miércoles, 25 de abril de 2012

Rosario siempre estuvo cerca

Hace 30 años se editaba “Tiempos difíciles” de Juan Carlos Baglietto. Fue el primer hito discográfico de lo que se conoció como la Trova Rosarina, colectivo musical que debió en gran parte su nacimiento y éxito al Festival de Rock de La Falda.                                 
                    
DISCOS ANTOLÓGICOS
                                                                               
Por Néstor Pousa © 2012

En abril de 1982, un mes y año muy significativo en la historia del país, salía a la venta un disco que mostraba una estética nueva en lo que se conocía como Rock Nacional. Un rosarino, hasta entonces un ilustre desconocido, de nombre Juan Carlos Baglietto, lanzaba Tiempos difíciles, álbum que se convertiría en el primer hito de un movimiento poético musical con origen en Rosario, ciudad que ya había provisto al Rock en Castellano nada más y nada menos que a uno de sus padres, Litto Nebbia.
Hasta ese momento Baglietto había tenido cierta notoriedad en su ciudad integrando algunos grupos musicales de los cuales el que más expectativas provocó fue Irreal, aunque se diluyó antes de dejar algún registro oficial. En agosto de 1981 es invitado a Buenos Aires por la emblemática revista Humor ® para tocar en un festival organizado en oposición a la llegada al país de Frank Sinatra. Esa efímera participación le valió a Baglietto la invitación para integrar la cartelera del Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda de 1982. Lo que ocurrió en el Anfiteatro Municipal la noche del 6 de febrero fue un hecho tan inusual y sorprendente como pocas veces se había visto. El ignoto rosarino apareció solo desde las profundidades del oscuro escenario pulsando su guitarra Ovation, vestido con enterito y gorra, atuendo que usaba desde las épocas en que animaba fiestas infantiles. La barba, el pelo muy largo y desprolijo y su mediana estatura lo asemejaban a un extraño duende, pero especialmente porque algo mágico sucedió en ese instante. Luego de un comienzo con La censura no existe -tema de menos de un minuto en el cual el cantante terminaba amordazado por la espalda- le bastaron los primeros acordes de Mirta, de regreso -que relata la vuelta a casa de un ex presidiario- para que un auditorio que se desbordaba de gente, virtualmente explotara. Les puedo asegurar que jamás vi un recibimiento similar para un músico prácticamente desconocido por el gran público, que aunque ya había grabado su disco debut, este no estaba editado aún y no tenía todavía difusión oficial. Aunque había sido fundamental la manija que Mario Luna, mentor del festival, le había dado a esos temas inéditos en su programa radial Alternativa, gracias a una copia en un cassette promocional que había recibido.
Lo acompañaban músicos aún menos conocidos que él, pero de un talento tal, que pronto los haría emprender carreras solistas. Integraban la banda: Fito Páez (tecladista, arreglador, autor y compositor), Silvina Garré (segunda voz y pareja de Juan) y Rubén Goldín (guitarrista, segunda voz, arreglador, autor y compositor). Completaban el elenco Sergio Sainz en bajo y Zapo Aguilera en batería.
Baglietto fue toda una revelación para el público, para sus colegas y para la prensa, y muy especialmente para los productores discográficos de la EMI que abrieron los ojos y empezaron a contar billetes en el aire. Pocos años después el mismo Baglietto nos contaba: “La Falda fue el primer lugar en donde me dieron pelota. En realidad yo ya había grabado el disco y acá en La Falda pasó una cosa fenomenal. Fenomenal por fenómeno, además de por piola. Había muchísima gente, que no eran todos cordobeses, sino que había de todo el país, y yo me subí a cantar por primera vez esas canciones que ellos desconocían porque el disco no había salido, ni estaba en difusión, ni nada que se le parezca, y ni se sabía que iba a pasar conmigo además, y la gente a la segunda vez que escuchó los temas, ya los cantaba, eso me pareció alucinante. Por otra parte fue aquí en La Falda donde me vieron los tipos que me habían hecho grabar, y decidieron poner la plata para difundirme”. Surgía así un movimiento espontáneo de músicos, autores y compositores que la prensa bautizó y comenzó a reconocer como la Trova Rosarina.

Luego del arrollador suceso faldense el disco debut de Baglietto ya tenía asegurada su publicación, la que se produjo en abril de ese mismo año. Tiempos difíciles contó con los arreglos de Rubén Goldín y un joven Fito Páez de apenas 18 años; su portada que muestra la imagen del intérprete junto a un niño, es un guiño a la película El pibe de Charles Chaplin; y fue editado en vinilo y cassette, los formatos usuales de la época.  El éxito fue fulminante y marcó algunos records: se convirtió en el primer disco de oro del Rock Argentino alcanzando la cifra de 30.000 unidades vendidas a tan sólo un mes de su publicación; y Baglietto fue el primer artista en Argentina que vendió esa cantidad con su disco debut.
La otra particularidad de Baglietto es que siempre fue un intérprete que no compone lo que canta, sino que recopila músicas de otros autores. Un rasgo exclusivo dentro del panorama del rock vernáculo caracterizado por ser todos sus integrantes creadores de lo que interpretan. Por eso la lista de Tiempos difíciles es un puñado de canciones memorables que también fueron el debut para una camada de nuevos autores y compositores notables. Algunas de esas canciones se transformaron en hits sin fecha de vencimiento: Era en abril de Jorge Fandermole, Mirta, de regreso de Adrián Abonizio y La vida es una moneda de Fito Páez. El material completo incluía: Aunque mañana no estés, Puñal tras puñal y Sobre la cuerda floja (todas de Fito Páez); Los nuevos brotes, Dulce pájaro y Sin luna (firmadas por Rubén Goldín) y La música del Río de la Plata (Páez-Baglietto). 
En general la temática del álbum transitaba por climas oscuros y opresivos, y se convertiría en un presagio de lo que iba a ocurrir ese año en nuestro país. Eran la banda de sonido no sólo de un tiempo fatal sino también de un insospechado conflicto armado que nos estaba golpeando la puerta de casa.-

martes, 24 de abril de 2012

Joe Cocker: garganta con arena

Joe Cocker: la voz del blues
Aunque el motivo de la gira era presentar su reciente disco “Hard Knocks”, lo cierto es que Joe Cocker, en su primera visita a Córdoba, conformó a todos con un repertorio repleto de clásicos.              


RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa © 2012 

¿Cómo debería diseñar la lista de temas para una gira un artista de rock con varias décadas de trayectoria sobre sus espaldas? Opción uno: concentrándose en su más reciente producción (algunos críticos dirán que “no está a la altura de sus trabajos anteriores”). Opción dos: realizar un repaso por lo mejor de su carrera (y que el mismo critico opine: “se convirtió en un tributo de si mismo”). Imposible conformar a todos los paladares, pero sin dudas la tendencia en estos tiempos es el repertorio antológico. “Es lo que el público quiere escuchar, y no hay motivo para no darle lo que piden”, alegarán, y tal vez sea una buena razón con varios motivos atrás. Son muchos los que se quedaron colgados de tiempos pasados -en apariencia mejores-, y tampoco está mal que de artistas que visitan esta plaza por primera vez, podamos escuchar en directo aquellas viejas versiones que ocupan un lugar privilegiado en las discotecas.

El inglés Joe Cocker, figura legendaria del rock mundial que visitó por primera vez Córdoba en su tercera visita al país, no escapó a esta regla de oro. Aclaremos primero su condición de leyenda. Ocurre que Cocker participó y fue uno de los músicos más destacados del mítico Woodstock, padre de los festivales de rock, que se realizó en Estados Unidos el fin de semana del 15, 16 y 17 de agosto de 1969. Sus contorsiones espasmódicas interpretando el With a little help of my friends de Los Beatles, se transformó en un ícono de aquel lejano encuentro y de la cultura rock. Muy pocos de los que integraron esa célebre cartelera lograron atravesar la barrera de las décadas siguientes, a algunos les faltó éxito, a otros les faltó vida, pero a Joe le sobraron ambas cosas, y le fue muy bien en el intento, aunque no descuidó ninguna materia de la carrera de "estrella de rock", ni siquiera las más peligrosas para el organismo.
Cocker llegó con la gira de presentación de su más reciente disco, titulado Hard knocks, un muy buen trabajo editado con suficiente éxito durante 2010. Pero eso sólo fue un pretexto, la voz del blues había anticipado que el concierto sería un repaso de su extensa y prolífica carrera. No se iba a privar de tocar los grandes éxitos, ni iba a someter a su público al fastidio de no escuchar en vivo clásicos como la poderosa Unchain my heart.

Así y todo, el comienzo del concierto fue dedicado a los fans de la primera hora con un tridente que incluyó Hitchcock railway, Feelin' alright y The letter. De castellano no habla casi nada, lo mínimo para poder saludar y empezar a pasar lista por la etapa ochentosa a la que tantos éxitos le proveyó el inglés de voz áspera, como la power balad When the night comes, o las músicas de películas: Up where we belong (de la cinta que aquí se conoció como Reto al destino) y You can leave your hat on (de 9 semanas y media), la pista de sonido de streap tease más famosa del planeta y sus alrededores.      
Del nuevo material probó solamente dos, la notable balada Unforgiven y el rock cadencioso que titula e inaugura el disco. El final aparente del show dejó conformes a todos los estratos de público con la ya mencionada Unchain my heart y su descomunal versión de With a Little help… que fue como un viaje de ida y vuelta a la psicodelia y el flower power. ¿Quién otro se atrevería a desarmar y rearmar una canción de los mismísimos Beatles con tanta maestría? Su debilidad por el cuarteto de Liverpool se confirma con un par de versiones más, una muy famosa: Come together y la otra un lado B: She came intrough the bathroom window (ambas de Abbey Road).  
La poblada lista de bises (en dos ocasiones fríamente calculadas debió volver) venía con Shelter me, Cry me a river y un broche calmo pero muy intenso con otra obra maestra de las versiones Cocker, Long as i can see the light, el clásico de John Fogerty y Creedence Clearwater Revival (ver video inserto).

Se cuida Joe, en escena toma hectolitros de agua y agita sus manos con sus clásicos movimientos de prestidigitador. Una big band acompaña al cantante nacido en Sheffield, la componen un trío de rock and roll, piano, órgano, percusión, saxo y dos coreutas de voces tan negras como su piel, soporte ideal para la música de este colosal intérprete al que los excesos le dieron, en esta última década, el respiro necesario como para poder seguir en la ruta sobrio y con la voz intacta.-   

Lugar: Orfeo Superdomo - Fecha: 24/03/2012

martes, 3 de abril de 2012

Una guerra en si bemol

Juan Carlos Baglietto, circa 1982
Por Néstor Pousa 

Probablemente pocos acontecimientos socio-políticos hayan tenido tanta incidencia directa sobre el desarrollo del Rock en Argentina como lo tuvo la Guerra de Malvinas, epopeya que comenzó el 2 de abril de 1982.
Además de significar un hecho cruento, traumático y doloroso para toda la sociedad, marcó el principio del fin del gobierno de facto que buscó con la recuperación por la fuerza de un territorio indudablemente argentino, la posibilidad de perpetuarse en un poder que ya se le estaba escurriendo entre los dedos.
La heroica gesta de un puñado de chicos en las heladas aguas del Atlántico Sur a las órdenes de oficiales y suboficiales que se debatían entre el deber a cumplir y sus propias limitaciones técnicas y humanas, es un hecho que marcó a más de una generación y que recordaremos de por vida, reconociendo que el fin era absolutamente noble pero el medio elegido distaba de ser el más conveniente. Hubo también una manipulación especulativa del sentimiento de redención y patriotismo por parte de los autores ideológicos de aquel improvisado plan, con el que cada uno de nosotros en mayor o menor medida nos sentimos tocados. Desde los discursos y arengas por cadena nacional que con tono triunfalista y desafiante aseguraban: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, hasta titulares con los falsos pronósticos: “Estamos ganando”; hubo otras estrategias que implementó el gobierno militar. Entre ellas la absoluta prohibición de difundir, en los medios masivos de comunicación, música en idioma inglés, cualquiera sea el intérprete, con la intención de generar un sentimiento de rechazo y odio -que en mucha gente nacía espontáneamente- ante todo lo que provenga de la cultura anglosajona. Sin diferenciar si se trataba de Margaret Thatcher (Primera Ministra de Gran Bretaña durante el conflicto bélico), Shakespeare o Los Beatles, todo lo que tuviera ese origen debía ser repudiado.
Fue así que los programadores de radio y televisión se vieron obligados a echar mano a discos olvidados y tapados en polvo, paradójicamente algunos de ellos hasta ese momento prohibidos por esa misma censura. Esto provocó un verdadero suceso con la música popular argentina, y en ese contexto entraba el Rock del País, que tuvo un impulso de difusión que jamás había tenido hasta ese momento, pero con el sabor amargo del motivo que había originado ese fenómeno.

Un monstruo grande y pisa fuerte. “Aún resuenan los acordes de una guerra en si bemol, sin ninguna melodía…”, dice la letra de Fito en la voz de Baglietto. Tratando de crecer (del álbum Baglietto, 1983) se convertía en uno de los principales temas de la banda de sonido de Los chicos de la guerra (1984), película de ficción y testimonial del director Bebe Kamin basada en el libro homónimo de Daniel Kon, que es el primer antecedente cinematográfico referido al conflicto armado en los mares del sur. En la película, que con un alto contenido dramático cuenta la historia de tres jóvenes de distintos estratos sociales que son enviados a combatir en las islas, Juan Carlos Baglietto aparece interpretando esa canción que dedica a los chicos de la guerra.
En la nueva temática del rock empezaban a surgir algunas respuestas a los interrogantes que la posguerra nos había dejado junto con su nefasto saldo de muerte, angustia e impotencia, y fueron muchos los artistas que en el Festival de Rock La Falda ’83 se hicieron escuchar, ya sea con su palabra o con su canción.
Charly fiel a su estilo, le ponía una cuota de ironía al asunto con No bombardeen Buenos Aires, en donde suplicaba que: “¡No bombardeen Barrio Norte! no nos podemos defender…”
Alejandro Lerner estrenaba La isla de la buena memoria (del álbum Todo a pulmón, 1983), la historia en carne viva de un soldado argentino que marchaba a combatir a la isla y daba cuenta de sus vivencias en un conmovedor relato, con una carta para su madre: “Madre me voy a la isla, no sé contra quién pelear, tal vez luche o me resista o tal vez me muera allá. Creo que hace mucho frío por allá, hay más miedos como el mío en la ciudad. Qué haré con el uniforme cuando empiece a pelear, con el casco y con las botas, ni siquiera sé marchar…”.
Raúl Porchetto hizo que su himno mántrico Algo de paz cobrara un sentido distinto al de otras oportunidades, pero también mostró un tema nuevo, Reina Madre (del álbum homónimo de 1983), en este caso era la mirada reflexiva de un soldado inglés sobre una guerra que tampoco él terminaba de comprender: “Pero madre ¿qué está pasando acá? son igual a mí y aman este lugar, tan lejos de casa que ni el nombre recuerdo ¿por qué estoy luchando? ¿por qué estoy matando?”
La oportunidad hubiera sido ideal para que las casi 9.000 almas que asistieron a cada una de las seis noches cantaran a coro los versos de Sólo le pido a Dios, pero justo ese año, por problemas de salud, León faltó a la cita.-

Extracto del libro “La Falda en tiempo de Rock” © Néstor Pousa, 2009, Arkenia Ediciones.

sábado, 17 de marzo de 2012

The Wall en vivo: la octava maravilla

Waters y el demoledor comienzo de The Wall en vivo
La actual versión de “The Wall”, obra maestra de Roger Waters con Pink Floyd, quedará en la historia como el gran show de rock & roll de estadios de todos los tiempos. Argentina fue record con 9 fechas.
                                
RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa © 2012  

El chofer del bus que nos depositaría en Buenos Aires recomienda enfáticamente que a partir de las cero horas mantengamos cerradas las cortinas de las ventanillas, con el nuevo día comenzaba un paro de colectivos y podría haber alguna agresión con los que se encuentren en la ruta. Inesperado paradigma para explicar la clave de la trama argumental de The Wall, la obra maestra con forma de disco creada por Roger Waters con Pink Floyd en 1979. El origen es el miedo y sus consecuencias: Fear builds walls (el miedo construye paredes), precisamente fueron los miedos del pequeño Roger que ya de adulto y convertido en estrella de rock, logró exorcizar para convertirlos en una de las producciones más trascendentales e inmortales del rock mundial.
Su actual versión en vivo -los diarios y la tele no hablan de otra cosa- pasó por Buenos Aires con nueve fechas record, batiendo los conseguidos por los Rolling Stones y Soda Stereo, y logrando que nadie se mantenga indiferente. Nadie. Ni los no iniciados, ni mucho menos los avezados en Pink Floyd querían perderse la oportunidad de estar. A medida que se gastaban las primeras fechas la ansiedad aumentaba por los comentarios de los primeros adelantados, todos volvían flasheados, pero ¿qué era lo que habían visto puertas adentro del estadio de River?
La ciudad de la furia está demasiado convulsionada por estos días, no hace falta ser muy perceptivo para darse cuenta que la gente no vive como quisiera en esa enorme y atrayente ciudad. Los taxistas son un tester de violencia del clima social pesado, sin embargo el jueves 15, el otro clima, el meteorológico era ideal. No obstante llenar una cancha con más de 45.000 personas es una tarea lenta que primero te obliga a una larguísima fila y después a una amansadora poco menos que insoportable. Una vez adentro la primera imagen es la del escenario armado sobre uno de los arcos y el incompleto muro de enormes ladrillos blancos que atraviesa la cancha a lo ancho, el resto es la gente ingresando mansamente.
A las 21.15, con puntualidad hasta en el tiempo de tolerancia, los altavoces anuncian que la espera terminó y que se pueden tomar fotos pero sin flash porque afectarían a la muestra, recién entonces aparece Roger Waters con su invariable vestimenta de remera y jeans negros y zapatillas blancas.
El show se compone de las canciones tocadas en el orden que aparecen en el álbum, un dato obvio ya que el disco es una obra conceptual, una única historia de principio a fin. Pero los primeros quince minutos son cruciales, conmocionantes, tan perturbadores como el comienzo de la película Rescatando al Soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998). Waters tras los saludos de cortesía es investido en escena como el seudo dictador de largo sobretodo de cuero negro, brazalete rojo y rayban, la banda arremete con la intro de In the flesh?, y comienza la acción en el sentido estricto de la palabra, ya que el estadio se transforma en un pandemónium, la larga pared longitudinal de más de 100 metros cobra vida y es ahora una enorme pantalla de increíble alta definición que devuelve imágenes en vivo y otras pre producidas, las cajas de sonido estratégicamente instaladas en lo alto de las tribunas producen un efecto envolvente, los fuegos de artificio y el avión estrellándose entre medio de lenguas de fuego real completan la imagen que deja a todo el mundo atónito y con la mandíbula a la altura del pecho.     
En los siguientes tres movimientos (The thin ice, Another brick in the wall parte 1 y The happiest days of our lives) uno no logra salir del estupor y el mutismo,  la performance excede el escenario, se traslada a todo el estadio y uno forma parte de eso. Por suerte la marcha de Another brick in the wall parte 2 empieza a descomprimir la presión en el pecho, es uno de los hits del disco y un coro de niños con remeras luciendo aquella frase (Fear builds walls) acompañan en escena a Waters para la célebre crítica a los sistemas educativos opresores. Ahora que las pulsaciones bajaron y la respiración fluye mejor, podemos disponernos a la prosecución de esta obra de arte atemporal que gracias a la tecnología adquiere ahora una nueva dimensión.
La historia continúa como ya es conocida, con todas las circunstancias que alteran y deterioran el estado físico y mental de Pink, el personaje central en la ficción. Pink es el alter ego de Waters, y Waters personifica en vivo a Pink, una interpolación continua de personalidades que mezcla fantasía y realidad y van completando los bloques faltantes del muro con los traumas de la guerra, la sobreprotección materna, la sociedad de consumo, el capitalismo, las presiones por ser una celebridad, los fracasos sentimentales, el sexo, la alienación, las drogas y la autodestrucción.
Los puntos más altos, aunque la tensión nunca decae, son: Mother (sobre la relación con su madre), Goodbye blue sky (un estremecedor alegato antibélico); la trilogía de Empty spaces, Young lust y One of my turns, (sobre los desengaños amorosos), Hey you (otro de los hits) y la magistral Confortably numb, verdadera joya que se recorta con brillo propio del resto del material. Para el desarrollo de las canciones es tan importante la impecable banda, como los efectos visuales que proyecta la descomunal pantalla que va ilustrando la historia con primeros planos de Waters, con las consignas que remarcan las letras y con las figuras animadas de The Wall, la película, versión cinematográfica del genial Alan Parker estrenada en 1982 que estiró la fama mundial del disco y la convirtió en la ópera rock por excelencia.
El desenlace se acerca con Run like hell y el protagonista otra vez convertido en un alucinado dictador (alegoría del abuso de poder de una mega estrella de rock), pero que desea regresar a una vida normal. El juicio final animado (The Trial) lo condena a ser expuesto ante la gente, derrumbándose el muro que lo aísla y lo contiene. Así, con los músicos alineados al pie de los escombros llega el apoteósico final de una presentación histórica que quedará en las enciclopedias como el gran show de rock and roll de estadios de todos los tiempos.-

martes, 13 de marzo de 2012

Dolmen: el regreso del juglar

EL NUEVO DISCO DE RICARDO SOULÉ

Por Néstor Pousa © 2012

A Ricardo Soulé le resulta difícil explicar que significa Dolmen y por qué le puso ese nombre a su nuevo disco. Soulé, ex integrante de Vox Dei banda pionera del Rock Argentino (ver bio condensada), bien podría sentarse a gozar de los beneficios de un magnífico repertorio histórico, sin embargo revalida su vigencia con diez nuevas canciones en un disco aparecido durante 2011 y concebido junto a La Bestia Emplumada, banda que debutó en La Falda en el verano del 2004 (Ciclo Dinosaurios), y que hoy integran Gabriel Soulé en voz y guitarra, el Tano Colautti en bajo y el australiano Chris Nable en batería.
Dolmen: palabra de origen celta de más de 10.000 años, que define a una enorme mesa construida en piedra; pero en el cosmos personal de Soulé es una especie de lugar sagrado y místico que recita historias de otros tiempos y cuenta leyendas que vendrán.
Dolmen también es el nombre de este excelente trabajo de Ricardo Soulé, en el cual expone su convicción por el rock y el blues que viene ejerciendo desde hace más de 40 años. Es un disco donde predominan las guitarras con el pulso inconfundible del autor de Presente. Tan inconfundible como sus textos épicos y su poesía ancestral, que fluye en cada una de las composiciones.
Tiene invitados de lujo como el Chizzo Napoli, cuya admiración por Ricardo es tan recíproca que al líder de La Renga le cedió el honor de ser la voz que abre el disco, en Dolmen, la canción.
Riff de guitarras abundan, en Cisnes (con Manuel Quieto de invitado), Zebedeo, Selene y Violino, en este último Ricardo desenfunda su otro instrumento base, el violín.
Dos perfectas baladas cambian el ritmo, Refugio y Perlada; y también está Corder que merece ser un hit. Con el tema Iván el músico y padre salva alguna especie de trance con su hijo menor, “mira Iván no esperes un minuto más y déjame la puerta abierta que al marcharte yo iré detrás”, canta sobre una base de jazz rock que en el vivo permite una inspirada improvisación de la banda.
Hasta aquí el nuevo disco vale su precio, pero hay una yapa excepcional con tres bonus tracks de versiones de viejos temas: El manto de Elías - Obertura 1er. Movimiento (con Iván Soulé en voz y guitarra) perteneciente a la remake de La Biblia de 1997; y La Taberna del Tejo y Viejos amigos en la ciudad en donde La Bestia Emplumada saca a relucir el rock and roll.-

Vox Dei: bio condensada. Vox Dei es una de los nombres fundacionales del Rock en Castellano en Argentina. Se formó en 1968 y su ficha inicial era un cuarteto. El primero en abandonar la banda fue Juan Carlos “Yody” Godoy (guitarra rítmica y voz) quien se alejó en plena grabación de “La Biblia según Vox Dei”, su obra magna de 1971. Los otros tres, Ricardo Soulé (guitarra y voz), Willy Quiroga (bajo y voz) y Rubén Basoalto (batería y voz) siguieron como trío incrementando su rica historia y editando discos emblemáticos. Pero las peleas y diferencias internas produjeron varias idas y regresos de Soulé, hasta que se alejó definitivamente antes del año 2000. Quiroga y Basoalto incorporaron al guitarrista Carlos Gardellini y continuaron con Vox Dei, lo que molestó a Soulé quien consideraba que no debían seguir con ese nombre. En noviembre de 2010 muere Rubén Basoalto y echa por tierra la posible reunión de la formación original que se venía proyectando. Sin embargo Vox Dei sigue adelante, ahora con Simón Quiroga, hijo del bajista, en la batería. De esta manera las diferencias entre Ricardo y Willy se volvieron cada vez más irreconciliables.-

lunes, 27 de febrero de 2012

Ricardo Soulé: tributo a Vox Dei

La Biblia según Soulé
RECITALES

Por Néstor Pousa © 2012

El Pungo por el Camino de los Artesanos en La Cumbre se convirtió en los últimos años en el escenario preferido de Ricardo Soulé en Córdoba. Es como la Taberna del Tejo de la que habla en su canción ("La taberna del tejo es el único sitio donde puede escucharse entre voces la voz…”). Allí concurrió con distintas formaciones y hasta fue el lugar para estrenar sus últimos discos solistas.
Lo del sábado a la noche -madrugada del domingo- tuvo algunas características especiales. Si bien el afiche decía SOULÉ - VOX DEI, aclarando que lo que se venía era un tributo a su exbanda, lo cierto es que el músico -uno de los pilares del rock y blues en Argentina- revalida su vigencia con un flamante disco titulado Dolmen, lanzado en 2011 y con mayoría de estrenos que respetan la calidad de lo mejor de su historial.
El formato en esta ocasión fue eléctrico y en dúo, con Richard en guitarra eléctrica, voz, violín y armónica; acompañado por su hijo mayor, Gabriel Soulé en guitarra eléctrica y voz; y el prometido tributo existió con una extensa visita por lo mejor de Vox Dei, a su obra magna La Biblia (Libros sapienciales, Génesis, Las Guerras), a los rocks que marcaron una época (Gata de noche, Jeremias pies de plomo, La verdadera historia de Sam el montañés) y a otros hits indiscutidos de la banda (Prométeme que nunca me dirás adiós, Ritmo y blues con armónica, Presente).
En un show que fue irreprochable por el repertorio e impecable en la interpretación, hubo momentos de brillantez: en Espectros (I y II) con Ricardo en violín; o durante el inspirado pasaje instrumental de Iván (dedicada a su hijo menor y correspondiente a Dolmen) o en la estremecedora belleza de Plegaria, canción que le escribió a su padre.
El dueto con Gabriel es perfecto en las segundas voces y virtuoso en los solos de viola, y tuvo su momento solista en Yo soy el mismo. Gaby Soulé, además, tiene su propio proyecto, el power trío Crater, del que pronto habrá un registro disponible.
Pero el nombre de Ricardo Soulé permanecerá indivisible al de Vox Dei, más ahora que es imposible pensar en reunir al legendario trío con sus piezas originales y escuchar esas canciones a través de él es una de las posibilidades más fieles de recrear esa parte fundamental del Rock en Castellano.-

lunes, 13 de febrero de 2012

Cosquín Rock 2012: crónica e iluminaciones

Charly & The Prostitution
Finalizó el domingo una nueva edición del Cosquín Rock. La misma estuvo dominada por el homenaje permanente a uno de nuestros máximos referentes de la música, Luis Alberto Spinetta.

COBERTURA ESPECIAL
                                                                                                
textos: Néstor Pousa / fotos: Manuel Pousa

Dos días antes del comienzo se sabía que esta nueva versión de festival de rock más importante de nuestro país en la actualidad, la número doce sin solución de continuidad, no iba a ser una más. Tras la repentina y dolorosa muerte de Luis Alberto Spinetta, quedaba claro que el evento se convertiría en un espontáneo y permanente homenaje a quien fuera, indiscutiblemente, uno de los máximos referentes de la Música Popular de Argentina, a la vez que animador de estos encuentros en varias de sus ediciones. Un artista completo que se expresaba a través de la música, iluminando con su poesía al Rock en Castellano desde el instante mismo en que este nació.
Propios y extraños, músicos que comparten o no, similitudes estéticas con el Flaco, no iban a dejar pasar la oportunidad de mencionarlo o animársele a recrear alguno de sus temas. En este último rubro prevalecieron las versiones de clásicos de Pescado Rabioso, la veta más rockera y visceral de Spinetta, y por tal la más accesible a la hora de ser tocada por músicos de otros estilos del rock.      
IKV: regreso y homenaje

Así, la más conmovedora fue primera jornada en la que estaba prevista la actuación de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur (el esperado regreso de los Illya Kuryaki & the Valderramas), que había sido ratificada ante la duda que se pudieran bajar de la grilla. No fue así, y en cambio la actuación de la banda del Dante fue uno de los picos de emotividad más altos de las tres jornadas, emoción que solamente pueden transmitir los artistas. Ver en escena a un músico profesional como Dante, haciendo un homenaje a su propio padre ídolo del Rock y fallecido tan sólo 48 horas antes, es algo muy fuerte que jamás pensé que iba a presenciar en vivo. Las fotos de Spinetta disparadas por las pantallas gigantes mientras la banda interpretaba Post crucifixión (un hit de L.A.S. con Pescado) te ponían los pelos de punta; o cuando el Dante luego de su descomunal solo de viola en Virgen de riña y conmovido hasta las lágrimas, dijo: "Gracias Papá". Absolutamente todos recaíamos en la incredulidad de no poder ver más arriba de un escenario al artista homenajeado.
Wallas: el inefable frontman

Las menciones habían comenzado con Massacre y un cover de Ana no duerme (Almendra) con el inefable frontman que es Wallas enfundado en una vieja remera de Pescado Rabioso. Lo mismo para Calle 13, así como adhirieron a la causa “Famatina no se toca”, lo hicieron con el homenaje al papá de su amigo Dante, y aún sin ser del palo del Rock Argentino se atrevieron con Todas las hojas son del viento cantada por PG13 la voz femenina de la banda, hermanastra del líder René Pérez Joglar. Lo de la Calle 13 merece una mención, los puerrtorriqueños cumplieron una de las actuaciones más efusivamente festejadas en el escenario principal. Todavía cuestionada su presencia por no ser un número de rock, aportaron una buena porción de público propio a las 45.000 almas que abarrotaron el aeródromo ese viernes.  
El cierre de esta jornada estuvo en manos de Charly García quien fue derecho al grano con Rezo por vos (único tema que comparte autoría con L.A.S.) y las imágenes de ambos flotando en las pantallas. Tan lúcido como siempre, pero sin animarse al principio a mencionarlo con nombre y apellido, García estampó un hermoso mensaje de amor y esperanza: "Todos sabemos que son días difíciles, y sabemos por qué. Acá falta algo, pero se puede ser feliz también con ese recuerdo" (García dixit).
Otra mención destacada para el show de Charly, uno de los mejores que le vimos en estos tiempos terapéuticos, haciéndose cargo de todas las partes vocales, por momentos con alguna deficiencia, pero ya sin el apoyo de alguien imprescindible como Hilda Lizarazu. La súper banda a la que bautizó The Prostitution, suena poderosa y flexible para recrear cualquier fase de la extensa carrera del ex Sui Generis; y el otro dato clave es el repertorio, con joyas que era impensado volver a escuchar en vivo, como Instituciones, Canción de Alicia, No llores por mí Argentina, Rasguña las piedras, Piano Bar, Canción para mi muerte y hasta la mismísima Popotitos. Una lista infalible del Increíble Sr. García, el que todo lo que toca lo convierte en hit, además de ser el único prócer que tuvo la grilla de esta edición.-

Postales de 3 días de rock. Santa María de Punilla es un pueblo ubicado a la vera de la Ruta Nacional 38 y el río, promediando geográficamente el departamento Punilla. Su población estable es de unos 8.000 habitantes que durante el festival ven quintuplicarse esa cifra, eso hace muy elogiable y digna de imitar la actitud hospitalaria que demuestran los locales.
El sábado, segundo día, temprano y con sol arriba, pasó el Negro García López (guitarrista de la banda del García más célebre), los españoles de Marea y Guasones
Fernando de Catupecu


Después hubo seguidilla de números clásicos del festival: los hiperactivos Catupecu Machu; Las Pelotas, que mantienen el presentismo intacto en las 12 ediciones a la vez que dieron un gran show y Skay con su eficaz repertorio propio y obviando la posibilidad de ofrecer una lista con más temas Redondos (concederlo alguna vez sería un premio para la gente y para él). Distinto criterio eligió Ciro y Los Persas en el espectacular cierre de esta jornada, reflotó cosas de Los Piojos que hacía rato no se escuchaban en vivo. En algunos incluso pifió la letra, paró la banda y volvió a arrancar (Como Alí) pidiendo el auxilio de la gente. La imagen de Ciro en la pasarela envuelto por las banderas agitadas por sus fans fue la postal de esta noche.
Ciro abanderado por los fans

En el segundo escenario emplazado en el lejano extremo opuesto del aeródromo registró convocatorias notables en las tres jornadas, destacándose la de Patricio Santos “Pato” Fontanet al frente de Casi Justicia Social, algo así como el alter ego de Callejeros, un fenómeno que ni la polémica, ni el rechazo que provocan en algunos ámbitos, pueden tapar. Fontanet que estuvo alojado en un hotel de La Falda, prefirió no responder a las preguntas de la prensa local.
Siguiendo con el segundo escenario, la noche Reggae fue la segunda de mayor convocatoria, y en tercer lugar quedaron los Heavys, que además de la presencia de los pesos pesados argentos contaron a su favor con el único número internacional, la banda de trash metal Anthrax. Aunque los estadounidenses parecen haber traído a las producción más dolores de cabeza que satisfacciones, sólo la chapa de sumar a uno de los Big Four en la cartelera.
Sería injusto dejar afuera al tercer escenario en el hangar, que se convirtió en una interesante alternativa para la gran cantidad y calidad de bandas emergentes.
Las Pelotas: cobró el presentismo

Coincidencias entre el Cosquín Rock 2012 y La Falda Rock 92: hubo dos bandas que hace 20 años debutaban ante una audiencia masiva en el festival faldense, que el fin de semana volvieron a juntarse en un festival, ellas son Las Pelotas e Illya Kuryaki & the Valderramas. Y no es el único dato curioso, ambas ediciones contaron con el cierre de Rata Blanca.
La acostumbrada conferencia de prensa con la producción del ciclo dejó como siempre jugosas frases de José Palazzo. Cuando un periodista le reclamó por mejores condiciones de trabajo para la prensa independiente, Palazzo le respondió con una pregunta: “¿Esa remera es oficial?”, el reportero lucía un modelo de merchandising trucho. Otras frases del productor cordobés: sobre la impecable presentación de García dijo: “Con Charly todavía sufro más de lo que disfruto” (en referencia a los contratiempos que le ocasionó en el pasado cercano). Y aseguró que con Santa María de Punilla tiene contrato por dos años más, y el festival estaría asegurado en la misma locación, a la que no hizo otra cosa que ponderarla. A su vez prometió redoblar esfuerzos para en el próximo año poder contar con la figurita difícil, la que tiene la cara de Andrés Calamaro, una cuenta pendiente del ciclo. 
El domingo, la noche de clausura, tuvo a Juanse al frente de su proyecto solista arrojando flores blancas al público en nombre de todas las bandas de Spinetta; a los uruguayos de La Vela Puerca con la potencia del rock mestizo que traen del otro lado del gran río y en las antípodas de la prolijidad a Pity Álvarez y Viejas Locas. El emblemático rockero de los monoblocks alternó buenas y malas. En el gran caos organizado que despliega, por momentos te deja con la boca abierta por la potencia de la banda, y al rato pela algo propio de la Bizarren Party. Pateó el tablero dedicando el show a Bam Bam Miranda, aunque después se sumó a las filas balbuceando algo parecido a Rezo por vos y con un graffitti que decía “Aguante el Flaco!!!”
Giardino y Rata Blanca: un gran cierre

Por fin el cierre de Rata Blanca y un show súper profesional con uno de los mejores violeros nuestros, Walter Giardino. Fuera de programa zaparon, pero en gran forma, el Despiértate nena de Pescado Rabioso y fueron un broche de alta calidad.
Una frase de Charly, cuando no, bien podría sintetizarlo todo: “La vida es una droga a la que se le pasa el efecto”.-



viernes, 10 de febrero de 2012

Cosquín Rock 2012 dedicado a Luis A. Spinetta

El viernes comienza una nueva entrega del festival de rock más importante del país en la actualidad. No será una edición más, estará marcada por la reciente desaparición física de uno de los máximos referentes del género, Luis Alberto Spinetta.

Por Néstor Pousa © 2012

Si hay una cualidad que nadie puede objetar del Festival Cosquín Rock es que a fuerza de perseverancia a logrado la continuidad en el rubro. Un atributo que tienen en común varios eventos de otros géneros, como el Festival Nacional de Folklore de Cosquín o el de Doma y Folklore de Jesús María.
Pero al rock siempre todo le costó el doble, y sus encuentros más emblemáticos, BA Rock (Buenos Aires), el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda o el mismísimo Chateau Rock (Córdoba, ciudad), no pudieron perdurar.
Próximo a cumplir 12 años de actividad, es la cualidad que lo hace inobjetable a este ya instalado Cosquín Rock, tanto, que es difícil imaginar un febrero sin él. Después se podrán discutir o ponderar otros aspectos, pero por ahora pasarán a un segundo plano.
Pero la de este año no será una edición más, estará marcada por la reciente desaparición física de uno de los indiscutidos máximos referentes del género, Luis Alberto Spinetta. Aún conmovidos por el lamentable suceso, allí estarán sus colegas, sus amigos, su público, los periodistas y hasta uno de sus hijos, Dante Spinetta (IKV), para rendirle tributo a través de las palabras y de la música.

Desde su emplazamiento en la Comuna de San Rocke (años 2005 al 2010) con la implementación de los 3 escenarios funcionando en forma simultánea, formato que mantiene en su segundo año en el Aeródromo de Santa María de Punilla, se hace prácticamente imposible poder abarcar en tiempo real todo lo que musicalmente ocurre sobre sus tablados. Entonces el asistente se ve obligado a una permanencia fragmentada a cada uno de ellos, o bien seleccionar cada año que es lo que va a privilegiar, que así y todo, es mucho y muy variado.

Para este año sugiero, a modo de elección personal y para nada categórica, los siguientes números de cada día:
Viernes 10/2. En la primera jornada prevalecen las bandas cordobesas, sea en el escenario principal: Armando Flores y Eruca Sativa; como en el Hangar donde se podrá ver entre otros a Guardianes del Freezer, Jotes y Marian Pellegrino (Lucila Cueva).
En el mismo día se registrará el atractivo regreso de Illya Kuriaki and the Valderramas, la banda de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur suma ahora un significado distinto tras lo antes mencionado. Mientras que Las Pastillas del Abuelo y Massacre mostrarán sus nuevos discos. El cierre será para Charly García, único histórico del Rock ARG que se anotó en la grilla de este año. Y una paradoja, ya que quien había sido proscripto en 2005 por sus permanentes descontroles, hoy es una de las figuras más previsibles de la cartelera.
Sábado 11/02. Quien puede discutir la preponderancia de Ciro, Skay, Las Pelotas y Catupecu. Sin embargo este año me llama la atención Guasones, también con material fresco (menos de un año); y después lo que pueda mostrar el Negro García López (violero del García más famoso).
En el escenario temático Heavy: Hammer, Horcas, Logos, el regreso de Malón, están muy bien; pero no habría que perderse a Anthrax, único momento internacional de la noche.  
Domingo 1202. Viticus, Viejas Locas, La Vela Puerca y Kapanga seguramente cubrirán las expectativas; de los cuatro, esta vez me quedó con los de Vitico y los uruguayos; aunque más quiero ver a Juanse, y comprobar en su re debut solista qué tanto es capaz de hacernos olvidar de los Ratones Paranoicos.
¿Quién se hubiera imaginado un cierre de festival con Rata Blanca? no obstante, bien temprano no me pierdo a Baltasar Comotto, por tres motivos: trae disco nuevo (Blindado); segundo, es sin dudas uno de los mejores violeros de rock de acá; y tercero, es lo único que tiene que ver con el Indio que podemos ver en un festival multimarca.
A todo esto, los del reggae estarán en otra, con: Dancing Mood, Fidel Nadal, Dread Mar I, los interminables Pericos y Nonpalidece.

Vos también podes organizar tu propia grilla de favoritos (bandas, días, escenarios y horarios) ingresando en: http://www.cosquinrock.net/grillas
Y ver toda la info del festival en: http://www.cosquinrock.net

miércoles, 8 de febrero de 2012

Será que la canción llegó hasta el sol

Horrible, triste momento, que aunque sabés que va a llegar, no hay forma de preparar el cuerpo, la mente y el alma para que el golpe no te haga estremecer y un calor te suba por la sangre.
En verdad no hay nada que pueda o quiera agregar. Debería prevalecer el cronista riguroso y objetivo que logre trazar, sin que le tiemble el pulso, una semblanza inspirada y respetuosa a la altura de la magnitud del artista y del hombre que nos deja.
Pero la verdad es que no quiero, ni puedo, hoy me quedé sin palabras. Entonces decidí acordar con lo que imagino habrá sido su última voluntad, irse modestamente, como uno más, en la intimidad de sus afectos más profundos y queridos; y sin ninguna de esas grandilocuencias que tanto lo incomodaban. Es la forma en que eligió pasar por esta vida y marcharse de ella, aunque en el medio quedó la grandeza de su obra, desde hoy inmortal.-
                                                                                                                Néstor Pousa

Foto: Luis Alberto en su última actuación en Córdoba, durante el Festival Cosquín Rock 2011 en el aeródromo de Santa María de Punilla, hace casi justo un año, el sábado 12/02/11.

lunes, 16 de enero de 2012

Raly Barrionuevo: zamba pa’ ti

Paisano eléctrico en La Falda 
Recital de Raly Barrionuevo y su banda en La Falda. Ciclo La Falda bajo las estrellas. Domingo 15 d eenero 2012.

Texto y fotos: Néstor Pousa

La gente baila, canta, aplaude, grita, se queda en silencio, se emociona, adhiere, toma conciencia, acuerda, se levanta, saca fotos, se vuelve sentar y salta otra vez a la pista de baile. La chacarera bailada de a dos o en grupos, gambeteando los cables que cruzan por adelante las sillas de la primera fila, es el pogo del folklore. Con esa intensidad el público del Raly vive cada uno de sus recitales.
El santiagueño se excusa: “Hoy estoy zambero, sabrán disculpar”. A esa altura llevaba más de dos horas de show y la aclaración estaba sobrando, había llenado la noche faldense de zambas. Las que registró en su disco conceptual titulado Radio AM, y muchas otras más del repertorio tradicional, entre ellas un tributo al Chango Rodríguez con la Zamba de Alberdi. Cualquiera hubiera planchado el show con esa lista, el Raly no, le sobra crédito y al instante pela una chacarera, o alguno de los clásicos por los cuales “el Raly es el Raly”. Ey paisano (rap telúrico que esa noche dedicó a la resistencia heroica en el Famatina), Circo criollo, Somos nosotros, el reggae Como danza la esperanza, la Chacarera del exilio, o el triple homenaje: al Che, al Sub Comandante Marcos y a Jacinto Piedra.
Así, lo tradicional, pero a su modo, se funde con lo innovador, y es lo que marca la diferencia, es lo que hace que muchos lo adoren (“Me encanta el Raly”, se escucha entre sus fans) y otros lo ignoren (“Es demasiado hippie”, dirán los que lo miran de reojo). Pero nada en él es forzado, su actitud rebelde, su lado melódico, todo le fluye de forma natural y autentica, y hasta con cierta timidez provinciana.
A su lado juega una banda sintonizada en la misma frecuencia, músicos finos y talentosos que se tocan todo lo que el líder les marca. Musiqueros porque así lo dicta el Sol: Clara Presta en piano, teclados, acordeón y coros, es el toque femenino entre tanta testosterona dando vueltas; el maestro César Elmo, en batería y percusión, mide el pulso del combo junto con el bajo de Sebastián Sayes. Y la nueva incorporación, Marcelo Gómez, otro friense como el Raly (“En Frías no van a encontrar gente para trabajar, pero guitarreros sobran”, fue su introducción), en guitarra acústica, eléctrica, coros y voz.
“Lo único que sabemos hacer es tocar la guitarra, somos bastante insoportables, cuando empezamos a tocar no paramos”, no es un eufemismo, es la pura realidad, y Raly, un frontman de pocas palabras que dice las cosas a través de sus canciones (“Somos disidentes de la puta corrupción”), pasa de la criolla a la acústica, de esta a la eléctrica, y de ahí al cuatro venezolano.
El folklore debería bendecir la aparición de un artista como Raly Barrionuevo, respetuoso de lo esencial y difusor de lo ancestral, pero con el talento y la audacia necesaria para hacer que el género no enferme de claustrofobia. Es la manera en que el fuego del más tradicional de nuestros ritmos permanecerá vivo.-

martes, 10 de enero de 2012

David Lebón: parado en el medio de la vida


El Ruso en La Falda (07/01/12)
Impactante inicio de una nueva temporada del ciclo “La Falda bajo la estrellas” con la presentación de David Lebón y su banda.

RECITALES

Por Néstor Pousa © 2012

Es noche de rock en La Falda y, no sé a los demás, pero a mí se me acelera el pulso, tal vez sea un síndrome que me quedó de la época de los festivales que se hacían aquí. Los síntomas se acrecientan aún más si el que toca es Lebón, y en la platea está Mario Luna quien llegó hasta aquí avisado por una publicación que hice en mi perfil de facebook. Mario, de más está decirlo, fue el creador del legendario Festival de Rock en el que tantas veces brilló su amigo David Lebón; por eso no sorprendió que haya sido invitado como presentador adjunto la noche del sábado, función que cubre en forma oficial el MC local Ezequiel Giardelli.
Pero vayamos por partes. El agite empezó un poco más temprano de las 22, hora en que estaba programado el comienzo del show. Porque tres horas antes hubo una conferencia de prensa con presencia de los medios locales invitados por la Secretaría de Cultura faldense.
“Hace mucho tiempo que nadie me llama así”, me dice David cuando lo llamo Davis (leasé Deivis, su apodo de las primeras épocas), al final de una rueda de prensa que transcurrió en un clima de mucha cordialidad. Al músico se lo notó distendido y no le escapó a ninguna pregunta, aunque había advertido: “Sí me tocan el tema del estado de salud de Spinetta me pongo a llorar”.

A la noche, las inmediaciones del escenario callejero de Edén y San Martín se empezaron a colmar de a poco. La hora de inicio se demoró y la asistencia ascendió a unas 2000 personas, entre fans y curiosos. Poco antes de las 23 llegó David como un gurú seguido en fila india por los integrantes de la banda: Daniel Colombres, Hernán Gravelloni; Leandro Bulacio y Adriana Sica. Subió al escenario casi obviando las formalidades de las presentaciones y marcaron cuatro. Lo primero que se escuchó fue En una hora, tema de su más reciente y muy buen disco titulado Deja Vu, fechado en 2009 y que jamás fue presentado, ni en Córdoba, ni en el país.
Mundo agradable, a continuación, confirmó una vez más que los temas de Seru Giran son piedras preciosas que tienen el don de la inmortalidad.
Siguió con otro de Deja Vu, Sos mi oasis, con un largo pasaje de improvisación para que se luzca una banda que, aún sin ensayo, toca de memoria y no necesita mirar a su líder para saber que tienen que hacer cada uno. Para destacar, el Negro Colombres, un histórico que volvió al lado de David y Adriana Sica una guitarrista que se pela los dedos para no desentonar.
El Ruso, mientras tanto, mantenía su buen humor de la tarde, haciendo chistes permanentemente y tomándose con calma los notorios desajustes de sonido (“Años de lo mismo”, comentó resignado y suspirando), y el incontenible viento que azotaba el escenario (“Hoy no llueve, pero mirá que viento, ¡dejate de joder!” bardeó, en referencia a los temibles diluvios que estropeaban el festival).
Los problemas técnicos y la incomodidad del viento dispersaban la atención de David y hacían que el show se convirtiera en un puñado de canciones sin continuidad.
“Esta guitarra es nueva, me la compraron Uds., gracias”, dijo al colgarse una flamante Les Paul dorada. Repetiría varias veces ese nuevo latiguillo, es la forma que encontró para agradecer a su público. Y entre tanto dato anecdótico aparecía la música de este prócer del rock a punto de cumplir 60, el gran violero del rock & blues del país (escucho réplicas), y además un creador de canciones insuperables, de esas que la gente siempre quiere volver a escuchar. Parado en el medio de la vida o Cuánto tiempo más llevará fueron parte de la lista. Set de guitarra acústica y piano después para No sería yo (“Si pudiera darte más de lo que soy, si pudiera olvidar este dolor, no sería yo”), y San Francisco y el lobo, su pieza solista en Seru.
Hasta que llegó “el” momento del show. Alguien pidió un tema de Pescado Rabioso, la banda que integró junto a Luis Alberto Spinetta en 1972. Otra voz pronunció el nombre del Flaco. David hizo silencio y luego dijo: “A ver, como les explico esto” -señaló a Colombres y siguió- “el Negro zafó, pero mis amigos se están yendo”, y se quebró en llanto. No pudo seguir hablando, y fue el mismo Colombres con su experiencia quien piloteó el momento arrancando con la intro de batería de Sueltate Rock and Roll para pasar el mal trago.
David Lebón no se viste de estrella de rock y a cada paso va dando muestras de que su rol preferido es el de anti-héroe. Lo insinuó en El tiempo es veloz (“Vos me tratás como si fuera algo más que un ser”) canción que en el final de su presentación faldense, y todavía quebrado, no pudo terminar de cantar.
Este Oscar David Lebón, como se registra en los hoteles, reniega de ser ídolo y lo asusta que lo llamen Maestro, porque -dirá- se siente un hombre común al que se lo privilegió con un don que algún día tendrá que devolver.-

La bio de Lebón. El lunes 9 por la noche participamos de la charla abierta al público que dio David Lebón en el pub Sesto Senso de Río Ceballos. Allí contó que próximamente empezará a trabajar en su biografía junto al periodista Víctor Pintos. La misma ya tiene nombre: Parado en el medio de la vida, título que según reveló, más lo identifica con este momento.-