martes, 28 de febrero de 2017

#CR17: Nos vamos poniendo retro

LFC / Foto: Facundo Pousa
Con cierres de Ciro y La Beriso, el debut absoluto de Los Fabulosos Cadillacs y un exitoso escenario conmemorativo de "50 años de Rock Nacional", transcurrió una nueva edición del titánico ciclo.

COBERTURA COSQUIN ROCK

Por Néstor Pousa

La edición que acaba de finalizar del Festival Cosquín Rock será recordada como una de las más ambiciosas en tiempos difíciles, pero se recordará también como la más retro de un ciclo que siempre se especializó en mostrar lo más novedoso de la escena nacional. Esta aseveración no solamente se sustenta en la programación del Escenario Temático (el segundo en magnitud montado en el aeródromo de Santa María de Punilla), dedicado este año a la celebración de los 50 años de Rock Nacional, con figuras históricas de todas las décadas, sino también se fundamenta en la inclusión de bandas que redondeaban aniversarios, como Los Pericos y los uruguayos de La Vela Puerca. Hubo referencias a bandas muy influyentes como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Sumo, regresos de Los Violadores, Los Guarros y un homenaje a Juanse, ex líder de Ratones Paranoicos.
¿Podría asegurarse entonces que esta fue una puesta deliberadamente retro? Quien responde es el factótum del titánico festival, José Palazzo: “Un día charlando con (el periodista) Víctor Pintos me dijo ‘Sabías que son los 50 años de rock nacional’. Entonces empecé a llamar a los músicos, llamo a Javier Martínez al celular que me dice: ¿Palazzo?, sí, como andás, ¿me vas a invitar al Cosquín después de 17 años que nunca me llamaste?, y me dio mucha vergüenza que nunca había invitado a un Manal. Pero bueno, son esas cosas. Y los llamé personalmente a cada uno y después recién me contacté con sus managers y así se empezó a armar esta bola”, se expresa el productor, que admite ante la pregunta del cronista que esta edición tuvo una “pincelada retro”.   

Pil Trafa / Foto: Facundo Pousa
La edición número 17 del Cosquín Rock contó con siete escenarios/espacios para las manifestaciones musicales y sus variedades, desde el originario y de mayor magnitud Escenario Principal hasta la más modesta pero rendidora Casita del Blues. Entre todos sumaron la friolera de casi 180 bandas. ¿Habrá algún humano normal capaz de asimilar tanta información? Lo dudo, pero si así fuera no es el caso de este cronista que se tuvo que conformar (nótese la maradoniana tercera persona utilizada) con movilizare en busca de lo más interesante. Movilizarse es un término válido para el primer día, que al tercero y merced del cansancio y el barro formado tras la lluvia caída, ya se convirtió en arrastrar el cuerpo físico con lo que quedaba de energía, para cruzar una y otra vez ese imponente predio de 900 hectáreas. Siempre digo que el periodismo de rock es un sacerdocio (no demasiado bien remunerado) y en Cosquín Rock te otorgan el post grado.

La jornada sabatina tuvo una particularidad. Cerraban el principal de esa primera noche (25/02) el tándem rockero de Guasones y Ciro y Los Persas, un hecho que por fin pudo develar la incógnita de dos de las bandas que animarán el regreso de La Falda Rock 2017, el próximo 14 y 15 de abril. Fue también el día elegido por las huestes del heavy metal, ya que por el temático transitaron Malón, Exiter, Carajo, Horcas, Viticus, Lovorne y muchos más.
Skay 

El domingo 26 ese mismo espacio nos esperaba con reggae y un atractivo programa en el principal que puntualmente a las 17:40 era abordado por Jóvenes Pordioseros con Toti Iglesias, uno de los más carismáticos frontman del rock criollo. Los Caligaris daban la bienvenida a propios y extraños por considerarse anfitriones del evento. Entre el público de primera línea no quedó remera sin teñir cuando desparramaron pintura y globos, como tampoco durante su set quedó nadie sin bailar. Seguían Los Cafres efectivos como siempre, La Vela Puerca festejando 20 años de escenarios, repasando discografía, pero poniendo énfasis en A contraluz, su fundamental disco fechado en 2004. Skay desplegó todo su oficio al frente de una banda muy efectiva y un repertorio a veces enigmático y en otras explosivo. Es inevitable, cuando repasa, a su modo, canciones de Los Redondos (por caso El pibe de los astilleros y la infaltable Ji ji ji) el pogo explota. Aunque justo es reconocer que, de la etapa solista, Oda a la sin nombre también da la talla de hit. Impecable lo del guitarrista que se salteó la edición anterior, demora que hizo más esperado este “regreso”.

Los genios del dub. El cierre del domingo fue el debut de una de las bandas más esperadas en este ciclo: Los Fabulosos Cadillacs. “Tenían muchas reticencias de venir a tocar al festival. Nunca me voy a olvidar que Gustavo Cerati nunca quiso venir al festival porque tenía temor por el público ¡mirá que boludez, le hubiera ido bárbaro! Eran otras épocas, también. Y los Cadillacs tenían ese pequeño temor, sin embargo se despejaron todas las dudas”, nos revelaba Palazzo. Y fue así, el show de los comandados por Vicentico y Sr. Flavio ofrecieron un show demoledor con todos sus éxitos, mezclados con algunos momentos de su obra más reciente, el disco conceptual La salvación de Solo y Juan, facturado en 2016. Con el regreso del polémico Sergio Rotman (alguna vez manifestó que no volvería a LFC ni aunque fuera la última banda del mundo), más el fichaje de Florian Fernández Capello (sobrio), hijo del cantante, en guitarra y Astor Cianciarulo (a la Kurt Cobain) en batería y bajo; repasaron durante casi dos horas clásicos disfrutables hasta para un no iniciado en la historia de la banda. Demasiada presión, El genio del dub, Manuel Santillán, Calaveras y diablitos, Siguiendo la luna, Carmela, Mal bicho, Carnaval toda la vida, Matador, Vasos vacíos y Satánico Dr. Cadillac, hicieron mecer y bailar hasta las piedras. De los estrenos, El fantasma, La Tormenta y El Profesor Galindez, ya se perfilan como clásicos. La primera palabra que se me ocurre es respeto, por una banda que por trayectoria, repertorio y rendimiento se ganó merecidamente su estatus actual.  

Javier Martínez / Foto: Facundo Pousa
Esta historia no ha terminado. La expectativa que generaba la tercera y última jornada fue puesta en stand by por un chaparrón de verano de esos que a priori no sabés si te van a arruinar la fiesta o se replegarán a cambio de un sol abrazador y una humedad insoportable. Por suerte ocurrió el mal menor, dejando un par de secuelas, una incómoda alfombra de barro y que ya nos habíamos perdido el inicio de una grilla que respeta a rajatabla los horarios, aun cuando los primeros artistas, a causa del diluvio, toquen sólo para los técnicos. Así, mientras en el principal Palo Pandolfo y La Hermandad invocaban a febo, en el atractivo escenario “50 años de Rock Nacional”, ya habían culminado los debuts del Golo Cavoti con su banda, la que alista en guitarra a Gonzalo Viñas; y Alejandro Medina, bajista y el primer ex Manal de la tarde.
Fue entonces que apareció Javier Martínez, poeta urbano, autor de las más certeras letras de blues local y baterista del legendario trío Manal. Hombre de reconocido carácter (las diferencias con su ex compañero de banda siguen intactas) despotricó por el poco tiempo que le asignaron. “Espero volver para hacer un show de 2 horas”, se quejó, pero antes repasó a modo de jam sessions páginas gloriosas: No pibe, Una casa con diez pinos, Jugo de tomate, para el primer delirio de una larga jornada.
Lo sucedió Ricardo Soulé que alternó clásicos de Vox Dei con temas de reciente producción con La Bestia Emplumada, la banda que lo respalda. De singular atuendo para un concierto de rock, Soulé alcanzó picos de emoción con Jeremías, Ritmo y blues con armónica y el Génesis. A esa misma hora, 900 metros hacia el norte, pisaba el escenario principal Carl Palmer, baterista de Emerson, Lake & Palmer, emblemática banda de sinfo-rock progresivo, un verdadero lujo de esta edición.

Cada día más loca (a confesión de partes) irrumpió Celeste Carballo y volamos al principal a presenciar el regreso de Los Guarros modelo 2017. A esa altura de la tarde ya se notaba una mayor convocatoria en el segundo escenario, mientras que en las carpas, el hangar y en La Casita del Blues (esa noche tocaba Botafogo) el deambular de gente era incesante. Nadie quería desaprovechar nada de la variada y amplísima oferta.
Mientras el Principal recibía el punk de Los Violadores en el otro extremo Fabi Cantilo, encantadora como siempre, y Fito Páez, mucho menos áspero que en otras visitas, se mandaban el tándem de mayor convocatoria. Fue cuando el temático se devoró al principal, en convocatoria de gente, en euforia y, por qué no, en calidad artística. Fabi concedió clásicos de Rock Nacional a la manera de Inconsciente colectivo y En la vereda del sol (sus álbumes de versiones) y Fito un set tremendamente rockero con joyas como: Gente sin swing, Al lado del camino, Polaroid de locura ordinaria y su versión noise de Ciudad de pobres corazones. Todos coincidían: el rosarino fue lo mejor de toda la jornada.   
David Lebón 
Aznar calmó las aguas pero con alto vuelo. Promediando su show se despachó con un set de baladas al piano, pero cerró pisando fuerte con Quebrado, El rey lloró (de Nebbia) y Fotos de TokioParecía que no quedaba más nada por ver y apareció con su paso lento David Lebón con nuevas canciones por mostrar y un quinteto que además del infaltable Negro Colombres en batería, sumó a Daniel Ferrón (4° EspacioLos Amigo) en las cuatro cuerdas. ¿A alguien le queda alguna duda que el Ruso es el mejor guitarrista de rock y blues del país? Debieron estar ahí para comprobarlo, cada vez que despacha uno de sus solos en páginas gloriosas como Esperando nacer, Hola dulce viento (Pescado Rabioso) “Spinetta me permitió grabarla en su disco”, agradeció una vez más; y siguieron En la vereda del sol (García-Lebón), Parado en el medio de la vida, San Francisco y el lobo, Copado por el diablo, Mundo agradable, una emotiva versión de Seminare y el esperado cierre con Suéltate Rock & Roll (no hay frase más rockera que esa que afirma: “Ajusten cinturones, que vamos a volar muy pronto de estos rincones”). Del nuevo material se escucharon Juntos, Último viaje, Encuentro supremo y Latin rumba. Con un recital categórico y de muy buen humor, Lebón aventó opacos recuerdos de anteriores presentaciones en este festival malogradas por las altas temperaturas de los horarios vespertinos.

Con saldo a favor #CR17 se desvanecía en la madrugada del martes de carnaval con La Beriso copando el principal y en frente Los Twist de Pipo Cipolatti con su música dislocada cargada de mensajes cifrados hoy ya develados. Para entonces la mayoría del público, cual aves migratorias, habían cambiado de escenario. Era una lucha de David contra Goliat tan propia de estos mega-eventos.      

Fotos: Facundo Pousa

lunes, 6 de febrero de 2017

IKV y Turf armaron su fiesta personal

Dante & Emma (IKV)
La segunda fecha de la gira de conciertos de verano auspiciado por la compañía de telefonía móvil tuvo como protagonistas a IKV y Turf, además de las bandas soporte Los Mentidores y Superclásico.

PERSONAL FEST VERANO '17

Por Néstor Pousa

Con un show demoledor los Illya Kuryaki cerraron, el sábado 4 de febrero pasado, la escala cordobesa del Personal Fest Verano '17 con sede local en la Plaza de la Música, la amenaza de lluvia determinó el cambio de locación que estaba previsto al aire libre y en el Parque de las Naciones.
Finalmente no llovió y la plaza se vio repleta ante una oferta tentadora que antes de los Kuryakis, y para darle formato de festival a la reunión, programó tres bandas más. Como soporte estuvieron Superclásicos y Los Mentidores, esta última un combo de blues que cuenta en sus filas con el productor y bajista José Palazzo (pata local del Personal Fest en cuestiones de organización) acompañado por importantes músicos del blues local como Dani Guardia (voz y guitarra), Ivan Singh (guitarra), Fernando Ormeño (armónica), Franco Ronchetti (voz y guitarra) y Claudio Grimau (batería). 

El inquieto Levinton, voz y guitarra de Turf
A su turno el número de semifondo estuvo cubierto por Turf la banda que integran Joaquín Levinton, Leandro Lopatin, Nicolás Ottavianelli, Fernando Caloia y Carlos Tapia, reunidos desde el año pasado tras un largo parate. Una década es el tiempo que transcurrió desde la última presentación de Turf ante el público de Córdoba, un detalle que el cantante se encargó de remarcar en más de una oportunidad. Por eso era toda una incógnita ver el desempeño de esta banda, y la verdad es que lucieron en muy buena forma, con un show contundente, plagado de sus grandes éxitos, con sus reconocidas arengas anti-monogamia como: No se llama amor o Yo no me quiero casar y ud?; con letras de exaltación hedonista pero a la vez inteligentes como Casanova, Cuatro personalidades, Loco un poco, Pasos al costado y ese baladón que es Magia blanca. Y hasta los temas estreno, Kurt Cobain y La Canción del Supermercado, en la misma línea de las anteriores, fueron recibidas y ya funcionan como verdaderos hits, sin desentonar con el resto. Esas canciones formarán parte de un próximo disco de Turf con producción de Coti Sorokin. Por su parte el público cordobés sintonizó a la perfección con la propuesta de la banda y su inquieto cantante que se metió a los cordobeses en el bolsillo y los soltó cuando a él se le dio la gana. Diez años de no tocar en la segunda plaza más importante del país es mucho tiempo para una banda de rock & roll como Turf. Queremos verlos más seguido por aquí.

Cerca de las 22.30, puntuales y con una impecable puesta de sonido, luces e imagen, aparecieron en escena Dante Spinetta (look urbano: jeans cortados, remera cromática, tenis blancas, bandana que luego descartaría por gorra skater) y Emmanuel Horvilleur (cowboy glam: sombrero, gafas oscuras, chaleco, pantalón de cuero y botas tejanas rojas) y su banda, es decir los Illya Kuryaki and the Valderramas (IKV).
Sabido es que desde su reunión entregaron dos discos con temas estrenos de alta potencia, esos discos son Chances (2012) y L.H.O.N. (La Humanidad o Nosotros, 2016). Vale aclarar que el regreso de IKV no fue solamente para refritar éxitos anejos, sino con la intención de instalar un nuevo material que esté a la altura de lo ya conocido. Por eso la lista de temas para el compromiso en el Personal Fest 2017 rosó la perfección, un acabado balance entre los dos discos mencionados y el repertorio pre-disolución 15 años atrás. De “Chances” eligieron Ula ula, Funky futurista en medley con Yacaré, Helicópteros y Madafaka (con Matías Rada, guitarrista de la banda, cubriendo la parte de Molotov). De L.H.O.N. repasaron: Gallo negro, Hombre libre, Los ángeles (dos puntos altos de un show sin fisuras) y Ritmo mezcal (con anuncio de flamante video clip) pegado a África.
Entre los clásicos no faltaron los muy bailables Jennifer del estero y Coolo. De Chaco, uno de sus discos más célebres y revisitados, se escucharon además del tema epónimo, Abarajame (elegido este año como leit motiv del festival) y ese tremendo “fankazo” que es Jaguar House. Más una sorpresa llamada Da cosmos, “Esta canción es de Versus, disco que está cumpliendo 20 años”, destacó Emma en un arrebato revisionista.
Los IKV entregaron un set mortífero, rayano a la perfección. Ni siquiera el fallo en el equipo de guitarra que fastidió a Dante logró sacar de eje al concierto. Ese momento fue capitalizado por Emma que hizo subir a alguien del público a tocar percusión con ellos y así cubrir el bache. Fue una humorada a la cordobesa que quedó simpática.
Fluyendo con convicción cuando abordan el funk y el soul, y arrolladores cuando se ponen a rapear, los IKV repasaron historia y presente en un concierto memorable para un ciclo, el Personal Fest Verano '17, que ya es un clásico dentro de la ancha e inabarcable oferta festivalera del país. 

Agradecimientos:
Gustavo Arraigada (Relaciones Institucionales y Prensa - Grupo Telecom)
Sebastián Fissore - Tridente (fotos)


viernes, 3 de febrero de 2017

Kapanga: ¿La Falda quiere rock?

Kapanga con el Mono y Maikel en acción
LA FALDA BAJO LAS ESTRELLAS

Por Néstor Pousa

Kapanga de la mano de su frontman Martín Mono Fabio es un compendio de frases ocurrentes y guiños satíricos a otros músicos y otras músicas. Siempre basaron su propuesta y popularidad en ese rasgo único que desarrollaron como ninguna otra banda del rock nacional.  Musicalmente están tipificados como la banda de rock más cuartetera, o la banda de cuarteto más rockera, da igual, donde el bajo marca el tunga-tunga base del estilo cordobés por excelencia, mientras que Miguel de Luna Campos (Maikel) desde su guitarra tira unos riffs incendiarios propios de AC/DC.
Acumulan un repertorio respetable luego de 21 años de trayectoria que, según confiesan, ni ellos mismos pueden creer hasta donde llegaron. Por lo tanto es difícil predecir hacia donde van. Mientras tanto cada concierto desborda en una fiesta.
Los Kapanga, integrando la cartelera de La Falda bajo las estrellas, son de esos artistas que aportan un público propio al ciclo (otras que lo hicieron fueron Los Cafres y Los Pericos, en la temporada pasada), entonces la audiencia no está integrada únicamente por público ocasional que pasaba vio luz y se quedó. Kapanga tuvo la virtud de poner la noche del viernes en “modo festival” por la euforia de los cientos de kapangueros que se llegaron deliberadamente a presenciar el recital con el double-bonus de no tener que desembolsar ni un centavo por el ticket que era libre y gratuito y poder verlos muy de cerca, casi cara a cara. Bondades que ofrece este clásico evento veraniego.

Con todas las condiciones a favor, a excepción del sonido que no estuvo a la altura del espectáculo (increíble, si agregamos el dato de que la consola estuvo operada por el sonidista que viajó con la banda), el Mono y su gente desplegaron sin retacear todo su arsenal discursivo de bufones del rock, parodiando a Led Zeppelin en la intro de Rock, o gastando a Fito Páez con la letra de En el camino; así como simularon ser The Beatles en la portada del disco Un asado en Abbey Road de 1999. Los Kapanga no dejan títere con cabeza y no paran, tiran una tras otra en modo stand-up. Responsablemente advierten que el pogo al pie del escenario puede resultar riesgoso para niños y personas mayores que entonces optan por mirar desde más lejos. El Mono se irrita mal cuando alguien desde abajo acusa que le robaron la billetera. “A esos estúpidos habría que cortarle la mano como en China”, vocifera, y advirtiendo que se estaba pasando de rosca, se rescata: “Sonó re facho lo que dije, pero bueno, ¿no estuvo Hitler aquí”, convirtiendo la arenga anti-punga en una humorada más.

Al catálogo de grandes éxitos que repasaron: Ramón, Desearía, Universal y Fumar, este último con Miki Rodríguez (ex Los Piojos y actualmente viviendo en San Marcos Sierra) en el bajo y Tobías, hijo del Mono, en guitarra eléctrica; le sumaron títulos de Motormusica, su más reciente disco publicado en 2015. Se escucharon: Juntos, en el que toma la posta vocal Maikel; Mis amigos, que fuera grabado junto a Los Auténticos Decadentes, y Motormusica. El tema que titula la placa demuestra que también pueden componer en serio aunque no sean los que el público prefiera a la hora de poguear. Para eso están Me mata y El mono relojero, que aunque con el tiempo perdió su efecto contestatario (ya nadie se va a dormir a las 3 a.m. porque a algún gobernador de turno se le ocurra) sigue operando como un hit infalible.
“¿La Falda quiere rock?...”, espetó el Mono en el inicio del show. ¡Qué buena pregunta, Martín!... a solo dos meses y medio del regreso del célebre festival faldense.   

Fotos: Gabriel Hamie   

jueves, 2 de febrero de 2017

Contramano con Simmons, de lo mejor del ciclo

LA FALDA BAJO LAS ESTRELLAS

Por Néstor Pousa

Mauricio Martínez, guitarra y arreglos del Contramano Trío, pero además una especie de MC (Master of Ceremony) en cada presentación del grupo, se deshizo en elogios para presentar al invitado especial que tenían la noche de su presentación en el ciclo La Falda bajo las estrellas: se trataba del faldense hoy radicado en VCP, Daniel Simmons, a quien llegó a compararlo con Gardel. Más allá del brote de exageración del guitarrista, seguramente producto de su entusiasmo por la sinergia conseguida con el cantor, lo cierto es que Simmons posee un estilo muy personal y en sus dos entradas interpretó y el público aprobó de inmediato, versiones de tangos clásicos como lo son: Por la vuelta, Tinta roja, El último round (de Chico Novarro) y Como dos extraños. “Todos imitamos un poco al Polaco”, declaró alguna vez Cacho Castaña, y es cierto, pero a Simmons no se le nota.
A su turno, el trío en estado puro, el ya mencionado Martínez junto a Rodrigo Della Vedova (piano) y Jeremías Cassi (bajo eléctrico), demostraron que están en el punto justo de maduración del estilo de tango instrumental que intentan imponer. Mostraron versiones sin fisuras de un repertorio definitivamente consolidado, las que se pueden repasar desde su primer disco titulado Bajo Cuerda. Se destacaron con A fuego lento, una exigente partitura del Maestro Horacio Salgán (gran figura inspiradora de Contramano) con la que salieron muy airosos y hasta se permitieron jugar con un invento que bautizaron La Cumbionga, una yuxtaposición de ritmo de milonga con célebres melodías de la cumbia de producción nacional. Una prueba de habilidad para los bailarines (“Está prohibido bailarla como cumbia, porque es una milonga”, sentenció con firmeza Martínez) y también un desafío lúdico para que los escuchas traten de adivinar los títulos escondidos dentro del inesperado mash-up milonguero.

Dos certezas me quedaron de esa noche: que Contramano+Simmons deberían ya estar pensado en un disco en sociedad; y que La Cumbionga tiene que sacar credenciales oficiales en la próxima edición del Festival Nacional del Tango de La Falda. “El tango te espera a los 40, pero a nosotros nos llegó antes”, según Martínez. Y de eso se trata.

Fotos: Gabriel Hamie