las veces de banda soporte. Y acepta con ganas el convite, porque con su actual banda abandona (pero no tanto) el volumen del rock y revisa algunos clásicos y su propia obra en clave de jazz rock. Con los integrantes de JM4 ya sobre el escenario, el líder hace las presentaciones: Mariano Agustoni en teclados, Javier Martínez Vallejos (“Que no es aquel”, aclara, en alusión al de Manal) en batería y Damián Carballal en bajo y percusión, para luego empezar a mostrar el nuevo repertorio. “Primero tocamos un tema, después el segundo y el tercero… no importan los nombres”, bromea, aunque concluye diciendo que fueron versiones de Bjork (New world), Deep Purple (Lazy) y de Ibera 5009, este último un tema propio al que le cambió algunas partes y hoy suena más cercano a la actual propuesta. “Cada vez me gusta más robarme mis propios temas”, seguirá bromeando. Su natural sentido del humor es una constante durante todo el concierto y un recurso con el cual maneja a placer los tiempos y climas en la enorme usina en desuso, hoy devenida en plaza de música. Pero en cuanto la banda empieza a sonar se ponen en órbita. El trío acompaña con solvencia a Malosetti, dejándole el absoluto protagonismo a los notables fraseos y solos que arranca de su bajo y eventualmente a sus participaciones con guitarra, provocando una música de altísimo vuelo ante una platea absolutamente extática y estática.       
Con generosidad cede el escenario a Mar Tarrés, artista de stand-up de Córdoba a la que -confiesa- conoció por internet. La humorista tiene actitud pero el estilo de monólogo zarpado con chistes disparados a repetición no parece ser la debilidad de un público al que el inesperado entremés lo toma por sorpresa, tal vez por eso la devolución que recibió fue tibia. Mucho más demostrativo lo fue con la segunda invitada, Gaby Beltramino Borré, en este caso cantante cordobesa que a dúo con Javier harán una preciosa versión de Bye bye blackbird, un standard de jazz de Ray Henderson.
El concierto retoma su curso y Javier anuncia dos temas en uno, de un artista que fue muy influyente en nuestras vidas. Sin especular y tomando todos los recaudos para no sonar oportunista, se escuchó una versión a media letra de Para ir (Almendra ’70) con intro de Cristálida (Pescado ’73) sin mencionar a su autor. “El que lo sabe se calla”, había pedido previamente en forma cómplice.
No hacía falta aclarar nada, como tampoco fue necesaria ninguna mención a papá Walter Malosetti, maestro de guitarristas de jazz, fallecido hace poco más de dos meses. Si el show debe continuar, si la música suena así, seguro que ambos estuvieron por ahí.-

Fecha: miércoles 09/10/13
Sala: Plaza de la Música
Formato: auditorio
Asistencia: 800 personas

sábado, 28 de septiembre de 2013

Miguel Mateos: casi como la primera vez

El exlíder de Zas llegó a Córdoba para presentar su flamante trabajo “La alegría ha vuelto a la ciudad” ante un millar de fans de la primera hora.

RECITALES  

Por Néstor Pousa                                                                                                 
Los que compraron tickets para Miguel Mateos en Plaza de la Música, la gran mayoría fans de la primera hora, seguramente imaginaron un show plagado de hits, aquellos viejos hits que marcaron a fuego la década del ‘80. En el primer lustro de ese decenio Mateos fue uno de sus protagonistas fundamentales al frente de su banda Zas, a la que por híper protagonismo rápidamente rebautizó adosándole su nombre propio. Desde ese momento fue Miguel Mateos-Zas y la seguidilla de canciones que lograron imponer caracterizaron una época que hoy es revalorizada.
Por eso para muchos habrá sido una sorpresa que Miguel no haya elegido guarecerse en la comodidad de sus éxitos, y en cambio mostrar un repertorio ecléctico y novedoso. Había una razón, la fecha era la presentación oficial en Córdoba de “La alegría ha vuelto a la ciudad”, su flamante trabajo. Un disco con catorce canciones a estrenar que están atravesadas por el amor como eje temático y por los opuestos que se complementan, el yin y el yang, como concepto omnipresente en las letras, en la escenografía y en las imágenes que devuelven las pantallas de video.
Asumiendo el riesgo, ni bien iniciado el concierto mandó al frente un triplete de canciones nuevas: Loco (declaración de amor con guitarras distorsionadas que abre el disco y el show), Darlin (balada inspirada en un video apócrifo sobre la pareja ícono del rock, John y Yoko) y Un yin para un yang (primer corte de difusión por mérito propio).
Si había dudas que el público esperaba escuchar los temas más conocidos, bastó escuchar la exclamación que provocó en la audiencia cuando Mateos anunció que con el próximo tema iban a retroceder en el tiempo. Aún así el repaso por su extenso repertorio lejos de caer en obviedades tuvo un criterio amplio y de rescate en algunos casos, privilegiando sus favoritas o algunas que hacía mucho tiempo que no tocaba en vivo. Hablando con mi ángel, Tengo que parar, Estoy tan bien que no me doy cuenta de lo mal que estoy, Malos pensamientos, Mi sombra en la pared, Beso francés, fueron intercalándose con más estrenos: Sellado con un beso (que bien podría ser la pista de sonido del teleteatro de la tarde), Sólo amor (típica historia “chico pobre-chica rica”, pero con guiños de actualidad), El ritmo del corazón (una canción inocente donde filtra la frase “Todos quieren ser invitados en la mesa del gobierno”) y Wonderland (su enésima metáfora sobre el país).
Miguel Mateos siempre fue una rara avis en el mundillo del rock, el desmesurado suceso que consiguió no fue proporcional a su prestigio o reconocimiento entre sus pares. Siempre fue observado, o al menos eso pareció, por sus liricas costumbristas descriptivas con referencias que a veces rozan lo rebuscado; por su estilo afectado de hablar y cantar que a muchos no le cabe y por su carácter díscolo de muchacho malo capaz de enfrentar él solo a una turba enardecida. Tal vez no le perdonaron el éxito y su autoexilio de casi cinco años no ayudó demasiado. Como sea nunca se durmió en los laureles y siguió pergeñando una música que no traicionara su estilo. Este nuevo disco es la prueba, y cualquiera de las ocho canciones que presentó en Córdoba bien podrían consagrarse como alguna de sus antecesoras, les juega en contra que el contexto ya no es el mismo.
¿Y los fans de la primera hora, qué? Finalmente tuvieron su momento “rockas vivas” aunque debieron esperar más de dos horas para que recién en los terceros bises aparecieran los repasos por Mundo feliz, Un poco de satisfacción, Sólo una noche más y (el más pedido) Tirá para arriba.
Y valió la espera, porque si bien es cierto que nunca es como la primera vez, como certifica en otra de las nuevas canciones, Mateos no perdió ninguno de los atributos (entiéndase virtudes, pero también vicios) que lo tienen en escena desde hace más de tres décadas. Esta nueva escala por Córdoba fue una demostración irrefutable de ello.-

Fecha: jueves 26/09/13
Sala: Plaza de la Música
Formato: auditorio
Asistencia: 1000 personas

domingo, 8 de septiembre de 2013

Baglietto-Vitale: la pequeña sociedad

RECITALES  

Por Néstor Pousa

Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale se conocen desde hace mucho tiempo y se entienden de memoria. Esta pequeña sociedad (término que en fútbol patentó el Flaco Menotti) que nació casi de casualidad hace poco más de 20 años no necesita más elementos que ellos dos para maravillar. Se nota desde el inicio del concierto con una sección de tangos en un escenario todavía a media luz. Se escucharán Grisel, Renaceré, Naranjo en flor y Nada, con el dúo en su estado puro al que luego se le sumarán elementos hasta convertir a la banda en un noneto con violín, cello, flauta traversa y clarinete (“la orquestita” como la llaman de entrecasa). Con este nuevo formato aparecen otros grandes momentos de los que seleccioné dos, las magistrales relecturas de El otro cambio los que se fueron (de Nebbia) y la baguala D.L.G. que Fito Páez grabó para su segundo disco, Giros.  
El show del sábado 7 de septiembre en Sala de las Américas (Ciudad Universitaria) reunió partes iguales de sus recientes cd/dvd: Más de lo mismo (2011) y Clásicos y acústicos (2012); y anticipó el próximo lanzamiento de Postales del nuevo mundo, un disco de canciones latinoamericanas (de autores como Juan Luis Guerra, Chabuca Granda, Silvio Rodríguez y José Alfredo Giménez, entre otros) que cerrará la trilogía iniciada con Postales de este lado del mundo (1991) y Postales del alma (1999).
La obra de Baglietto (voz, guitarras y accesorios de percusión) y Vitale (piano, teclados, coros y operación de sonido) adquiere la forma de un perfecto corpus de canciones que remiten a prestigiosos autores y compositores de, precisamente, “este lado del mundo”. Un repertorio en el que se mueven a placer y en el que pueden pasar del frenesí y la poesía urbana a transitar por paisajes rurales, sin perder un milímetro de credibilidad. Vaya como muestra dos verdaderas creaciones que no envejecieron: El príncipe del manicomio (Abonizio) y Piedra y camino (Yupanqui), que pusieron de pie a la sala.
Juan lleva el relato argumental entre canción y canción, y se emociona al presentar a “Un gran cantante y mejor baterista” (sic), Julián Baglietto, su hijo, con quien interpretará Yo era el capitán, de otro de sus autores predilectos, Roque Narvaja. En tanto Lito, atrincherado en su mini laboratorio de perillas y fiel a su histórica autogestión, únicamente pronunciará palabra para anunciar que a la salida se pueden comprar los discos que ambos firmarán. Esta nueva visita del binomio a Córdoba, la cuarta del año, no trajo demasiadas sorpresas pero sí las ovaciones de siempre para un repertorio tan clásico como acústico y tan ecléctico como impecablemente tocado.-

Fecha: sábado 07/09/2013
Lugar: Sala de las Américas (Ciudad Universitaria)
Asistencia: 1000 personas

domingo, 25 de agosto de 2013

Vox Dei: El nuevo regreso de la leyenda

Vox Dei, circa 1968
La legendaria banda se reunirá con sus integrantes originales, incluido Juan Carlos Godoy desvinculado desde 1971. Sólo faltará Rubén Basoalto, fallecido en 2010.

RECITALES

Por Néstor Pousa

Cuando todo era nada, era nada el principio, en el amanecer del Rock en la Argentina, hubo bandas que hoy reconocemos como fundadoras del género. Una de ellas es Vox Dei, que por otra parte es la única que se mantiene en actividad hasta nuestros días. Pero esa permanencia no tuvo un camino llano, fueron una constante las peleas internas, con integrantes que se alejaban, con reemplazos eventuales y las consiguientes reuniones, para luego volver a empezar, así invariablemente durante los últimos 45 años. Las peleas, provocadas por el choque de egos y las disputas por el liderazgo, siempre se asumían como irreconciliables, y más que nada la última, ya que Ricardo Soulé nunca aceptó que sus excompañeros siguieran usufructuando el uso del nombre, una vez que él ya no estaba en sus filas. Es por eso que parecía imposible a esta altura de los acontecimientos que fuéramos a presenciar una nueva reunión de la legendaria banda con sus integrantes originales como se acaba de anunciar por la red social Facebook y que empieza a tomar forma en los medios.    
Vox Dei ostenta una larga trayectoria que comenzó en 1968, inicialmente formados por Ricardo Soulé en guitarra y voz, Juan Carlos "Yody" Godoy en guitarra y voz, Willy Quiroga en bajo y voz y Rubén Basoalto en batería. Con la protección de Jorge Álvarez y Mandioca (el primer sello independiente del rock local) su fecunda discografía comenzó a ver la luz con la grabación en 1969 de sus primeros sencillos: Presente (el momento en que estás) y Azúcar amarga. En 1970 lanzan Caliente, el primer vinilo de larga duración. Pero si hay un hito que los marcó para siempre, eso fue La Biblia según Vox Dei, álbum doble editado en 1971 que lleva la firma del cuarteto. La Biblia, por su carácter y concepción, es considerada una obra conceptual fundamental en la carrera de Vox Dei, aunque también lo es para la historia del rock de todos los tiempos. Un trabajo tan ambicioso que parecía imposible que pudiera surgir de un grupo de muchachos que hacían sus primeros pasos en un género musical que estaban empezando a descubrir.
Durante la grabación de este álbum sufrirían la primera baja en su personal. Juan Carlos Godoy abandonaría la banda y la música definitivamente por causas por entonces no muy especificadas, y su nombre (salvo por los créditos de las primeras canciones) se borraría prácticamente por completo de la historia. Luego de un intento por reemplazarlo, Vox Dei alcanzaría su mejor forma alineándose como trío, con Soulé, Quiroga y Basoalto. Pero sería Soulé quien periódicamente abandonaría la banda para potenciar su carrera solista, lo que forzaría los continuos cambios de formación.

Vox Dei, versión 2013
Sin Rubén, con Yodi. Este nuevo capítulo en la vida de Vox Dei contará con dos factores inéditos. El azúcar tendrá gusto amargo porque por primera vez no estará Rubén Basoalto, su baterista histórico fallecido el 3 de noviembre de 2010. Pero también por primera vez Yodi Godoy volverá a tocar con sus excompañeros, con los que no comparte escenario desde 1971. Todo un dato, que movilizará hasta a los seguidores más apáticos e inconmovibles.
Desde las entrañas de la producción se muestran cautelosos con la información y por ahora sólo confirman que hay una fecha programada para el martes 15 de octubre en el Luna Park de Buenos Aires y que está reservado el miércoles 16 para otra posible función en el mismo estadio. Prefieren no adelantar nada sobre quien ocupará la batería, ya que ese tema aún se está decidiendo. Sobre cómo se consiguió convencer a los músicos, aseguran: “Con sacrificio y ocho años tratando, hasta que aceptaron ahora”.
Sin embargo Willy Quiroga arriesgó un poco más en una nota que le concediera la semana pasada al periodista Lucas Fernández en el programa radial “Mamá Rock” (lunes a viernes de 16 a 18 por Radio Nacional Córdoba). El bajista, ganado por el entusiasmo, lanzó la bomba y se despachó con que serían al menos cuatro presentaciones, una de ellas muy posiblemente en el Orfeo Superdomo de Córdoba, tras lo cual cada uno volvería a sus rutinas individuales, Soulé al frente de La Bestia Emplumada y Quiroga a seguir comandando la versión alternativa de Vox Dei, que hoy tiene a su hijo Simón Quiroga en batería y a Carlos Gardellini en guitarra.     
Hasta que el miércoles 21 de agosto no se haga oficial la noticia, lo que hay son sólo informaciones extraoficiales y trascendidos que indican que ya están listas las fotos y los cortos publicitarios para la televisión, con lo que ya se está generando bastante conmoción. Sobre la elección del baterista, el primer nombre que sonó fue el de Rodolfo García, ex Almendra y Aquelarre, y con membrecía vitalicia en la elite de músicos pilares del rock local, pero este no sería de la partida por compromisos contraídos con anterioridad. Trascendió también que la producción tiene en carpeta los nombres de dos bateros extranjeros y se trataría de los más grosos del planeta, lo que agrega una nueva cuota de intriga al asunto.

Vox Dei y La Falda. Quedarán para siempre guardadas en la memoria colectiva las gloriosas participaciones de Vox Dei con su formación original (Soulé-Quiroga-Basoalto) en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda. El Anfiteatro Municipal los recibió como estrellas durante la edición inaugural en febrero de 1980. Al año siguiente repitieron su visita en lo que sería su última participación en este festival. Por entonces seguían tocando juntos pero ya no se dirigían la palabra, “Cuando tenían que decirse algo, lo hacían a través del manager”, relata hoy Mario Luna, creador y organizador del festival faldense.
En enero de 2004 se organiza en La Falda el ciclo Dinosaurios Rock, festival que aceptaba exclusivamente la participación de figuras con peso histórico. Formaron parte de la grilla la versión de Vox Dei con Willy Quiroga, Rubén Basoalto y Carlos Gardellini; y Ricardo Soulé debutando con su actual trío La Bestia Emplumada. La relación entre ellos no había mejorado, podían compartir el backstage sin problemas, pero sin hablarse, ni mirarse siquiera, como si los unos no existieran para los otros y viceversa. A más de nueve años de aquel verano mucha agua corrió, la vida se llevó a un amigo entrañable y la situación cambió lo suficiente como para que se limaran las viejas asperezas o al menos fueran puestas en pausa para que hoy un escenario vuelva a reunirlos.-  

miércoles, 24 de julio de 2013

Adriana Varela: cantame un tango más

Entre la actitud rockera y la poética tanguera, Adriana asegura que Goyeneche era el Joe Cocker del Barrio de Saavedra y que Cobián-Cadícamo eran Lennon-McCartney. ¿Será?
  
ENTREVISTAS

Por Néstor Pousa

A Adriana Varela le tocó la gran responsabilidad de cerrar una edición clave del célebre Festival Nacional del Tango en La Falda, nada menos que la trigésima. Impensado privilegio para una mujer, más que nada por tratarse el tango de un territorio donde, si bien ellas no están proscriptas, inevitablemente las leyes las dictan los varones. Para quien pudo asistir a las cuatro noches de gala no le será difícil advertir que el show de la Varela vibró en una frecuencia mucho más alta que el contexto. Aunque la madrugada del lunes acechaba y afuera el frío empezaba a destemplar el ánimo, ella no vaciló y con actitud rockera puso al remodelado auditorio municipal en estado de show. Las claves: su forma de decir (“Porque el tango no se canta, porque al tango se lo dice”), su gran carisma y un repertorio con una decena de tangos fatales y algunos autores convidados, no estrictamente del género, como Alfredo Zitarrosa, Joaquín Sabina y Jaime Roos. Pero su magia no se agotó sobre el escenario, a tan sólo diez minutos de poner fin a su show y al evento, aún le sobraba energía y gracia para entregarse al diálogo. “¡Me tocó un honor! cerrar el número 30, y vos sabés que en Kabalá el 3 es la música. Y 3 más 0 es igual a 3, así que es 30 en cronología, pero es 3 como símbolo, así que estoy muy feliz”, comienza diciendo y empieza a dejar pistas sobre el lado espiritual y místico que tienen las cosas terrenales. Enseguida da cuenta de sus orígenes tangueros, que siempre tendrán a dos nombres fundamentales en su vida: “Con el Polaquito  y con Cacho  yo empecé a curtir el tango, porque yo no cantaba profesionalmente, cantaba en mi casa y nada que ver con el tango, yo era rockera por generación o degeneración, como quieran llamarlo. Yo nací con Los Beatles y Spinetta a la música, pero luego me agarró la locura y acá estamos”. La locura tiene su explicación a partir de esos dos nombres propios: el Polaco Goyeneche y Cacho Castaña, dos personajes muy íntimamente ligados. Fue Cacho quien alguna vez dijo: “Todos imitamos un poco al Polaco”. ¿Qué opinás? “Yo cuando viajo me doy cuenta de que el Polaco es una voz familiar, es como un tío tuyo, un pariente, entonces esto de imitarlo es inevitable porque además fue el que le llevó el tango a los jóvenes. Yo cuando empecé con él todavía era joven y nos rompió la cabeza como si fuera el Joe Cocker del Barrio de Saavedra o el Miles Davis de la canción urbana ¿no? Entonces, claro, es como un referente muy fuerte para nosotros. Pero yo creo que más que imitarlo, porque es inimitable, lo que hacemos es escucharlo, porque nos cuenta, nos describe y nos pinta el paisaje desde donde habla, que es muy fuerte”.
Es cierto, fue el Polaco y no otro, el nexo, entrañable nexo entre el tango y una juventud ávida de la pulsión del rock que no registraba la música de sus padres, pero ¿por qué le tocó a él? “Porque él era la voz quebrada, la voz rockera, al que se le comprendía. Yo que no escuchaba tango, empecé a entenderlo cuando vi al Polaco en una película, entendí, me capturó la letra de un tango, había algo en él que era el mensajero de la gente joven, que fuimos hacia él”, reflexiona.

A Adriana Varela los amantes del tango clásico la reconocen como una diosa, aunque tengan que disimular que venere a los poetas del género tanto como a otros autores de estilos que se filtran por caminos laterales u otros que nada que ver. En escena desenfunda su abanico negro como un fetiche para interpretar de Sabina ese maravilloso neotango llamado Con la frente marchita, una canción que la identifica. Y deberá aclarar por enésima vez: “Yo creo que la actitud del rock la tengo y no la perderé nunca, como me dijo Santaolalla una vez: no la pierdas, no la disimules, es tu sangre. Y al tango lo elijo, lo elijo como  oráculo de identidad, como oráculo poético y fundamentalmente sabio”.
Adriana habla de Cobián y Cadícamo con la misma pasión y respeto con el que cita a Lennon y Mc Cartney. Entonces chequeamos en sus preferencias a la hora de escuchar músicas que no sean de tango, y a la vez descubrimos que también le van las redes sociales. “¿Qué escucho? A ver, bueno, recién subí a facebook Blackbird por Brad Mehldau. A Sabina lo canto, lo escucho, lo quiero y lo adoro. Escucho a Silvio Rodríguez como a David Bowie, a Led Zeppelin, a Robert Plant y sigo escuchando a Prince, y les adelanto que sacó un nuevo disco que está tremendo. La verdad yo me enamoré de YouTube, soy lo contrario a las disqueras, o sea a mi me encanta que me escuchen por YouTube, no me importa nada, porque yo hago lo mismo, hay cosas que pensé que nunca más las iba a escuchar, cosas de (Frank) Zappa que no las escuché nunca más y me meto ahí y es como una locura, te agarra como una marcha que te saca veinte años de encima”, afirma.
-¿Y grabar algo de eso o tocarlo en vivo?
“En vivo canto lo que puedo (se ríe) pero siempre en castellano… en argentino”, se corrige. Y luego recuerda que lo último que grabó fue para una radio, el tema de Luca Prodan,  Mañana en el Abasto. Cuando le propongo que eso es un tango, lo reafirma: “Eso es un tango, sí, conceptualmente es un tango que describe el Abasto perfectamente, pero lo grabé con unos arreglos muy locos que hizo mi hijo. Y ahora estoy por grabar un disco de tango, pero también quiero grabar un disco en ese plano”, declara como primicia y completa: “Sí, por qué negar todo lo que soy ¿no?”
-Ok, pero el rock siempre buscó acercarse y fue el tango el que no se abrió.

“¡Obviamente! El rock buscó la aceptación porque siempre buscás la aceptación del alter ego, del súper yo, de los abuelos, de los ancestros… y te decían, ¡no, este arcón no se toca!, y bueno, hasta que lo rompimos”. Luego concluye: “Pero a mí, la verdad negro, me abrieron la puerta los grandes: el Polaco, Atilio Stampone, Chupita Stamponi, Salgán, De Lío, Virgilio Expósito, todos los grandes me abrieron sus corazones, así que yo no me puedo quejar, yo no puedo acusar de machista a esta gente que fue la más grosa que yo conocí. O Cadícamo, que grabé su disco de inéditos que el Polaco no pudo grabar y lo terminé grabando yo. Al contrario, estos tipos para mí son lo más y a mí me tocará pasar la posta”.-

domingo, 14 de julio de 2013

Claudia Puyó: “La fama es una pelotudez infinita”

Fue plomo de Pastoral, tocó en los grandes festivales de los 80’s, grabó en el disco más vendido del Rock Argentino sin cobrar un peso y reniega de la fama. Una entrevista sin pelos en la lengua.

ENTREVISTA (FULL VERSION)

Por Néstor Pousa

En la sala contigua a la pista de baile los graves de la cumbia y sus sucedáneos le parten la cabeza; ni que hablar de las liricas: baila que baila con la cocotera, mueve la cintura, mueve la cadera. “Me da vergüenza ajena”, confiesa Claudia Puyó, que acepta de buena gana hablar pero pide, casi con clemencia, que vayamos a otro lado. Otro lado es, irremediablemente, a la intemperie en la fría noche serrana. Es el frío o la cumbia ¿qué preferís? “El frío”, me contesta sin vacilar. Y empezamos. “Como no me voy a acordar del Festival de La Falda, ¡estoy medicada boludo, si no me acuerdo!”, me dice, al tiempo que lanza una carcajada. “Yo me acuerdo de todo, no me acuerdo de lo que comí ayer, ponele, porque es la memoria inmediata la que uno pierde, pero la memoria real de las cosas que te pasaron de verdad, no podés perderla. El recuerdo de mi primer La Falda es imposible de olvidar, fue en 1983 y yo tenía 22 años, o sea que imaginate para mí lo que era. Fue increíble porque yo tocaba con una banda que tenía un (órgano) Hammond y un (parlante) Leslie, vos sabés lo que es eso. Y no sabés como nos putearon porque tuvimos que subir el Hammond y el Leslie a un camión y era un kilombo tremendo. Yo llegué con una banda tipo Big Brother and The Holding Company, de la época de Janis (Joplin), y fue muy loco porque no me conocía nadie, pero me respetaban porque como tocaba rock. Tuve mucha suerte, estuve tres veces en La Falda, en el ’83, ’84 y ’86. En el ’86 fue cuando estuvo Charly que subió totalmente dado vuelta como un zoquete, ahí toqué también con mi banda y se armó un kilombo bárbaro. Yo tocaba antes que Fito y estaba programada para tocar de día, y como se había hecho de noche, no me querían poner luces, entonces yo dije bueno muchachos ¿no me quieren poner luces? yo subo y toco igual, pero le voy avisar a la gente que no me quisieron poner luces, o sea, todo bien, pero les voy avisando que les prendo fuego. Entonces viene Quaranta (el iluminador) que es un amigo de la época en que yo era plomo de Pastoral…” Stop ¿Vos fuiste plomo de Pastoral?, pregunto sorprendido. “Yo fui plomo de Pastoral, sí, entonces Quaranta que me conoce de esa época, viene y me dice: ‘Claudita, no te preocupes, yo te pongo luces’. En esa época en los festivales era así, estabas programado para tocar de día, se hacía de noche y no tenías luces, porque no tenias quien te las garpara, ni tenías un operador, ni tenías nada”, remata.
-Pero vos te hiciste conocer en dos grandes festivales (La Falda y BARock)
“Sí, bueno, en realidad yo estaba con (el productor) Oscar López, pero me tenía como bola sin manija. Toqué en el BARock (1982), con esta misma guitarra Ovation que me viste hoy, y después de tocar me fui caminando por la calle, medio llorando, diciendo ¿Y ahora qué hago? Era rarísimo porque estaba todo bien, pero, estaba todo mal, porque nadie te consideraba, pero igual para nosotros, o para mí al menos, era tan maravilloso sólo tocar, que yo estaba bien. Igual ellos se aprovechaban un poco de que uno tocando era feliz, viste, como se siguen aprovechando todavía hoy”, y lanza otra carcajada.

Claudia, además de sus conocidas dotes musicales, es muy verborragica y no tiene pelos en la lengua. Admite: “Nunca fui muy diva, el divismo no es lo mío, nosotros somos seres humanos y sólo transmitimos lo que podemos decir. La música es maravillosa y la gente también, y uno puede comunicarse, yo detesto toda esa cosa de la fama, del tipo que está como más arriba que vos. ¿Por qué? ¿quién lo dice? yo no creo en eso, yo creo en transmitir, en el amor y en que lo que te gusta hacer, lo hagas bien porque te gusta hacerlo”.
-Está bien, pero te codeaste un poco con la fama cuando estuviste en la banda de Fito.
“No corazón -me corrige- yo canté con Fito porque él hizo ‘Ciudad de pobres corazones’ que es un disco que a mí me encanta, sino jamás hubiese cantado con él”, sintetiza. Fue por eso que Claudia apareció en “El amor después del amor” (el disco más exitoso de Páez) en uno de los momentos más trágicos de su vida. “Yo vivía en España, mi novio se había muerto de sobredosis de heroína y yo tocaba en el metro para comer, para que tengas una idea, o sea lo que vos crees que es fama o felicidad… yo vivía en la mierda”, aclara, con la vehemencia que le produce su propio recuerdo. Y continúa: “Fito vino, yo grabé ‘El amor después del amor’, improvisé eso que escuchaste, y me volví a tocar al metro al otro día, ni siquiera gané dinero. Pero está todo bien, como diría Alejandro Medina (bajista de Manal y su amigo): ‘No sé qué nota tocaré, pero la nota lo sabe’, todo bien con la música, man, el problema es de la gente que no entiende nada. La gente que entiende, sólo hace música, nada más”.

Después del amor. Recordará el lector que entre ella y Fito Páez surgió una polémica mediática cuando este no la quiso convocar para la gira por los 20 años de “El amor…” (“Tiene que bajar 6 kilos”, había dicho el rosarino). Buen momento para aclararlo.  
-¿Qué onda el entredicho con Páez? “No tengo entredichos con nadie, la gente que se cruza de vereda… si querés saber lo que pasó, resumiendo es esto: a mí no me podés bajar dos tonos ‘El amor después del amor’ porque yo así no lo puedo cantar, porque quedo como Oscar Casco. Fito lamentablemente ya no puede cantar en su tonalidad, entonces bajó todas las canciones, por eso yo decidí no cantar las canciones dos tonos abajo porque me quedaban graves, bueno, eso fue todo lo que pasó”.
-Dijiste algo sobre la gente que se cruza de vereda… (le subrayo para que complete la idea, y es ella quien me desafía): “Vos lo sabrás, yo no lo voy a decir, lo vas decir vos”, y hace silencio.
-¿Estás lejos de Fito, hoy? “No loco, yo soy una persona común. ¿No me ves que soy común?
-¿La gente puede cambiar tanto?, insisto. “¡Que se yo! preguntaseló a la gente. Yo no, yo siempre soy la misma, me van pasando cosas, se me mueren amigos, la remo todos los días, me es difícil bancarme sola un show tocando la guitarrita, pero está bueno, yo amo la música, pero no juzgo a los demás, cada cual elige su camino. Unos se operan del triunfo, los operan y les extirpan el triunfo para siempre (sic) y otros sueñan por cantar”, se ríe de su ocurrencia. “Yo soy una piba común que aprendió a cantar arriba de los discos de Aretha Franklin, de Led Zeppelin, de Los Beatles, y estoy acá, hablando con vos. ¿Por qué yo voy a desilusionar a la gente? que la gente quiera a quien quiera querer -dice como en un trabalenguas- y que entienda lo que quiera entender, yo sé como es la cosa, pero lo sé para mí. Lo que a mí me hace mal no me sirve, yo amo tocar, la música me salvó la vida y me la salvará, la fama es una pelotudez infinita, gigante”.  
-¿Cómo era con 22 años enfrentarse al público de un mega festival?
“Mirá, yo te digo, cumplí 54 años el 7 de junio pasado, el año que viene cuando cumpla los 55 va a hacer 40 que me subí a un escenario por primera vez, tenía 15 años. Amo lo que hago sino no estaría acá, en esta circunstancia. Yo me gano el dinero sin robar”.-

nestorpousa-prensarock.blogspot.com

sábado, 6 de julio de 2013

Illya Kuryaki: aplaudan en la luna

PREMIOS “GARDEL 2013”

Por Néstor Pousa

Ni bien se conocieron las nominaciones para los “Gardel 2013”, premio que todos los años entrega CAPIF (Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas), el destacado fue para los Illya Kuryaki and The Valderramas que con su álbum “Chances” se alzaron con 6 nominaciones en los rubros más relevantes. No es un dato menor, porque este reconocimiento llega en el momento del regreso de la banda luego un paréntesis de una década.
IKV es el dúo formado por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, exniños prodigios que asaltaron la escena nacional en 1991 con temas como Fabrico cuero y Es tuya Juan, con letras contestarías e irónicas y en estilo rap. Parecía una travesura de chicos del ambiente musical a los que se les estaba cumpliendo un capricho pero el tiempo diría lo contrario, y tempranamente, ya que a fines de ese mismo año serían consagrados como revelación.
En febrero de 1992 tienen su bautismo de fuego frente a una audiencia masiva y en un ámbito no del todo fácil para las nuevas expresiones, he aquí el primer dato con no poco ombliguismo, ya que los IKV debutan en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, novena edición, la que pretendió ser el renacimiento del mítico festival. En su primera incursión faldense pasaron la prueba, con Spinetta (papá de Dante) supervisándolo todo desde la consola de sonido.  
“Horno para calentar los mares” de 1993, su segundo disco, fue la transición para llegar a la que es considerada su obra cumbre, “Chaco” (1995). Musical y conceptualmente impecable, este disco arrasó con las encuestas de opinión y vendió la nada despreciable cifra de 250.000 copias, y pasaron de ser los pibes-promesa para convertirse en una banda a la que había que prestarle mucha atención. Segundo dato ombliguista: “Chaco” fue presentado en el minifestival “Rockanfakinparty II” realizado en el Anfiteatro Municipal de La Falda en enero de 1997, con una performance que quedó grabada en la memoria de los que estuvimos ahí esa noche.
A partir de entonces la carrera de los IKV tomó un impulso inusitado, pegaron un hit envidiable (Abarajáme) e impusieron una estética y una jerga propia. En los tres álbumes que siguieron ampliaron su espectro sonoro con una marcada tendencia al funk y el soul (“Versus” de 1997 y “Leche” de 2000); mientras que “Kuryakistan” (2001), una mezcla de temas nuevos con reversiones de hits, significaría la despedida. Las ganas de chequear sus carreras por separado coincidieron con la muerte de su manager y amigo José Luis Miceli. Sin fiesta de despedida, ni demasiado ruido, IKV puso fin a la primera parte de su historia.

Regreso con gloria. Mientras Dante solista radicalizaba su veta hip-hop, Emmanuel se inclinaba hacia la canción pop; pero entre ellos estaba todo bien y la separación no había sido una ruptura. Después de algunos discos en solitario y encuentros ocasionales que presagiaban el retorno, en agosto de 2011 anuncian, vía redes sociales, el regreso del dúo. La década transcurrida había multiplicado el prestigio de la banda que era esperada con los brazos abiertos por los nuevos fans que no habían chequeado su performance en vivo.
Empezaron a calentar motores en festivales y anticiparon Funky futurista, porque este regreso más que especular con los grandes éxitos prometía temas a estrenar. Así llegó el momento del Cosquín Rock 2012, pero algo inesperado iba a pasar. A tan sólo 48 horas de la inauguración de un nuevo capítulo del ciclo rockero que marcaría el regreso de IKV en Córdoba, ocurrió un hecho tristemente doloroso: el fallecimiento de Luis Alberto Spinetta. Se dudó sobre la presencia de la banda en el festival, sin embargo participaron de esa edición que estuvo signada por un homenaje continuo al fundamental artista. A los IKV les correspondió un rol protagónico y, junto al show de Charly García, fue uno de los momentos más emocionantes.
Sobre finales de 2012 y luego de un segundo adelanto (Ula Ula, un funk furioso y de pegadizo estribillo) lanzarían “Chances”, regreso con gloria con un álbum plagado de hits, tal vez el más ambicioso de su historia, nada mal para una banda que retoma su carrera.
“Chances” tiene 14 temas la mayoría hits, coproducidos por Dante y Emmanuel en sociedad con el multipremiado productor Rafael Arcaute. Apretás play y el ritmo ya no te suelta en números como Chica, Soy música, Helicóptero, Safari espiritual, Monta el trueno y los nombrados Ula Ula y Funky futurista. Hay una gran canción de amor (Adelante); un bolerazo (Amor) que sería la envidia del mismísimo Manzanero (“Amor sé que es sólo una palabra, vos me la regalaste porque ya no la usabas”) y un hip hop revoltoso (Madafaka) en colaboración con los Molotov. En recuadro la conmovedora Águila amarilla, dedicada al Flaco y con una letra que te desarma: “Padre mío que estás en el cielo, llegado el momento te abrazaré de nuevo”, canta Dante y rubrica con un solo de viola eléctrica sideral.  
La deuda del que seguramente será Álbum del Año (Gardel de Oro) está en el envoltorio, una poco artesanal cajita plástica y lámina interior desplegable con ficha técnica pero sin las letras de las canciones, las que para consultarlas te invitan a visitar su página web (www.ikvoficial.com). No obstante el diseño de portada está a la altura de las canciones e integra uno de los seis rubros que pretende llevarse puestos.
Último dato ombliguista: entre los discos que intentarán arrebatarle a “Chances” el podio de Mejor Álbum Grupo de Rock está “Blanco”, tercera producción de Eruca Sativa, la banda made in Córdoba que hoy es orgullo del Rock Argentino.-     

Las 6 nominaciones de “Chances”:
-Mejor Álbum Grupo de Rock
-Mejor Diseño de Portada
-Mejor Videoclip
-Ingeniería de Grabación
-Producción del Año
-Álbum del Año (Gardel de Oro).

Compiten por Mejor Álbum Grupo de Rock:
-Las Pelotas por “Cerca de las nubes” 

-Eruca Sativa por “Blanco” 
-Cuarteto de Nos por “Porfiado”
-Illya Kuryaki and the Valderramas por “Chances”
-No Te Va Gustar por “Público”

jueves, 20 de junio de 2013

Claudia Puyó: himnos de su corazón

La Puyó en acción
Canciones bluseadas” es el unipersonal acústico que presentó en El Pungo de La Cumbre. Ella asegura que la música siempre es un exorcismo. Bonus track: adelanto de una entrevista picante y sin concesiones.

RECITALES

Por Néstor Pousa

El día 15 de junio de 2013 será tristemente inolvidable por todos los hinchas del Club Atlético Independiente de Avellaneda. Ese día, luego de 108 años de una historia de primera, el club sellaba su descenso a la “B” Nacional y así los Diablos Rojos de todo el país comenzábamos a conocer un “infierno” que no nos era para nada familiar.
“Tocar siempre es un exorcismo, para el que te escucha y para vos. Te abstraes por un rato de la realidad. Y, sobre todo, salís de tu cabeza”, la frase pertenece a Claudia Puyó que esa misma noche se presentaba en el bar El Pungo de La Cumbre. ¿Qué mejor entonces? pensé, y para allá me fui.
La Puyó es una de las mejores intérpretes femeninas del blues en Argentina, que luego de algunos viajes al exterior comenzó su carrera en el país haciendo coros para Pedro y Pablo, Alejandro Lerner, Miguel Cantilo & Punch. Podría asegurarse que su popularidad empezó gracias a sus participaciones en el Festival BA Rock de 1982 y los Festivales de Rock de La Falda de 1983, ‘84 y ’86, donde se destacó como una cantante de voz excepcional y gran personalidad. Su producción registra numerosas colaboraciones para otros músicos, cuatro interesantes discos solistas y cuando en junio del año próximo cumpla 55 años de edad, serán 40 de la primera vez que se subió a un escenario. El último dato no es una infidencia, ya que fue aportado por la propia protagonista.
Aunque casi siempre toca con una banda, el show del sábado a la noche fue unipersonal y acústico, acompañada de su inseparable guitarrón Ovation modelo sunburst de casi toda la vida. El piano a su lado sería un testigo mudo y Claudia se lamentaría de no haber conseguido el pedal de sustain imprescindible para tocarlo.
Canciones bluseadas es el nombre del show, una obviedad absoluta porque ella todo lo que toca lo transforma en blues, y elige “clásicos del rock”, como se verá cuando repasemos la lista, pero cantados en su personal estilo y con la fibra típica de una mina del oeste de Buenos Aires capaz de coparle, sola, la parada a cualquiera arriba de un escenario.  
El comienzo fue con una versión oscura de Natural de Tanguito, a quien llamó Tango Feroz, en alusión a la película. Uno de los autores más homenajeados sería Spinetta, se escucharon: Los libros de la buena memoria, Despiértate nena y Que ves el cielo, de distintas épocas de Luis Alberto.  “En mí hay millones de canciones, por ejemplo esta de Jimi Hendrix”, avisa antes de mandarse con Little wind (Pequeña ala) y acota: “Estaba bueno el negro, no?”.
Una rareza fue El regreso de Mao, una temprana canción que Los Redondos que nunca grabaron por no pertenecer a la dupla Beilinson-Solari, sino a Tito Fargo, uno de los primeros guitarristas de la popular banda.  
Después de anunciar que prefería tocar cosas inéditas siguió con Nahuel, compuesta junto a Aníbal Forcada (músico de León Gieco); y luego La guitarra no, una colaboración con Alejandro Medina (exManal), en donde le canta a su incondicional amor por la guitarra: “Llevate el piano, pero la guitarra no, no te la lleves, con ella puedo inventar amores, que no me abandonen, ni me den bajones”.   
A veces en los bares sucede que los de la mesa de al lado se olvidan que hay un show en curso, entonces se sacan fotos, hablan hasta por los codos y aún más fuerte que el propio músico; para ellos hubo furibundas miradas de parte de la Puyó y alguna puteada (que no sé si registraron) durante Mañana en el abasto de Sumo, una de las más sentidas interpretaciones de la noche.
Hubo pedidos del público, algunos concedidos y otros no. De Noche de perros de Seru Giran  solamente la intro con la guitarra, “Otra vez, con el piano, lo hago”, prometió. Cuando le pidieron Beatles improvisó Revolution en un inglés medio sanateado. La que sí concedió fue Haydee, una canción propia que encierra una pesada historia, una historia mucho más trágica, les puedo asegurar, que cualquier fracaso deportivo. 
Para el cierre llegó el único canto colectivo de la noche para evocar a Miguel Abuelo y el Himno de mi corazón de los Abuelos de la Nada. En realidad todas las canciones habían sido justamente eso: himnos de su corazón.-

En La Falda como Janis Joplin. “Como no me voy a acordar del Festival de La Falda, ¡estoy medicada boludo, si no me acuerdo!”, me dice, al tiempo que lanza una carcajada. Y sigue: “No me acuerdo de lo que comí ayer, ponele, porque es la memoria inmediata la que uno pierde, pero la memoria real de las cosas que pasaron de verdad, no podés perderla. El recuerdo de mi primer La Falda es imposible de olvidar, fue en 1983 y yo tenía 22 años, o sea imaginate para mí lo que era, fue increíble, fue muy loco porque yo tocaba con una banda que tenía un (órgano) Hammond y un (parlante) Leslie, vos sabés lo que es eso. Y no sabés como nos putearon porque tuvimos que subir el Hammond y el Leslie a un camión y era un kilombo tremendo. Fue muy increíble porque yo llegué con una banda tipo Janis Joplin, y fue muy loco porque no me conocía nadie, pero me respetaban porque tocaba rock. Estuve tres veces en La Falda, en el ’83, ’84 y ’86. En el ’86 toque antes que Fito, yo estaba programada para tocar de día, y como se había hecho de noche no me querían poner luces, entonces yo dije: bueno, yo subo y toco igual, pero le voy avisar a la gente que no me quisieron poner luces. O sea todo bien, yo toco igual, pero les voy avisando que los prendo fuego. Entonces viene Quaranta (el iluminador) que es un amigo y me dice: ‘Claudita, no te preocupes, yo te pongo luces’. En esa época era así, se aprovechaban un poco de que uno tocando era feliz”, remata.-  

Fecha: sábado 15/06/13
Lugar: El Pungo bar de La Cumbre

viernes, 17 de mayo de 2013

Black Amaya: “Yo era la oveja negra”

Una emisora de radio de FM que solamente pasa clásicos de rock, un bar  escondido en una pequeña localidad de Traslasierra y un baterista prócer del Rock en Castellano.                                                                                                   

PERSONAJES

Por Néstor Pousa

Siempre que me voy a dar una vuelta por Traslasierra lo primero que hago es sintonizar la FM Triac (90.1 MHz), una emisora de radio que alejada de los mandatos del mercado, transmite durante las 24 horas, exclusivamente clásicos del Rock Argentino e Internacional. Ni bien bajás por el sinuoso Camino de las Altas Cumbres hasta su finalización, doblás a la izquierda y empezás a recorrer la Ruta 14 que conecta Nono, Las Rabonas, Los Hornillos, Quebrada de los Pozos y Villa de las Rosas, y se te suben al auto por los altavoces del equipo, músicos que difícilmente vas a escuchar en otra radio. King Crimson, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Bob Dylan, Cream, Color Humano, Emerson, Lake & Palmer, Deep Purple, Aquelarre, Creedence, Manal, Yes, Vox Dei, son sólo algunos de los artistas del menú de esta broadcasting serrana que no pierde el tiempo en anunciar los títulos de los temas, ni armar programas con locutores de impostación afectada; lo que escuchás es esa vieja música de locos con apenas algunos jocosos separadores y tandas comerciales en el mismo estilo. El oyente no es un actor pasivo, ya que participa a través del teléfono programando la música y opinando sobre todos los temas que se le ocurran. Los mensajes son dejados en el contestador automático (La oreja de Triac), y luego reproducidos en su totalidad, sin cortes, sin censura y sin editar, generándose una forma de interactividad que es marca registrada de esta radio.
La FM Triac, también conocida como La FM de la Costa y que su isotipo es un dinosaurio, está dirigida por Mario Ferrarese, su creador; pionero de la radio alternativa en 1970, en Hurlingham, partido del Gran Buenos Aires. Precisamente fue en ese lugar del oeste bonaerense donde nació en 1986 la primera FM Triac, que aún sigue emitiendo. En 1998 Mario se mudó a Traslasierra para que el proyecto adquiriera su formato definitivo en la agreste localidad de Los Hornillos. El inefable Mario, hoy convertido en un personaje de la zona, desde hace 15 años apuesta a este modelo de radio no convencional y que solamente pasa la música que a él le gusta, pero ad referéndum de los oyentes, con los que tiene una coincidencia del tipo alcoyana-alcoyana. (Escuchá FM Triac acá: http://www.raddios.com/fmtriac-radiosonline-fm-triac-fm-901-cba-arg).

Esta noche toca Black. Fue escuchando La Triac que me enteré que aquel fin de semana tocaba Black Amaya en Cielito Lindo. Juan Carlos Amaya es un baterista prócer del Rock en Castellano. El Negro Black para los amigos (porque de joven siempre se vestía de negro) integró dos bandas emblemáticas que definieron el sonido de los años 70’s: la primera formación de Pappo’s Blues, con Pappo y David Lebón (luego acompañaría al Carpo con intermitencias durante muchos años, en las diversas reencarnaciones del mítico trío). Y la otra Pescado Rabioso, junto a Luis Alberto Spinetta, David Lebón y Carlos Cutaia. La cuestión era ubicar el lugar de encuentro porque, aunque los datos eran precisos, en lo profundo de la noche las dudas siempre se amplifican. Al final no fue tan difícil llegar a Cielito Lindo, un barcito con onda ubicado a dos cuadras de la ruta, a la altura del dispensario de Los Hornillos. Allí te recibe Pablo, quien es a la vez: dueño, recepcionista, acomodador, bartender, cajero y toda otra función que tenga que ver con la logística del lugar. También es quien contacta a los artistas que allí se presentan. Esa noche Black Amaya y La San Luis Acústica, banda que con formato cuasi unplugged recorrería los clásicos del rock de todos los tiempos. En la antesala del show empieza diciendo que hacía mucho tiempo que quería tocar allí, y no sabía por qué no lo llamaban, tal vez el respeto que su figura inspira era lo que intimidaba a Pablo. Hasta que se animó, y ahora el percusionista es un número habitual del bar. Esta formación alternativa en formato acústico está integrada en su totalidad por músicos puntanos, a excepción de su hijo Agustín, al que le fue inculcado el amor por los parches y acompaña las canciones con bongó y pandereta. Black no canta, pero alrededor de su batería se desarrolla el concierto que empieza a recorrer clásicos del rock. Su experimentado toque y su modo de contar historias hacen muy atractiva la velada. Se escuchan: Tema de Pototo de Almendra, La Balsa en la versión original de Los Gatos, Presente una de las más bellas canciones de Vox Dei, Necesito un amor de Manal y Rebelde de Los Beatniks (Moris / Pajarito Zaguri); que operan como un minucioso relato de los inicios del Rock en Argentina. Una segunda fase trae Mañana campestre escrita por Gustavo Santaolalla para Arco Iris, y confiesa: “Este tema a mí antes no me gustaba, porque nosotros éramos pesados. Ahora es uno de los que más me gusta tocar”. Algo similar le ocurre con Canción para mi muerte de Sui Generis. De Fito Páez dirá que más allá de no compartir algunas declaraciones, es un gran músico que escribe obras como la elegida, Polaroid de locura ordinaria. De Cerati contará que cuando lo conoció en persona, lo sorprendió pidiéndole un autógrafo para el veterinario de su pueblo. La música que inspiró este movimiento será representada por The Beatles con I’ll be back y Eight days a week y Bill Halley con su legendario Rock around the clock. Un apartado especial para uno de sus primeros compinches, Norberto “Pappo” Napolitano, con versiones de temas que nuestro mayor héroe de la guitarra transformó en éxitos: Blues Local y Ruta 66.
Desde hace algunos años Black mudó su domicilio a la tranquilidad de Concarán en San Luis, distante a 95 km. de Los Hornillos, pueblo donde nació su padre y sus abuelos paternos. Este fue uno de los grandes cambios que experimentó en su vida. El otro se evidencia cuando alguien del público, en típica señal de cortesía, le ofrece un vaso de cerveza y todos sus músicos exclaman un “Nooo”, exagerado. Él, con la calma que le da haber pasado de esa vida de estrella de rock, cuenta que hace diecisiete años que no prueba una gota de alcohol. El show se prolonga y la gente no admite que tenga que terminar. Hubo un momento crucial: el del homenaje a Spinetta, en donde el relato se tensa: “Con Luis es con quien más aprendí. Al principio discutíamos mucho, éramos muy jóvenes, ambos teníamos 22 años. Discutíamos porque yo no quería tocar otra cosa que no fuera rock y blues. Yo era como la oveja negra y el Flaco era medio ‘fifi’. Mucho tiempo después, en su casa, mientras él me preparaba un té, le digo: ‘Luis, tengo que pedirte disculpas’, me miró y me contestó: Esta todo bien”, así sellaron su relación de tantos años. Tal vez por eso fue que los temas más logrados del show fueron los de Pescado Rabioso, la banda que juntos integraron, allá en los comienzos de los años 70’s.-